🍂 || Tsukishima Kei
Hombros
Estar practicando con la farola andante hacia que Kageyama se irritara, aún peor cuando tenía a Tsukishima cargando a Hinata en sus hombros con la excusa de que debían alcanzar el balón para sacarlo de un árbol.
—¡Eso es Hinata, intenta sacarlo con la ramita!— gritó Kuroo animando el ambiente mientras que el menor asentía con determinación.
Pues sí, como se mencionó anteriormente, el balón había sido mandado a la copa de un árbol por una mala recepción de Bokuto -quién actualmente estaba en su modo emo- y de ahí no caía.
El rubio había intentado alcanzarlo, pero por más que fuera una maldita jirafa no llegaba a la pelota. Después de varios intentos, a Kuroo se le ocurrió la brillante idea de que Hinata debía ser cargado por Tsukishima en sus hombros para alcanzarla, esto debido a que el pelirrojo era el más chiquito y el otro tenía una estatura justa.
—No puedo creer que no la alcances.— soltó Tsukishima, con ese típico tono burlón suyo.—¿Tan chiquito eres y eso que estás en mis hombros?
—¡P-para empezar, ustedes creyeron que esto sería buena idea!— se defendió Hinata, algo avergonzado por no llegar al balón.
Kageyama veía la escena serio, digamos que no le agradaba mucho ver a su naranjito en hombros de otro chico, pero tampoco diría nada. No quería ser ni verse como esos novios celosos -aunque todo el mundo ya lo veía así-; además, solo lo estaban haciendo para alcanzar el balón. Nada más.
Y, por otra parte, Kuroo no podía dejar pasar esta oportunidad de oro. ¿Que clase de idiota sería si no molestara al armador en esa situación, cuando era tan molestable?
—Hey... Kageyama~— el mencionado se volteó hacia él con el ceño fruncido—¿Has escuchado sobre un mito que habla sobre los hombros y las parejas?
—¿Ah?
Kuroo rió internamente, lleno de malicia.
—Verás... se dice que antiguamente se creía que sí una mujer se subía a los hombros de un hombre, significaba que ellas. confiaban tanto en ellos como para subirse ahí.— narró el azabache ante la atenta mirada de Kageyama.— Y eso llegaba al extremo de confiar tanto como para dejar su vida en sus hombros...
Esa fue la historia más improvisada y ridícula que Kuroo había creado en su vida, pero aparentemente el azabache se la estaba tomando enserio y le había creído, podía comprobarlo porque había fruncido más el ceño y tenía una mirada pensativa.
Kuroo volvió a reír.
—Pero... Hinata sí confía en mi, es decir... por eso mismo podremos hacer esta técnica del remate súper rápido.— pensó. Luego levantó la mirada y volvió a encontrarse con la escena de antes: Tsukishima burlándose del enanito.
De un momento a otro, por un mal movimiento del rubio, ambos cayeron al suelo. Hinata estuvo a punto de impactar cuando sintió que alguien logró alcanzarlo antes.
—¡B-bokeyama!— gritó entre sorprendido y aliviado.
—¡Hinata idiota!
—¡No fue mi culpa, fue de él, sabía que no debía subirme en sus hombro, farola desconfiable!— gritó a Tsukishima, quien estaba recuperándose de la caída.
—Intentémoslo nosotros.— le dijo el azabache al enanito. Este último asintió efusivamente, mientras iban acomodándose. Ahora teníamos a un Kageyama cargando a Hinata en sus hombros con sumo cuidado.
—Aún siguen demasiado lejos...— susurró Bokuto, pesimista.
—Tranquilo bro, son el dúo raro, de seguro sí lo logran.
—Hinata, párate en mis hombros, así la alcanzarás.
—¿¡Qué!?— exclamó, alzando sus brazos y agitándolos.—¿¡Te volviste loco!?
—¿Confías en mi?
El pelinaranjo apretó los labios, calmándose.
—Sí.
Al cabo de unos minutos, el balón cayó el manos de Bokuto, quien ahora estaba alegre de nuevo. Hinata se bajó de los hombros de Kageyama de un salto.
—No puedo creer que te hayas parado en sus hombros, enanito anti-gravedad.— dijo Kuroo mientras se iba acercando.
—Bueno, sabía que Kageyama no dejaría que me caiga. Confío en él.— el mencionado sonrió orgulloso, y luego rodeó a Hinata por los hombros.
La historia termina con un Bokuto feliz por recuperar el balón; Kuroo satisfecho por haber logrado fastidiar al armador, y finalmente Tsukishima, quien no entendía por qué Kageyama le estaba mandando esa mirada llena de superioridad.
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