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Tema no. 2
¡Traje!
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꒰ ͜͡➸ Palabras: 763
꒰ ͜͡➸ Shipp: ninguno en concreto, pero hay boda
꒰ ͜͡➸ Personajes: Austria (Roderich) y el gender confused trío: Italia (Feliciano), Polonia (Feliks) y Hungría (Elizabeta)
꒰ ͜͡➸ AU: ninguno
—Supongo que se preguntarán por qué los reuní aquí —comenzó Austria una vez les llevó el té a sus visitas que le esperaban en el jardín. Miró a Hungría, Italia y a Polonia por encima de sus gafas, sentándose derecho y después subiéndolas con un solo dedo.
—Ay, Rorro, o sea, como que ya es mucho misterio, ¿no? Totalmente. Mejor dinos porqué nos reuniste a los tres.
—En realidad solo había llamado a Italia y a Hungría. Tú te colaste y después te comiste todas mis galletas, y no me digas Rorro.
Era verdad. Cuando citó a Italia no se imaginó que traería consigo a Polonia. Iba a pedirle que se retirara, pues creía que llegar de inoportuno era de muy mal gusto, pero Hungría se había puesto muy feliz de ver al polaco y se habían fundido en un abrazo muy afable. Después ella les invitó a pasar, se sentaron, se rieron escandalosamente y se comieron las galletas antes de que llevara el té. De manera que, aquella queja de parte del austriaco era injusta con el polaco, había sido un trabajo en equipo, pero eligió culparlo.
—¡¿Eh, me vas a echar?!
—De ninguna manera. Eso sería muy grosero.
—Austria es muy amable, ve~ —comentó Italia con ignorancia fingida, pues sabía que era responsabilidad suya que Austria se hubiera enojado, pero prefirió diluir el tema.
—Bueno, no nos distraigamos más, por favor —interrumpió Hungría, no le gustaban las conversaciones que no llevaban a ningún sitio.
Los varones miraron a la única fémina del grupo. Austria entendió que ella tenía razón, y se aclaró la garganta para reanudar su diálogo.
—La razón por la que los reuní es para anunciarles que me voy a casar dentro de poco.
—¿Otra vez? —preguntó Italia con algo de pereza en su voz. A lo que el anfitrión se ruborizó de la vergüenza y alzó la voz.
—¡No reacciones como si estuvieras en un entrenamiento!
—Ay, Rorro. ¡Quiero decir, Rodi! Ya sabes cómo es Feli. Tenle paciencia. ¿Si?
—Es verdad. Ita-chan siempre ha sido así de sorprendente —añadió Hungría acariciando la cabeza del italiano, como si fuera un perrito—. Aún así, es un joven lindo y gentil.
—¡Guau, guau!~
—Primero, Polonia, no me llames Rodi. Segundo, por favor no se desvíen del tema. Quería darles sus invitaciones a mi boda, quiero que sean mis invitados de honor.
—¿Yo también?
—Sí, Polonia. Hubo un error con la imprenta y salió una invitación honorífica extra, así que puedes tomarla.
Austria les entregó a todos sus invitaciones al deslizarlas en forma de abanico sobre la mesa. Hungría la sostuvo y la leyó mientras sus manos reposaban sobre la mesa. Italia la sujetó con las dos manos y las estiró delante de él, aunque Austria no sabía si la leía, pues tenía los ojos cerrados aún. Polonia la levantó con la mano derecha y la puso a contra luz. Tuvo que estirar el cuello y levantar la cabeza para poder leerla.
—El código de vestimenta va a ser de traje y vestido. Así que por favor, asegúrese de cumplir con eso.
—¡Cuando me presente, me veré tan fabuloso, que todos los demás querrán cambiarse de ropa!
—Creo que, en ese caso, iré de compras para ir bien vestida —pensó Elizabeta en voz alta, aún mirando su invitación.
—¡Ah, Hungría, deberíamos ir juntos de compras a mi casa, ve!~ yo te llevo en mi auto, nos la pasaremos bien y podemos pasear en una góndola, ve~
—¡Oh, eso me encantaría, Ita-chan! ¿Realmente está bien si vamos juntos?
Italia asintió con la cabeza repetidas veces, después se giró a Polonia y le habló: ¿Polonia, tú también vendrás? ¡Podemos divertirnos los tres!
—O sea, totalmente sí. Cuenten conmigo. Como que, me ayudaría mucho el buen gusto de ropa que tienes, Feli, y tu dulce voz, Eli.
Austria sonrió orgulloso, le gustó ver que sus tres invitados se habían emocionado por su boda. Le dio un sorbo a su té, imaginando lo satisfactorio que sería ver a todos los varones con sus elegantes trajes, como unos soldaditos de aparador. Ya podía imaginar que, quizás, Italia y Polonia usarían corbatas a juego, y que ambos escoltarian a Hungría en la fiesta como unos caballeros. Eso simplemente era placentera la imagen de un sistema funcionando equilibradamente, como todo debía de ser.
Sin embargo, no fue sino hasta el día de su boda, que se arrepintió de no especificar que los hombres debían usar el traje y las mujeres el vestido. Creyó que era obvio, pero su error fue no subestimar al trío de género confuso.
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