No te atrevas [Oneiros&Shion]
La amenaza esta clara en el aire, junto a la mira de Shion y esa forma amenazante en que lo está señalando.
El, por su parte, se mantiene dentro del agua sin miedo alguno, sosteniendo a su hijo de cinco años desde las axilas y que solo mueve los pies de vez en cuando como si intentara tocar el agua con los pies, balanceándose de vez en cuando de una manera en que lograba hacer que a Shion se le erizaran los pies y se pusiera todavía mas nervioso de lo que ya estaba.
—No... Te... Atrevas...
Oneiros lo observa, antes de regresar su mirada a Hamal quien continua impasible y entretenido mientras esta suspendido, observando el agua de mar que le llega a las rodillas, encendiendo su cosmos ligeramente cuando vio una aleta salir a la superficie del agua y posteriormente darse la vuelta cuando sintió la amenaza que era el aura del dios menor.
—Shion, tiene que aprender.
—Oneiros, no te atrevas a meterlo al agua.
—Ya hablamos de esto.
—Si, y habíamos quedado en que ese tiburón no lo íbamos a aceptar.
—No íbamos a deshacernos de él, es el regalo de un amigo.
Es mientras discuten que baja los brazos, reaccionando rápidamente a alzarlos de regreso en cuanto vio la manera en que Shion parecía estar a punto de tener un ataque al corazón, el miedo latente en que Hamal toque el agua y el animal le haga daño, a pesar de que su pequeño hijo parecía estar esperando con ansias el momento en ser soltado para meterse al agua.
—¡Tráelo aquí en este momento!
—¡No puedo, debo forjarlo como hombre!
—¡No vas a forjar nada, maldita sea! Estas mas que advertido, pones su vida en riesgo y te voy a matar mientras duermes.
Es un instante en que Oneiros y Hamal se miran mutuamente, antes de regresar su atención mutuamente a Shion, cuya furia parece estar a punto de alcanzar un nuevo nivel, sobre todo cuando el dios menor capta que su compañero no esta pensando con claridad, ya que fácilmente le podría arrebatar al niño con sus poderes, pero aun no lo ah hecho. Si es que se nota que estar lejos del Santuario le hace sobreproteger a su hijo, no como a los otros que a esa edad de seguro ya los mandaba a entrenar.
—¿Podemos tener otro?
—No Oneiros, no vamos a tener más hijos.
El de cabello plateado mantiene el contacto visual un momento más, antes de perder el interés y volcar toda su atención repentinamente en Hamal, a quien finalmente baja hasta que es capaz de tener el agua hasta las rodillas.
—Vas al agua.
—¡Oneiros, no!
Iba a matar a este hombre, dios menor, padre desnaturalizado, lo que sea, aunque fuera lo último que hiciera.
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