|Epílogo|


|Siete años después|


—Es gracioso recordar que el supuesto gas de la novia de Nam ahora está comiendo golosinas en esa esquina de ahí —ríe Yoongi, apuntando a su sobrino de seis años.

—No te burles de mi hijo, y tampoco lo llames así —protesta Nam.

—Tienes razón, hermanito —posa su mano en su hombro y asiente con la cabeza—. Lo admito, tienes un lindo gas.

Nam rueda los ojos y decide ignorar un poco a su hermano, puesto que después de todo una iglesia no es el mejor de los lugares para discutir. Porque sí, todos los chicos nos encontrábamos en la primera fila de la boda de Tae y Hobi.

Jungkook y yo fuimos elegidos como los padrinos.

Volteo a mirar al susodicho, quien viste un elegante esmoquin de color negro, sin corbata. Su camisa blanca está abierta de tres botones. La verdad es que mi novio siempre ha tenido una estilo bastante liberar, y las corbatas no son lo suyo.

Me limito a morder un poco mi labio menor. Qué guapo luce con su cabello teñido de negro.

Fuera de eso, le doy un vistazo a mi atuendo. Vestido azul piedra pegado al cuerpo y tacones negros en punta. En mis brazos desnudos aprecio algunos tatuajes. Mi flor de nacimiento, un ojo de Jungkook en mi brazo derecho, una media luna, la palabra "etoile" haciendo alusión a la persona que amo, y bueno... otros más, un poco más escondidos.

—Esta es la segunda boda a la que asisto —dice Jungkook, mirando a los chicos tomados de las manos.

—¿En serio?

—Claro —dice con diversión—. La primera fue la de nuestros padres.

—Tienes razón. Ya se me había olvidado.

Ellos se habían casado hace cinco años. Ahora mismo se encuentran de vacaciones en algún lugar de Brasil.

—¿Sabes? No puedo creer que todo haya sucedido porque Hoseok le escondió el anillo en el helado de Tae y él se lo comió, lo llevaron a la clínica y como no pudo botarlo por la caca, lo operaron —suspira y sonríe, mirándome—. Qué linda historia.

—Definitivamente son tal para cual —también sonrío.

—Lo peor es que Yoongi le dio la idea.

—¿Que Yoongi qué?

—¿Yo qué? —nos mira el mismo—. Ah, sí, yo hice que mi hermanito se atragantara con un diamante —ríe.

—Dios mío —musita Jin, aterrorizado por su hermano, provocando que Nam quisiera hablar, pero lo interrumpe antes de que lo haga—. No, no, no. Aquí no, Nam. Si dices un comentario anti-Dios en la iglesia, te irás al infierno. Amén.

Jin religioso. Uno de mis conceptos favoritos.

—Lo intenté —exhala el mismo.

De pronto la ceremonia llegó a su etapa final, y todos nos mantuvimos atentos a las últimas palabras.

—Kim TaeHyung, ¿acepta usted a Jung Hoseok como su legítimo esposo? —pregunta el padre.

—Sí, acepto.

—Jung Hoseok, ¿y acepta usted a Kim TaeHyung como su legítimo esposo?

—Sí, padre, acepto.

—Entonces, si nadie se opone a la unión de éstas dos almas, los declar-

—¡Me opongo! —grita Yoongi.

Jimin lo mellizca en el brazo y su hermano se queja.

—Siga con la boda, padre —sonríe Jimin como un angelito.

—B-Bien... —musita el padre—. Entonces, los declaro marido y marido. ¡Pueden besarse!

En eso los chicos muestran una significativa sonrisa y acercan sus labios al contrario, besándose con ternura. Todas las personas de la iglesia comenzaron a lanzar pétalos de flores y a gritar conmocionadas. Tae se separa del beso para reír y cargar a Hobi en estilo nupcial.

—¡Soy su esposo! —grita Tae, totalmente feliz.

—Voy a llorar —susurro.

Jungkook voltea a mirarme.

—Oh, amor, no llores —seca mis lágrimas con la manga de su camisa y me regala un besito en los labios.

—Es que estoy tan feliz por ellos —lo abrazo.

—Lo sé, lo sé —acaricia mi espalda.

Después de la boda y todo el llanto, nos fuimos a la fiesta, la cual se había llevado a cabo en el vestíbulo de un hotel cinco estrellas dentro de Seúl.

Repleto de personas, mesas con largos manteles y luces de colores por todas partes. En medio de todas las mesas habían floreros con rosas blancas junto a pequeñas banderitas con los colores del arcoiris. En realidad todo era muy colorido, incluso el pastel de cinco pisos, el cual tenía cobertura de crema blanca, pero por dentro era un destello de colores.

—¿Planean adoptar hijos? —le pregunta Yon a la pareja de casados mientras comemos pastel, todos alrededor de una mesa.

Hoseok atisba a Tae con la mirada y sonríe, ladeando la cabeza.

—¿Eso fue un sí? —cuestiona Jimin.

—Bueno, en realidad ya estamos haciendo los últimos trámites para adoptar a una pareja de mellizos —contesta Hoseok, emocionado.

Todos quedamos boquiabiertos.

—¡Una niña y un niño! —exclama Tae.

—¡Oh por Dios! —grita Yoni, abrazando a Tae—. ¡Serán como nosotros!

—¡Sí!

—Estoy muy feliz por ustedes —los felicita Nam—. Los niños son una linda alegría.

—No digas estupideces, hermano —protesta Yoongi—. Tú ni si quiera querías tener un hijo. Lloraste cuando supiste que no era un gas.

—Pero amo a mi hijo —desvía la mirada fuera de la mesa—. ¡¿Qué haces?! —se levanta de la mesa y corre—. ¡Joonie, no insultes en español a ese niño por tener un coeficiente intelectual diez veces menor que el tuyo!

Yoongi sonríe y suspira, esta vez mirando a Jungkook y a mí, con cara maliciosa.

—¿Y ustedes?

—¿Nosotros qué? —cuestiono, disfrutando felizmente del pastel.

—Llevan casi ocho años juntos. ¿No piensan tener hijos?

Jungkook y yo nos miramos, los dos con la boca llena de pastel.

—No tener hijos no significa un fracaso dentro de la relación, Agustín —se interpone Tae.

—¿Pero casarse? —vuelve a cuestionar—. ¿No han pensado en casarse? Viven juntos desde hace seis años.

—Qué pesado —esbozo una sonrisa—. Tú eres mayor que nosotros y no te has casado ni tienes hijos, Yoongi.

—Eso es verdad —opina Yon.

—¿Puedes responder eso?

—Claro —toma de su copa con vino—. Es porque yo ya acepté mi realidad. Me cogí a medio Seúl y espero cogerme a la otra mitad el año que viene.

Jungkook ríe en silencio mientras niega con la cabeza. Yoongi lo mira.

—Jungkook, ¿sabías que tu abuela tiene tatuada una mariposa en su espalda baja?

—¡¿Te follaste a mi abuela?!

—Un par de veces.

—Qué hijo de puta.






•••






Después de todo, mi novio y yo volvimos a nuestro departamento a eso de las seis de la madrugada, exhaustos y con ganas de descansar al menos todo el día.

Entro a nuestra habitación, voy al baño y tomo una toallita desmaquillante para pasarla por mi rostro, mirándome al espejo. En eso, el pelinegro se posa detrás de mí para deslizar el cierre de mi vestido y dejarlo caer sobre mis talones.

Encontrándome únicamente en una tanga, él besa mi cuello y aspira mi olor, pasando sus brazos por mi abdomen.

—Estoy exhausto —dice él con los ojos cerrados, acariciando mi cuello con su nariz—. Vamos a dormir.

—Ya voy... —termino de limpiar mi cara—. Ve a quitarte la ropa.

—Estoy demasiado borracho como para desabotonar mi camisa...

Esbozo una sonrisa divertida y tomo una de sus manos para guiarlo a nuestra cama. Hago que se siente en el lado izquierdo y me agacho para quitar sus zapatos.

—Eres tan hermosa... —sonríe, embobado—. ¿Aún me amas?

Es tan lindo cuando toma de más.

—Claro que te amo, Jungkook.

—No me digas así.

—¿Cómo así?

—Jungkook —dice—. Suena frío —acaricia mis mejillas—. Dime "amor", y si no te parece ese, puedes optar por "amor de mi vida".

Comienzo a reír, levantando su trasero y bajando su pantalón. Finalmente nos recostamos a lo largo de la cama. Él vestido únicamente con ropa interior al igual que yo, aunque no tenga un sostén puesto. La verdad es que nunca duermo en sostén, y Jungkook es muy feliz al respecto porque le encanta acariciar mis pechos hasta quedarse dormido.

Sin embargo, aún no estamos durmiendo. Ni si quiera nos cubrimos con las sábanas, y es que la calefacción del departamento es bastante agradable.

Examino su cuerpo iluminado por la luz de la ciudad, la cual entra directamente por el inmenso ventanal a nuestro lado.

Sus brazos están llenos de tatuajes, también hay uno en la entrada de su pelvis que prefiero no narrar detalladamente porque me he vuelto un tanto celosa y no quiero que alguien más visualice lo que hay ahí.

Él se hizo un aro en la oreja hace unos años.

Sigue siendo Jungkook, pero con un toque de su verdadera personalidad. Él trabaja vendiendo sus obras de manera internacional como un famoso artista. Le va bastante bien. Siempre lo acompaño a sus eventos fuera del país. Gracias a la profesión que estudié, se me permite fácilmente ayudarlo como su intérprete de idiomas personal.

Por otro lado, Yon y yo trabajamos en la empresa de una marca famosa de ropa. Ella y yo nos encargamos de recibir a modelos, empresarios y gente extranjera. Una vez fuimos visitados por Kim Kardashian, y Jimin se desmayó.

Salgo de mi mente cuando Jungkook acaricia mi cintura.

—¿Estás despierta?

—Lo estoy...

—Estaba pensando en lo de hace un rato...

—¿En qué cosa?

Él parece dubitativo a pesar de estar borracho.

—¿Y...? —suspira—. ¿Y si Yoongi tiene razón?

—¿Qué? —me acerco más a él y paso una de mis piernas por encima de las suyas—. No le hagas caso a Yoongi. Ya sabes cómo es.

Él vuelve a suspirar y cierra sus ojos. Sin decir nada más, comenzó a delinear mi espina dorsal con ayuda de sus dedos.

El ambiente es cálido. Su piel escabuyéndose en la mía, mis manos entre sus cabellos, su cara reposada un poco más arriba de mis pechos.

Parece tan bonito al descansar.

Pero cuando abre medianamente sus párpados y me mira a los ojos, muy cerca como siempre lo hace, me doy cuenta que no ha estado durmiendo en todos estos minutos, por muy exhausto que se encontrara.

—¿Por qué no duermes, mi amor? —beso su frente, repartiendo cariños por su brazo—. Tenemos que visitar a tu abuela al medio día.

—Es que no puedo... —sigue mirándome.

—Háblame...

Él asiente con su cabeza y sonríe, demasiado risueño. Su mano se posa en mi mejilla y su pulgar acaricia mi boca con delicadeza.

—Es hermoso darme cuenta que tus labios son los únicos que han besado los míos, Estrella...

Esbozo una sonrisa al escucharlo. Siempre es así cuando se emborracha. Estoy muy acostumbrada.

—También creo que es hermo-

—No sabes cuánto he anhelado ser tu esposo —susurra en medio de la oscuridad.

Supongo que jamás perderíamos aquella costumbre de confesar nuestros sentimientos en medio de la noche, ¿no? No obstante... sé que esta vez es distinta, así que pestañeo varias veces al procesar sus palabras.

—Jungkook...

—Shh, déjame hablar.

Posa su índice en mis labios, con sus párpados a medio abrir. Sé que está muerto de sueño y probablemente podría quedarse dormido en cualquier instante, pero se aferra a seguir despierto.

—Mujer... te he amado incluso cuando no debía... —niega con su cabeza—. Te amé la primera vez que toqué tu cuerpo. Te amé cuando te encontré en el baño de aquel restaurante, tan indefensa que me lastima recordarlo. Te amé a pesar de que tus ojos siguieran mirando a alguien más —una lágrima cae por su mejilla hasta impactar contra el colchón—. Incluso cuando tú no te amabas, yo lo hacía. Dios mío, ___. He bebido tanto esta noche, pero ni si quiera mil tragos podrían hacerme olvidar que te amo. Y lo seguiré haciendo, créeme. Te amaré cuando siga pintando tu belleza en mis obras, y cuando tales obras sean un precioso recuerdo de tu juventud, porque aunque envejezcas, quiero hacerlo junto a ti. Cuando tus párpados decaigan y tus labios afinen su contextura, prometo seguir besándolos como la primera vez, mi amor. Créeme cuando te digo que eres la única persona en este planeta que logra hacerme sentir en el cielo, porque aunque he visto millones de estrellas, ninguna brilla como tú.

Comienzo a derramar lágrimas sin expresión, sintiendo la intimidad del momento. Mi pecho se eleva e intento no gritar gracias al eufórico sentimiento que me entrega.

—Jungkook... —aprieto mis labios, tocando su cara como si nunca lo hubiera hecho.

Quería decirle tantas cosas. Cosas que en realidad él ya sabía porque siempre hablamos de ello.

—Sé que nuestro hogar no es el lugar más romántico para pedirte esto... —sonríe—. Ni si quiera tengo un anillo, tampoco preparé una cena ni compré rosas... —exhala—. Sólo soy un desastre que te ama y desea ser el hombre que te haga feliz cada día por el resto de tu vida, ___... Eso soy.

Sigo botando lágrimas, asintiendo muchas veces con la cabeza.

Jungkook era muchas cosas, pero no un desastre.

—¿Puedo serlo, Estrella? ¿Puedo ser tu esposo algún día? —pregunta Jungkook—. Cuando estemos listos... tú... y yo.

Me levanto rápidamente de la cama y apoyo mis manos en el ventanal, respirando con la intensidad por las nubes. Escucho al pelinegro levantarse también, estando a unos metros detrás de mí.

—___...

Me doy la media vuelta y sonrío con felicidad, impaciente por responder y besarle toda la cara. Es lo que hago, corro por la habitación hasta saltar y enrollar mis piernas en su cintura.

—¡Claro que quiero!

Me acerco a su rostro y beso su boca. Él sonríe y comienza a llorar junto a mí. Dios mío. Siempre hemos sido tan sentimentales cuando hablamos de nuestros sentimientos.

—¿Algún día? —pregunta él.

—Algún día —afirmo.

Asiento con una sonrisa y beso una vez más su boca, teniendo muy en claro que algún día, cuando sea el momento, él se convertiría en mi esposo. No ahora, ¿por qué ahora? Sólo... algún día. Cuando las constelaciones se alinien y la luna se haya fundido en el sol formando un eclipse. Entonces ahí, será algún día.

—¿La próxima semana? —le pregunto.

—Acepto.

Bueno. A veces "algún día" es sinónimo de "la próxima semana".


__________________


Wiii, ¡ahora sí! Final definitivo del libro. Espero les haya gustado. Hace mucho tiempo tenía ganas de escribir un libro juvenil, así que espero haber cumplido alguna que otra expectativa.

Con respecto al final del capítulo anterior. Quise hacerles saber que ese no sería exactamente un momento final entre los protagonistas, es por eso que lo escribí en medio de una conversación junto a los demás personajes, los cuales fueron muy importantes en el avance de ellos mismos. ¿Se entiende? Mi propósito fue hacerlo distinto a mis demás finales. Y si les pareció algo confuso, reitero, en el libro de Jungkook podrán entender completamente todo ♡

Estreno de "Luminiscencia": Domingo 21 de agosto ♡ Con esto me despido de esta historia. Gracias por haberme leído, love u Parkmy's 💕

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