7· Una salida organizada

En la Municipalidad, escribieron el informe que sería emitido a través las radios AM de los pueblos vecinos, pues, como he mencionado, nuestro pueblo se había quedado sin energía eléctrica y, por lo tanto, sin energía para las plantas transmisoras de la radio. La pelota había hecho estragos en el tendido eléctrico y telefónico del pueblo, momentos antes de que la reunión en el edificio municipal tuviera lugar.

De más está decir que se dependía, por lo tanto, de los radioaficionados para comunicarnos de punto a punto. A la suerte, cada institución tenía una radio VHF funcionando a batería, con la cual podían comunicarse unas con otras, y con algunos otros radioaficionados, al menos por un buen par de días más.

Así pues, como el informe decía, las ocho en punto de la tarde era la hora prevista para abrir puertas y ventanas, y encender todos los hornos, hornallas, estufas y calefactores al mismo tiempo. Y las nueve para apagarlo todo.

―Ahora hay que ver cómo minga salimos de acá ―dicen que dijo un señor, que llevaba un pantalón de jean, con un florero vacío en la parte de atrás y la panza descubierta.

Era el plomero del pueblo. Dijo aquello porque las puertas de la Municipalidad estaban cubiertas de masa que se pegaba cual cachete regordete al vidrio de la susodicha abertura. A su fortuna aún quedaba un margen de unos cuarenta centímetros de aire, abajo, por la cual podían, arrastrándose, ir a sus respectivos hogares, bordeando las calles por los diminutos espacios que, cual túneles oscuros, se formaban entre la masa y las parte inferior de las casas y los paredones.

Los primeros en salir fueron los comunicadores, que debían ir hasta sus respectivos pueblos y radios y retransmitir la información para quienes no habían estado presentes en la reunión.

Luego le tocó al resto de la gente, lo que incluía al intendente y a la secretaria y a todos los demás allí presentes.

Antes de salir, se organizaron sabiamente: quién vivía más lejos, en la periferia del pueblo, se le permitió ir primero en la cola, entonces, a medida que avanzaban por el pueblo, gateando, se iban bifurcando en grupos cada vez más pequeños, que a su vez se bifurcaban en nuevos aún más diminutos y así, de modo tal que todos pudieran llegar a sus respectivas casas. Les tomó media hora organizarlo todo en el interior de la Municipalidad, en el hall de salida, pero valió la pena, porque al final pudieron llegar todos a salvo.

Al respecto de esta hazaña se cuenta que la secretaria, que tanto 'amaba' al intendente Torello, tuvo que ir oliéndole el trayecto por un largo trasero, o al revés, pero esto se aleja ya, del todo, de nuestra historia principal...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top