Fiestas

Él amaba las fiestas.

Nunca dudaba en ir a una o hacerla. ¡Esa música! ¡Ese ánimo! La gente reunida para ser felices todos juntos. ¡Eso le encantaba! Esos momentos alegres, conviviendo, olvidándose de los problemas. Donde todos sonreían, hablaban, bromeaban, reían... Amaba eso.

Cumpleaños, aniversarios, bienvenidas... Él siempre apoyaba en estos y no había quien los organizara mejor. ¡Por eso siempre le buscaban para hacerlas! Siempre le llenaba de emoción el recibir una nueva petición para planear una, el pensar de qué irá, cómo será, qué música pondrá. Y aguardar las sonrisas, la alegría de todos cuando la fiesta por fin llegaba.

¡Amaba las fiestas! ¡Le encantaba ver a todos disfrutarlas!

Éstas formaban parte importante de su vida. A ellas se dedicaba, en ellas invertía su esfuerzo, siempre para hacer la mejor posible, deseoso de hacer feliz.

Las fiestas eran muy importantes para él, pues le servían de escape. Su vida se le hacía tan simple, tan monótona. No había mucho que hacer realmente, al menos no para él, que siempre se limitaba a vagar sin rumbo entre multiversos. Las fiestas eran ese aire innovador y fresco que necesitaba: siempre distintas, dando nuevos momentos inolvidables, llenando de felicidad a todos. Aunque, muy en el fondo, dolían un poco. Porque siempre uno de sus invitados se rehusaba a llegar.

―¡Vamos, Glitchy brah! Aunque sea un rato ―decía sonriente en cada ocasión, tratando convencer al esqueleto oscuro mayor.

―Te he dicho que no, no insistas más ―gruñía siempre el contrario, ante lo cual el pequeño esqueleto colorido reía con ligereza.

―¡Está bien! ―mantenía su sonrisa, sin perder en ningún momento su siempre altivo ánimo―. ¡Ya será algún día!

Después de todo, Fresh estaba acostumbrado a esa respuesta. Era normal que el glitch se negara a ir a alguna de sus fiestas, pero no se rendiría. ¡Él sabía que algún día Glitchy brah aceptaría! Por eso seguía invitándole sin falta, cada vez que tocaba nuevo festejo en algún AU. Quería verle al menos en una de ellas, Glitchy brah siempre es tan serio, ¡lo que necesitaba es una fiesta! Éstas suben el ánimo de todos, quería ver a Glitchy brah animarse, aunque fuera sólo un rato y muy nimiamente.

Y qué decir... también hablar, bromear un poco. Fresh siempre hacía fiestas, pero Glitchy brah nunca llegaba a ellas. Eso le causaba cierto desánimo, pues siempre las veía como una oportunidad para poder acercarse a él. Quería verle en una fiesta, ambos pasando un rato tranquilo, convivir un poco.

Sonrió. Amaba las fiestas, pero tenía otra prioridad: Hacer sonreír a Glitchy brah. ¿Por qué? ¡Eso no se pregunta! Su rostro se coloreó un poco, mientras patinaba buscando materiales para una próxima celebración.

Fresh tenía un pequeño secreto: Amaba algo incluso más que a las mismas fiestas. ¡Era un secreto que planeaba decir tan pronto fuera el momento indicado! Y quería que ese momento fuera en una de sus fiestas, aquellas que amaba. Llevaba mucho tiempo intentándolo, pero no surgía la oportunidad. Sin embargo, no tenía ninguna prisa: ¡Algún día será!

¡Algún día se lo diría a Glitchy brah!

Había terminado de organizar su siguiente fiesta. Últimamente le llegaban más pedidos de lo usual, estaba un poco agotado, ¡pero le emocionaba! Ahora se dedicaba a invitar, ya casi todos estaban enterados, sólo faltaba él.

Rio un poco y se dirigió donde Glitchy brah. Alegre, se acercó donde éste estaba. Hacía rato que no hablaba con él, entre tantas fiestas se ocupó de más, creando un gran lapso de tiempo en el que no supo qué habría hecho el esqueleto oscuro. Lo encontró tranquilamente sentado, jugando con sus hilos.

Fresh le nombró en su radical estilo, llamando su atención. El de glitches volteó a verle, dejando de lado sus hilos. El colorido yolero le vio ponerse en pie, acercándose donde él. Por un momento creyó que le reclamaría por llegar a molestarle, así que aguardó a escuchar su voz malhumorada que estaba habituado a escuchar. Sin embargo, se sorprendió al verle sonreír ligeramente.

―Te estaba buscando ―dijo el esqueleto oscuro, mirándole―. Quiero pedirte algo.

El yolero le miró desconcertado, pero de inmediato sonrió.

―¡Claro, Glitchy! ¡Dime!

―Necesito que hagas una fiesta para mí.

El esqueleto blanco se quedó mudo: ¿De verdad escuchó bien? Se quedó un par de segundos sin reaccionar, pero en cuanto lo hizo sonrió enormemente, emocionado.

―¡Por supuesto, brah! ―exclamó― ¿Qué festejamos?

―Mi despedida de soltero.

«... ¿Qué?», fue su único pensamiento, instantáneo, reflejando su shock.

¿Cómo describir aquella sensación que le embargó? ¿Cómo siquiera pensar en la posibilidad de sentir que toda tu emoción, toda tu alegría, caiga de golpe? Como si, por dentro, algo simplemente se hubiera desmoronado. Fue sólo un instante en el que se permitió titubear, pero con una sonrisa aceptó hacer aquella fiesta.

Fresh amaba las fiestas, pero ésta le dolía. Su secreto, ¿qué sería de su secreto?

No importaba. Si Fresh amaba las fiestas, ¿cómo negarse a hacerle la despedida de soltero? ¡Ésta sería la mejor de todas!

Buscó la mejor música, el mejor entretenimiento, los mejores bocadillos. Dio todo de sí para organizarla lo mejor que pudo y a tiempo récord, pues Glitchy brah dijo que quería que fuera pronto. No muchos invitados, reunidos en una casa, hablando, comiendo, bromeando. Fresh, como organizador, estaba allí, pendiente de que todo fuera bien.

Risas, chistes, todos felices. Glitchy brah lucía tan contento. Por primera vez lo veía sonreír de verdad. Y era comprensible, después de todo se casaría. En todo el tiempo en el que estuvo ocupado con las fiestas ocurrieron tantas cosas: Glitchy brah comenzó a convivir con Inky, comenzaron a hablar, a llevarse bien, a salir, a sentir cosas, a quererse... a desear estar juntos.

Sintió un ahogo atorarse en su pecho y tuvo que ir al baño a despejarse. Tardó un poco, sin demasiadas ganas de regresar. Todos bromeando, comiendo, siendo felices, aquello le golpeaba, atentaba contra su secreto.

Al volver se topó con aquello que había rechazado para la celebración: Alguien había traído alcohol. Sacó de inmediato todo lo que pudo, pero ya todos estaba perdidos en embriaguez, y miró con horror cómo comenzaban algunos a juntarse, haciendo cosas indebidas. Fresh quiso impedirlo, pero una mano le sujetó y le sentó. Error, nublado en sus sentidos, le tomaba en brazos y en tactos suaves lentamente le hacía caer en algo que estaba terriblemente mal.

Caricias se repartieron por su cuerpo, se negó al principio, pero no podía contra aquellos roces, ni contra aquellos besos. Su ser ardía ante ese contacto, su cordura se consumía ante esa invasión en su boca, pero sabía que aquellas caricias y aquellos besos no eran suyos. No era su nombre el que el esqueleto oscuro murmuraba justo ahora, ebrio y semi-inconsciente.

Fresh amaba las fiestas, pero... ¿qué sucedía con su secreto?

Sí, las amaba, pero también amaba a Glitchy brah. Y, a pesar de desear sentir ese contacto, de añorar esos besos, se separó. ¿Cómo podría hacerle eso a Inky... y a Glitchy brah?

Le amaba tanto, que respetaría el amor que éste tenía por el creador.

Se alejó y, sintiendo el ahogo invadir su voz, llevó a todos a descansar. Su secreto... su secreto permanecería así. Y no pudo evitar llorar toda la noche, en la cocina.

Fresh amaba las fiestas y, si las amaba, ¿cómo negarse a organizar la fiesta después de la boda? Eligió el mejor lugar, buscó la mejor decoración, la mejor iluminación, el mejor banquete, ¡sólo lo mejor! ¡Esa fiesta era su demostración de amor! Dulce, cálida, romántica. Una fiesta llena de sonrisas, juegos, baile y alegría. Sin lograr detenerse, Fresh lloró toda la fiesta, en los baños del salón, mientras por fuera escuchaba su vals.

Fresh amaba las fiestas, así que ¿cómo podía negarse a hacer la fiesta de baby shower de su primer hijo? Los destalles más tiernos, pequeños regalos coloridos, música suave, comida ligera. Esa fiesta era su demostración de amor... suave, cariñosa, colorida. Tampoco pudo evitar llorar toda la fiesta, en el cuarto de regalos, rodeado de juguetes infantiles.

Fresh amaba las fiestas, ¿cómo negarse a hacer las fiestas de cumpleaños de sus hijos cada año? Caramelos únicos, el mejor pastel, música, globos y juegos. Siempre un mejor cumpleaños que el anterior, para sus queridos sobrinos, los hijos de su amor.

Sí, Fresh amaba las fiestas, pero más amaba a Glitchy brah.

Y llorará cada fiesta que haga a partir de ahora, en el patio de atrás.

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1406 palabras.

Publicado - 11 de octubre 2017.

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1407 palabras.

Última edición - 08 de marzo 2018.

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