|Cap ₃₁|¿Estás loco?
No sé qué exactamente sentir al respecto, y es por eso que me quedo en blanco, mientras Tae corre alrededor de la mesa gritando en silencio mientras me lanza pétalos de rosa en la cara que sinceramente no sé de dónde sacó.
—Necesito hablar —pronuncia Jungkook tras la línea.
—¿De qué quieres hablar?
—De todo.
—Perdón —aclaro la voz—, estoy almorzando con Tae justo ahora.
El susodicho deja de correr y salta de golpe, para posar sus manos en sus caderas y negar con la cabeza, fruncido de ceño. Hasta que toma su móvil y hace como que marca un número, sonriendo.
—¡Oh! ¿Qué dices, Nam? —vocifera—. ¡¿Yoongi tapó el retrete del baño de Jin y ahora lo está persiguiendo por toda la casa con una cuchara de palo mientras Jimin corre detrás de él para que no atrape a Yoongi y además Yon corre detrás de Jimin para impedir que él impida que Jin golpee a Yoongi con la cuchara de palo?! ¡¿De nuevo?! —suspira, rodando los ojos—. Bueno, ya voy —y "corta".
—Tae —niego con la cabeza.
—En fin, perdón, debo irme —se acerca a mí y me regala un beso en la cabeza—. Cuida a Tata por mí, ¿sí?
—Está en buenas manos, amigo —levanto mi dedo pulgar—. Pero no me dejes —pido en un susurro, cubriendo mi móvil con una mano.
—Ajá.
Se despide con la mano y sale de la cocina, próximamente escucho que la puerta principal es abierta y se cierra de inmediato. Y sí, Tae me ha dejado sola.
Sola con Jungkook en mi teléfono.
Suspiro, cierro mis ojos. Siento un hormigueo imparable recorriente por todo mi cuerpo, desde el momento en que escuché su voz hace algunos minutos. Sigo en blanco, pero sé que lo más sano es hablar las cosas. Y no con la finalidad de volver a ser lo que éramos hace un tiempo ni mucho más, sino sentirme bien conmigo misma y los demás.
—Déjame llevarte a un lugar y poder explicarte todo.
—Ni si quiera estás aquí, Jungkook.
Me levanto de la mesa y voy al fregadero, dejo la llamada en altavoz mientras lavo mis manos que antes sostenían una grasosa rebanada de pizza. Escucho una sonora y aguda risa de su parte.
—Lo estaría si me abrieras la puerta, ___.
—¿Qué? —suelto el mantel con el que secaba mis manos un segundo antes de saber eso—. No es cierto.
—Sí es cierto.
—No es cierto —tomo el móvil y camino muy rápido a la puerta principal.
—Sí es cierto —vuelve a contradecir.
Giro la manilla de la puerta.
—Que no es cierto, Jung-
Él está frente a mí, justo parado bajo la entrada de mi casa, con el celular en su oreja, igual que yo, a excepción de una única diferencia, y era que mi móvil se había resbalado de mis manos para caer en el suelo, en medio de los dos. Pero sinceramente no me interesa ni un poquito.
Su cabello castaño está un poco largo, aunque sólo habían pasado siete días desde la última vez en que lo vi, su cabello ha cambiado. ¿O es acaso mi idea? ¿Está brilloso y luce más suave? ¿Es eso? También su cara, luce implacable.
Todo en él luce igual. Todo sigue tal y como lo había visto la última vez, sólo es mi mente que lo ve diferente porque quizá lo he extrañado. Y está tan guapo. Dios. Está muy guapo y no puedo negar aquel hecho ni si quiera para mí misma.
Él se agacha rápidamente y recoge mi celular, me lo extiende, guardando el suyo en su chaqueta sin antes cortar nuestra llamada.
—Estás aquí... —lo recibo, cohibida ante su presencia.
Ni si quiera me preparé. Estoy en pijama, usando un holgado pantalón de tela púrpura y una camiseta blanca de tiritas muy fina sin sostén. Mi cabello está desastroso, no tanto, pero sí algo porque no me he peinado. Ni si quiera me he duchado, ni si quiera me he lavado la cara y de seguro tengo lagañas en los ojos porque me desperté tarde, y sólo salí de la cama porque Tae venía a almorzar conmigo.
Sin embargo, su mirada no cambia. Nunca ha cambiado desde el momento en que nos conocimos. No me observa con desagrado ni mucho menos. Él sólo me mira, y una pequeña y rápida sonrisa aparece en sus labios.
Probablemente nunca me había visto así, ni si quiera aquella vez en que dormimos juntos en su casa. Porque no exagero cuando digo que ahora sí estoy desarreglada y a él parece importarle poco.
Quiero preguntarle tantas cosas, y al mismo tiempo siento miedo por escuchar sus respuestas.
—¿Vamos? —pregunta.
—Ni si quiera estoy bien vestida —bajo la mirada a mi ropa.
—Donde quiero llevarte no hay alguien que pueda verte, si es lo que te inquieta, ___.
—Ahora me inquieta el hecho de que no habrá nadie en ese lugar y puedas secuestrarme y luego asesinarme.
—¿Qué hiciste en esta semana? —sonríe mientras frunce sus cejas.
—Ver casos de asesinatos en el Investigation Discovery.
—Eso explica mucho.
Grande es mi impresión cuando veo su mano extendiéndose hacia mí. La veo. Veo sus largos y esbeltos dedos ante mi campo de visión y dudo en corresponder su agarre.
—Regresaremos en la noche, después del atardecer —hace un gesto con su cabeza, incentivándome—. No te preocupes por tu madre, ya le he dicho que te sacaría de casa por unas horas.
Así que hablaste con mi madre... ¿Con qué excusa le pediste permiso?
—Yo... —lo veo a los ojos.
—No pretendo obligarte.
—No lo estás haciendo, Jungkook.
—¿Entonces?
Boto aire por mi boca, y salgo de casa junto a él. Cierro la puerta tras mi paso y cedo, entrelazando sus dedos con los míos. Creo que nunca lo habíamos hecho, digo, tomarnos de las manos así y en un espacio abierto.
Se siente tan cálido como lo recordaba.
Su presencia se siente cálida.
Sus ojos también.
Jungkook va al volante, manejando por el centro de Seúl mientras yo observo por todas las ventanas del auto, un tanto ansiosa por nuestra parada.
Pronto, nuestro rumbo se desliza por una bifurcación. Por un camino, puedo ver a simple vista más edificios y barrios de la ciudad, y por el otro lado, sólo me percato de una colina muy inclinada que afortunadamente tiene camino de cemento, aunque no me sorprendería si no, ya que luce algo desolado.
Cuando llegamos arriba, el castaño aparca el auto en la cima y nos bajamos. Hay un poco de viento y ese hecho eriza los vellos de mis brazos, mi piel no tarda en hacerlo notar, pues varias marcas rojizas aparecen en ella, producto del frío.
En el espacio hay tierra, más tierra, y más tierra acompañada de pastizal verdoso.
Y cuando veo hacia el horizonte, se siente como si millones. No, no millones. Billones de miniparticulas rodearan mi cuerpo y se esparcieran por mi espesor, para hacerme sentir libre. Algo así como si fuera un pequeño pajarito que han liberado de su jaula en medio de la nada.
La nada de todo.
El viento recorre mis cabellos y los mismos se unen a la naturaleza, azarando mis tejidos.
Y respiro.
Respiro.
Respiro.
Dios. Es como si respirara por primera vez en mi jodida vida. Porque aunque la lógica implica que la concentración de oxígeno en el aire disminuye y la presión atmosférica también a medida que ascendemos, no es así.
No es nada así.
Es como si toda mi vida hubiera sido un engaño o una especie de simulación, y el verdadero mundo no se vive ahí abajo junto a las demás personas, sino aquí, arriba de esta colina que todo lo ve.
Porque todo lo veo justo ahora.
Veo los edificios. Los edificios más altos y descomunales de esta ciudad. Veo las nubes que los rodean, porque al mismo tiempo me encuentro casi sobre ellas y no ellas sobre mí como siempre fue.
Los colores anaranjados y morados son pinceleados en el cielo, como si este mismo paisaje hubiera sido pintado por Jungkook y ahora mismo nos encontramos dentro de alguna de sus tantas obras.
Ya no siento frío, y no sé cuánto tiempo me he quedado viendo el paisaje, porque cuando volteo, sólo me pregunto cómo Jungkook armó literalmente una cama en el suelo.
Él está sentado encima de una colchoneta con varias mantas y almohadas a su alrededor, sonriendo, quizá muy divertido al ver mi reacción ante todo esto.
—¿Cómo...? Jungkook... tú —alzo mis brazos al aire y doy una vuelta completa, mientras sonrío—. ¿Cómo tú...? —me encuentro impactada.
—¿Cómo sé de este lugar?
Su voz provoca que finalmente lo vea a los ojos y responda.
—Sí.
—Creo que todos buscamos desesperadamente un lugar cuando no podemos más, ___.
Lo sigo mirando, sus labios lucen rojizos, su cabello disperso, y puedo presenciar su frente. No puedo evitar pensar en lo guapo que se vé cuando nada cubre su frente.
¿Acaso lo veo aún más guapo simplemente por el hecho de que no debería quererlo mirar así justo ahora?
Entonces, camino hacia la cama y me siento a su lado, presenciando el atardecer. Nuestros hombros rozan. Su cuerpo me transmite una energía de calor inexplicable, como siempre.
—No quise hacerte daño, ___ —habla, mirando el cielo y abrazando sus rodillas—. Aunque decirte esto es en vano, porque aunque nunca quise, lo hice, te mentí, y no puedo simplemente sentarme aquí y hablarte de lo arrepentido que estoy.
Me quedo en silencio.
—¿Recuerdas esa fiesta en casa de los chicos, donde me viste con una chica saliendo de una habitación?
Asiento con la cabeza, él no me mira, pero sé que lo hace de reojo.
—Tiempo después te dije que no la besé. Nunca la besé. De hecho ella lo intentó pero yo la aparté de inmediato —esta vez voltea su cabeza—. Hubiera sido una desgracia si mi primer beso fuese dado con alguien que no quiero.
Él observa mis labios, yo los de él. Nos hemos besado tantas veces, y aún así distingo su boca como un hecho emocionante. Tan emocionante como la primera vez en que la vi.
—Ella y yo comenzamos a hablar después de que la rechacé. Me dijo que... —se detiene, toma aire—. Yo no le pregunté, pero ella me platicó de todos los chicos con los que ha tenido sexo dentro de la universidad. Incluso los clasificó uno por uno, hasta que nombró a Min Ho.
Nos seguimos mirando. Intento canalizar todo lo negativo que siento al escuchar su nombre, fuera de mi mente.
—Ni si quiera sabía el nombre de ella, pero salimos de la habitación y es entonces cuando te vi —sonríe amargamente, algo triste—. Jimin me incitó a hablar con la chica, porque no quería verme desganado por ti —él sonríe nuevamente, pero diferente, y se encoge de hombros—. Pero su plan no sirvió, porque al final de la noche tus labios fueron los que besé, no lo de ella ni alguien más.
—Entonces... tú ya sabías sobre el engaño de Min Ho, y fingiste no saberlo incluso cuando nos besamos.
—Todo tiene una explicación.
—Te escucho.
—Quería tenerte, ___, pero no así. No de una forma que podría parecer malintencionada —rasca la punta de su nariz y sigue hablando—. Cualquier persona lo hubiera pensado así, ¿no? Porque, que tu novio te fuese infiel sería afortunadamente un punto a mi favor, pero no para ti.
—Debiste decírmelo.
—¿Y me hubieras creído?
—¿Por qué no te hubiera creído?
—Porque al parecer estabas cegada por una buena imagen de él.
Es verdad.
—Tú... tú tienes razón —asiento, triste.
—Además, ¿qué hubiera sucedido si lo hubiera dicho? Te habrías alejado más de mí. No quería eso, y no por ser egoísta, aunque sí lo soy —esboza una sonrisa divertida—, pero... aún así, siempre quise decírtelo. No te imaginas todos los momentos en que quise confesarlo, pero algo me retenía.
—¿Qué te retenía, Jungkook?
—Tú.
Me vé, sus ojos sonríen.
—Tú. Todo de ti me retenía. Cuando nos besábamos, cuando nos mirábamos, cuando te tenía entre mis brazos, siempre pensaba; "mañana se lo diré". Y así todo el tiempo, tan egoísta por sentirme bien, sabiendo que probablemente algún día tú lo sabrías y todo se arruinaría frente a mis ojos.
—¿Y lo del restaurante? ¿Qué sucedió ahí?
—No estoy orgulloso de aquel día, pero... le hice prometer a golpes que se alejara de ti o sino te hablaría sobre su infidelidad. Claramente a él le importó una mierda porque de todas maneras te manipuló hasta el último momento.
—Bien... creo que eso es todo —siento escalofríos pasar por mi columna, y suspiro—. Aunque aún me quedan algunas dudas, pero supongo que será en otro instante.
—¿Quieres decir que estoy perdonado?
—No hay nada que perdonar, Jungkook —niego con la cabeza—. Algo aprendí, y es que todos tenemos razones, y tus razones son válidas. No puedo juzgarte. Ya no. ¿Lo entiendes?
—Sí, creo que sí... —asiente con la cabeza, poco convencido—. Pero... ¿nosotros?
—Creo que —desvío la mirada—... seguir haciendo lo que hacíamos antes, es un poco irresponsable por parte de los dos.
—¿No quieres besarme? —pregunta directamente, inseguro, buscándome con los ojos.
—No es lo que quiera, sino lo mejor para los dos.
—Y estar separados nos hace bien, ¿no?
—Estar separados nos puede ayudar a sanar, al menos a mí —frunzo mi ceño—. ¿No te das cuenta, Jungkook? Soy una persona defectuosa.
—¿No quieres estar conmigo por ti o por no hacerme daño a mí, ___?
—Simplemente no es posible.
—Sé cuidarme, ___, y puedo aprender a cuidarte a ti. Porque el hecho de que seas defectuosa no me impide quererte.
Suspiro.
—Tengo un trauma con la muerte de mi padre. Corro el riesgo de volverme dependiente a ti por el simple hecho de que seas un hombre. Según mi terapeuta no me amo lo suficiente y al parecer si no lo hago no podré querer a alguien más. Últimamente hay días en los que sólo necesito llorar y la presencia de las personas me molesta. ¿Sigo?
—Te quiero tanto.
Es la segunda vez que me lo dices.
Y al parecer, todo lo que acabo de explicar, había entrado por una de sus orejas y salido por otra, porque Jungkook sólo me observa con una expresión embobada.
—¿Acabas de escucharme? Podría romperte el corazón.
—Rómpelo, ___. Rómpelo todos los días si es necesario. Porque no te tengo miedo.
—Estás loco —sonrío, mirando a otro lado.
—Voy a besarte.
—¿Acaso puedo detenerte?
—No lo intentes.
Él abraza mis mejillas, y por primera vez en tantos días, volvemos a probarnos, a sacumbirnos dentro de nuestras suaves caricias y cálidos labios con sabor a "te extrañé, pero no voy a decirlo, así que espero demostrarlo a través de este beso".
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Okeeeey, me demoré en subir el capítulo por... mhmmm... temitas jaja... temitas. ¡Pero por fin lo subí! ¡Wuju! ¿Se preocuparon? Jaja, no creo pero de hecho una chica me habló para preguntarme si estaba bien. Te amo, Vale, y agradezco tu preocupación🧍♀️<333
(Espero no haber violado tu privacidad, y si es así, lo puedo eliminar >.<)
Otra cosa, así pueden imaginarse a Yon. Ah, y al lado su hermano Yoongi-adicto-a-las-mandarinas-y-tapa-retretes 🧍♀️💩
Gracias por leeeer y perdón la tardanza 🦄 Love u Parkmy's 💕
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