|Cap ₁|El chico de las gafas.


¿Conocen aquella decepción que se llevan después de haber follado y no hayas disfrutado porque el inservible se ha corrido en menos de cinco minutos?

¿Sí?

Pues así empieza mi historia, terminando un mal polvo junto a mi novio. Debo admitir que este no es el mejor empiezo de un libro, ni una película, ni una puta serie de Netflix de ésas tóxicas y clichés, pero aquí vamos.

Min Ho aún sudaba a mi lado izquierdo de la cama, y de reojo pude notar una sonrisa.

—¿Se sintió rico? —preguntó, orgulloso de sus cuatro minutos.

Los polvos mañaneros te alegran el día, decían.

Mi cuerpo tiembla sobre el colchón, no ese temblor satisfactorio, sino aquel que me hace querer cortarme la yugular para terminar con la maldita sensación. Mi clítoris se siente un poco hinchado y delicado a cualquier tacto.

Así se siente quedar insatisfecha. Incluso si existiera un grupo de apoyo para los malos polvos, yo sería la presidenta.

Rodé los ojos y me dispuse a levantarme de la cama, porque de todas formas ya deberíamos irnos, las clases empiezan en cuarenta minutos y es nuestro primer día, no debíamos retrasarnos.

—Sí, Min, estuvo bien —respondí como cada vez.

Tampoco pretendía bajar su autoestima, es como si él dijera todos mis defectos en mi propia cara. Lo conozco, sé cuánto le afectaría si le dijera que hace un mal trabajo en cuanto se trata del sexo.

Aunque, sé que es mi culpa por no hablar del problema. Sin embargo, aún no hallaba la forma de decirle que en la cama era terrible.

Abroché mi sujetador en el tercer broche y luego me coloqué el resto de ropa, ajusté los cordones de mis Converse negras, un poco desteñidas, pero lindas. Porque, no hay nada mejor que unas Converse viejas, ¿no?

—¿Quieres tomar desayuno antes de irnos? —dijo, levantándose de la cama.

—No, he comido al salir de casa —tomé mi mochila del suelo, acomodé mi cabello en un espejo—. Iré a asearme al baño, ya vuelvo.

—Claro, me visto y nos vamos —dijo sacando ropa de su armario.

Después de unos minutos, salí del cuarto, Min estaba listo, por lo que nos fuimos rumbo a la Universidad. En el camino, él se iba tomando un batido de frutas mientras conducía, como siempre. Su nutricionista le ha hecho una minuta especial para él y su vida como deportista, entonces los batidos son cosa diaria.

—¿Emocionada, bebé?

Hice una mueca.

No me gustaban esos apodos. Cada vez que escucho a una pareja llamarse así, me dan ganas de vomitar. Bebé, corazón, mi amor, cariño, princesa. No, simplemente los aborrezco.

Iugh.

—Sí, estoy un poco nerviosa —sonreí—. ¿Y tú? ¿Ya viste qué harás con el equipo de fútbol?

—Hablaré con el entrenador, creo que tengo muchas posibilidades de entrar al equipo en este nuevo establecimiento.

—Claro que las tienes, eres excelente en los deportes —le di una caricia a su brazo.

Min Ho y yo nos conocemos desde primero de preparatoria. Creo que somos novios hace unos cuatro años, desde que prácticamente éramos unos pendejillos a los que recién les salía vello púbico. Sin embargo, hablando de años, ¿Quién los cuenta? Sólo es tiempo y ya.

Después de todo, lo que algún día empieza, debe acabar.

Así es tener una mente realista.

Nuestra historia de amor no es muy larga, fuimos amigos desde niños. Sólo un día nos besamos y ya, desde ahí nos tenemos el uno para el otro. Porque, de todas formas, no nos interesa conocer nuevas personas.

Bajamos del coche, me puse mi chaqueta de mezclilla y acomodé mi camisa, por último me puse mis lentes de sol oscuros.

Min Ho le dio la vuelta al auto y estiró su mano junto a una sonrisa, yo la acepté de inmediato. Él era un buen chico, después de todo me hace feliz cuando ni si quiera pretendo estarlo.

La Universidad se trataba de un mundo completamente diferente, todos se veían relajados y vestían como se les diera la gana. Era como si todo el lugar tuviera vida propia, en el buen sentido, tampoco era la mayor de las locuras.

Tomados de la mano, entramos por las grandes puertas. El gentío es inmenso, debe ser porque es el primer día del semestre y nadie quiere ser impuntual. En ello, alguien pasa por mi lado, codeándome, al parecer había sido sin querer, sin embargo, me exalté un poco.

Se trataba de un chico alto, quien aún seguía caminando, no obstante, volteó la cabeza sobre su hombro, para bajar sus gafas oscuras igual a las mías, y echarme una mirada mientras masticaba chicle.

Eso duró unos cortos segundos, porque enseguida siguió su camino, sin ni siquiera disculparse por el empujón que me dio.

Maleducado.

—¿Sucedió algo? —preguntó Min.

—¿Qué?

—Te has quedado mirando a la nada, cariño.

—Oh, sí, es que me pareció haber visto una mosca —torcí una sonrisa.

—¿Mosca?

—No era nada, Min, déjalo —negué con la cabeza, divertida—. ¿Ya sabes cuáles son tus clases de hoy?

—Sí, ¿y tú?

—También —asentí—. Debo irme al salón ahora, ¿nos vemos luego?

—Claro, te llamaré —se acercó a mí y depositó un corto beso en mis labios.

Él se fue caminando por el pasillo, hasta que volteó y gritó en medio de todos:

—¡Te quiero, preciosa!

No les voy a mentir, sí quería ser succionada por alguna materia negra justo ahora. Tampoco era mucho pedir que una nave de alienigenas me raptara, o que una banda de criminales me introdujera dentro de una camioneta negra y vendieran mis órganos en el mercado negro.

Sí, todo eso era mejor que estar ahí parada.

Sólo miré a todos lados y alcé una de mis manos, despidiéndome, hasta que él se fue. Suspiré, un poco avergonzada.

Min Ho es de ésos chicos que no pueden matar ni a una hormiga. Sus padres siempre han sido muy derechos con las enseñanzas que le dan a su hijo mayor, por lo que prácticamente mi novio siempre ha sido perfecto frente a la sociedad.

En fin, me encaminé a mi clase. Y no, no era Anatomía avanzada, por si lo dudaban.

Al llegar al salón, me senté en uno de los últimos puestos de arriba, lo menos que quería hacer en mi primer año de Universidad, era llamar la atención.

Debía encajar con mi bajo perfil.

—¡Ey! Tú eres ___, ¿verdad? —llegó una chica peliazul a mi lado.

¡Carajo! ¿Dónde quedó mi bajo perfil?

—¿Cómo sabes mi nombre? —me quité las gafas.

—Tienes cara de ___ —se quitó la mochila—. ¿Se puede?

—¿Ah? Ah, sí, puedes sentarte.

—Y bien, ___, yo soy Yon —estiró su mano—. Tengo cinco hermanos hombres, la primera vez que tuve sexo fue en un trío con el chico que me gustaba y su novia, quien también me gustaba —ladeó la cabeza, nostálgica—. Tengo dieciocho años, mi color favorito es el verde-vomito, odio la Coca-cola, y a veces fumo tabaco —sonrió—. Ah, y mi signo zodiacal es Capricornio, por si no lo habías notado. Hola.

¿Qué acabo de escuchar?

—Un gusto, Yon —acepté su saludo.

—¿Y tú?

—¿Quieres que me presente?

—Claro, chica, necesito saber si no eres una loca que quiere sacarme los órganos y venderlos en el mercado negro —guiñó un ojo.

—¿Cómo sé que tú no quieres hacerme eso?

—Amiga, lo único que quiero de chicas como tú es verle donde no llega el sol —guiñó nuevamente un ojo, sonriendo.

—Tengo novio, y soy heterosexual.

—Mierda —suspiró y volvió a mirarme—. ¿Heterocuriosa?

—No —reí un poco—. Pero sí puedo ser tu amiga.

—Bien, con eso me conformo —se encoge de hombros—. Entonces preséntate, quiero saber quién es mi nueva amiga.

—Pues... no tengo mucho para contar —apreté mis labios—. Soy hija única, tengo un novio, en unos meses cumplo los dieciocho. Vivo con mi mamá  —levanté mis cejas.

—Simple, pero interesante.

—Sí, pero hoy por la noche tengo una cena con mi madre y su pareja. Ella quiere que nos conozcamos, ya sabes, para crear un ambiente más "familiar" —hice comillas con mis dedos.

—Pues, buena suerte, ___ —me dio palmaditas en la espalda.

—Gracias, espero tenerla —asentí.

—¿Y tu novio?

—Él está en su clase de cálculo, creo.

—¿Son unidos?

¡Vaya confianza!

—¿Somos unidos? Mhm... —saqué unos lápices de mi estuche—. Claro que somos unidos, por algo es mi novio, ¿no crees?

—Supongo —abrió su cuaderno.

—¡Muy bien, chicos, bienvenidos a todos los nuevos estudiantes que tendremos este año! —exclamó el profesor.





•••





Al salir de la clase, Yon me pidió acompañarla a inscribirse en diferentes talleres, los cuales estaban abiertos a todo público, en hojas pegadas en la gran pizarra del pasillo.

—¿No quieres anotarte en algo? —pregunta la peliazul, escribiendo su nombre.

—No suelo meterme a talleres —contesté, con mis manos metidas en los bolsillos de mi chaqueta, mientras miraba a los dos lados del extenso pasillo.

—¿Razón?

—La personas.

—¿Las personas?

—Son molestas.

—¿Crees que soy molesta, chica heterosexual? —pregunta divertida, escribiendo ahora en otra hoja

—Tú eres bastante agradable.

—Más te vale —sonríe.

Pronto, bajé mis gafas al ver nuevamente al chico quien me había pasado a llevar el brazo, a tan sólo unos metros de distancia. Éste salía del baño, con sus mismas gafas.

—¿Quién es él?

—¿Eh? —dejó de escribir y volteó a ver de quién hablaba—. Ah, él es amigo de mis hermanos —dijo volviendo a escribir, sin dar importancia—. Está casi todos los fines de semana en mi casa, ya sabes, por mis hermanos. Necesitan su dosis de estupidez.

—¿Es de nuestra edad? —pregunté, mientras lo veía perderse en el pasillo.

Él era muy alto, su espalda era ancha.

—¿Él? Oh, no, no es de nuestra edad. Va en su tercer año de universidad, estudia arte. Por mis hermanos supe que hace dos años una chica difundió por toda la Universidad un rumor sobre él.

—¿Qué clase de rumor? —la miré.

—La verdad está bien gracioso —rió un poco—. La chica dijo que lo rechazó por tener un pene pequeño.

—¿Qué?

—Es estúpido, ¿verdad? Sin embargo, él nunca lo desmintió.

—Tendrá sus razones.

—Claro —guardó su lápiz y botó aire—. Todos tenemos razones.

—¿Y su nombre?

—¿El nombre del chico? —comenzamos a caminar a nuestra próxima clase.

—Sí.

—Ah, es un Jeon. Se llama Jeon Jungkook.


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¡Holaaaa! Mi nombre es Karla, si te ha gustado el primer capitulo, te invito a que sigas leyendo los demás :)

Soy chilena de Chile, viva Chile y los completos :) 🇨🇱

Esta historia la llevo pensando y escribiendo hace mucho tiempo. Tengo tantas ideas diferentes para este nuevo proyecto, así que espero les guste 👽

Las gafas que usa Jungkook y la prota 🕶


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