capítulo seis.

Mordiéndose los labios con nerviosismo, Felix era casi incapaz de parpadear, no queriendo perderse detalle de la pelea. Hyunjin estaba haciendo su mejor esfuerzo por ganarle a Bang Chan, aunque parecía ser que, como Felix ya bien suponía, no tenía las mejores capacidades para la pelea.

Un pómulo morado y el labio partido, esos fueron los estragos de los golpes certeros de Hyunjin sobre Bang Chan. En comparación, Hwang tenía la ceja partida, las costillas magulladas y varios golpes en el estómago. Aún así, debía admitir que Bang Chan estaba cumpliendo su palabra al no lastimar en demasía a Hyunjin, aunque por ello la pelea fuese, para muchos, bastante decepcionante.

- Tu amigo no parece ser un gran peleador tampoco -le comentó Jeongin a Changbin quien esbozó una sonrisa arrogante.

- Si quieres verlo pelear de verdad entonces tendrás que aceptar que tu amigo se quedará sin novio, ¿es eso lo que quieres?

Jeongin frunció los labios y negó con la cabeza, comportándose como un niño pequeño al lado de su padre. Bueno, al peliazul no le disgustaría llamar 'daddy' al motociclista.

- ¿Tú no eres boxeador?

- Si quieres verme sin camisa, gatito, sólo tienes que pedírmelo.

- No deseo verte sin camisa, bribón, sólo era curiosidad -masculló avergonzado, escondiendo sus mejillas rojas bajo el fleco de su pelo.

- No, en realidad sólo me gusta ejercer el control.

- ¿C-control? -la voz de Jeongin salió en medio de temblores que delataron sus obscenos pensamientos.

- No de la forma que piensas -le aseguró, aunque ciertamente Jeongin dudaba que fuese así-. Soy el dueño de este bar.

Oh, bueno, Jeongin debía admitir que al menos estaba flirteando con una persona cuyas posibilidades económicas no eran tan malas. Changbin estaba ganando puntos con Jeongin sin siquiera saberlo.

- Pero..., si tu quieres, sí podemos intentarlo -sugirió con una lujuriosa sonrisa y los ojos chispeantes.

La idea de ser sometido por Changbin en una cama, estar bajo las órdenes de ese hombre...

Jeongin reprimió un gemido descarado que quiso salir de su lado más lascivo. No debía perder la compostura frente a un hombre que aprovecharía la primera oportunidad para tomar todo cuanto quisiese de Jeongin y que luego se marcharía. Debía ser sensato consigo mismo. Por mucho que Changbin luciese como un hombre bueno, en lo que cabe el término, no sería la primera vez que ese disfraz de manso cordero era utilizado para engañarlo.

Esta vez..., quizás sería más duro que todas las veces anteriores porque se arriesgó a conocer a una persona completamente distinta. Un hombre, motociclista y dueño de un bar de mala muerte, con una sonrisa encantadora que encandilaría hasta al más reacio cordero. Ese hombre que parecía tener un futuro definido bajo el mismo cuadrante. Un negocio ilegal, ser corredor de motocicleta en carreras aún más ilegales, y que seguramente gustaba de intimar con tantas personas pudiera. Era el ejemplo claro y perfecto del peligro.

Pero, Jeongin le daría un voto de confianza y saltaría lejos de aquella alarma de peligro encendida. Y si ha de salir lastimado por conocer al común de los hombres del proletariado pues entonces sólo habría de calificarlo como otra experiencia en su vida que, en realidad, disfrutó hasta que llegó a su final.

- No te ilusiones. Yo no tiendo a compartir mi cama con cualquiera.

- Por fortuna no será tu cama si no la mía -respondió con tono altanero que disgustó al joven modelo-. Y yo sí suelo acostarme con cualquiera.

Un insulto camuflado bajo una simple respuesta en una tonta conversación.

¿Eso era?

- Lamentablemente para ti, yo no soy cualquiera -masculló con los dientes apretados.

- Si no quieres eso de mí, Jeongin, entonces, ¿Qué es lo que buscas?

¿Una historia de amor?

Esa respuesta sería francamente tonta y Jeongin se avergonzó de haberla tenía a consideración por segundos. Que tonto. ¿Qué otra cosa sino una noche de placer podía ofrecerle ese hombre?

"Estás dejando que ese hombre te afecte más rápido de lo que debería", se dijo a sí mismo. "No puedes enamorarte ni tan rápido ni tan tontamente".

- Entiendo que eso es lo único que tú buscas en mí, pero yo no, Changbin . Y no pienses que quiero vivir un romance contigo, eso sería patético. Sin embargo, creí que sería interesante mezclarme por primera vez con la gente común como tú.

- ¿Qué parte de mí te parece común? -refutó, acercándose al rostro del joven peliazul con la intención de descomponerlo.

Nada. El hombre tenía la suerte de no pertenecer al montón, era singularmente diferente en muchos aspectos.

- Todo -respondió simple.

- Supongo que debo enseñarte lo poco común que soy. Te darás cuenta que no todos tienen algo como lo que yo tengo.

Vulgar, quiso decirle Jeongin, pero eso sólo alargaría innecesariamente su conversación.

Apartando el rostro le dejó en claro que no pretendía seguir hablando de algo tan infantil como el tamaño de su miembro, o sus habilidades en la cama. Era irrisorio creer que algo así sería atractivo, al menos para él no lo era.

Changbin acabó por perder todos los puntos que ganó con Jeongin esa noche.

El árbitro alzó el fornido brazo de Bang Chan al declararlo vencedor luego de al menos cuarenta minutos en el ring. Su contrincante estaba humillado sobre el suelo, con un moretón en el ojo que tardaría en sanar, pero no tanto como su orgullo.

Felix advirtió del mal genio que acompañaría a Hyunjin por una semana como mínimo. No era alguien que se tomase muy bien las derrotas. ¿Cómo aprendías a perder cuando toda tu vida has tenido lo que querías con el chasquido de los dedos? Una dura lección de la vida que debía aprender.

- Me iré primero -le informó Jeongin con gesto serio.

- ¿Pasó algo?

- ... Nada -murmuró cabizbajo.

- ¿I.N?

- Tal vez tuviste razón al sugerirme que no me mezclara con este tipo de personas. Son despreciables.

Sobreentendiendo que los planes de Jeongin de esa noche estaban arruinados, Felix no indagó más y le permitió irse bajo la promesa de hablarlo al día siguiente. Lo vio irse bajo una nube de negra de tristeza profunda con la amenaza de una fuerte depresión. Ese era un muy mal presagio del clima.

- Vámonos -gruñó Hyunjin tomando su chaqueta, listo para irse.

- ... No puedo irme contigo, Hyunjin, traje mi auto -se excusó, aunque su corazón se encogió al saber que dejaría a su novio solo para ir con otro hombre.

- Como sea -bramó y se marchó dando pisotones.

Dando una respiración profunda, Felix buscó con la mirada a Bang Chan. Lo encontró parado frente al pasillo, viéndolo con expresión divertida.

"Supongo que no puedo escapar", pensó él.

Pero, ¿realmente quería huir lejos del hombre que le provocaba más sensaciones que un terremoto?

Se recordó a sí mismo que aquella primera noche que se conocieron lo disfrutó y se comportó como una perfecta zorra.

A su memoria vino entonces aquellos momentos fogosos...

- ¿Te dejarás follar por un hombre que desconoces? -le preguntó la ronca voz del, en ese entonces, anónimo. Las fuertes manos del hombre están sujetando firmemente la cintura de Felix, dominando ese pequeño cuerpo debajo suyo.

- ... ¿No es lo que quieres?

Una sonrisa ladina estaba en los labios de Bang Chan, disfrutando la predisposición de Felix para ser tomado sin consideraciones.

- ¡Mmgh! -gimió fuerte al ser penetrado por el hombre. Su estrecho canal no estaba acostumbrado a recibir algo tan grande, ni siquiera a Hyunjin-. Tan... grande...

- Eres una auténtica zorra.

Las delgadas piernas de Felix estaban enrolladas sensualmente en la cadera del hombre, incitándolo a ir más profundo en su canal. Esos lindos y rojos pezones estaban bajo el yugo de Bang Chan, siendo mordidos y lamidos a gusto, dejando marcas a por doquier.

- ¡Así! -chilló desvergonzado, tomando entre sus manos el cabello del delincuente, apretándolo y tirando de él a cada duro embiste contra su culo.

- Eres demasiado apretado -gruñó Bang Chan en reproche, pero deleitándose secretamente con cuan ajustado era y cuanto llegaba a apretar su pene.

Bang Chan se irguió y tomó las piernas de Felix para elevarlas y poder golpear de forma certera, sus labios fueron hasta esa delicada piel expuesta y torturó a su víctima con suaves mordidas sobre sus piernas. Estaba reclamando al chico sin saberlo. Era su conciencia hablando a susurros que lo incitaban a tomarlo todo.

- Más, más duro -le suplicó entre susurros llorosos.

Felix estaba arruinado. Sus ojos lloraban de placer y su voz estaba predispuesta a ser conducto de sus gemidos y gritos. Y Bang Chan parecía disfrutarlo tanto que le daba lo que quería con gusto infinito.

- Voy a llenarte, así vas a recordarme por largo tiempo -prometió con la voz cargada de sensualidad que llevó a Felix a un orgasmo delicioso.

Y aún lo hacía.

Ahora no sólo ese recuerdo de un error lo atormentaba, sino que estaba obligado a volverlo a cometer.

꒰୨ 🍻 ୧꒱

¡gracias por leer!

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