06

Félix estaba parado en el patio trasero de la casa de los Hwang, con el hijo de estos quien fue su mejor amigo tiempo atrás y a quién ahora debía enfrentar.

- ¿Porqué apareces ahora?

Sus signos cardiacos aumentaron por la intensidad de esa voz, no la recordaba tan grave ni profunda.

Vaya golpe de pubertad.

- Yo...- ¿Qué debería decir? ¿Por dónde comenzar sus disculpas? - Hyunjin mira...- tomó aire intentando buscar un inicio adecuado - la razón por la que me fui es porque...- cerró los ojos - demonios...no puedo - susurró.

- ¿No puedes qué Félix?

Se sentía intimidado, la altura de Hyun rebasaba por mucho la de Kai que ya de por sí era suficientemente alto. Esos centímetros realmente hacían una diferencia notoria.

Cuando el menor dijo que el pelinegro se estaba sometiendo a ese rol de fuckboy no espero que lo hiciera tan fuerte. Mirando a Hyunjin vistiendo con esas prendas negras, con esa chaqueta de cuero y ese piercing en su oreja izquierda no hacía todo más favorable para él.

¿Ese corte en su pómulo era de verdad?

Esperaba que sea maquillaje.

De no ser así, cree que deberá hacer algo al respecto por su mejor amigo.

- ¿Por qué estás vistiendo así?

Un bufido fue la respuesta de Hyunjin.

Ese chico que en el pasado era un adolescente tan tranquilo, sereno y con una linda carita de bebé no era nada comparado con el hombre de fríos orbes azules que lo estamparon en la pared y tomaron su barbilla sin dejarle reaccionar.

- ¿Porqué te fuiste Félix? No puedes largarte sin decir nada y aparecer en la cocina de mi casa como algo normal. ¿Dónde quedó tu dignidad?

Pasó saliva, nervioso.

- Por favor cálmate - intentó zafarse pero para su mala suerte o buena los brazos parecían dos rocas imposibles de remover - madre santa Hyunjin, ¿Qué tanto has hecho?

- Demasiadas cosas.

- Ya vale - volvió a tragar - creo que ahora sí temo por mi vida.

Un conejo fuerte, eh.

Alzando lentamente su cabeza pudo distinguir confusión en la cara ajena pero más que nada dolor que oprimió su corazón.

- ¿Porqué apareces ahora? - repitió.

- Yo sólo...quise venir a saludar.

- ¿Saludar? - Los puños de Hyunjin se apretaron a los costados de su cara - dices que sólo vienes aquí, después de largos años para ¿saludar? ¡Qué mierda sucede contigo!

- ¡Cálmate! - colocó sus manos en su pecho para tranquilizarlo.

- ¡No me pidas que me calme! Maldición - golpeó la pared con el puño estremeciéndolo no por el golpe sino por esa mirada que atravesó su alma - te largas de mi vida como si fuera lo más común del mundo, me dejas buscando respuestas como un completo idiota durante tantos años y te apareces tan casual en la cocina de mi casa. ¿Eso es normal para ti? - lo tomó de los hombros con algo de fuerza - ¡Pues para mí no! ¿Tienes alguna puta idea de toda la mierda que soporte porque mi mejor amigo no fue capaz de decirme que se iba a ir? ¿Del dolor que soporte porque creí que había sido por algo que yo hice y que no tenía ni puta idea? ¡JODIDA MIERDA FÉLIX!

- ¡MI PAPÁ MURIÓ!

El pecho de ambos subía y bajaba.

- ¿Qué?

- Mi papá...- bajo la cabeza - murió.

Hyunjin se sintió el peor idiota del mundo cuando escuchó los sollozos del peli-rosa que cubría su rostro con ambas manos mientras temblaba en su lugar.

Otra vez, hace las cosas mal.

- Félix...perdón.

- Está bien...no te sientas mal - lo miro con los ojos brillosos por las lágrimas, colocó sus manos en las mejillas del pelinegro y las acarició - no es tu culpa, es mía. Nunca debí irme sin decirte nada - no lo pensó dos veces y se colgó del cuello del pelinegro sollozando - cuando papá murió lo único que deseaba era tenerte conmigo - escondió su cara - a mi lado. Mi madre se puso muy depresiva, no fue sencillo para ella y en su dolor me dejó valerme a mi mismo en una ciudad totalmente desconocida, pero no la culpo, perdió al amor de su vida y yo lo único que podía hacer como su hijo era darle mi consuelo pues yo también lo necesitaba - tomó aire - con el tiempo logré superarlo un poquito. Mamá ya está mejor, después de la terapia logró pasar de página. Me pidió perdón y yo lo acepte, no tenía corazón para no perdonarla porque a fin de cuentas ella es mi madre y la necesito. Ahora creo que está rehaciendo su vida y de verdad estoy feliz por ella.

- ¿Qué hay de ti?

- Le dije que aunque San Francisco fuera muy bonito, no podía quedarme ahí - sonrió - mi deseo era volver a éste lugar que fue mi primer hogar, donde estabas tú y todas las personas más importantes en mi vida - sus mejillas se pintaron de rosado - Yo quería volver a verte Hyunjin.

El tiempo pasó volando y lo notó al contemplar cómo sus manos quedaban pequeñas debajo las del pelinegro que las cubrían por completo en cuanto las sujetó.

Esa sensación extraña otra vez vino.

- Perdóname, soy un imbécil - exclamó arrepentido - No he sido yo mismo últimamente - reconoció.

- Puedo verlo - rió logrando ganarse un pequeño rubor de Hyunjin por el lindo sonido de su risa risueña - ¿te digo algo? Éste tipo de ropa en ti se ve bien pero...- mirándolo a los ojos se puso de puntas, apoyándose de los brazos del alto que seguían estampados en la pared, acercó sus rostros - me gusta más verte vestido como el tú auténtico.

Sus mejillas ardieron pues su mejor amigo peli-rosa dejó un largo, silencioso, doloroso y placentero beso en su cuello.

El calor que le brindaba era increíble.

Cerrando los ojos atrapó al bajo de la cintura devolviéndole el mismo gesto y de la misma forma.

- Te extrañe Félix - le susurró haciéndole cosquillas por lo cerca que su tibio aliento chocaba contra su cuello y oreja - no tienes idea de lo mal que me la pasé sin ti aquí.

- Yo también te extrañe Hyunjin.

Por primera vez Félix agradeció que la vida le diera a un Hyunjin tan alto y grande pues podía, sin problemas, caber dentro de los brazos largos y fuertes. Se sentía tan bien estar así Junto con él.

Al parecer los sentimientos no se borran.

Sus frentes se juntaron, ambos con los ojos cerrados y sonrisas sinceras en sus labios. Félix acunó el rostro de Hyunjin y sin pena frotó la punta de sus narices como cuando niños.

- ¿Qué haces? - un raro cosquilleo se plasmó en su estómago.

- Te demuestro mi afecto tonto - ahora lo tomó del cuello frotándose suavemente mejilla con mejilla - Jinie tu perfume me encanta.

- El tuyo es muy...dulce.

- Son malvaviscos - se apartó un momento para mirarlo con una sonrisa - a propósito ¿ya probaste los nuevos que salieron? ¡Son geniales! Y deliciosos.

Hyunjin pasó su pulgar con lentitud retirando una pequeña lágrima de los preciosos esmeraldas que dota el peli-rosa. Con cariño lo mira y suelta un suspiro con frustración, no ha pensado en otras cosas por estar con su plan de conquista y por lo visto se ha perdido de mucho.

- No...- Se rascó la nuca - no he vuelto a probar un malvavisco desde que inicié con el ejercicio y todo eso del entrenamiento.

- Eso podemos arreglarlo Jinie.

Trató de no verse afectado por las acciones de Félix que se pegaba tanto a su cuerpo. Incluso más de la cuenta.

Parecía un gato.

- Tengamos una salida, sólo tú y yo. ¿Qué dices?

- ¿Una cita? - preguntó ladeando su cabeza.

Félix sonrió, evitó gritar de euforia al escuchar esa palabra salir de la boca de Hyunjin.

Cita.

Al parecer el pelinegro no se daba cuenta de lo que dijo pero eso no importaba mucho realmente por ahora.

- Claro Hyunjinie - sonrió - una cita.

Ninguna muchachita bonita con actitud de niñita buena merecía jugar con el corazón de un precioso hombre como lo era su amigo. No le dejaría camino a eso.

Por eso mismo la sacaría del juego.



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Todos los créditos a la autora original @Songjae_Choi

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