Capítulo 4: La dulce chica misteriosa

Christian Feraud, profesor

Conocía muy bien a Félix Agreste, a pesar de ser su maestro, sé muy bien que tiene una actitud dura con los demás, aunque todos lo crean, no es una mala persona, de eso estoy seguro.

Siempre he dicho que es una caja llena de sorpresas, nunca sabes que puedes esperar de él, es un alumno impresionante, que cuando quiere hace las cosas bien.

Lo vi caminar por el pasillo, siempre andaba con ese rostro lleno de seriedad, cualquiera pudiese pensar que con la mirada podría matarte, pero sabía que dentro de esa mirada seria, había otra versión de él, una versión más amigable, más alegre, es solo que... él no quería mostrársela a nadie.

— Félix.-le llamé.

Él volteó a verme y se quedó parado un rato observándome, como si estuviese analizándome de pies a cabeza, por esa razón yo digo que uno nunca sabe lo que pasa por la mente de Félix Agreste.

— ¿Me llamó, profesor?-preguntó acercándose a mí.

— Solamente quiero conversar un rato contigo, ¿cómo has estado, Félix?-pregunté de manera tan casual.

— ¿A qué viene todo esto? ¿Piensa ponerme algún castigo?-dijo frunciendo el ceño.

— No, claro que no, simplemente pienso que eres un chico interesante.

— ¿Interesante? ¿En qué sentido?-preguntó confundido.

— Bueno, siempre logras lo que quieres, llevas muy buenas calificaciones, tu conducta es excelente, puedes llegar a impresionar a los demás.-dije con toda mi honestidad.

— Supongo que eso es bueno...-dijo dudando.

— Sí, pero a veces pienso que hay algo más en ti que eso, nunca hablas sobre ti y últimamente tu rendimiento ha bajado considerablemente, es una situación preocupante-dije sin pensarlo, quizá no debí ser tan directo.

— Profesor, no vuelva a decir eso de mí-dijo alzando la voz. — No quiero sonar grosero, pero prefiero que se quede con la primera versión que conoce de mí. Es cierto, no he sido el mejor este año, no siempre tengo que serlo.-dijo volteando a ver a otro lado.

— Félix...

— ¿Eso era todo lo que tenía que decirme? Si es así, puedo retirarme.-dijo siguiendo su camino.

— Félix, sabes que yo conozco tu situación, ¿verdad?

Se detuvo al escuchar mis últimas palabras, se quedó parado en el mismo lugar por unos minutos, sin voltear a verme, como si estuviese pensando en qué responder.

— Lo sé.

— Entonces, deja que te ayude.

Él se acercó a mí, alzó su mirada llena de odio, admito que por un momento sentí un escalofrío correr por mi cuerpo, y era cierto, podía llegar a matarte con la mirada.

— No se meta en mi vida privada, no tiene derecho de hacerlo.-dijo alzando la voz.

— No es por ser entrometido simplemente quiero ayudarte, Félix, no tengo razones para hacerte daño.

Estaba siendo lo más sincero que podía, Félix tenía su carácter fuerte, tuve la oportunidad de conocer a su padre, qué recuerdos aquellos cuando salíamos juntos e íbamos a comer, en ese momento, todavía no había ocurrido aquel incidente. Nadie nunca se imaginó que Gabriel Agreste daría un cambio tan radical a su estilo de vida. Pero, después de ese día, nunca volví a ver al famoso diseñador París.

— Eres idéntico a tu padre-dije en un susurro.

— ¿Qué ha dicho?-dijo el joven, cambiando su tono de voz a uno más grave.

— Félix, sé que yo no soy quién para decirte que hacer, solamente quería ayudarte, pero si no quieres, está bien, yo lo entenderé-dije dándome la vuelta.

Si conocía bien a un Agreste, sabía que aceptaría mi propuesta, porque aunque él no lo dijera, realmente quería ser escuchado, lo gritaba aunque no saliera directamente de su boca.

— Espere, profesor-dijo admitiendo su derrota.

Simplemente me di la vuelta y no dije nada, nos quedamos así por un par de minutos, seguramente él creyó que yo seguiría la conversación pero si de verdad quería que lo escuchara, él lo diría.

— Yo... creo que, quiero hablar con usted.-admitió con cierto enojo.

— Te escucho, Félix.

Cuando Félix intentaba hablar sobre él se volvía débil, parecía un niño pequeño que apenas aprendía a hablar, no lo culpaba, pues nadie soportaría vivir en ese ambiente familiar como él lo hizo y lo estaba haciendo.

— No sé qué es lo que me pasa, es tan simple como eso-dijo sin muchos ánimos.

— ¿Por qué me mientes, Félix?

Él simplemente abrió de golpe sus ojos, se veía asustado, nervioso, se había quedado paralizado, no podía ni decir palabra, en ese momento supe muy bien que él tenía miedo, miedo a hablar de sí mismo, miedo a demostrar quién era y con quiénes vivía en realidad.

— No le estoy mintiendo-admitió con mucha tranquilidad.

— ¿Estás seguro?-pregunté.

— Claro que sí.

Esas fueron sus últimas palabras, sin nada más por decir, dio media vuelta y siguió su camino en dirección contraria donde me encontraba. Yo también hice lo mismo, decidí regresar a hacer lo que siempre hacía.

*****************************

9:35 AM

Todo parecía ir normal ese día, y apenas eran pasadas las nueve, un día tranquilo, como cualquier otro, los alumnos en sus respectivas aulas, maestros dando clase, y algunos otros, como yo, aunque suene irónico, trabajando en la hora de descanso.

Unos murmullos fuera de la puerta me hicieron distraerme de mis pensamientos, supuse que venían más profesores que tenían hora de descanso, así que no me preocupé y seguí con lo que hacía.

— ¿Y ya terminaste de hacer las planificaciones de esta semana?

— Todavía no, pero en eso estoy.

Estaba en lo cierto, solo eran maestros que venían a conversar un rato.

— ¿Trabajando en hora de descanso, Christian?-preguntó uno de mis compañeros.

— El trabajador nunca deja de realizar su oficio-respondí, concentrado en lo que hacía.

— Entiendo, pero de vez en cuando no le hace mal al trabajador descansar un poco, ¿no lo crees, Chris?-dijo mientras se servía una taza de café, la persona con quien venía solo se sentó.

— Puede que tengas razón-dije rendido. — Siempre haces lo mismo.

— Solo intento cuidarte.-dijo tomando un sorbo de su taza.

Era cierto, siempre intentaba darme una mano, y yo apreciaba lo que él hacía por mí.

Hice lo mismo que él y me serví una taza de café, de todos modos, todavía faltaba media hora para que terminara el descanso, es mejor eso a no tener nada.

Vi que otros profesores entraban a la sala de maestros, mientras tanto yo seguía hablando con mi compañero.

— ¿Escuchaste lo sucedido con Félix Agreste?-preguntó tratando de no elevar tanto la voz.

— Sí... realmente tuvo una reacción muy extraña, no sé qué le pudo haber sucedido.

Al escuchar decir ese nombre todos mis sentidos se activaron de repente, me preocupé, pero no podía quedarme de brazos cruzados, tenía que saber más.

— Félix Agreste, el alumno del aula 2-B... ¿qué sucedió con él?-pregunté de repente.

Ambos voltearon a verme, uno de ellos tomo aire y se preparó para decirme la novedad.

— Salió corriendo del pasillo por alguna extraña razón, aunque, la mayoría de los alumnos que estuvieron ahí dijeron que fue tras haber chocado con una joven.-explicó.

— ¿Tras haber chocado con una joven?-pregunté confundido.

— Sí, no sabemos con exactitud cuál fue la razón de esa reacción, pero no es extraño pensar que un alumno que casi no socializa con los demás, como lo es el joven Agreste haya tenido tal acción como esa.

No... aun así sigue siendo insólito, no logro comprenderlo, ¿por qué haría algo así?

— Disculpa, solo por curiosidad, ¿se podría saber el nombre de la señorita?-pregunté mirándolo seriamente.

— Dicen que su nombre es Bridgette Dupain-Cheng, aunque la verdad no la conozco.-respondió.

Dupain-Cheng... ese apellido me sonaba, ¿dónde lo había escuchado antes?

Claro, la alegre y dulce Bridgette, alumna del aula 1-A, cómo olvidar a esa chica tan llena de pureza, el año pasado fue mi alumna, había sido considerada una de las alumnas con un buen rendimiento académico y conductual, además de su generosidad, no tenía limites su bondad, eso era algo muy característico de ella.

Todavía no lograba comprenderlo, ¿cómo una chica tan dulce como la señorita Dupain podía haberle hecho algo a Félix? ¿Acaso había cambiado por completo?

Eran demasiadas preguntas sin responder, puertas abiertas sin poder cerrarse, era todo un misterio... y entonces, supe lo que tenía que hacer.

********************************************

Lo sé, he estado inactiva todo este tiempo y no creo estarlo, ya que tengo integradoras esta semana y falta de inspiración.

Espero pronto pasar por todo esto y volver a actualizar seguido, como era antes.

Los quiero, gracias por leer.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top