único
fukuoka, japón. 2003.
Hubo un tiempo en el que no creía en las vibraciones, o en las almas gemelas, o las conexiones, o cual fuese el término que utilizara la gente para describir que "estás hecho para otro". Algo así como que, en algún lugar del universo tienes a alguien que cuya alma encaja perfectamente con la tuya como una pieza de rompecabezas.
"Qué estupidez". Solía pensar, pero el único estúpido era yo.
Si el concepto de almas gemelas y conexiones había sido descrito cientos de siglos atrás por personas mucho más sabias que yo, ¿cómo era que, Park Jimin, actor de teatro con tan sólo 25 años me las quería saber todas?
Claro que las benditas conexiones de alma con alma existían, si no, ¿cómo rayos me explicaba que cuando Nomi entró esa noche a la sala de fiestas del hotel Hakata, las mismísimas paredes vibraron? No era cuestión de que fuese la mujer más hermosa de la sala, tampoco que estuviese vistiendo el canesú más elegante. Sólo pasó que la vi y entonces en mi mente la imagen de un hermoso y vasto lago, tranquilo y sereno se vio turbado por una minúscula hoja de color cobre.
Mi hoja fue Nomi. Turbó cada partícula de mi cuerpo y su sonrisa tras aquellos mechones de cabello azabache resonaron en mi alma tal cual la imagen de unos dedos rasgando las cuerdas de una guitarra.
Entonces, en ese momento existieron las conexiones, las vibraciones, y todos los sufijos estúpidos cobraron sentido.
Por eso, cinco años después estamos a punto de entrar a la sala de cine más reconocida en estos tiempos de la ciudad. Nomi está empecinada con la idea de que si no ve esta película hoy, un 2 de noviembre, se va a morir. Evidentemente toda una exageración, pero es que nunca he sabido decirle que no cuando me arrastra con los hilos de su sonrisa hasta el fin del mundo.
Yo llegaría hasta el fin del mundo con ella y por ella.
No sé de qué va la película para ser sincero, pero una vez que nos sentamos en la butaca, Nomi se abraza a mí y sus ojos se iluminan como dos luceros andantes. Me recuerda a aquella escena de El Viaje de Chihiro cuando la lámpara va brincando hacia Chihiro iluminando el momento. La lámpara en este caso son los hermosos ojos de Nomi que por muy negros que sean, emiten luz propia.
Empieza la película, y yo me veo tentado a sacar la vieja cámara Kodak que siempre cargo en el bolsillo para tomarle una foto pero me resisto, lo haré una vez salgamos del cine y la invite a cenar. Tengo pensado asomar el tema de la fiesta de compromiso y el simple hecho de recordar el día que le pedí matrimonio hace que sonría como un estúpido y mire el anillo plateado alrededor de mi anular izquierdo.
— Te va a gustar, lo prometo —dice ella sacándome de mis pensamientos.
¿Qué me iba a gustar? ¿Ella? ¿Aún más? ¡No es posible!
Evidentemente se refería a la película pero quise fantasear en otro de esos espacios de mis pensamientos donde Nomi es la protagonista.
Sus dedos están tibios bajo el abrigo gris que le regalé para nuestro primer aniversario, echo una ojeada alrededor de la sala y veo varias caras conocidas que no alcanzan a mirarme al tiempo que yo los miro a ellos.
Doy un tremendo respingo cuando la pantalla del cine se enciende y entonces el mundo cobra color y sentido para Nomi. Yo la miro de reojo, le regalo un beso en la sien y me dispongo a sumergirme en la dichosa película, casualmente se llama Nomi (única), como mi misma Nomi.
Tú, en mi imaginación, eres tan vívida.
Como si estuvieras ahí,
Pero estiro mi mano hacia ti
De pronto desaparecer.
Qué buen comienzo.
Me hundo en la butaca, la película resulta que es una historia romántica. Yo por lo general no escojo películas románticas para ver en el cine pero a Nomi le encantan. Entonces, en nuestra tradición de ir al cine todos los domingos llegamos al arreglo de que una semana ella elige la película y la otra semana la elijo yo. Ella me invita a su mundo y yo la invito al mío, y cuando salimos de la sala en medio del ajetreo y los comentarios, elegimos el primer restaurante que se nos venga a la cabeza; que por lo general es alguno de los que está en el amplio bulevar frente al cine.
— ¿No es bonita la protagonista? Sale en todas las revistas últimamente —comenta. Yo estaba sumergido sin darme cuenta en la forma de los labios de Nomi. Tienen una forma particularmente hermosa de terminar en un corazón y por eso es que siempre he pensado que por eso sus palabras son tan cálidas y sinceras, porque vienen directamente de su corazón.
— Lo es pero tú eres más bonita —le digo casi al oído y ella me da una leve palmada en el hombro mientras ríe.
— No es una competencia Jimin, no alimentes la guerra entre mujeres —ríe y yo río con ella.
— Jamás —le doy una última sonrisa y finalmente me concentro en la dichosa película que tanto tiene a mi futura esposa embelesada. Ya van casi veinte minutos y yo no tengo ni idea de qué va, tampoco lo sabré porque la próxima hora y media me quedo completamente dormido entre el abrazo de Nomi y la acolchada butaca que me absorbe como un placentero algodón gigante.
No sé por qué lo hice, pero lo último que recuerdo haber dicho antes de quedarme dormido fue haberle dicho "te amo". Debió ser porque lo tengo tallado en mi alma, ya que cada noche antes de hundirme en mis sueños me aseguro de recordarle cuánto la amo.
***
Me despierta un leve zarandeo, y cuando digo leve, es que la mano que toca mi hombro casi lo hace con miedo.
— ¿Jimin? ¿Eres tú, no es así?
Me remuevo incómodo en la butaca. Casi me despierto de mal humor sino fuera porque sabía que Nomi me iba a regañar si le respondía en mal tono a alguien. Pero cuando abro los ojos Nomi no está y los créditos en la pantalla están a punto de llegar a su fin.
Frente a mí se encuentra un hombre, su cara me es conocida, ¿y cómo no? Si es mi antiguo mejor amigo Kim Taehyung. Vistiendo un chaleco de lana marrón, su cabello de rizos cayendo por ambos lados de su rostro y un bebé entre los brazos que me mira con ojos de cervatillo.
— Taehyung —digo a desanimo, y no porque no quiera entablar una conversación con él sino porque me incomoda el sentimiento de que Nomi no está y de pronto el pecho se me empieza a oprimir en una extraña sensación de vacío.
— Cuánto tiempo —dice mi amigo —¿Estás... estás bien? He intentado dar contigo durante estos últimos cinco meses pero incluso tu representante me negó tu nuevo número de teléfono.
Me levanto un poco de prisa del asiento y reviso con la mirada la casi vacía sala de cine. Sólo queda una pareja, dos señoras y la encargada de recoger las bandejas del cine. Ah, y Taehyung frente a mí con una expresión en el rostro que no me explico.
— No tengo nuevo número de teléfono Taehyung —miro al bebé y luego a él con el ceño fruncido —¿Has visto a donde ha ido Nomi?
Entonces lo entiendo. Entiendo la expresión, el miedo a tocar mi hombro y la voz casi temblorosa de mi amigo. Y lo que es peor, entiendo aún mejor la sensación de vacío en el pecho y la opresión tan grande que siento en este momento como si un camión estuviese parado sobre mis pulmones.
— Jimin, hoy es... —Taehyung mira su reloj y luego me confronta con una mirada aún más lamentable que la que tenía antes —¿No necesitas que te lleve a tu casa? —pero esa última frase casi se me esfuma de los oídos porque salgo a toda prisa de la maldita sala.
Hoy es 2 de noviembre, el día de los muertos.
Es el aniversario de Nomi. Otra vez estoy reviviendo el recuerdo ficticio que me he creado para no sentirme culpable por la forma en la que acabaron las cosas hace 2 años.
Si bien es cierto que Nomi y yo vinimos a ver una película, las cosas no transcurrieron como suceden en mis sueños. Ese día era nuestro último día juntos antes de que me fuera a Corea por tres meses a preparar una obra con todo mi equipo de trabajo. Sin embargo, Nomi y yo no teníamos mucho de habernos comprometido y el hecho de ser la primera vez que nos separabamos tanto tiempo nos había puesto en ascuas a los dos. Más a ella que a mí, por supuesto; el tema de la obra me tenía demasiado preocupado y estresado como para darme cuenta que ella estaba muy afectada por el inevitable viaje.
Entonces, el 2 de noviembre del 2001 me invitó al cine a ver una película que luego vería más de veinte veces en lo que va desde que me dejó. Sí me sorprendió que fuese un viernes pero como esa tarde no tenía mucho que hacer y faltaba sólo una semana para mi viaje, acepté la invitación.
El abrazo, el comentario de la actriz, mi atención clavada en sus labios, todo aquello sí que sucedió. Incluso la parte en la que me quedé dormido y le susurré que la amaba antes de hundirme en la butaca. Sin embargo, el hilo de los acontecimientos se tuerce justo cuando me despierto y no la encuentro a mi lado. No es Taehyung quien me despierta, es la señorita encargada de la sala.
Me siento con una sensación de ansiedad en mi pecho porque Nomi nunca deja la sala sin mí, salgo casi trotando y choco con algunas personas que están apuradas por salir del cine para ir a comer o regresar a sus hogares. Busco a Nomi como un loco, incluso saco mi celular para marcarle y ubicarla tan rápido como pueda antes de que mi corazón se salga de mi pecho.
Pero no es necesario, la veo en la esquina de la calle del frente fumándose un cigarrillo, tiene la expresión tan adolorida y solitaria que sólo quiero correr a abrazarla y pedirle perdón por no haber valorado ese momento que había creado para ambos antes de que me vaya de viaje. Pero, en lugar de hacer eso, saco mi cámara y la capturo en su forma natural y cruda esa tarde del 2 de noviembre. Quién iba a pensar que esa sería la última fotografía que tendría de ella y que el te amo que susurré a duras penas en el cine antes de quedarme dormido, lo último que nos diríamos.
El camión, los frenos rotos, el ruido chirriante, los gritos de las personas y todo sucediendo en cámara lenta frente a mis ojos. Luego de eso, Nomi había sido una de las víctimas del accidente frente a tres personas más. Ella murió, las otras no.
Si tan sólo no me hubiese quedado dormido esa tarde, habríamos salido juntos de la mano y ella no hubiese tenido que recurrir a fumarse el cigarrillo del otro lado de la calle para no incomodar. Hubiésemos visto el accidente desde la distancia o escuchado el chirrido de las ruedas desde el restaurante que hubiésemos elegido para cenar.
Tantos hubiésemos pero ninguno capaz de ser cambiado. No en la realidad al menos, sólo en mis pensamientos y en mis sueños.
El único mediano consuelo que lejos está de ser llamado consuelo, es que siempre vuelvo al mismo cine, no importa la película que se transmita en la pantalla ni el precio del ticket. Parece que la busco eterna y agónicamente en el mismo lugar en donde la perdí. Allí, sentado siempre en la misma butaca me paseo por todos los recuerdos almacenados en mi corazón, los reúno, los vinculo mirándolos proyectados a través de la habitación que alguna vez fue nuestro escondrijo, nuestra tradición. Me quedo dormido, me despierto o me despiertan, y cuando vuelvo a la realidad la siento con cada estallido de dolor.
Porque aunque estire mi mano, nunca podré alcanzarla otra vez.
❀
¡hola linduras! tenía meses sin escribir nada y pasarme por acá pero ayer luego de film out no pude evitar querer escribir. sé que les debo la actualización de varias de mis historias pero es que con el postgrado no me queda tiempo de nada. sólo quiero que sepan que los extraño y que espero que disfruten este pequeño shot que les dejo.
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