10

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

10

Alec sonrió al ver a Penny devorando la mitad de la porción de tarta Sacher que Jagged había abandonado en su plato. Le encantaba el chocolate de verdad. No iba a volver a tomarle el pelo sobre la cantidad de comida que era capaz de engullir, no quería que Jagged se pusiera a la defensiva otra vez.

—Uno de los directivos de la cadena sabe que somos amigos —declaró Alec dándole tiempo a Penny para acabar de cenar—, me preguntó si te interesaría copresentar un programa de música.

—¿Vamos a ponernos a hablar de negocios? Eso va contra el espíritu de las fiestas.

Sin embargo, su tono, era el de alguien altamente interesado en el tema. Penny también le miró esperando recibir más información.

—Bueno, estamos desnudos, no podemos ocultar nada.

—No voy a sentarme en una butaca a hablar de XY.

—En realidad, sería más como un repaso a la historia de la música, también una pequeña plataforma para lanzar grupos que empiezan.

»Había pensado en lanzar primero a Kitty Section.

Penny le miró con los ojos muy abiertos y la cuchara dentro de la boca, Alec se preguntó qué cojones había dicho para que pareciera entre sorprendida y asustada; Jagged no había ni reaccionado.

—Buenos chicos, buena música, me gusta.

—Sí, a mí también me lo parece. ¿A ti no, Penny?

—Sí, claro que sí.

De acuerdo, su instinto periodístico le chillaba que allí había algo más, buscaría la manera de sonsacárselo a Penny si conseguía volver a quedarse a solas con ella.

—Entonces, ¿os interesa?

—Tendrás que negociarlo con la señorita, pero digamos que sí, me interesa.

—En ese caso le plantaré una deliciosa tarta de chocolate delante y seguro que podemos llegar a un acuerdo.

—No soy tan fácil —musitó divertida.

—¿Tendré que meter la mano en tus bragas?

Jagged se relajó cuando la escuchó reír. Penny no era persona de tolerar bromas sexuales, suponía que el contexto la ayudaba a sentirse más cómoda.

—Ya veremos.

—¿De mis calzoncillos no dices nada?

—A ti ya te tengo convencido, no necesito recurrir a mis habilidades especiales.

—Qué injusticia —se quejó sin convicción.

Penny abandonó el plato vacío en la bandeja del servicio de habitaciones.

—Eres un quejica, Stone.

—Penny, defiéndeme o algo.

Sin embargo, ella no hizo nada más que beberse el agua que quedaba en su vaso. Alec y Jagged continuaron con su cruce de pullitas mientras ella se limitaba a contener la risa y agradecer, en silencio, la tregua de la que estaba disfrutando.

—Penny, creo que deberías darle una buena recompensa a Jagged por la deliciosa lluvia de orgasmos que te ha regalado antes. Te ha dejado bien satisfecha y fuera de combate.

Ella le miró con cierta timidez. Había sido increíble, nunca se había sentido tan satisfecha, ni se había desbordado de aquella manera. Se había quedado dormida sin darle ocasión de satisfacer su propia urgencia sexual, aunque suponía que Alec le había ayudado a hacerlo.

Se movió con delicadeza para arrodillarse entre las piernas abiertas de Jagged.

—Gracias, Jagged —musitó con suavidad.

No necesitó ni rozarle para que su cuerpo respondiera ante la perspectiva de una buena dosis de afecto oral. El dedo índice de Penny resbaló desde la base hasta la punta para después cerrar la mano entorno a él, lo acarició con suavidad un par de veces antes de lamerlo.

—Puedes darme las gracias así siempre que lo desees.

Ignoró el comentario, aunque tampoco le parecía tan mal plan, de hecho alguna vez había fantaseado con la idea de compensarle algún fallo de la lista de aquella manera, aunque eso fuera raro.

Jagged jadeó complacido con las atenciones de aquella mujer a la que tanto quería. No dejó que la risita burlona de Alec le rompiera aquel momento tan placentero. Dejó caer la cabeza hacia atrás, reposando contra el respaldo, cerró los ojos.

—Le tienes rendido —se burló Alec.

Penny sabía que estaba lejos de estar rendido, por más que estuviera disfrutando de lo que hacía quedaba mucho para que se sintiera realmente satisfecho. Sin embargo, se aseguraría de devolverle el favor. Modificó el ritmo acelerándole la respiración, los dedos de Jagged se enredaron entre su pelo, pero como las veces anteriores no hizo nada para alterar su ritmo o buscar el fondo de su garganta.

—Penny...

Le dejó resbalar fuera de su boca, se incorporó para buscar sus labios sin dejar de acariciarle. El beso intenso de Jagged le robó el aliento, como siempre, era mágico y delicioso. La suave caricia en su cintura le recordó que, aquel hombre, la quería, que había amor en sus pequeños gestos y el sentirse tan afortunada le daba vértigo. No importaban ni la risita socarrona de Alec ni sus comentarios absurdos, cuando estaba con Jagged se sentía como si estuvieran aislados en una burbuja en la que nada pudiera interferir.

La mano de Alec le dio dos suaves toquecitos en el brazo para llamar su atención. No dejó de besar a Jagged, tampoco le miró, se limitó a enseñarle la palma de la mano en la que recibió el preservativo aún precintado. Las manos de Jagged la sujetaron por los muslos para ayudarla a mantener el equilibrio mientras lo abría. Penny, con habilidad, le puso el condón, sin rastro de dudas o nerviosismo y se acomodó en su regazo guiando su erección hacia su entrada, dejando que resbalase con suavidad hasta el fondo. Le besó deseando que a Alec todo aquello le pareciera simple sexo, que no lograse ver sentimientos enredados en sus gestos o besos, aunque ya sabía que no sería así.

—No he hecho más que empezar con usted, señor Stone.

Jagged rió. No le llamaba señor Stone ni le trataba de usted desde hacía siglos, le pareció excitante.

—Demuestre que merece el trabajo, señorita Rolling.

Meció las caderas con suavidad robándole un breve jadeo. Retuvo las ganas de acariciarle el rostro, apoyó las manos sobre sus hombros, las de Jagged, en su cintura, la acariciaron con suavidad sin importarle lo que pudiera percibir Alec en el gesto. Ella se dejó guiar por la respiración de él, acelerando o bajando el ritmo al son de sus jadeos y gemidos. Las manos de Jagged escalaron por su espalda con afecto.

—¿Lo prefiere rápido o lento, señor Stone?

—Sorpréndame.

Si dijera que no le decepcionaba que no le hubiese dado instrucción alguna mentiría, pero no importaba, al fin y al cabo, podía seguir el ritmo de su respiración y leer sus reacciones, aunque no se le diera tan bien como a él. Se movió con suavidad, adelante y atrás, a un ritmo lento, pendiente de cualquier cambio en su respiración. Apoyó los antebrazos sobre sus hombros para estabilizarse y poder alternar el balanceo con leves saltitos, las manos de Jagged se afirmaron en sus nalgas ayudándola a mantener el ritmo y el equilibrio. Jagged buscó sus labios, la sentía cansada, pero no iba a interrumpirla ni a decir nada, al menos no mientras diera muestras de estarse divirtiendo.

—Es usted buena en esto —jadeó animándola.


Ella le sonrió, consciente de que se daba cuenta de que no estaba en su mejor momento. La estrechó entre sus brazos dejándola acabar, acariciando su espalda con suavidad y dejándola oír sus jadeos y gemidos sin tratar de censurarlos.

—¿Has tenido suficiente agradecimiento, Stone?

—Ha sido un gran agradecimiento, sí. El puesto es suyo señorita Rolling, puede hacer conmigo lo que quiera cuando quiera.

Penny rió, cómoda en aquel estrecho abrazo.

—Creo que la princesa no se ha empleado a fondo —murmuró Alec—. ¿Te has empleado a fondo, princesa?

—Supongo que no —contestó ella y robó un último beso de los labios de Jagged—. Estoy un poco cansada.

—¿Quieres dormir ya?

—Aún es temprano.

—¿Eso significa que te quedan energías para un rodeo conmigo? Porque mira cómo de dura se me ha puesto otra vez.

Jagged la liberó del abrazo en el que la había mantenido cautiva y no protestó cuando, tras levantarse, tiró de ella con suavidad. Lo ideal sería que le permitiera volver a la cama para descansar, aún tenían mucho tiempo y Penny estaba agotada, pero no dijo nada. Observó cómo la hacía arrodillarse en el asiento y apoyar los antebrazos sobre la parte alta del respaldo, con un par de palmaditas en el muslo le indicó que abriera un poco más las piernas.

—¿Estás caliente?

—Sabes que sí —soltó con timidez. Había aprendido que con Alec lo mejor era dejarse arrastrar como si estuviera nadando en aguas agitadas.

—Debería tocarte para ayudarte un poco, ¿no?

Iba a contestar cuando sintió el muslo de Alec, embadurnado de lubricante, entre sus piernas, presionándose con suavidad contra su intimidad, rozando adelante y atrás con cuidado. Jadeó sorprendida cuando cesó el movimiento.

—Adelante, princesa, menea esas preciosas caderas para autosatisfacerte.

—¿Vas en serio?

—Totalmente —declaró dándole una palmada en el trasero—. No seas tímida, cabalga mi pierna.

Alec alzó el muslo y lo frotó contra ella.

—Vamos, jovencita.

Obedeció con timidez, moviendo las caderas adelante y atrás. La sensación no era intensa, aunque sí agradable. Preferiría cualquier juguete, incluso que la atasen a la cama como la primera tarde o que la usasen como si fuera su juguete sexual, lo que fuera.

Alec empujó sus hombros con poca delicadeza, obligándola a reclinarse más y el muslo desapareció de entre sus piernas. Escuchó como desprecintaba un preservativo y supuso que el juego de hacerla restregarse contra su muslo le había satisfecho tan poco como a ella. La penetró de manera brusca haciéndola jadear.

—Mucho mejor esto, ¿verdad?

—Sí, mejor.

—A lo mejor cuando acabemos con esta fiesta deberíamos quedar tú y yo solos para satisfacernos mutuamente.

—¿Cómo si fuera el club de lectura de los viernes por la tarde? —preguntó ella riendo.

—Me gusta —jadeó embistiéndola con fuerza arrancándole un gemido—. Empezaríamos la sesión contigo de rodillas haciéndome una buena mamada y después te empotraría contra lo primero que me encontrase. Nuestro libro de cabecera sería el Kama Sutra.

—Eres tan poco original —se burló Jagged.

—Calla.

Penny dejó escapar un suave gemido.

—¿Cuántas posiciones del Kama Sutra has probado en tu vida, Alec? —continuó Jagged—. En ninguna de ellas sale nadie suplicando.

—Igual algunas más que tú.

—Yo creo que las mismas que Penny. La diferencia es que ella es una buena chica y tú un pervertido de manual.

—Idiota —jadeó Alec.

—Sí, sí. Tú complácela en condiciones mientras yo saco el carro del servicio de habitaciones al pasillo.

El reto de Jagged surtió efecto, Alec, reajustó su posición, la sujetó por las caderas y la embistió con fuerza tirando de ella buscando la máxima profundidad. Penny gimió y se dejó llevar, permitiéndole tirar de ella y empujarla a voluntad, concentrada en tomar aire cuando la empujaba, porque cada vez que tiraba de ella y sus cuerpos chocaban todo el aire escapaba de sus pulmones. Ignoró la puerta al cerrarse, pero no la suave caricia en su brazo cuando Jagged se plantó al otro lado del sofá, frente a ella.

—Abre la boca para él —jadeó el periodista—. Tiene ganas de más.

Obedeció, se aseguró de usar la mano a modo de tope, porque con lo brusco que era Alec, no quería acabar atragantándose. Le dejó marcar el ritmo, inspirando cuando se retiraba, sin oponer resistencia cuando el aire huía de sus pulmones al ser embestida.

—Espero que mañana me dejes volver a metértela por aquí —jadeó deslizando el pulgar en su interior arrancándole un gemido—. Ves, te gusta. Un dedo no es suficiente, ¿verdad?

—Alec —protestó Jagged.

—No la estoy obligando, ni ha dicho que no. —La embistió con más fuerza, jugueteando a la vez con el pulgar, las caderas de Penny se mecieron en respuesta y gimió sin vergüenza—. La idea la ha puesto bien caliente, va a correrse antes que nosotros dos.

Y, aunque era un fanfarrón, Penny tenía que admitir que sí, la idea la había encendido al máximo, tal vez porque eso la había llevado a rememorar las atenciones de Jagged, a todo el placer con el que la había premiado por permitirle a Alec satisfacer su capricho. Estaba más que dispuesta a repetir, aunque sólo recibiera una cuarta parte de la satisfacción posterior a manos de Jagged. Dejó que sus gemidos fluyeran ahogados pero audibles, no trató de evitar que sus caderas se movieran facilitándole llegar más profundo al ser embestida. No tardó en ser incapaz de seguir respirando con el miembro de Jagged en su boca, así que se movió para que resbalase fuera cuando Alec tiró de ella, pero continuó la labor con la mano.

Sus gemidos, ahora libres, fueron coreados por los de Alec y, finalmente, se les unieron los de Jagged que la salpicó en el hombro y la espalda.

—¡Qué maravilla! —celebró Alec sentándose en el sofá.

Ella se quedó, de rodillas sobre el asiento, aferrada al respaldo respirando trabajosamente, Jagged le acarició el pelo.

—Vamos a la cama —ordenó Jagged—. Podemos seguir allí o hablar o lo que sea. Penny está cansada, tendríamos que dejarla descansar.

—No me opongo, yo también estoy cansado.

—Pues a la ducha y a dormir todo el mundo.

Jagged la ayudó a levantarse, sentía las piernas inestables, pero la sostuvieron con eficiencia para permitirle llegar a la ducha. Alec reguló la temperatura y tiró de ambos bruscamente para meterlos bajo el chorro de agua caliente.

—Esta fiesta privada es la mejor en la que he estado —declaró abriendo el bote de champú para enjabonarle el pelo a Penny—. Podemos repetirlo tantas veces como queráis.

—Mi cumpleaños no es cada semana.

—Para el de Penny entonces.

—Creo que para el mío prefiero algo relajado como un fin de semana en un spa —contestó ella divertida—, o una sesión de cine y palomitas.

—Podemos darte un masaje, ver una película contigo y después follarte hasta que no puedas ni caminar.

Penny enjabonó la espalda de Jaged y rió.

—Lo siento, creo que paso de ese plan.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Volvemos a la carga, quedan unos cuatro o cinco capítulos para el final. Empezaba a echar en faltar escribir historias subidas de tono. Este capítulo es algo corto, pero el siguiente volverá a ser largo.
Nos leemos en unos días.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top