Fiesta de cumpleaños sorpresa
El viento helado, ese que cala hasta los huesos, azotaba Siberia. Nadie podía vivir allí en un clima tan extremo, un lugar tan inhóspito y desolado que hacía para cualquier, imposible existir allí... Pero no lo era para ellos.
En el medio de la nada misma, en el desierto congelado, dentro de una cabaña acogedora, Isaac miraba impaciente por una de las ventanas que daban al pórtico del frente.
Estaba nervioso y ansioso, esperaba que su amigo y compañero de entrenamiento, pudiera lograr su tan secreta misión. Había partido hace unos días, junto a su maestro y caballero dorado Camus de Acuario, rumbo al Santuario en Grecia.
El francés, había sido llamado por el patriarca, tenía que entregar los informes del avance del entrenamiento y muy amablemente Hyoga se ofreció acompañarlo. En realidad el ruso tenía otras intenciones, planes que llevaban trazándose cuidadosamente desde hace ya 2 meses.
Una fecha muy importante para ambos se acercaba y esa era la fecha de cumpleaños de Camus. El galo siempre lo festejaba con sus alumnos, de forma modesta, tan solo con una simple torta echa por él mismo.
Este año Hyoga e Isaac quería agasajarlo de una forma diferente y con mayor compañía, he ahí la misión de su amigo rubio en el Santuario.
Ya habían pasado 3 días de su partida, y esperaba su inminente regreso. Solo esperaba que todo estuviera listo.
Caminaba por toda la cabaña, haciendo que el suelo de madera crujiera a su paso. Se había levantado temprano, hizo su entrenamiento diario, rutina que su maestro le había dejado detallada antes de irse, limpió cada rincón de la cabaña. El pastel estaba pronto a salir del horno, receta que había hallado en un libro guardado celosamente en la alacena.
Terminaba de decorar la sala con guirnaldas, cuando el sonido del timbre del horno sonó avisándole que ya estaba lista la torta.
Dejó al instante lo que hacía para retirar cuidadosamente del horno, la bandeja caliente. Tomó las manoplas y de un tirón abrió el horno, el calor que allí había le pegó en la cara, con ambas manos sacó la tortera y tembloroso y mordiendo su labio para más concentración, caminó hacia la mesada para apoyarla allí.
La desmoldo sin esperar a que se enfriara.
- ¡Mierda! - apurado termino de poner el pastel en la tabla redonda de madera, sacudiendo sus deditos y soplandolos a la vez - mierda, mierda ¡Está caliente!
Aún soplando sus dedos, apresurado, abrió el grifo del agua así poder refrescarse la quemadura.
- Mejor la dejo enfriar un poco - suspiró.
Las escaleras del Santuario nunca le habían parecido tan largas, revoleando los ojos y suspirando en señal de fastidió ¡Tenia que subir todo eso! En este momento le vendrían bien la telequinesis de Mu.
No podía darse el lujo de perder más tiempo, tenía que aprovecha que su maestro estaba en reunión con el patriarca, para hablar con los compañeros de armas y amigos del francés. Esa era su misión.
Primero pasaría por el templo del gran león dorado, seguía en la lista Virgo, el infaltable mejor amigo escorpio y por supuesto, su interés romántico, Shura. Ellos era los elegidos, entre los 12 caballeros dorados, para asistir a la fiesta que sus alumnos, que tan felizmente le organizaban.
Él era el encargado de hablar con dichos caballeros e invitarlos para que asistan, con ayuda de Aries, por supuesto. No podían descuidar sus deberes por mucho tiempo.
Un paso tras otro, un pie después de otro, a un buen ritmo, el ruso fue subiendo las escaleras.
Dejó atrás, Aries, Tauro, Géminis y Cáncer. Géminis y Cáncer en una misión por lo que le fue sencillo cruzar por allí, Aries lo dejó pasar por su templo sin ningún problema, puesto a que ya sabía a lo que iba y Aldebarán... Él estaba con Mu.
Un poco exhausto llegó a la imponente entrada del templo de Aioria, elevó su cosmos para darle aviso al guardián de quinto templo de su presencia.
No sé animó a entrar sin permiso, no fue necesario, el griego aterrizó de un salto frente a él.
- Buenos días Hyoga - saludo Aioria. Hyoga instintivamente miró hacia arriba, como buscando de dónde había salido el caballero dorado - estaba en el techo - contestó al verle la expresión de interrogante en su cara.
- Señor Aioria - hizo un pequeña reverencia mostrando respeto - usted sabe que se acerca el cumpleaños de mí maestro Camus y como usted es uno de sus amigos, quería invitarlo a Siberia para festejar su cumpleaños.
El leonino levanto una ceja, cumpleaños sonaba bien, sobre todo si habría alcohol allí.
- ¿Milo va? - preguntó rodeando al rubio - ¿Habrá alcohol?
- N.. no señor , aún no tenemos edad para comprar alcohol - sus palabras salían nerviosas y apuradas - le preguntaré al señor Milo cuando llegue a su templo.
- Bien muchacho, dudo que el bicho se niegue - Hyoga levanto su mirada sorprendido por la forma que ese hombre llamaba a su compañero de armas. Su maestro lo reprendería si se expresa así alguna vez - puedes seguir, Hyoga.
- Gracias señor.
El templo siguiente en el caminó era el de Virgo, su guardián, como siempre, estaba meditando. Hyoga ingreso con cautela, no quería molestar a su guardián, ni muchos menos ganar un tour all inclusive por los 7 infiernos.
- Shaka - llamo en un susurró temeroso.
- Aquí estoy - respondió una voz a la lejanía. El rubio se apresuró a llegar al frente de dicho caballero.
- Señor Shaka soy ... -
- Hyoga, el alumno de Acuario - lo interrumpió el guardián del templo de la virgen, aún en su posición de loto con los ojos cerrados - ¿Qué es lo que te lleva a interrumpir la meditación de tu superior?
Hyoga tembló, estaba aterrado de estar en frente del caballero más poderoso de toda la orden dorada, había escuchado que el portador del manto de Virgo poseía un poder de cosmos impresionante. Podía engañar a cualquiera, la apariencia de se joven de cabellos dorados era de mucha paz y tranquilidad.
- Quería invitarlo al cumpleaños de ...-
- Acuario, si lo sé también - volvió a interrumpirlo con su voz grave y tranquila a la vez - ¿Habrá torta? ¿Irá Leo? - cuestionó abriendo, imperceptible, un ojo.
- Si, Isaac hará una torta - se apresuró a contestar temeroso, ese joven era intimidante a niveles estratosféricos, más que su maestro incluso - y sobre Leo... Si irá, me acaba de confirmar.
- Perfecto, cuenta conmigo y ahora vete que tengo que meditar.
Sus labios estaban hinchados y rojos de tanto inflar globos. Se sentía estúpido por decorar excesivamente la cabaña, si embargo, decidió que eso no le importaba. Estaba feliz de demostrarle a su maestro cuánto lo quería y admiraba y en ese arrebato de entusiasmo, cada rincón de la sala, tenía guirnaldas y globos de colores.
Le daba igual si Camus se enojaba, estaban organizando todo con el amor que sentía por él, una fiesta... Una que el guardián de la onceava casa nunca había tenido hace mucho con sus compañeros, ni con la cabaña decorada.
Para Camus, aunque nadie lo creyera, su cumpleaños era un día especial. La primera que vez que los festejó, fue cuando llegó al Santuario, allí Aioros le había preparado junto a sus compañeros, una pequeña fiesta con un pastel y bebidas. El sagitariano al ser junto con Saga los mayores, con mucho entusiasmo y cariño, organizaba fiestas modestas para los más pequeños.
El francés ese día conoció lo que era realmente tener amigos... Una pequeña y muy variada familia. El momento de cantar el "feliz cumpleaños" fue sublime para él, ver la caritas sonrientes y felices de sus amigos, dedicándole aquella canción todos juntos, es algo que adoraba y atesoraba.
Al ser enviando a Siberia, alejado de sus camaradas y amigos, ya no contaba con las fiestas que el castaño organizaba, sin embargo, tenía dos pequeños que le recordaban mucho al él y desde ese entonces, fue él mismo el encargado de agasajar a los más pequeños, para que sientan lo que él sentía en ese momento.
Desde ahí en más, los cumpleaños del guardián de la urna dorada, se limitaron a una torta junto a los dos pequeños que más quería en este mundo.
Lo que no se imaginaba, era que ese amor y dedicación para con sus alumnos, se le retribuiría con la más bella sorpresa.
Una fiesta nuevamente con sus amigos.
Con toda la velocidad que sus brazos podían, Isaac batía la crema a mano. Una vez que tuvo la consistencia deseada, rellenó y cubrió el pastel con la crema y frutillas.
- Listo, termine - el peliverde limpió el sudor de su frente con su brazo.
Contempló a su alrededor, estaba todo perfecto y preparado a la espera de los invitados.
Bajó la mirada a su propio cuerpo, su ropa estaba llena de crema y restos de masa de torta. Su maestro se molestaría si lo encontraba tan desaliñado.
Definitivamente un baño le sentaría bien.
Al salir de Virgo se sintió aliviado, aunque al mirar las escaleras que aún le faltaba subir, suspiro nuevamente. Mejor se hubiese quedado arreglando la cabaña y que Isaac subiera todas esta escaleras.
Paso a paso volvió a subir los peldaños que faltaba para llegar al templo de Libra, para su suerte estaba vacío, rápidamente lo atravesó y llegó a toda velocidad a Escorpio. Elevó su cosmos para anunciarse sin obtener respuesta de Milo.
- ¿Dónde estará el señor Milo? - dijo para si mismo, pensando si buscarlo dentro sería buena idea - señor Milo - gritó pero no obtuvo repuesta alguna.
No podía perder más tiempo, su maestro le indicó que lo esperara en Acuario para cuando terminara su reunión. Sin tener otra opción, Hyoga ingresó rumbo a la parte privada del templo. Recorrió los pasillos y no había señal de su guardián.
Miró por la ventana de la cocina y lo encontró sentado al sol, comiendo una manzana.
- ¡Señor Milo! - le gritó haciendo que el peliazul levantará la vista.
-¡ Ven muchacho! - contestó.
El griego tenía más confianza con los alumnos de su mejor amigo debido a que lo visitaba seguido con la ayuda de Mu.
Hyoga corrió rápidamente al jardín trasero del octavo templo, donde el escorpión dorado descansaba.
- Hola Hyoga ¿Qué te trae a mí templo? Se que viniste con Camus - cuestionó una vez que el ruso se encontró frente a él.
- Vine a invitarlo al cumpleaños sorpresa que le estamos preparando con Isaac en Siberia, señor.
- Dime solo Milo, Hyoga y encantado iré - el heleno se incorporó para posar una mano en el hombro del contrario - por supuesto que llevaré alcohol - le guiño un ojo - ¿Quieres tomar algo pequeño?
- Solo agua señor... Milo, debo irme rápido, necesito pasar por capricornio antes que mí maestro termine su reunión.
- Con que capricornio he, me lo imaginaba, no podía faltar la cabra. Bien te daré agua, no retraso más, pequeño.
En menos de los que pensó ya estaba en Capricornio, Shura hablaba con Sagitario en la entrada del templo.
Aioros vio venir al rubio y paró la conversación.
- Señores, disculpen que los interrumpa - habló nervioso, Aioros le parecía simpático con ese rostro tierno y su sonrisa amable, al igual que su hermano ambos eran agradables, pero Shura tenía el rostro de la seriedad pintado en la cara, nunca lo había tratado mal ni nada, solo hablaba lo justo. No entendía cómo a su maestro podía atraerle el español. Sabía de su interés por el portador de la Excalibur, cuando escuchó, sin querer, una conversación que mantenía su maestro con Milo y Aioria.
- No te preocupes muchacho - le tocó el hombro - yo ya me iba.
Aioros se retiró, no sin antes regalarle una amable sonrisa a ambos.
- Hyoga, buen día - saludó cordialmente el caballero dorado.
- Señor Shura, lamento molestarlo ¿Quiere venir al cumpleaños de mí maestro? Isaac y yo le estamos organizando una fiesta y venía a invitarlo. Usted es amigo de él y me preguntaba si deseaba... -
- Por supuesto que asistiré muchacho, no me perdería el cumpleaños de Camus ¿Es aquí?
- No, en Siberia, pero Mu nos ayudará con su viajé y será fácil de ir - se apresuró a explicar.
- Bien Hyoga, si es así mejor.
- Gracias señor, me iré al templo de mí maestro, lo esperaré ahí.
Camus había terminado su reunión con el patriarca, se dirigía a su templo paso tranquilo y con la elegancia que lo caracterizaba.
Paso sin problema por piscis, saludando a su guardián a los lejos ya que esté estaba ocupado con sus rosas.
Apenas se encontró en la tranquilidad de su propio templo, se despojó de su calzado para sentarse como en su sofá. Se dio cuenta de lo mucho que extrañaba estar aquí.
- Maestro - la voz de su alumno lo obligó abrir los ojos y voltear hacia él - ¿Quiere un café?
- Solo si tu tomas un chocolatada y me acompañas - le sonrió.
- Claro que sí maestro, enseguida preparo todo.
- Te ayudo - el francés se levantó del sofá para acompañar al rubio en la cocina del templo de Acuario.
- Maestro - llamo mirando a Camus de reojo - ¿Cuándo volvemos a Siberia? - preguntó mientras buscaba en la alacena dos tazas.
- Mañana volveremos, está vez le pediré a Mu que nos envíe de regreso para ahorrarnos el viaje. Quiero llegar mañana mismo, quizás tenga tiempo de hacer una torta - miró a Hyoga que lo observaba con esos ojos tan claros como el cielo.
- Claro maestro, comeremos juntos con Isaac - afirmó, con una enorme sonrisa, una que escondía la más linda sorpresa que le podían dar.
Mu esperaba impaciente a sus compañeros, debían de llegar rápido, antes que el festejado aparezca para volver a su lugar de entrenamiento. El único que había llegado a tiempo era Shaka, con su regalo perfectamente envuelto, vestido con ropa invernal, esperaba sentado en la baranda del las escaleras.
- Hola Mu - el nombrado lo miró serio - lo siento me entretuve hablando con Cáncer ¿Y los demás? - cuestionó mirando a los lados en busca de los caballeros restantes.
- Aún no llegan y Camus está por venir. Por Athena, debían estar aquí hace por lo menos media hora.
- No protestes Mu, se te arrugara la frente - la voz del escorpiano se dejó oír - ya estamos aquí.
- Por el amor de los dioses, ustedes dos ¿Qué tanto hacían? - el tibetano se cruzó de brazos.
- Aioria que parece una princesa a la hora de prepararse y no paraba de echarse perfume - bromeó Milo señalando con el pulgar al leonino. Esté le pegó un codazo, avergonzado por la presencia de Shaka.
El indio dejó su lugar, tomando entre sus manos el regalo, para ubicarse junto al grupo.
- ¿Qué traes ahí? - señaló Aioria con el dedo la caja que Shaka poseía.
- Un regalo para Camus por supuesto ¿Ustedes no le compraron nada?
- Si - afirmó Milo - alcohol - levanto las botellas que sostenía en sus manos - le compramos un vino.
- Milo - reprimió el capricorniano.
- Bueno bueno, lo beberemos allí pero cuenta y tu Shura ¿Qué le compraste?
- Un libro - el español saco de su abrigo un libro envuelto en un papel metalizado azul.
- Un libro, que aburrido - habló el león dorado.
- Le tiene que gustar a él, no a ti Aioria.
- Bueno basta de charla que ya se tiene que ir. Pónganse juntos que lo enviaré a Siberia, Isaac los espera allí y luego enviaré a Hyoga y Camus.
Los caballeros se colocaron en un círculo y Mu, sin perder más tiempo, los envío a todos juntos hacia la cabaña en Siberia.
Por suerte lo hizo a tiempo, ya que la silueta del onceavo guardián se dejaba ver a los lejos bajando por las escaleras junto a su alumno.
Isaac estaba terminado de encender el fuego de la chimenea de la cabaña, hacía frío allí y los caballeros que llegarían no estaban acostumbrados a temperaturas tan bajas.
El sonido que hizo el grupo al llegar, logró exaltarlo y aliviado al mismo tiempo.
- ¡Por fin llegan! - gritó feliz el peliverde.
- Aquí estamos pequeño - Milo revolvió con cariño el cabello de Isaac.
- Isaac pequeño travieso - Aioria abrazo con cariño al alumno del francés.
- Hola muchachito - saludo Shaka posando su mano en el hombro del niño.
- Hola Isaac - saludó seco Shura, no lo hacía por desinterés, al contrario, le daba vergüenza por lo que sentía él por su maestro y estaba seguro que esos niños lo sabían.
Mu hablo con Shaka vía cosmos, avisando que Camus estaba por ser enviando.
- Prepárense todos que Mu me avisó que está por enviar a Camus - avisó Shaka.
Todos se escondieron y apagaron las luces. La única iluminación era la chimenea.
Camus y su alumno llegaron a la sala que estaba en completo silencio y oscuridad, cosa que le parecía extraño ya que su alumno de cabellos verdes debía de encontrase allí.
El grito de !SORPRESA! lo exalto a la vez que las luces se prendieron dejando ver a sus amigos y alumno gritando y aplaudiendo.
El caballero de Acuario se quedó sorprendido, felizmente sorprendido. Veía a su alrededor la mesa preparada con snacks, bebidas y en el centro un pastel, la sala completamente decorada con guirnaldas y globos de todos los colores. Las conocía muy bien, eran cosas que él guardaba para el festejo de sus alumnos.
Algunas lágrimas se escapaban de sus ojos color zafiro, tan profundos como el mar y emocionado abrazó a sus alumnos que corrieron a sus encuentro. La cara de felicidad de sus niños, era todo lo que necesitaba.
Uno a uno sus amigos fueron a su encuentro, felicitándolo y entregando sus regalos. Milo y Aioria se ganaron una mirada se reproche y luego una sonrisa cómplice, Shura tímidamente recibió un beso en al mejilla por el libró y Shaka un abrazo de agradecimiento por el juego de té.
Entre risas y charla todos comieron y bebieron, contando anécdotas de camaderia e indirectas que hacían sonrojar a más de uno en esa mesa.
La hora tan esperada y que más disfrutaba Camus había llegado, la hora de cortar el pastel.
Miraba a su alrededor a sus compañeros y alumnos cantándole y aplaudiendo. Mirar sus sonrisas, sus caras de felicidad y complicidad que ellos solo tenían despertaba algo en su interior. Los adoraba a todos y agradecía de tené a su lado a personas que daba todo por sus compañeros, a sus alumnos que amaba con todo su ser y llenaban su pecho de orgullo, agradecía por tenerlos y que le regalaran el mejor cumpleaños que podía desear y su único deseo fue que siempre estuvieran a su lado.
Las velas fueron sopladas y el anhelo de Camus viajaba en el humo que desprendían estás.
Luego de mucha bebía y juegos, la noche los sorprendió en el auge del festejo.
Era momento de irse y un muy ebrio Aioria tomaba valor para hablar con su amado virginiano.
- Camus - llamo Shaka - es hora de irnos, Mu está por llevarnos de regreso.
El sexto guardián fue sorprendido con un beso en los labios del leonino, que aunque un poco sorprendido correspondió. Camus instintivamente tapo los ojos de sus alumnos, mientras que Milo y Shura aplaudían riéndose hasta que la nueva pareja se desvaneció del ambiente.
- Shura nos toca - llamo Milo al capricorniano.
- Si, espera - seguro y decido el español se acercó para estrechar en brazos a su amor - Cam, quería saber si quieres salir conmigo el 14.
Camus se sonrojó al instante, algo se movía dentro suyo y su corazón saltaba de felicidad, no podía creer que la persona que le gustaba lo estuviera invitando a salir el día de San Valentín.
- ¿Es una cita Shura? - fue el turno del décimo guardián sonrojarse mientras los demás integrantes en la sala los miraban expectantes.
- heee... Si, es una cita - le dió un efímero beso en los labios, para luego tomar avergonzado la mano de Milo al momento que Mu los devolvió al Santuario.
Camus tocó sus labios aún sonrojado. Miró a sus alumnos que le sonreía enormemente.
- Gracia niños - los abrazó a ambos - gracias por este maravilloso cumpleaños, ha sido el mejor que he tenido - hablaba llorando libremente.
- Maestro, gracia a ti por llenarnos de orgullo, por ser como un padre para nosotros, por cuidarnos y entrenarnos.
- Lo amamos maestro.
Hola bellos lectores.
Les traigo este one shot para agasajar a mí amado acuariano en su cumpleaños.
Espero que les guste y nos leemos en San Valentín con un one shot de ShuraxAioria.
Miren que bellos es y sus piernas 😍
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