Capítulo 16: El retorno de una vieja amiga

Chloé Bourgeois

Desde que era una niña me han enseñado que debo ser la mejor en todo lo que haga, por eso siempre trato de conseguir a toda costa mis metas, sin importar el modo de hacerlo.

Siempre me han dado todo lo que he deseado, las mejores ropas, el perfume más delicioso, celulares, prácticamente todo. Sin embargo, hay algo que todavía no he logrado alcanzar, es tan complicado y tedioso cuando tus sentimientos no son correspondidos.

No obstante, no voy a permitir que eso me deprima, voy a luchar por eso que deseo, es verdad que los sentimientos no pueden forzarse, pero es cuestión de tiempo para que nazcan, ¿no es cierto?

Ese sueño del que hablo, se trata del amor de Félix Agreste, mi amigo de la infancia. Desde mi corta edad de seis años comencé a ver de otra forma a mi mejor amigo, sin embargo, él no se daba cuenta, nunca se fijaba en mí, pero eso no me importaba, sabía que algún día él abriría los ojos y se daría cuenta de lo que se estaba perdiendo. No fue hasta que cumplí trece que decidí declararme, pero como no todas las fantasías se vuelven realidad, tuve que soportar su rechazo.

No pienso darme por vencida, estoy segura que corresponderá tarde o temprano, por esa misma razón, después de un año, he vuelto a París para estar al lado de Félix.

Mi papá me recibió alegremente, apenas correspondí su abrazo, yo quería ver a Félix; entonces le pedí que llevara mis maletas a casa y salí corriendo del lugar.

Iba en camino a la mansión Agreste, quería ver con desesperación a Félix, saber cómo se sentía y qué había hecho en mi ausencia.

Debo admitir que no era tan corto el trayecto, por un momento me cansé y tuve que parar, pero luego seguí adelante.

Ante mis ojos veía cada vez más cerca la mansión Agreste e inclusive divisé a Félix que estaba a punto de entrar, sentí una energía que me hizo reanimar por completo.

—¡Félix, querido!—grité emocionada.

Logré alcanzarlo y lo recibí con un gran abrazo, después de tanto tiempo volvía a verlo, pero rápidamente él se deshizo del abrazo y me miró con seriedad.

—Hola, Chloé.

—¡Félix! ¡He vuelto! ¿No te alegra verme?—indagué.

—Sí, supongo...

—Eres tan tímido como siempre—añadí sonriente—. ¿Estabas por entrar? ¿Quieres que te acompañe? Así aprovecho y te cuento las maravillas que viví durante mi viaje—dije alzando mis brazos.

—No es necesario...

—¡Vamos!—dije interrumpiéndole y agarrándolo del brazo.

Él se deshizo de mi agarre y se alejó un poco de mí mientras caminábamos juntos, él solía ser muy tímido y al parecer no ha cambiado nada, pero aun así yo lo quería.

Escuché una voz que gritaba detrás de nosotros, giré mi cabeza y distinguí a una chica de cabello azul-negro que corría.

—¡Espera! ¡No cierres, voy a entrar!—exclamó.

—Te das cuenta que estás llegando tarde, ¿verdad?—dijo mi querido mirándola seriamente.

Los ojos de Félix se veían temibles, podrían penetrarte en cualquier momento, yo no quisiera estar en el lugar de esa chica en ese momento.

—Lo sé, pero es que tuve un inconveniente, entonces...

—Ya basta, no quiero oír tus absurdas excusas, nada justifica el que tú seas una impuntual e irresponsable—dijo mi querido interrumpiendo a la chica.

Ella se quedó petrificada, parecía impresionada por el comentario de mi querido, sin duda ella no lo conocía tanto como yo.

—¡Escucha!—dijo acercándose y frunciendo el ceño—. No tienes el derecho para decirme eso, es cierto que estoy retrasada treinta minutos, sin embargo también soy ser humano y tengo mis razones, no llegaría tarde por gusto sabiendo el porqué de venir aquí, por eso no dejaré que me insultes.

Sus palabras ardían como el fuego, a pesar de su apariencia, esa chica tenía carácter, pero no era mejor que yo.

—Solo entra y cierra la boca si no quieres que le cuente a mi padre sobre tu impuntualidad, pero recuerda que debes reponer ese tiempo—dijo Félix.

Ella formó una sonrisa victoriosa en su rostro, estuvo a punto de entrar pero luego se fijó en mí.

—¿Es una amiga tuya? Encantada de conocerte, mi nombre es Bridgette—dijo esbozando una sonrisa.

A pesar del fuerte carácter de esta chica, sin duda tenía algo más, pero no sabría cómo describirlo, en fin, no tiene importancia en cuanto no sea un peligro con mi relación con Félix.

—Mi nombre es Chloé Bourgeois, hija del alcalde de París, André Bourgeois, sé que es un gusto conocerme—dije dejándole claro mi posición.

Ella me miró con extrañeza al principio, pero luego volvió a sonreír levemente, seguramente que se había impresionado al ver a la hija del alcalde frente a sus ojos. No la culpo, yo haría lo mismo.

—¿Qué estás esperando? Entra ahora mismo—repitió mi querido frunciendo el ceño.

Ella solo regresó a tener su mirada seria y entró sin decir más nada.

—No le hagas caso a las impertinencias de esa chica, Félix. Vamos, entremos también.

Entramos con mi querido en la mansión, él invitó a sentarme en el sofá y me ofreció tomar algo, era tan caballero como siempre.

Aquella chica había desaparecido de repente, ¿dónde habría ido? ¿Por qué esa chica vendría a este lugar? No me daba buena espina.

—Querido, ¿quién es esa chica que entró hace un rato?—interrogué curiosa.

—No me llames así, no me agrada. Y ella no tiene importancia—respondió.

—¡Vamos, Félix! ¡No me trates de esa forma! ¿No te alegra ver a tu mejor amiga después de tanto tiempo?—pregunté sonriente.

—Bueno, eso creo... ¿A qué has venido?—preguntó con ese mismo tono monótono.

—Tenía muchas ganas de verte...—respondí con sinceridad—. Y pensé en que podríamos pasar más tiempo juntos, como en los viejos tiempos.

Me sentí muy nerviosa en ese momento, mis piernas temblaban y sentí mi cara arder, era inexplicable todo lo que sentía al lado de mi querido.

—No tengo tiempo—respondió cortante.

—¡Por favor, Félix! Si quieres, puedo acompañarte después de clases.

—¿Regresarás al instituto?—preguntó sorprendido.

—No es eso, voy a quedarme aquí por un tiempo aunque no sé por cuánto sea, sin embargo, quiero pasar todo lo que pueda junto a ti hasta que regrese a Italia, que es donde he estado habituando hasta ahora. Por el momento estoy estudiando en línea—expliqué.

Él se sentó a la par de mí y empecé a contarle acerca de mis experiencias por los países de Europa que había visitado, había viajado por Italia, Alemania, Bélgica y Reino Unido, fue uno de los mejores viajes de mi vida, debo admitirlo, aunque en realidad extrañaba mi querida Francia, mi país natal.

Me distraje al ver al hermano de mi querido y a esa chica que había visto antes empujando su silla de ruedas.

—Hermano, ¿cómo estás? ¿Es cierto que trajiste compañía?—preguntó esbozando una sonrisa.

—Algo así... es Chloé, regresó de su viaje por Europa.

—Chloé Bourgeois, es un gusto volver a tenerte por aquí.

—Lo mismo digo, Adrien—respondí.

—Todavía recuerdo lo cercana que eras con mi hermano, siempre me pareciste muy agradable—respondió con amabilidad.

—Gracias. ¿Lo ves, querido? Es nuestro destino estar juntos—respondí tomándole del brazo.

Observé a mi amado, pero noté que sus ojos no se fijaban en mí, ni siquiera trató de apartarse de mi agarre, él no me veía a mí, la veía a ella.

Ella simplemente intentaba ignorarlo, ni siquiera lo miraba a los ojos, buscaba cualquier otra cosa que ver a excepción de mi amado.

Cerré mis puños y fruncí mi ceño, ¿por qué se fijaba tanto en ella? ¿Qué tenía de especial? Sabía que esa chica sería un estorbo en mi vida, pero no permitiría que me robara a mi querido.

—¿Qué sucede contigo?—preguntó mi querido hacia esa chica.

—¿Me hablas a mí?

—¿A quién más voy a hablarle?—dijo frunciendo el ceño.

—No entiendo a qué te refieres—respondió—. ¿Nos retiramos, Adrien?

—Sí, debo terminar la tarea. Bueno, nos vemos luego, hermano.

Ambos se retiraron dejándonos solos. Bien, mejor, ahora podríamos conversar tranquilamente sin interrupciones.

Le seguí contando acerca de mi viaje, aunque él no opinaba mucho, me bastaba con que me prestase un poco de su atención.

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12:50 PM

Fui esa tarde al Colegio Françoise Dupont, me detuve para observar el enorme edificio detalladamente.

La nostalgia se apoderó de mí, solo un poquito. Era agradable estar de regreso.

Aquellos días en que asistía al colegio con Félix no volverán; desde que tengo memoria me veo con Félix en el jardín de niños, en la primaria y parte de la escuela secundaria. Es una pena que no pueda terminar con Félix mi último año.

Recuerdo que cada vez que salíamos de clases siempre esperaba a Félix en un banco que estaba cerca de la entrada. Había días de la semana que no solía salir a la hora, lo esperaba alrededor de una hora, jamás comprendí el porqué, pero decidí no tomarle importancia.

Después de unos minutos, lo vi salir. Me levanté súbitamente para ir a recibirlo.

—¡Querido!—exclamé sonriente—. Te acompañaré a casa—dije.

—No es necesario...—dijo seriamente.

—¡Anda, vamos!—dije tomándole del brazo.

Se deshizo de mi brazo rápidamente y solamente comenzó a caminar sin decir más. Lo alcancé hasta estar a la par de él, caminamos juntos en esa tarde mientras el sol se ubicaba en su máxima posición.

El viento era refrescante, los árboles danzaban con alegría en esa tarde de verano.

Sí, era como en los viejos tiempos, tan agradable como lo recordaba.

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No tienes a nadie, estás completamente sola, Chloé Bourgeois.

¿Por qué te empeñas tanto en conseguir algo que jamás será tuyo?

Estás vacía, quebrada.

Estás sola...

Me desperté rápidamente y observé a mi alrededor, me parecía haber escuchado unas voces, sin embargo, no había señal de alguien más en la habitación.

Estaba aterrada, sentía una sensación gélida correr por mi cuerpo, aunque la ventana no estaba abierta ni hacía frío esa noche.

Había tenido la misma horrible pesadilla.

En ese momento me interrogué si en realidad estaba sola, si nadie me quería.

La imagen de Félix vino a mi cabeza, podía observar su hermosa sonrisa, realmente resplandecía.

Me di cuenta que estaba equivocada. No estaba sola.

Él había llegado a salvarme de mi soledad en esanoche.    

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¡Feliz Navidad!

Quería tomarme este espacio para desearles las mejores fiestas, que disfruten mucho y la pasen bien con sus familiares y amigos.

A toda esa gente hermosa que me sigue y me lee, muchas gracias y felices fiestas.

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