9
Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
9
Alec permaneció quieto, de rodillas sobre el colchón, observando cómo Jagged la tocaba y su cuerpo se relajaba poco a poco bajo las placenteras caricias. No podía quitarle mérito a aquel hombre porque era capaz de hacer magia con unos pocos mimos. Cuando Jagged la devolviera al punto adecuado suponía que regresarían al jugueteo inocente. Estaba conforme, no le insistiría, al fin y al cabo, podía disfrutar de muchas otras cosas. Penny entrecerró las piernas y gimió, Jagged le mordió el lóbulo de la oreja.
—¿Quieres que Alec lo pruebe de nuevo?
Penny jadeó sin encontrar su voz, miró al presentador que permanecía inmóvil a la espera de su respuesta. Asintió.
—¿Estás segura? —le preguntó Alec.
—Sí, lo estoy.
Alec sacó un nuevo condón y empleó una buena cantidad de lubricante, frunció el ceño, la erección de Jagged estaba por allí en medio, como si fuera un escudo, la apartó con cuidado y tanteó la entrada, ella suspiró, presionó un poco y ella soltó un breve gemido. No estaba seguro de si aquel gemido lo provocaba su intento de penetrarla o si era por la mano de Jagged que la acariciaba sin pausa. Se deslizó despacio hasta el fondo sin encontrar resistencia, Penny jadeó sin dar ninguna muestra de molestia.
—Lo haré despacio —anunció dispuesto a encontrar un ritmo que le resultase agradable y cómodo.
Ella se movió un poco en busca de más estabilidad, pero relajada. Alec la embistió despacio y con cuidado primero, acelerando un poco el ritmo después, complacido al comprobar que lo estaba disfrutando, pero sin bajar la guardia. Él recordaba su primera vez y no era especialmente agradable, no sólo por la sensación extraña, sino por el dolor punzante que le atacaba de vez en cuando.
—Voy a moverme —susurró Jagged al oído de Penny.
Penny se limitó a jadear, perdida en el ritmo de Alec. Soltó un leve quejido cuando el movimiento de Jagged alteró su posición en plena embestida, la breve punzada de dolor se desvaneció mientras las piernas de Jagged se colaban por debajo de la suyas. La siguiente embestida de Alec fue aún más profunda, Penny gimió sorprendida.
—Alec, más despacio —protestó Jagged a quien sus movimientos le entorpecían el plan.
El presentador bajó el ritmo, saliendo casi por completo, hundiéndose hasta el fondo con parsimonia mientras ella jadeaba y gemía. Alec entendió lo que pretendía cuando las rodillas de Jagged se alzaron entre las piernas de Penny y las separaron dejándola casi en equilibrio sobre él, no iba a poder entrecerrar las piernas cuando el placer llegase a su punto álgido.
—Despacio —insistió trasteando con los juguetes a su alcance.
—Dios, Penny tienes un culo maravilloso, follárselo es increíble —jadeó logrando que la mano de Jagged dejase de buscar. Soltó una risita entrecortada sabiendo que se cobraría que le hubiera soltado semejante grosería—. ¿Te gusta cómo te lo hago?
Ella entreabrió los ojos para mirarle y asintió despacio.
Jagged dio con lo que buscaba, comprobó que no llegaba al bote de lubricante, frustrado coló la mano entre Alec y ella y la tanteó. Estaba empapada, con suerte no sentiría ninguna molestia. Alec entendió lo que quería hacer, se echó hacia atrás, saliendo casi del todo y quedando inmóvil recibió un gemido de protesta que le hizo reír.
—Tres golpes si no quieres o te duele —le recordó Jagged consciente de que no le quedaba aliento para hablar. Ella asintió obediente—. Puede molestarte al principio.
Jagged presionó la primera bola contra su entrada, se deslizó con facilidad junto con la punta de su dedo hasta perderse en su interior. Alec se movió suavemente acompañando a la entrada de aquella segunda bola más gruesa que la anterior y sin ningún tipo de queja o de protesta se hundió hasta el fondo de nuevo. Jagged se hizo con el mando a distancia del juguete y lo puso en marcha, la suave vibración la hizo jadear, Jagged subió un punto la intensidad dejándola en el ritmo al que había respondido mejor durante sus primeras horas de juego. Alec recuperó su ritmo, embistiéndola con cuidado, pero rápido, sintiendo el juguete vibrar al otro lado, calentándole más.
Las manos de Jagged desviaron la atención a aquel precioso par de pechos que se había estado sacudiendo al ritmo irregular entre su respiración agitada y las embestidas al penetrarla. Los masajeó, pellizcó sus pezones y tiró de ellos con delicadeza haciéndola gemir extasiada.
Alec podía apostar a que, en aquel punto, Penny había perdido por completo la capacidad de raciocinio. Se recordó a sí mismo en una situación similar en unos de los cumpleaños de Clara, recibiendo las atenciones de varias personas a la vez, entre ellas Jagged y la misma Clara. El mundo se había desvanecido en una gloriosa nube de sensaciones abrasadoras. De nuevo la envidió por ser el centro de atención de Jagged.
Se retiró tras alcanzar el orgasmo. Sin embargo, Jagged no cesó sus atenciones, con gesto seguro empujó con el índice la bola que se escurría empapada hacia sus profundidades.
—Jagged... Jagged...
Fuera lo que fuese lo que Penny quería decirle, si es que quería decir algo, moría ahogado entre el torrente de jadeos y gemidos satisfechos.
—Sí, lo sé —murmuró como si pudiera leerle la mente—. Está bien, princesa, no tienes que contenerte.
Penny se removió lo que pudo para buscar los labios de Jagged, la besó apasionadamente hasta que ella rompió el contacto para liberar su voz.
—Joder cómo me ponen esos gemidos, mira qué dura me la has puesto otra vez —declaró Alec.
El espectáculo le parecía más interesante que cuando estaban jugando con ella a dejarla a medias, mejor que hacerla suplicarle por sexo e infinitamente mejor que tenerla atada al cabezal mientras jugaban con ella.
—Te la metería otra vez, hasta el fondo y sin remilgos.
Dudaba que Penny se negara, pero la mirada de Jagged parecía advertirle que no lo hiciera, que aquel momento era sólo para ella. Así que Alec se puso de rodillas sobre el colchón dispuesto a autosatisfacerse sin dejar de mirarla. Se masturbó al mismo ritmo en que se mecía la cadera de Penny rogando por más de lo que recibía y se derramó sobre ella.
—¿Cuándo vas a follártela? La dejarás fuera de combate si sigues así.
—No voy a hacerlo —respondió Jagged.
A Alec le fascinó la intensidad de aquel orgasmo, hasta el momento la había oído jadear y gemir, ahora casi estaba gritando de placer derrumbada sobre Jagged y temblando incapaz de cerrar las piernas atrapadas por las de él, mientras su mano seguía masajeando con maestría y las bolas chinas vibrando dentro de ella. La envidió, ojalá alguien le dedicase tanto esmero a su satisfacción sexual.
Jagged dejó de tocarla, bajó las piernas y Penny se hizo un ovillo al instante sobre él. Jadeando con fuerza, sin apenas lograr retener el oxígeno en sus pulmones. Apagó la vibración de las bolas y la abrazó con fuerza como si necesitase consuelo en vez de una buena siesta. Tenía que estar agotada, después de semejante orgasmo no debían de quedarle fuerzas para nada. Estaba temblando como una hoja, moviendo las caderas a un ritmo lento, pero constante.
Alec metió el dedo en la anilla de las bolas que asomaba por su vagina y tiró con suavidad haciéndola gemir de nuevo. Creyó que con aquello presionando sus paredes tardaría más en recuperar el aliento y ahora se preguntaba si sacarlo no había sido peor, pero Penny empezó a respirar menos entrecortada pasados un par de minutos.
—Cariño, ve al baño —susurró Jagged acariciándole el pelo.
Estaba a punto de quedarse dormida, Alec, los observó a ambos tan enamorados el uno de la otra y tan idiotas los dos.
Penny se puso en pie con torpeza, sentía las piernas débiles y nada estables, pero sorprendentemente logró llegar hasta el baño sin caerse.
—Te has empleado a fondo, ¿eh? —bromeó dándole un par de palmaditas en el muslo—. Creía que no era una competición, pero ¡vaya! Casi la dejas fuera de combate.
—No sigues su ritmo —contestó Jagged—. Así nunca vas a conseguir lo que quieres.
Se callaron cuando se oyó el sonido del grifo de la ducha. La habían dejado hecha un desastre, llena de lubricante sintético y semen.
—Me ha dejado hacérselo, eso tiene que significar algo.
Lo había hecho porque odiaba dejar algo a medias o no conseguirlo, no porque fuera algo que quisiera hacer de verdad o le apeteciese especialmente.
—Aunque has sido tú quien la ha hecho correrse y de qué manera.
Regresó envuelta en su albornoz, con el pelo empapado, cansada. Jagged la ayudó a tumbarse en el centro de la cama, deshaciéndose de la montaña de cojines. Penny suspiró agotada en cuanto su cabeza tocó la almohada.
—Duerme, cariño.
—Está vestida. —Rió Alec—. ¿No vas a reñirle?
—No, déjala. Vayamos a la sala, que duerma tranquila.
Alec dejó una botella de agua a su lado por si se despertaba sedienta, así no tendría que moverse de dónde estaba. Siguió a Jagged afuera asegurándose de dejar la puerta bien cerrada para no molestarla.
—¿Estás disfrutando de tu regalo de cumpleaños?
—Sí, ¿no es evidente?
—Creo que disfrutarías más si yo no estuviera aquí —declaró estirándose en el sofá—. Que si estuvierais los dos solos te lo pasarías mucho mejor.
—No seas gilipollas —replicó sentándose en el brazo del sofá.
—¿Es que no te has dado cuenta? Apenas me has tocado, estás centrado en ella.
Jagged soltó un bufido, era verdad, estaba centrado en Penny porque le preocupaba que no estuviera cómoda o se sintiera insegura, porque, al fin y al cabo, la idea del trío se la había sembrado él en la cabeza.
—Tú tampoco estás muy por la labor, te lanzas a por ella cada vez que tienes oportunidad.
—Dile de una vez que la quieres, Jagged, esa mujer es de las que valen la pena de verdad.
—Cuando te hayas largado —murmuró.
—Pues hasta entonces seguiré tirándomela con ganas.
Jagged soltó un bufido, pero no le dijo nada.
—Cuando se despierte lo hará hambrienta.
Jagged le echó un rápido vistazo al reloj, aún era pronto para encargar la cena, pero se aseguraría de que estuviera allí puntual.
—La verdad es que yo también estoy hambriento —murmuró Alec deslizándose por el asiento hasta el brazo del sofá en el que estaba sentado Jagged—. Y creo que tú estás preparado para una buena ronda, porque nadie se ha ocupado de ti desde hace un buen rato.
Alec no esperó respuesta, se colocó de rodillas para estar más cómodo e introdujo aquella erección en su boca. Una de las cosas que Alec adoraba de Jagged era la manera en la que plantaba la mano sobre su cabeza, con suavidad y calidez, cuando le atendía oralmente. Creaba un contraste curioso entre su viril fogosidad y el afecto, casi inocente, que sentía por la gente que le importaba y apreciaba.
El músico jadeó complacido con el ritmo marcado por la boca de Alec. La sesión con Penny le había dejado la mar de excitado, le habría encantado poder hacerle el amor, pero se le notaba demasiado cansada para ello.
—¿Quieres follarme?
—¿Intentas que te suplique?
—Creo que no lo conseguiría, no eres tan dócil como Penny —replicó divertido Alec, usando su mano para atender a aquella erección—. Pero estaría bien.
—No me va ese rollo.
Lo sabía, ni suplicar, ni que le suplicasen, las veces que le había visto hacerlo a Clara, Jagged, nunca la atendía para disgusto de la cantante.
Alec asaltó sus labios sin cesar las caricias. Había una caja de condones y un bote de lubricante sobre la mesita, así que no tenía que preocuparse por nada.
—¿Sabes una cosa? —murmuró el presentador abriendo espacio entre sus labios—. Penny me da un poco de envidia, ojalá me lo hicieras como a ella.
—¿Atado a la cama?
Rió. No iba a arrancarle una confesión abierta, ya lo había asumido.
—Como si te fuera la vida en ello.
—Alec...
—Sí, lo sé, lo entiendo.
»Vamos a revolcarnos un poco, estrella del rock'n'roll.
Jagged no opuso resistencia cuando le atrajo hacia a él y tomó sus labios sin remilgos. Alec dejó escapar una risita excitada, recibiendo unas cuantas caricias afectuosas y otras ardientes. Su erección chocó con la de Jagged, movió la cadera frotándose con él, porque Alec no quería sólo caricias, quería que se lo hiciese hasta el amanecer, tampoco iba a dejar espacio para dudas sobre lo que quería.
El peso del cuerpo de Jagged era mucho más liviano de lo que parecía, era un detalle que nunca dejaba de sorprenderle, igual que su habilidad para entender los jadeos de la gente o ver sus límites y no sobrepasarlos.
—Cómo me pones —murmuró a su oído a lo que Jagged replicó con un beso en el hueco entre su oreja y la mandíbula—, ojalá esta fiestecita tuya durase una semana entera.
Él, en cambio, se alegraba de que no fuese así. Penny y él se habían dicho cosas importantes en el jacuzzi, necesitaban estar a solas, hablar y mimarse en solitario. No quería seguir compartiendo su atención con Alec.
La mano del presentador dejó de tocarle para buscar a tientas la caja de condones y el lubricante que había sobre la mesa.
—¿Volverás a quejarte porque está frío?
—No si me calientas rápido.
La risita excitada de Jagged puso en relieve que no tenía inconveniente en ello. Alec le puso el condón y Jagged se empleó a fondo con el lubricante. Alec se sentó a horcajadas sobre él, quería contacto visual, quería poder besarle y llevar el ritmo, sabía que él no se quejaría, que disfrutaba igual, aunque no mandase.
—Gracias por invitarme, me lo estoy pasando de lujo — murmuró moviendo la cadera ignorando la temperatura del lubricante.
—Dale las gracias a mi bonita mánager, te eligió ella.
—Gracias por no negarte.
—De nada.
—¿Sabes qué me encantaría? —inquirió moviéndose despacio en busca de la posición más cómoda y placentera—. Que Penny me la comiera mientras nos lo montanos.
—Propónselo cuando se despierte.
—Lo haré —jadeó al sentir que sus cuerpos encajaban al fin correctamente—, seguro que no se niega.
Alec acomodó las manos en los hombros de Jagged y se movió con decisión con el agradable cosquilleo del placer extendiéndose por su piel.
—Ella también me pone a mil, ojalá estuviera más suelta, nos divertiríamos mucho más.
—Penny no es Clara —le recordó en un jadeó.
Se mordió la lengua para no decir que, si le dejase tantear sus límites un poco más, quizás, ambos lograrían mucha más satisfacción. Jagged se pondría a la defensiva y lograría el efecto contrario, además, no quería volver a ver a la mujer nerviosa y algo asustada del viernes por la tarde, le gustaba la que empezaba a dejarse llevar y disfrutaba de ambos sin vergüenza.
—No la presionaré —prometió casi sin aliento.
Asaltó sus labios, ya no tenía más ganas de hablar si no era para pedirle que se lo hiciera más fuerte o que tomara el mando.
La mano de Jagged no era la boca de Penny, pero se decidió a cumplir con su labor a base de caricias suaves y largas que arrancaron un gemido ronco de sus labios.
—Joder...
El contoneo de sus caderas aumentó de ritmo, enredó los dedos entre el pelo morado de Jagged. Disfrutar de él en solitario era magnífico, aunque no le importaría implicar a la princesa.
—Creo que necesito una ducha —jadeó el presentador levantándose de su regazo.
—¿Ya te has cansado de revolcarte conmigo?
—Nunca, pero estoy pringoso y sudado.
Jagged rió.
—Pobre Alec.
—No me jodas, con tu mujercita eres mucho más considerado.
—Recuerdo haberte visto bastante más sudado y pringoso.
—Idiota.
—Vamos a por esa ducha —murmuró Jagged—, pero en silencio, no queremos despertarla.
Abrieron la puerta del dormitorio, Penny seguía en la misma posición, acurrucada, perfectamente envuelta en su albornoz. Jagged prefería acurrucarse con ella, sin embargo, siguió a Alec hasta la ducha.
—Oye, Jagged. —Reguló la temperatura del agua y arrastró al músico bajo el chorro con él—. Supongo que esta va a ser la última fiesta en la que te veré.
—¿Por qué?
—A riesgo de hacerte cabrear, creo que para vosotros dos ha cambiado todo.
—Alec.
—En serio, no me estoy burlando de ti. Me parece genial.
»Además, empiezas a ser viejo, ya es hora de que sientes la cabeza.
Soltó un bufido para no tener que admitir que tenía razón, aunque el cambio no había empezado aquel viernes por la tarde, lo hizo meses atrás en su sofá.
—No debería preocuparte tanto.
—Las fiestas contigo siempre son más divertidas.
Jagged le besó para que se callase de una vez, no quería seguir enfrentándose a la realidad de que una broma había marcado el final definitivo de sus corredurías en dormitorios ajenos.
Se secaron, cruzaron el dormitorio en silencio, volvieron a cerrar la puerta y regresaron al sofá. Jagged comprobó la hora en el móvil, eran las siete y cuarto, era una buena hora para encargar la cena. Puso el menú en la pantalla, la cabeza de Alec se pegó a la suya curioseando lo que el lujoso hotel les ofrecía. Acordaron lo que quería cada uno y Jagged hizo el pedido teniendo en cuenta los gustos de Penny, solicitó que lo dejasen en el pasillo como ya era costumbre
Alec y él compartieron besos y caricias esperando al servicio de habitaciones, dejando a Penny continuar durmiendo hasta que la comida llegase.
Jagged no quería hablar y Alec, en parte, lo entendía. Tampoco se quejaba.
Tres toquecitos sobre la puerta interrumpieron la sesión de besos. Ninguno de los dos se movió del sofá para meter dentro el carro con la cena, conscientes de que podrían encontrarse al otro lado a la persona del servicio de habitaciones que lo había llevado hasta allí.
—La cena ha llegado antes de que la princesa se despierte.
—Tráelo hasta aquí, voy a despertarla.
Alec se tragó la burla.
Jagged abrió la puerta y volvió a cerrarla, Penny estaba hecha un ovillo bien arrebujada en su albornoz. Estaba tan cansada que le sabía mal tener que despertarla, pero necesitaba alimentarse y recuperar fuerzas.
Se subió a la cama y se estiró a su lado, cuando Alec se largara, cuando la fiesta para tres hubiese acabado, se permitiría quedarse estirado a su lado para verla dormir. Acarició los cortos rizos que caían en su frente, apartándolos con cariño para poder besarla.
—Cariño, es hora de despertarse.
Penny se removió buscando su calor.
—Se te enfriará la cena, dormilona.
—Cinco minutos más —murmuró sin abrir los ojos.
—Mi amor, te he pedido pasta, pescado y esa deliciosa tarta sacher que tanto te gusta, si no te levantas me lo comeré todo.
—Qué cruel...
Jagged la besó en los labios con calma.
—Vamos, cariño, comer algo te sentará bien. Después podrás seguir durmiendo si quieres.
—Jagged, quedémonos un poquito más así, solos tú y yo.
¿Cómo podría negarse? Ojalá fuese martes al mediodía.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Estoy de vuelta. Este fic lo escribí prácticamente de una sentada, pero he estado reescribiendo gran parte porque no acababa de gustarme, de ahí la demora.
En unos días más.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top