|Cap ₂₄|Bésame, cuando tú quieras.



【  ᴹᵃʳᵃᵗᵒ́ᶰ ³/⁴  】



《Necesito que más abajo, empiecen a escuchar la canción que nombro dentro de la lectura y además dejo aquí arriba, para un mejor momento. Si no lo hacen les pego en el pie》


Bien, la cosa es así. Después de haber aceptado nadar, Jungkook había salido de la habitación, según él para hablar con su abuela. Sólo mencionó que me quedara en el cuarto y no saliera hasta dentro de diez minutos.

A través del tiempo, decido examinar sin querer su habitación, aunque tal vez ya había estado aquí antes, nunca me tomé el tiempo de ver los detalles que rodean a Jungkook cada día. Después de todo, me encuentro en su lugar personal.

Noto que tiene paredes blancas y muchos cuadros de paisajes colgados en ellas, con las letras "J.K" bajo la esquina inferior derecha de cada pintura. Supongo que es su marca como artista.

En una de las paredes, cerca de su escritorio, tiene una secuencia de cinco cuadros del mismo paisaje, el cual parece ser la terraza de su habitación con la gran vista a Seúl. El primero resalta el amanecer, con colores fríos y cálidos. El segundo parece ser medio día, sus colores se vuelven más apagados, y así sucesivamente, hasta llegar al atardecer, donde existen colores morados, anaranjados, amarillos y azules, intensos.

En el último, resalta la oscuridad de la noche. Azul en distintos tonos, negro, celeste, morado. Las luces de los edificios y en el cielo, una media luna acompañada de pequeñas estrellas que casi sobresalen de la pintura.

Todo esto significaba que, Jungkook se había tomado el tiempo de planificar un horario para ver el mismo paisaje cinco veces al día.

Sigo caminando por la extensa habitación, puedo ver en un mueble pinceles usados y a su lado, trozos de arcilla en una mediana caja.

En el siguiente estante negro, hay fotos en pequeños cuadros. Me acerco a ellos, notando que en una está la abuela Jeon abrazando a un sonriente y pequeño niño, quien supongo es Jungkook.

En otra, hay una persona que no identifico, tomando a un bebé entre sus brazos. Al parecer es una mujer por la contextura de su cuerpo, sin embargo, no logro saberlo con exactitud, ya que la cara de la persona está arrancada dentro de la vieja foto.

¿Puede ser su madre? Según la información que he escuchado, ella no vive en esta ciudad, y no mantiene una buena relación con Jungkook. Pero, ¿qué razón lo había separado de su madre a tal punto de no recibir sus llamadas?

Y de pronto, escucho el sonido de un auto bajo casa. Me acerco a una ventana, y quedo totalmente confundida cuando creo ver a mamá con el señor Jeon saliendo por las rejas de la casa, junto a la abuela, quien va felizmente en el asiento trasero.

No demoro en bajar al primer piso y buscar a Jungkook.

—¿Jungkook? —paso por la sala—. ¡No sé qué clase de broma sea ésta, pero me interesaría saber por qué todos se fueron! —sigo llamándolo, recorriendo la cocina.

Y cuando veo a través de los ventanales que llevan a la gigantesca terraza, cierro los ojos al ver a Jungkook lanzarse a la iluminada piscina, vistiendo únicamente un bóxer negro.

—Mierda —niego con la cabeza.

Salgo de inmediato, mientras él nada de espaldas, viéndome con una linda sonrisa.

—¿Dónde están todos? —pregunto.

—Mhmm —ladea la cabeza, sonriendo—. En la clínica.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

—Mi abuela.

—¡Oh por Dios! —poso una mano en mi pecho—. ¿Está bien? ¡La vi sonriendo!

—Es que le gusta sonreír cuando se siente muy enferma —asiente él.

—¡¿Qué?!

—Creo que va a morir —suspira.

—¡Lo dices tan normal!

—Es porque la muerte es algo normal, ___, no pasa nada —dice Jungkook, despreocupado, saliendo por las escaleras de la piscina.

ESTO NOS PASA POR ENCARIÑARNOS CON LA ANCIANA.

—¡Dime que es mentira! —mis ojos se van a salir de mi cara, lo juro.

—Es mentira —se posiciona frente a mí, y comienza a reír.

—¡Tonto! —golpeo su húmedo pecho—. ¡Tonto, eres un tonto! —lo sigo golpeando con mis pequeñas manos.

Él sólo sigue riendo y se deja golpear por mí. Mis brazos comienzan a cansarse y cada golpe es más débil que el anterior, así que él me toma de las muñecas.

—Eres un tonto —sigo enojada.

—Y tú una tonta —responde, mirándome detenidamente.

Recién caigo en cuenta que nuestra cercanía es escasa. También lo miro, su cabello se encuentra pegado a su frente y una pequeña parte de sus mejillas, de éste mismo caen simultáneas gotas que acaban en la punta de su recta nariz.

Su pecho se ve tan duro, muy fornido, mojado. Cientos de flash back's sexuales llegan a mi mente, sin tener control de ellos, sólo llegan para quedarse. Gemidos, su embriagante olor corporal, nuestros quejidos, la forma en que provocó un orgasmo en mí.

Trago saliva. Él ya no sonríe, y suelta con cuidado mis muñecas, que por cierto, no había apretado sino sostenido.

Sus manos se dedican a dejar atrás mis cabellos, eso sólo implica que mi respiración se vuelva pesada y muy rápida. Por inercia, dejé de verle a los ojos, y cabizbaja noto su miembro bajo la tela negra y mojada. No tiene una erección, pero eso no significa que no luzca gigante.

Trago saliva. Dios, no dejo de tragar saliva. Ayuda.

Por mi mente pasa un soslayo pensamiento. El hecho de que fuera la primera mujer de Jungkook, retiene miles y miles de preguntas en mi cabeza, con miles y miles de escenarios que terminan en las palabras; ¿por qué?

—¿Por qué yo? —me atrevo a cuestionar en un susurro, muy cerca de él.

Probablemente ésta sería la pregunta más cliché de todas las historia de amor romántico.

Jungkook acaricia mi mejilla, examinando mi rostro como yo examino el de él. En su perfil derecho se refleja el anaranjado atardecer, provocando que uno de sus ojos brille con claridad a causa de la luz.

—No lo sé —pronuncia en un susurro.

Lo sigo observando, cada vez más cerca, mientras sus pupilas no descienden su grandeza. Me pregunto si las mías también estarán así de enormes, así que cierro mis ojos, no quiero que lo note.

Entonces siento su respiración encima de la mía, como también sus manos apoderándose de mi sudadera, y me exalto un poco, él lo nota y la suelta sin dudarlo. Abro mis ojos, intentando hablarle a través de ellos.

—Déjame desnudarte... —pide, sin dejar de verme a los malditos ojos, relame sus labios.

—¿Algún día dejarás de ser tan directo? —susurro.

Él sonríe, y niega con la cabeza.

—No creo que pueda.

También sonrío, y me separo un poco de él, dando unos pasos para atrás, sin dejar de verle a los ojos, comienzo a quitar mi sudadera por arriba de mi cabeza, quedándome en un lindo y rosado sostén que Yon me prestó.

La sonrisa de Jungkook se desvanece, sus labios se abren medianamente. Examina mi cuerpo mientras bajo mis pantalones y los dejo a un lado junto a mis zapatos y calcetines.

Aparto un mechón de cabello tras mi oreja y froto mi antebrazo, sonrío con pena. La manzana de Adán de Jungkook se mueve al haber pasado saliva por su garganta. El castaño queda quieto sobre su lugar, viéndome, analizándome, intentando hacer un movimiento. Más no lo hace.

Entonces, paso las manos por mi espalda y con cuidado, desabrocho el sostén. Deslizo poco a poco éstos mismos por mis brazos, hasta caer al suelo junto a mi demás ropa. No demoro demasiado en quitar mis bragas, sólo bastó un minuto para que pudiera proceder con esa prenda.

Minuto en el que Jungkook no dejó de verme.

Siento vergüenza, así que no me permito verlo, hasta que al menos él haga un movimiento. Y no me equivoco, Jungkook lo hace. Con lentitud, y a dos metros de mí, desliza su bóxer hasta quedar encima de sus talones, sale de ellos y, no lo piensa un segundo más, camina hacia mí.

Siento cada vez más su calor, su humanidad, abrazándome, sin tocarme. Él pasa una de sus manos por mi brazo y desliza su toque, provocando un pequeño escalofrío, causando a su vez un suspiro saliente de mis labios.

—Cierra los ojos —susurra Jungkook.

—No lo haré —sonrío, mostrando mis dientes.

—Vamos, hazlo —me cubre los ojos con sus manos.

—Ya, ya, está bien, lo haré, lo haré —río un poco, mientras saco sus manos de mi cara.

Los cierro como así pide, escuchando al mismo tiempo sus descalzos pasos por el cemento. Y pronto, sin esperarlo, una canción comienza a sonar por todas partes del lugar. Seguro se trataban de diversos parlantes alrededor de la terraza, bastante escondidos como para notarlo.

Pero no se trataba de cualquier canción. Ésta era "Je te laisserai des mots", de Patrick Watson, sonando a nuestro alrededor, en medio de la terraza de una gran mansión, rodeada por un hermoso bosque desolado, repleto de eco, provocando que la melodía del piano se oyera profunda al oído agudo.

Sigo sin abrir mis ojos, cuando siento sus manos sostener las mías y llevarlas a su pecho para entrelazar nuestros dedos, justo ahí, donde su corazón palpita a través de su temperamental piel.

Y, cuando permito que sus manos abracen mi cintura y las mías se aferren a su espalda, él da un paso al lado, comenzando a tambalearse, a moverse junto a mí, bailando la minuciosa melodía del piano.

No pregunto el porqué. No pregunto por qué estamos desnudos bailando. No pregunto por qué hacemos esto. Sólo... no pregunto absolutamente nada.

En cuestión de segundos, empiezo a seguir sus sutiles movimientos, mientras me recuesto en su pecho y escucho una y otra vez su corazón. Me relaja. La presencia de Jungkook me relaja.

Tal vez podemos justo ahora parecer un par de dos estúpidos bailando desnudos, pero la realidad es que cuando alcé la mirada y Jungkook me vio a los ojos como tantas veces lo hizo hoy, una pequeña y pesada vocesita dentro de mí dijo que le encantaría parecer estúpida mil veces más.

Oh, mil veces más querría bailar desnuda junto a Jungkook, bajo el atardecer, bajo las lindas canciones, bajo los pequeños pajaritos que ahora mismo vuelan a sus casitas. Bajo la linda canción, la cual está en francés y no me complica saber el significado de su letra, gracias a la profesión que estudio.

Y él lo sabe. Jungkook conoce el significado de la letra y por eso la ha puesto, para que yo la escuchara mientras él la pronuncia con sus delgados labios.

—Embrasse-moi (bésame)... —susurra la letra de la canción frente a mis labios—. Quand tu voudras (cuando tú quieras)... Embrasse-moi (bésame)...

No puedo evitar sonreír.

Jungkook me estaba cantando en francés.

—Quand tu voudras (cuando tú quieras)... —canto yo, cerrando mis ojos con los de él, juntando la punta de nuestras narices—. Embrasse-moi (bésame)...

Cuando la melodía del piano está por llegar a su nota final, impulso mi boca hasta rozar los labios de Jungkook. Y lo beso, lo beso tan dulcemente que me desespero por obtener más que eso. Empujo su nuca hacia mí, y mis manos se aferran a los cabellos de esa zona.

La intensa euforia que me hace sentir su boca sobre la mía, me hace querer despegar los pies de la tierra y tocar las nubes con la punta de mis dedos, acariciarlas hasta el anochecer, hasta presenciar las estrellas, hasta poder unirme a ellas, y caer nuevamente en los brazos de Jungkook, danzando lentamente una hermosa canción en francés.

Y lo veo, lo veo a los ojos.

Tenía tantas cosas en qué pensar.

Tantos miedos que afrontar.

Tantos sucesos que pasar.

Pero todo eso, en este instante, en este preciso momento, no importa. Ya nada importaba justo ahora, cuando él vuelve a besarme y el sabor culposo se desvanece en el aire.


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Oficialmente, declaro esta canción como himno de Filoaster, y cada que la escuchen, les recordará a este libro. Prométanlo >:(

https://youtu.be/hQe0ucXKYUQ

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