VII. "Te quiero, Paul."


VII

Te quiero, Paul.






— Llegarán en cuatro días.

— Esto será un baño de sangre— comentó Jade ante el comentario de Alice.

Los Cullen, Bella, los Argent, Paul, Embry, Quil y Jacob, se encontraban apartados de la fiesta hablando sobre la visión de la duendecilla. Estaban realmente preocupados, sabían que nada terminaría bien.

— ¿Quién planeó esto?— preguntó Paul tratando de contener su enojo, sólo pensando en proteger a Jade a toda costa.

— En mi visión no reconocí a nadie— afirmó Alice para luego dudar—. Tal vez a uno.

— Conozco su cara, es de aquí. Riley Biers— dijo Edward leyendo los pensamientos de Alice—. Él no empezó esto.

— Quién haya sido se mantiene alejado— dice Felix acercándose tan sólo un poco a Jade, provocando que Paul, quien se encontraba al lado de la chica, pasara un brazo por sus hombros, a pesar de saber que el mayor de los Argent era sólo su primo. Ganándose al final una mirada de ternura por parte de Jade y una molesta de Felix.

— Están jugando con los puntos ciegos de tu visión— explicó Carlisle.

— De cualquier forma, un ejército viene y no somos lo suficientes para defender la ciudad— dijo Jasper.

— Esperen, ¿de qué ejército hablan?— pregunta Jacob.

— Neófitos de los nuestros.

— ¿Qué es lo que buscan?— pregunta esta vez Embry, preocupado.

— Pasaron algo para olfatear a Bella. Una blusa roja.

El lugar queda en silencio hasta que Katherine lo rompe.

— ¿Buscan a Bella? ¿Por qué?

— Es una pelea muy fea, se perderán vidas.

— Cuenten con nosotros— dijeron los Argent para luego darle la palabra a Jade—. Después de todo a eso vinimos.

— No lo harás— la interrumpe Paul en total negación de perdería tras la batalla.

— Sí lo haré, sé cuidar de los demás y a mí misma. Creo que eso ya te había quedado claro.

Paul furioso mira al resto de los lobos presentes, quienes le dan un asentimiento de cabeza, demostrando que estaban de acuerdo con participar.

— De acuerdo, cuenten con nosotros— dice Jacob finalmente.

— No, los matarían a todos. Olvídalo— saltó Bella.

— Yo no te pedí permiso.

En la cabeza de Jade, al escuchar el último comentario de Jacob, miles de personitas saltaron gritando el típico "Oooh" para incentivar una pelea. Era más que obvio que no le agradaba Bella, ella lo único que hacía era hacer sufrir a uno de sus mejores amigos, lo que la llevó a aparecer en la lista negra de Jade. Pero lo que sí debía admitir, era que Bella se preocupaba por todos y no quería que nadie muriera por su culpa, lo que Jade realmente respetaba.

— Edward— insistió la chica pálida, intentado que su novio detuviera a Jacob.

— Es más protección para ti.

— Jacob, ¿crees que Sam accedería a un acuerdo?— le preguntó Carlisle.

— Si así podemos matar a algunos vampiros.

— ¿Jasper?

— Aumentará nuestro número— le contestó el rubio—. Los neófitos no saben que existen los cazadores y los metamorfos, será una ventaja.

— Necesito coordinarlo.

— Carlisle, es arriesgado— trató de convencerlo Bella.

— Debemos entrenarnos— siguió, ignorando a la chica—. Jasper sabe lo que se requiere para pelear con neófitos, pueden acompañarnos— dijo lo último viendo hacia la manada.

— Bien. Digan dónde y cuándo— le contestó Jacob.

— Jake, no saben en lo que se están involucrando— insistió Bella.

— Míranos, trabajando juntos. Recuerdas que tú querías que nos lleváramos bien.

—Bella, seamos claros— comenzó Jade, harta de escuchar la voz de Bella a cada rato—. Esto es lo que hacemos, cazadores y metamorfos, protegemos a los humanos desde siempre. No creas que todo gira en torno a ti.

Bella se quedó con las palabras en la boca, mientras que Kat sólo resistía su risa pensando igual que su hermana.

Bella sólo piensa en sí misma.





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A pesar de las protestas de Felix, Paul acompañó a Jade a su habitación por miedo a que algún neófito se encontrara allí. Aunque si hubiera sido así, él ya lo hubiera olfateado, sólo lo utilizaba como excusa para estar más tiempo con ella.

En todo el trayecto, Jade no soltó su mano, tenía miedo de que el chico se marchara. A pesar de que ella no lo admitiera, realmente lo quería a su lado.

La morocha comenzó a sacarse las zapatillas mientras se dirigía a su armario en busca de su pijama, bajo la atenta mirada de Paul, quien decidió sentarse en el borde de la cama a admirarla.

— ¿Vas a quedarte ahí mirándome?

— No puedo evitarlo, eres una obra de arte.

Jade comenzó a reír muriendo de ternura. Este chico iba a darle diabetes y eso le encantaba.

Se encerró en su baño para cambiarse, aún no estaba lista para hacerlo frente a él, por obvias razones que no es necesario mencionar. Al salir, se encontró con un Paul medio adormilado acostado boca arriba en su cama, con su respiración calmada a punto de dormirse.

Riéndose internamente por la pequeña maldad que tenía pensada hacer, Jade corrió hacia su cama y saltó sobre él, provocando que Paul se despertara de su insomnio y la abrazara por la cintura, mientras reía junto a ella. Comenzó a llenarla de besos por toda su cara y cuello, Jade reía aún más, haciendo a Paul mucho más feliz.

— B-basta, Paul— dijo Jade entrecortada por la insaciable risa—. P-paul, te lo supl-lico.

Paul se detuvo sin sacar su rostro del cuello de la chica, aspirando su aroma que lo volvía loco. Luego de unos segundos habló.

— Prométeme algo— murmuró y continuó sin esperar respuesta—. Nunca te alejarás de mí.

— Paul.

— Por favor...

Sin poder evitarlo, Jade sacó la cara de Paul de su cuello y lo besó delicadamente.

— Nunca.





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La risa de Jade, la cual hasta la manada pudo oír, se escuchó por todo el bosque luego de ver como Emmett arrasaba con el suelo por el golpe de Jasper.

— ¡Ya estás viejo, Em!— Le gritó Kat.

— Cállate, niña.

Todos guardaron silencio al ver como los inmensos lobos comenzaban a aparecer de entre los árboles. Jade rápidamente pudo identificar a Paul, el cual la miraba fijamente y se acercó a él para abrazarlo por el cuello. Paul la recibió gustoso frente a las miradas de los demás.

— No nos tienen la confianza para mostrarse en forma humana— dijo Edward, luego de leer sus mentes.

— Vinieron. Es lo que importa— le contestó Carlisle—. ¿Puedes traducir?

Edward asintió y Carlisle volvió a hablar.

— Bienvenidos. Jasper tiene experiencia con neófitos, nos dirá como vencerlos.

— Quieren saber por qué son diferentes los neófitos.

— Son mucho más fuertes que un vampiro promedio porque aún hay sangre humana en sus tejidos— explicó Jade antes de que Carlisle lo hiciera, separándose de Paul para ubicarse junto a Jasper—. Siempre son más poderosos en sus primeros meses de vida.

— Jade tiene razón, por eso son creados— la siguió el rubio a su lado—. Un ejército de neófitos no necesita tantos como un ejército de humanos. Y no hay ejército humano que pueda contra ellos.

"Las dos cosas más importantes para recordar son, primero, no permitan que los rodeen con sus brazos, los aplastarán. Segundo, no vayan a intentar las maniobras conocidas. Las estarán esperando y ustedes perderán."

— Que optimista, Jaspy— se burló Jade.

— No me digas "Jaspy".

— De acuerdo— esperó unos segundos—. Jaspy.

Jasper resopló y llamó a Jade para que practicara primero, lo cual molestó realmente a Paul. Lo que él no sabía, era que ella tenía mucha experiencia, demasiada.

— No te contengas— le advirtió el rubio, al estar en posiciones.

— ¿Cuándo lo he hecho?

Jade rió y espero a que Jasper hiciera el primer movimiento, el cuál fue correr hacia ella.

Rápidamente sacó su arco plegable y lanzó una flecha, la cual fue agarrada por Jasper, quien saltó para atacarla. Pero Jade fue más rápida y se agachó antes de recibir el golpe, con una rapidez inhumana, sacó su daga del bolsillo y giró para cortar su cuello, pero se detuvo antes de hacerlo.

— Ya estarías decapitado, Jaspy.

Jasper sonrió, orgulloso de ella y dejo que se fuera, esta vez llamando a Alice.

Jade pudo ver como Emmett le daba dinero a Felix.

— ¿Apostaron por mi?

— Si y adivina quién perdió.

— Cállate, Felix— se quejó Emmett.

Jade rió por lo bajo y volvió a acercarse a Paul, quien al tenerla junto a él, refregó su cabeza contra ella como muestra de cariño. La castaña comenzó a acariciarlo como si de un perro se tratara, cuando de repente Paul gruñe en dirección a Jared, quien tiene una mirada burlona.

— No sé qué te habrá dicho, pero no le hagas caso— dijo Jade abrazándolo, ganándose una lambeteada en su mejilla—. Te quiero, Paul.

El lobo gris estaba adentrándose en su corazón, remplazando al chico que antes lo ocupaba.

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