Día 15: Leyenda
¡Hola, casi dos semanas después! La verdad se me complicó mucho actualizar, pero aquí estoy, y aunque sea con semanas de retraso cumpliré con completar el Fictober como se debe.
Hoy les traigo una de las shipps más bonitas de todo SNK, si bien no es mi OTP, si me agrada el hecho de que se volvieran canon al final, y duele 😭💔.
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Tabla: El lenguaje de las flores
Prompt: No me olvides - amor sincero
Fandom: Shingeki no Kyojin
Shipp: EreMika (ErenxMikasa)
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⚠️ Advertencias:
🍂⚠️ Se mencionan spoilers del manga y su final, por lo que si no lo has leído es mejor evitar leer para no darte spoilers.
🍂 La historia entra dentro del universo canónico, es decir, es un canonverse con una diferencia de los hechos, volviendo un fic con la temática de "What if...?"
🍂 Se tocan a las flores "no me olvides" y su significado en cuanto al amor.
🍂 La trama gira entorno a Eren Jaeguer (el que conocemos y su faceta en la rama secundaria de su vida con Mikasa en la cabaña)
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El amor se puede contar como una leyenda, sin terminar de ser narrada.
Solo el lápiz bailando en su mano sería testigo de la infinidad de palabras silenciadas en la alta montaña, ante el precioso paisaje alumbrándose con cada amenecer, en tan pequeña y cálida y cabaña.
Arrugó la hoja de papel tan pronto los rayos de sol tocaron la madera del escritorio improvisado, construído por sus propias manos con esfuerzo; silenciosamente recurrió al escondite secreto de la cama y se enfundó en las cobijas fingiendo estar dormido, somnoliento ante el nuevo comienzo de día.
Sus pestañas largas fueron las persianas perfectas que resintieron el frío de las montañas, pero las que divisaron los rayos de sol entrantes por las gigantes ventanas de madera. Sus ojos verdes funcionaron como el visor que escuadriñó con detalle la habitación, activando al resto de sus sentidos.
Su nariz fue capaz de percibir el delicioso y tenue aroma de jazmines y vainilla.
Sus oídos fueron capaces de escuchar los pasos bailando en el piso de abajo.
Sus ojos fueron capaces de observar las ropas rosadas y rojas sobre el buró de la mesada.
Sus manos fueron capaces de rozar las sábanas y sentir el espacio frío de su cama.
Solo no podía usar el gusto, porque ella no estaba presente para robarle un beso.
El castaño arrugó la nariz y torció la boca como un puchero resignado, enfundándose aún mas dentro de las cobijas, como un escudo ligero que no lo protegía, más que del sol, y posiblemente de ella.
Eran las 10 de la mañana, lo intuyó porque las aves cantaban con más fuerza, y la potencia de las corrientes del río ya no eran audibles desde la lejanía.
Y Eren Jaeguer seguía oculto dentro de las cobijas, en espera de ella.
La realidad es que, tras el desgaste excesivo de su poder titánico, solía recaer con enfermedades con alta fiebre, dolores del cuerpo y pérdida de sangre en tos excesiva. Era espontáneo y ligero, podría decirse que nada alarmante en realidad.
Más la alta preocupación de la chica lo había mal acostumbrado a mimarse, todos los días.
Parpadeó por milésima vez en su rato libre, y entonces enfocó la preciosa y detallista obra floral sobre los balcones de la gigante habitación. Un jarrón de porcelana, uno de los objetos más caros y más preservados de su hogar, y dentro de él, un precioso ramillete de flores azules, tan puras y nítidas como el color del cielo.
–¿Eren?
Sus ojos parpadearon en un instante desesperado, sorprendido de haber sido interceptado por la sileniciosa llegada de la pelinegra a la habitación. La chica se asomaba desde la puerta, manteniendo una mano sobre la manija de la misma, con la caída preciosa de una cascada lacia y sedosa de su cabello largo, además de la bufanda adornando su cuello.
Las florecillas bailaron con el aire entrante, quien agitó suavemente las cortinas blanquecinas, como las olas del gigantesco mar, y además, los cabellos negros de la mujer bailaron como un columpio meciéndose de un lado a otro.
Era una vista espectacular para los ojos verdes, mismo que esperaba cada mañana, en secreto.
–Buenos días, Mikasa.
Su voz tenue fue acompañada con el arrastre de su cuerpo por sobre la cama, haciendo a un lado las pesadas cobijas de piel. Ante cada movimiento, la chica lo miraba a través de los preciosos espejos de sus ojos grises, un platino precioso que Eren disfrutaba perderse en ellos.
–¿Cómo te encuentras hoy?
Mikasa arribó hasta su encuentro, y limitándolo a quedarse sentado sobre el borde de la cama, llevó sus manos con cautela a la cabeza del chico, acariciando pausadamente la piel gruesa de sus cabellos, hasta deslizarse a su frente, donde le tomó la temperatura con el dorso de su mano.
El joven Jaeguer mentiría si negaba que tal afecto de caricia lo arrullaba, porque realmente lo hacía. La suavidad de la piel de la pelinegra era como acariciar la seda misma, una almohada llena de plumas. Además, gracias a la cercanía con su pecho, podía refugiarse en el latir de su corazón, pausado y tranquilo, con una melodía muy conocida.
–No siento dolor alguno. –Mikasa lo miró preocupada, con ese típico brillo en sus ojos que le dedicaba cada día, así que para asegurar su respuesta, agregó: –Te lo prometo.
El castaño tomó entre sus manos la mano derecha de la mujer, improvisadamente se irguió lo suficiente para no lastimarse, y mirándola de soslayo, acercó su mano a sus labios, depositando el cálido beso de amor sobre el dorso de su mano.
Mikasa debía asegurarse de ya estar acostumbrada, pero no era así. La caballerosidad de Eren era algo sin igual, una característica nueva en el chico que sacó a flote cuando ambos estaban solos.
El temor a corresponder los sentimientos había quedado atrás, y Eren podía llevarlo de mejor manera que ella.
Ambos vestían ropas de dormir, por lo que entre jugueteos y persecusiones de robo de atuendos, finalmente pudieron arreglarse. El vestido largo y tableado de Mikasa, hacía un bonito juego con su blusa blanca y ese suéter rosado de colores pastel. Mientras que Eren vestía sus típicas ropas marrones en conjunto con una playera blanca.
–Ven aquí.
La Ackerman acudió al llamado, y acercándose sigilosamente, mientras se acomodaba el zapato, su corazón bombeó con fuerza. Jaeguer terminaba de peinar su cabello, acomodándolo en una coleta pequeña que parecía formar un nudo gracioso en su cabeza, entonces se enfocó en ella.
La giró contra sí, y de forma juguetona, depositó un beso sobre su clavícula, teniendo como respuesta un sobresalto ahogado de la mujer. Después, su boca sintió la necesidad de saborear la delicada piel blanquecina, arrastrando sus labios por la suave piel en besos esparcidos hasta llegar a su cuello, Mikasa solo pudo ruborizarse con felicidad.
Las grandes manos del castaño comenzaron la labor de juntar todo el cabello negro de la mujer, a excepción de ese rebelde flequillo que dejaba caerle por el rostro a propósito, era uno de sus encantos. Fungiendo sus dedos como un peine, cepilló el cabello hasta las puntas, y lo reunió en una perfecta coleta, misma que atrapó con una liga de color rojo.
Una vez que la soltó, la chica lo miró de soslayo sonrojada, débilmente atrapada por degustar de las caricias del castaño. Entonces bajó la mirada y levantó sus brazos en su dirección, mostrándole ante sí la bufanda tejida roja de siempre.
–¿Podrías?
Eren sonrió en respuesta. Llevó sus manos hasta la prenda y la desdobló con cuidado, percibiendo el rico aroma de la chica, esa deliciosa combinación de la vainilla con las cosechas de frutos rojos del jardín trasero de su hogar.
–Por supuesto.
Las florecillas azules bailaron como fondo de su ritual de amor, aquél que consistía en abrazar a la chica con la bufanda roja por el cuello, atrayéndola contra sí para robarle un suave beso en los labios, antes de perderse en el universo del otro con el choque de sus miradas, mientras sus manos inconscientemente realizaban los dobleces de la prenda.
Cada mañana era un nuevo comienzo para ambos de irradiar su entorno de amor escondido, evidentemente correspondido ante las adversidades del mundo.
Eren Jaeguer pudo correr el riesgo de ser asesinado, intentando erradicar en el mundo su cataclismo infernal.
Mikasa Ackerman pudo dejar su vida atrás y comenzar de nuevo junto a las raíces de su madre en un nuevo mundo.
Pero ninguno lo aceptó, el amor entre ambos fue lo suficientemente fuerte para anclar sus deseos.
Entre liberar miles y ser los héroes, prefirieron ser felices con uno y desaparecer de todo.
El paisaje de las montañas había sido la mejor selección de su nuevo hogar. Una montaña que traía para ambos los recuerdos de su vivaz primer encuentro, aquél donde la sangre corrió sin precedentes y la bufanda que enrrolló el comienzo de un amor unilateral que crecería con el tiempo.
Tomados de las manos, pasearon sobre el gigante campo de flores. Bailando y reviviendo entre fuerte colores, flores que aromatizaron el ambiente naturalmente, un paisaje precioso que sería envidiado por muchos.
–Considera esto como una pizca del gigante amor que te quiero brindar...
Las manos tersas del castaño se estiraron lo suficiente para acercar a la pelinegra una preciosa flor azul. Los cinco pétalos de la misma estaban perfectamente definidos, además del llamativo centro amarillo que parecía formar un bonito pentagrama. El azul claro de sus pétalos era un enigma apreciable de admirar, como todo un arte.
–Amor tan desesperado como eterno...
Mikasa sonrió mientras llevaba la flor directo a su nariz para percibir su aroma, parecido al de la vainilla. Genuinamente el color azul era uno de sus favoritos, Armin aparecía en su cabeza cada que veía las flores, y se preguntaba si estaría bien. Pero también el verde era su favorita, no solo por la flora a su alrededor, sino por las esmeraldas que siempre la veían.
Recostándose sobre el campo, abrazados por las pequeños retoños de flores madurando para la primavera, juntaron sus cuerpos mientras se miraban de frente. Entonces se abrazaron, teniendo esa necesidad de enroscar uno de sus brazos en la cintura del otro mientras cerraban sus ojos.
El amor era el detonante perfecto para obligar al castaño a besar el puente de la nariz de la chica, y Mikasa, por el otro lado, aceptaba el gesto con la mañía de buscar atrapar la bufanda, alejándola levemente de su cuello mientras cerraban los ojos y se dejaban consentir mutuamente.
Eren terminaría el capítulo del día con las frases de todos los días. Asegurándose de que Mikasa durmiera profundamente, se levantaría con cautela y se sentaría a escribir la enseñanza del día.
"Pudo convertirse en princesa de otro linaje, pero optó por quedarse conmigo y convivir con las flores que aromatizan nuestro entorno. Ella es feliz cada que mira las flores «no me olvides» de nuestra habitación, no aguanto no poder besarla y perdernos en la mirada del otro. Es tal como se lo prometí, le enrollaría la bufanda las veces que quisiera, por siempre."
Tomó la hoja de papel anteriormente arrugada y la besó, como si con ello cerrara alguna clase de pacto de amor. Y depositando la hoja debajo del florero de las preciosas flores azules, regresó a la cama y escondió en su pecho a la pelinegra para tenerla cerca de él.
La amó, la ama y la amará todos los días, prometiéndose hacerlo hasta que las flores «no me olvides» se marchiten. Y eso era imposible, porque eran las flores de los ángeles y de Dios.
Y también eran las protagonistas de su leyenda, que no se la narraría a nadie.
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Morí de fluff, y la cantidad de fanarts de ellos en este mundo me hicieron volar la imaginación para escribir esta historia.
¿Saben cómo se ven las flores «no me olvides»? Ahora les enseño:
Este es un regalo de cumpleaños 🎁 súper atrasado para ti, mi vida GabyJaeger 🥺💕 perdóname por la tardanza y espero que lo disfrutes, fue todo un reto escribir sobre ellos y espero haberlos plasmado bien y cómo tanto te gustan 🥺❤️.
¿Qué opinas de este final temari05nara_? Yo veo a Eren feliz junto a Mikasa de esta forma 😭, ojalá te guste el escrito, también te lo dedico a ti mi diosa 💕🛐✨.
Estaré actualizando estos días con todos los escritos atrasados, espero que les guste y gracias por la espera, nos vemos ❤️.
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