Día 6: El extranjero

¡Hola, está es la primera de una serie de historias que vienen como maratón, tras retraso de mi actualización!

En esta ocasión escribo sobre un fandom muy poco conocido, pero de gran crecimiento gracias a la pareja que la representa, ojalá les interese leer ✨.

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Tabla: Lenguaje de las flores
Prompt: Camelias - Seducción
Fandom: Owari no Seraph
Shipp: MikaYuu (Mikaela x Yuuichiro)
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⚠️Advertencias:
🍂 Este escrito NO contiene spoilers del manga, su historia está basada en un AU de universo alterno.
🍂 La historia se encuentra escrita desde la perspectiva de Yuu, principalmente.
🍂 Se hace mención del lenguaje de las flores y la temática del día combinados.

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Cuando aceptó la oferta de su tutor de trabajar allí, no creyó que sería tan catastrófico.

En el mundo siempre existe el número 3 para todo, y Yuu lo asoció a sus tres y más grandes atroces problemas en ese lugar.

Primero, Guren. Era un dolor de cabeza trabajar con el hombre que se hacía llamar «teniente coronel», y por ende, debía de dirigirse a él con cierto respeto y devoción, cuando ya era claramente un anciano refunfuñante de todo.

Y la única razón por la que aceptaba quedarse ahí, lidiando con el pelinegro de orquídeas orbes, era porque Shinya se lo pedía con ojos de cachorro, siendo que debía ser él el niño que lo hiciera, y no su tutor.

Y la preciosa floristería en la que trabajaba era toda una fantasía, porque era prácticamente la copia de las mismas del lejano París, el país del famosísimo amor. Bajo el concepto de floristería más restaurante, el montonal de gente arribaba y se formaba durante horas para disfrutar de cafés y pan bajo el techo de flores, oler flores, comer prácticamente flores.

Y eso llevaba a Yuu a su segundo y más grande problema trabajando en «Peonies», su alergia a ciertas plantas.

Parecería gracioso verlo estornudar cada vez que se acercaba a las petunias, y a veces parecía que los estornudos eran más fuertes y constantes dependiendo de los colores que llegase a siquiera mirar.

Era todo un enigma, por no decir que un castigo del diario, porque, claramente, Guren le encargaba las malditas petunias.

—¿Puedes Yuu? —preguntó con cizaña, mostrando la sonrisa sínica.

—Bête... —siseó en respuesta, alzando la regadera gigante rosada.

—Nunca le digas «tonto» a tus superiores, niñato. —renegó con represalia, apuntándole con el dedo, Yuu chasqueó la lengua.

—No se como te soporta Shinya, —emitió fastidiado, antes de retroceder para mirarlo con burla —ojalá te deje algún día.

Y salió corriendo del recinto, tan pronto escuchó las maldiciones del mayor con sus peores insultos en su contra.

Ya en la parte exterior del mismo, suspiró y caminó en dirección a la toma de agua para recolectar el líquido y comenzar a regar las malditas pero hermosas petunias de colores.

Odiaba cuando la gente lo miraba regándolas y le pedían un exagerado ramo de ellas, la nariz se le ponía increíblemente roja.

Por si fuera poco, eso lo llevaba a su tercer y más grande problema.

Una vez? cerca de las macetas gigantes de las flores, alzó por inercia el brazo en el ángulo perfecto donde el agua cayera como lluvia sobre hojas y tallos, flores y raíces. Pero sus ojos nunca enfocaban realmente su acción.

Sus irises verdes siempre se desviaban en dirección a una mesa específica de la cafetería en conjunto. Ubicada en la esquina, donde los rosales se unían a las trepadoras, y hacían la perfecta hazaña de una escalera floral, dejando caer alguna de sus flores como una luz colgante natural; y con la sombrilla de tonos rosados y la mesa de cristal, cualquiera que se sentara en ese lugar sería como un ser celestial, por tanta belleza natural.

Pestañeó confundido, alejando el brazo descuidado.

Hoy no estaba él ahí sentado.

No es como que fuera una mesa única y diferente, de hecho, la belleza se «Peonies» se caracterizaba por sus arreglos florales, tanto en los ramos, como en sus recetas de postres y platillos gourmet, todo al estilo parisino.

Solo que a ojos de Yuu, la belleza del lugar se duplicaba por la belleza del extranjero que día con día se sentaba allí a escribir.

Pero hoy no estaba, y sin darse cuenta, su corazón latió con preocupación. Por un simple extraño.

—Disculpa.

Su cuerpo dió un brinco ante la repentina intromisión de sus preocupaciones, rompiéndose el vidrio de sus delirios y girando la vista para ver al intruso. Antes de poder reaccionar, tras verlo frente a él, emitió un insulto al aire al sentir sus botas y parte del pantalón mojarse, por culpa del mal agarre de su regadera.

—Lo siento. No era mi intención interrumpirte en tu trabajo. —agregó el joven, estirando una tela, parecida a un pañuelo.

Yuuichiro lo tomó por inercia, tirándose al suelo, dándole la espalda. Su vergüenza era acumulable, y no tanto por el torpe accidente de sus ropas mojadas, sino por cometerlo ante la ausencia del joven en la mesa, que ahora yacía casi frente a su cara.

¿Tenía la intención de matarlo del susto y de la vergüenza? Porque casi lo logra.

—¿Estás bien?

Yuuichiro se maldijo por no poder tener el coraje y paciencia que solía tener con Guren y sus malas burlas. Ese joven, desconocido, y guapo por cierto, era un dolor para su corazón, porque se oprimía y después se aceleraba como loco, antes de bloquearse y revivir de nuevo, todo en segundos.

—S-Sí, si. —aleteó con la mano desde el suelo con torpeza —suele pasarme seguido, tranquilo.

El joven Amane si que era un mentiroso de primera, sin duda. Se golpeó la cabeza mentalmente por la pésima excusa, y pensó en otra mientra se reincorporaba y tomaba el coraje de mirarlo de nuevo, hasta que todo se esfumó tan pronto volvió a mirarlo, esta vez, el joven emitía una risita que trataba de ocultar con su mano en la boca.

Su cabello era rubio, esponjoso y colorido a la vista, con ese toque revuleto y caído. De tez blancquecina y rostro refinado y perfectamente geométrico. Labios con un tono parecido al durazno, posiblemente con olor a guayaba al verlo degustar constantemente de esos postres. Y por último, su más grande obsesión con él, sus zafiros, preciosas gemas azules, claras y puras como el mar y cielo, vistos en un reflejo en sus irises.

Y hoy lo miraban a él, de frente. Claramente se quedaría congelado, pues nunca esperó tenerlo de cerca.

Ese era su tercer y más grande problema, enamorarse del guapo extranjero de cabello rubio y ojos perfectos.

Lo peor de todo es que desconocía su nombre.

—¿Trabajas aquí?

Lo bueno es que el pelinegro, pareciera, se había ganado su confianza y atención. Fácilmente pudo haberse ido burlándose de él, dejándolo en la miseria. Pero no, yacía expectante de su respuesta, y aunque le era emocionante hablar con él, el tambor de su corazón le pedía a sus pies correr de ahí.

—S-Sí, hace unos meses. —respondió nervioso. Sin darse cuenta, arrugaba el delantal de flores que portaba.

—Entiendo. Este es mi lugar favorito para escribir, es tranquilo, pese al bullicio de su famoso renombre.

Yuu lo vió mirar con tranquilidad el gigante letrero. El nombre de «Peonies» aparecía con letras cursivas, y cada letra era decorada por diferentes tamaños y tonos de color, aunque todas de una misma flor.

Las famosas camelias. Según Shinya, esas flores tenían toda una trascendecia histórica en el mundo japonés, por ello, no se sorprendió que el dueño del recinto las otorgara como su marca visual, y por ende, su mayor venta cada año.

—¿Vienes diario? —preguntó lo obvio, pero claro, el chico no tendría porque enterarse de haber sido espiado por el.

—Sí, desde temprano. —declaró con sutileza, tomándose la molestia de mostrarle la famosa mesa que Yuu conocía bien.

—Excepto los fines de sema ¿cierto?

Su entusiasmó a tan vivaz pregunta se cayó tan pronto se dió cuenta de su error. ¡Opss! Los ojos zafiro del contrario se expandieron con sorpresa, inclinando la cabeza confundido.

Había mucha tierra fértil y mojada a su alrededor, era buen momento para que se abriera un hoyo y lo absorbiera.

—Si... —respondió confundido —¿estás bien?

Yuu iba a reírse, lo suficiente para aletear las manos con deje de despreocupación. Hasta que se rozó la nariz, exageradamente inflamada, roja y caliente.

La reacción alérgica había llegado a grandes extremos, el flujo de aire solo continuaba si tenía la boca abierta, comenzó a entrar en crisis.

Miró a todos lados nervioso, y se pegó en la frente con una fuerte palmada por el gran y terrible despiste de la mañana. Había olvidado su medicación de alergias, todo por andar discutiendo sobre la mermalada a untar en el pan francés.

Comenzó a maldecir en secreto, primeramente por su salud, después por el terrible momento a solas con su amado crush de meses. Y acordándose de su presencia, se giró para pedirle una disculpa, pero el chico fue más listo, y antes de permitirle hablar, le extendió un papel que contenía su medicamento.

¿Cómo sabía el que tomaba ese medicamento cada que salía a regar esas flores?

Masticó y tragó rápidamente, sintiendo el instantáneo alivio.

—Gracias, me salvaste. —alegó con exageración, otorgándole una risa nerviosa.

El choque entre el color verde y el azul fue un electrizante encuentro para Yuu, pues podía ver el reflejo de sí mismo en esas preciosas orbes puras. Se mordió los labios nervioso, apartando la mirada. De alguna forma, sintió que debía compensarle su ayuda, y lo haría a su manera.

Le dió la espalda nuevamente, y agachándose lo suficiente a las macetas de tierra, cortó con sutileza el tallo de una bonita flor blanca, gruesa y grande, con muchos pétalos formados entre sí.

—¡Toma, como forma de gratitud!

Los zafiros miraron con atención la bonita flor blanca, un espécimen que el conocía perfectamente bien. Cuando estiró su mano para recoger el obsequio, el efímero toque de sus pieles puso a Yuu más nervioso, alejando un poco la mano antes de volver a acercarse y sonreír nervioso.

El lenguaje de las flores a veces era muy complejo, pero no para un escritor con arduo trabajo de investigación. Entendió, entonces que, el pelinegro, de tierna sonrisa, quería admitirle algo en secreto al regalarle dicha flor, y de ese color.

«Estima, gratitud y admiración». Pudo captar la indirecta tras sentir su mirada todos los días, mientras el fingía escribir. Lo que Yuu no sabía, es que los zafiros también lo llegaron a mirar, cuando fingía sorber su café y el comenzaba con su ritual de alergias, contando sus estornudos, y grabándose la imagen de su medicamento.

—Gracias. —acercó su nariz a la par de la flor para percibir su aroma. Las camelias, sin duda, eran un deleite. —¿puedo pedirte un encargo floral?

Aquello tomó desprevenido a Yuu, ya que el joven se saltaba toda regla de un cliente: formarse en la entrada, pasar por la puerta obligando al timbre a sonar, ser atendido vivazmente por el o flojamente por Guren, solicitar su pedido y esperar una eternidad a que le entregaran su ramo floral.

Amane solo asintió, emocionado y nervioso a la vez.

—¿Puedes arreglarme el mejor ramo de camelias rosadas? —Yuu lo miró con sorpresa —será un obsequio para alguien.

—Cl-Claro.

Y tan pronto habló, pareció marcharse dentro de la tienda con el corazón roto. Un obsequio. Aparte de saltarse las reglas del cliente, venía y le pedía semejante favor, justamente esa clase de arreglo con ese color de flores.

Camelias rosas. Simbolizan el deseo de tener más cerca a la persona a quien se las regalas.

Maldición. Debió de imaginarlo, intuirlo. Era un extranjero, guapo y perfecto, era evidente que contaría con una fila de interesadas y una sería la ganadora de su corazón, eso era obvio.

Fue la primera vez que sintió desquicio preparando un ramo. El pelinegro era de los chicos que preguntaban la historia de fondo del ramo a sus clientes para decorarlos de acuerdo a sus intenciones, y siempre recibía grandes halagos por ello.

Esta vez, no lo hizo. No tenía intenciones de conocer quien sería la "afortunada", porqué el color rosado, porqué existía.

Pero al final lo hizo, y graciosamente lo preparó perfecto, con toda la delicadeza del mundo.

Y se odiaba mucho por ello.

Regresó a la salida del jardín trasero con el ramo en sus manos, y se agradeció mentalmente que le tapara la vista de frente, pues no quería ser visto con su cara de disgusto por el bonito extranjero.

Sintió la recepción del ramo en las manos ajenas y rápidamente borró su disgusto con una sonrisa, nerviosa y quebrada.

Yuu pensó que, tal vez, no era tan malo que las camelias fueran rosadas, mientras no fueran rojas aun existía la esperanza.

—¿Esto es suficiente? —cuestionó el chico, extendiendo el billete de mayor cantidad existente en Japón.

—¿¡Estás loco? esto es demasiado! —se quejó al regresarle el billete, renegando con la cabeza —ni siquiera es la mitad de eso.

El chico se guardó el billete pensativo, antes de mirar de reojo al pelinegro. Este suspiraba y negaba con la cabeza varias veces, creyó que por su montaje absurdo con el billete, pero de vez en cuando, las orbes esmeraldas miraban el ramo de flores rosadas, y giraba el rostro refunfuñando como un niño.

El chico era despistado, nada listo y bastante evidente. Eso lo hacía lindo.

—Entonces, te lo pago con esto. —los ojos de Yuu se abrieron sin comprender cuando recibió de vuelta el ramo, y arqueando la ceja en forma de protesta, fue interumpido antes de hablar. —Era para ti, desde un principio.

—¡¿Q-Q-Que!?

El joven extranjero se prometió grabar las tiernas y bonitas facetas del pelinegro, brincando del nerviosismo, aferrándose al ramo con cobardía y posesión, con las irires bailando de un lado a otro con un bonito brillo, y por sobretodo, el color carmín subiendo el tono de la piel morena del chico, entre sudor y calor, sus mejillas tenían un matiz coloreado bonito.

Había aguantado meses, pero creyó que ya era justo dar el primer paso, aunque fuera indirecto.

Sabía que un florista conocería el lenguaje de pies a cabeza, por ello se dedicó al estudio del mismo para idear su plan, y todo había salido perfectamente bien, mejor de lo esperado.

Mikaela sabía que el chico se llamaba Yuuichiro. Escuchó varias veces su nombre cuando el hombre mayor le gritaba para barrer las hojas de otoño del patio trasero.

Alzó por última vez la mirada al gigante letrero del lugar, las letras cursivas de cada letra eran adornadas por hermosos arreglos florales de camelias rojas, vaya alegoría.

Las camelias rojas significan «amor y esperanza», y tardan en crecer alrededor de 4 a 5 meses para ser preciosas.

Entonces el amor debía esperar ese tiempo para dedicarse.

—Soy Mikaela Shindo —se presentó, otorgándole una sonrisa que lo puso más nervioso —nos vemos pronto, Yuu-chan.

Le dió la espalda, no sin antes mirarlo con una sonrisa cómplice y seductora. Yuu antes no se desmayó, soportó la vergüenza al mirarlo irse, con ese porte elegante y esa eterna perfección que lo volvía en un chico guapo y seductor.

Vaya forma de seducir a alguien, con lenguaje de las flores, con su propia medicina.

Entonces Yuu captó que el chico lo había llamado por su nombre, y que ahora el sabía el del extranjero.

—¿Estás bien Yuu?

Guren no podría llegar a arruinarle su momento de hormonas alocadas, amor de colegio, pubertad de seducción, posible sexo invasivo en sueños; no por el momento, no ahora.

—¡No, bueno sí, agh, déjame en paz!

Corrió adentro con el ramo de camelias rosadas, y saltando como un conejillo, se lanzó a uno de los sillones y rodó como niño, asfixiándose con el olor primaveral de las camelias, sonrojándose nuevamente por la situación inesperadamente perfecta y hermosa.

Al menos, uno de sus problemas se había convertido en una emocionante aventura. Una oportunidad de convertirse en amor y un esperanzador ritual de seducción si el próximo ramo era uno de camelias rojas.

Yuuichiro amaría con creces trabajar en ese lugar, y adoraría al título impuesto del mismo, si eso pasaba próximamente.

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La verdad dudaba mucho del prompt, pero cuando me imaginé a estos dos en esa faceta, supe que sería la opción ideal para ellos.

Sé qué tal vez muchos no conozcan el fandom, pero al ser un AU es más fácil de entender. Ojalá algún día puedan ver OnS y apreciar su arte ✨.

Como siempre, este escrito no puede ser más que dedicado a mi amada esposa 😍❤️🛐 a quien metí en este fandom y enamoro continuamente con esta pareja!!!

Todo fic te será dedicado mi vida 🥹💕, ojalá algún día puedes ver este anime/manga y amarlo mucho más ❤️ aún así eres la diosa de las maravillas por leerme pese a todo 😭❤️.

Gracias a todos por el apoyo y la espera, en un rato subo la siguiente historia.

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