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Tema no. 17
¡Chocar!
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꒰ ͜͡➸ Palabras: 1,488
꒰ ͜͡➸ Shipp: PruAme y GerNyo!ita de secundaria.
꒰ ͜͡➸ Personajes: Prusia (Gilbert), Estados Unidos (Alfred), Alemania (Ludwig) y Nyo!Italia (Felicia).
꒰ ͜͡➸ AU: Otakus (?) No naciones, almas gemelas.
꒰ ͜͡➸ Nota: desde que miré que Italia hacía cosplay y Alemania dibujaba manga me dieron unas enormes ganas de hacer algo por el estilo. Espero que no les de cringe. Perdonen a mi Gilbert por como se expresa, no lo hace con mala intención.
En un mundo donde puedes tener pistas de quién es tu alma gemela, habían quienes deseaban fuertemente poder encontrarse con ella. Gilbert Beilschmidt era una de esas personas.
Las primeras palabras que tu alma gemela te diría al encontrarse contigo, aparecían en alguna parte de tu cuerpo como un tatuaje. Gilbert tenía su tatuaje en la espalda, justo donde suponía estar la columna vertebral, a la altura de los hombros, escrito de manera vertical:
"A
h,
S
o
r
r
y!"
Muchas veces se preguntó bajo qué circunstancias esas podrían ser las primeras palabras de su alma gemela. Cuando era un niño, de hecho, pensaba que tal vez su alma gemela seria una niña muy hermosa que le pisaría un pie en el receso de la escuela, o quizás sería un ángel que caería del cielo y se disculparía por aplastar su castillo de arena.
Cuando fue adolescente, comenzó a abrirse a la posibilidad de que su alma gemela pudiera ser un chico. Quizás extranjero, dado a que su tatuaje era el único de su curso que estaba en inglés. Así, pues, comenzó a entrar a los clubes escolares dónde habrían estudiantes de intercambio de habla inglesa. Todo con la esperanza de poder encontrarse con esa persona. Sin embargo, en todo el bachiller no tuvo suerte.
Al cumplir sus veinte años y entrar a la universidad, se dijo, que tal vez, su alma gemela estaría al otro lado del mundo, quizás Inglaterra, Estados Unidos, Canadá también podría ser una opción. De manera, pues, que se propuso a pedir intercambio en sus próximos semestres para esos países y poder buscarla.
«¿Por qué te estás esforzando tanto? —preguntaron sus amigos alguna vez—. ¿De verdad tienes tantas ganas de encontrar a esa persona?»
Por supuesto que sí, todos en su familia habían podido reunirse con su alma gemela: sus padres, sus primos nórdicos, incluso su hermano menor, Ludwig, se encontró con su alma gemela en una de esas convenciones de raritos. No era por presumir, pero eso último fue gracias al asombroso él, por supuesto.
Desde que Ludwig tenía doce y Gilbert dieciséis, su pequeño hermanito comenzó a demostrar talento para dibujar manga y cosas de raritos que no se bañan. Ludwig se había mostrado tímido al principio, pero Gilbert siempre le animó a cultivar ese talento tan asombroso. Le alentó a practicar, a abrir su propia página en internet para tener seguidores, fue el primer cliente de su hermano cuando éste se atrevió a abrir comisiones. Incluso, lo acompañó a su primera convención para poder vender dibujos. No habían podido conseguir una mesa y un espacio, así que lo hicieron como vendedores ambulantes, con la carpeta de dibujos de Ludwig en las manos, y Gilbert consiguiendo clientes con su maravillosa carisma.
Fue entonces cuando, aleatoriamente, llamó la atención de una de esas chicas, que se vestían como las monas chinas de los animes de su hermano, pero reconoció que estaba vestida como Mai, de King of Fighters. Le mostró los ejemplos que él tenía en las manos, y la chica, claramente sorprendida, miró a Ludwig y le dijo: "guau, dibujas hermoso."
Fue así como Gilbert había reunido a su hermano con su alma gemela. Se enorgullecía de eso. Sin embargo, empezó a considerar que sería momento adecuado de poder hacerlo igual por él mismo, e inició los trámites para su intercambio.
En una ida a la escuela, su padre no pudo prestar su auto, de manera que Gilbert tuvo que usar el metro. Cuando subió, le llamó la atención un joven de cabello rubio que se había quedado dormido. Tendría quizás la edad de su hermano, y hasta estaba roncando un poco. Le pareció gracioso pero prefirió dejarle dormir, así que viajó de pie. Fuera de eso, no había pasado nada particular. Transcurrieron quizás veinte minutos antes de que ese chico se despertara y mirara a través de la ventana. Murmuró una grosería en inglés y se puso de pie para ir a la puerta del metro antes de que cambiara de parada.
Corrió tan rápido que chocó con Gilbert, quien estaba en su celular.
—Ah, sorry! —exclamó y bajó del vagón de un brinco.
—Está bien, no te preocupes —alcanzó a decir antes de que desapareciera.
Fue entonces cuando el vínculo de almas gemelas se activó. Ambos sintieron cosquillas en las partes donde tenían sus tatuajes, como un hormigueo. El aliento se les fue del cuerpo, sintieron que su corazón se detuvo, que habían quedado afónicos. Ambos se giraron y se vieron directamente a los ojos, con la expresión más pasmada que pudieran esbozar, casi se habían congelado en sus lugares. Solo reaccionaron cuando las puertas del vagón se cerraron y el transporte se puso en marcha.
—¡Espera! —gritó Gilbert y corrió a las puertas, pero fue demasiado tarde. No pudo salir.
El resto del camino se lamentó mucho, pues se había encontrado finalmente con su alma gemela y la perdió en ese mismo instante. Ni siquiera sabía su nombre.
Los siguientes días Gilbert estuvo muy deprimido. Ahora que sabía que su alma gemela estaba en ese mismo país, ya no tenía motivos para ir de intercambio. Sin embargo, los trámites ya estaban empezados, no podía cancelarlos. De manera que, el mes próximo, estaría estudiando en Inglaterra. Tenía miedo, pues no quería que por culpa de su ausencia su alma gemela se extraviara en el resto del mundo.
Pensaba que jamás volvería a encontrarse con él.
Nunca olvidaría sus hermosos ojos azules, como dos zafiros. Su peinado tan juvenil. Su pequeño mechoncito de cabello que brotaba de entre la melena. Su voz, esa voz un tanto graciosa pero inconfundible. Sin lugar a duda se había enamorado a primera vista. No obstante, había una leyenda que decía, que una vez encontrada a tu alma gemela, el destino se encargaría de que volvieran a unirse sin importar las veces que se separaran.
Transcurrió un mes, faltaba una semana para que Gilbert se fuera, pero fue capaz de acompañar a su hermano a otra convención de raros. En los últimos años Ludwig se había vuelto un artista famoso en la comunidad, así que pudo obtener un espacio en la convención para poder vender sus dibujos. Su novia Felicia también les acompañaba, ella había entrado a un concurso de esa gente extraña que se disfrazaba de personajes de anime. Incluso ambos habían logrado tener su propia comunidad, así que ya algunas personas que les conocían en internet y apoyaban su arte, habían ido a apoyarlos en esa ocasión también.
Gilbert siempre había sido muy guapo, de manera que no se salvó de las extrañas chicas que le pedían que fuera el "seme" de sus amigos. Sea lo que fuere eso... Le ponía incómodo. Más aún cuando llegaban otras y le pedían que "hiciera Yaoi" con los chicos que se vestían de monas chinas. No entendía muy bien por qué a su hermano y a su cuñada les gustaba rodearse de esa gente tan extraña. Le dió un alto cringe estar ahí, incluso más del que a la Yossi le dió escribir eso.
Finalmente, el concurso de su cuñada había comenzado. Ludwig le pidió que de favor la acompañara, pues no quería que los "otacos" se aprovecharan de ella o algo así. Sin embargo, mientras acompañaba a Felicia, un imbécil vestido del capitán América chocó él.
—¡Lo lamento! —se disculpó el raro.
—Está bien, no te preocupes —Gilbert trató de sonar amable, pero la verdad ya estaba demasiado incómodo, así que podría ser que su voz no haya sido del todo amable. Esperaba que ese raro desapareciera, sin embargo, no lo hizo, solo se le quedó mirando como pendejo. Eso le puso más irritado todavía—. Bueno... Me voy... Suerte.
Para cuando el concurso terminó, Felicia sacó el cuarto lugar. Decidió que ya no quería estar entre tanto raro, olían medio feito. Así que cambió de lugares con Ludwig; él ahora estaría afuera para vender los dibujos y Gilbert se quedaría a cuidar el puesto. Se trató de entretener en su celular, hasta que se sintió observado. Miró discretamente en dirección donde sentía la mirada, y solo vió al Capitán América observando su puesto desde la distancia.
«Genial, le gusto al loco» pensó. Pero hizo su mejor esfuerzo y le ignoró. Pero después, el Capitán América se acercó al puesto.
—Este... Uhm, h-hola...
—¿Qué hay? —alzó su ceja. Miró como sus manos temblaban debajo de los guantes del disfraz, pero no le decía nada—. ¿Vas a comprar algo?
El joven respiró pausado. Después negó con la cabeza, y se quitó la parte del disfraz que cubría su rostro. Entonces Gilbert quedó en blanco cuando miró esos ojos, ese cabello. Sintió como si un rocío le refrescara el corazón, como si el cielo de su mundo se despejara y el sol pudiera brillar, sintió que estaba volando. El joven se aclaró la garganta, y dijo:
—Me llamo Alfred... Y creo que soy tu alma gemela.
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N/A
AAAAAHHHH alto cringe me dió la parte de la convención, pero creo que fue un poco divertido, recuerdo cuando iba a convenciones y me encontré con ese tipo de personas... No es un recuerdo agradable, pero fue algo divertido hacerlo.
Espero que no les haya molestado cuando rompí la cuarta pared, es que la situación era perfecta xd
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