Enemigos [Oneiros&Aspros]

Se supone que debían de odiarse entre sí, pelear uno contra al otro debido a la diferencia de ideales, por el bando al que pertenecía cada uno, por lo que buscaba obtener mediante la guerra que estaba por librarse en menos tiempo de lo esperado.

Se supone que deberían de ser enemigos.

En ningún momento se suponía que compartieran momentos a solas, sentados uno al lado del otro en aquel ficticio jardín, del que ya no deseaba despertar, porque la calma que lo rodea le tranquiliza por completo, las mariposas de fantasía que vuelan a su alrededor son tan llamativas que se podría pasar horas mirándolos y la compañía de Oneiros... La silenciosa compañía del dios menor era la distracción que necesitaba para despertar al día siguiente y poder intentar seguir viviendo, seguir peleando contra si mismo y avanzar hasta el punto donde su existencia era necesaria.

Antes de intentar descansar.

Suspira silenciosamente, enfocando su mirada en Oneiros quien permanece en silencio y estoico a su lado, mirando al horizonte sin fin que era su sueño determinado mientras estuviera en esa prisión, demasiado a gusto con lo que se le había dado como para tan siquiera pensar en cambiar algo.

Y entonces lo ve, es casi imperceptible, pero alcanzo a notar el momento justo en que Oneiros se tenso ante una mariposa que se acercaba repentinamente a su rostro, manteniéndose lo suficientemente quieto y atento a sus movimientos, como si esperara a que esta se fuera a parar en alguna parte de su rostro, antes de pasar de él y dirigirse hacia su largo y medio enmarañado cabello, el cual estaba siendo rodeado por varias mariposas más, todas de ese mismo color azul que parecían soltar brillos conforme se movían por todo el lugar, tan fantasiosas como el sueño en el que se encontraban descansando.

No podía sentir miedo ante su enemigo, no, mentira, en realidad, era incapaz de sentir cualquier cosa mala hacia él, sabía que era malo confiarse de esa manera, pero con alguien que se ponía así por que una mariposa se le acercara.

Fuera un engaño o no para ganarse su confianza o hacer que bajara la guardia, lo estaba logrando de manera increíble y no pensaba hacer absolutamente nada para que la situación cambiara a su favor, después de todo, él no tenía ningún interés en esta guerra, no quería participar, independientemente de lo que dijera el Oráculo, el no deseaba verse envuelto en todo eso.

Solo quería quedarse ahí, al lado de Oneiros, durmiendo eternamente en su ficticio sueño.

—Aspros, es hora.

Abre los ojos, notando entonces que la mano de Oneiros sostiene un mechón de su cabello, del que cuelgan varias mariposas azules, obviamente enredadas tras haberse intentado colgar de el como si se tratara de la corteza de un árbol, siempre era raro verlo por sí mismo, aunque por la manera en que Oneiros parecía disfrutar de observar aquello, casi podría jurar que le gustaba verlo.

Y si no tuviera los pensamientos destruidos y su compañero no fuera un dios menor que decía poco interesarse en los mortales, podría intentar soñar que sus gestos y algunas miradas eran de "amor" imposible de saber si de alguna manera fuera "verdadero" o "sincero" pero poco importaba, porque si el sentimiento estuviera ahí, entonces tal vez tendría menos remordimientos en seguir viviendo, porque bien podría significar que podía sentir algo así y que alguien más lo sentía por él.

Pero para algo así, era mejor soñar, después de todo, estaban ambos atrapados en un bello sueño y no había porque desperdiciarlo.

—Esta bien, hazme despertar, regresare mañana.

—Te esperare.

Lo veo soltar su cabello lentamente, antes de levantarse, en su siguiente parpadeo, despierta dentro de su cabina en el barco donde esta viajando, el movimiento le sorprende por un instante antes de reponerse, mirando a través de la ventana al cielo que lentamente se va iluminando, respiro profundo antes de empezar a sentir esa parte de el que tanto odiaba, arrastrándose lentamente, como si se estuviera estirando después de dormir lejos de sus pensamientos, probablemente aburrido por no ser capaz de torturar sus pensamientos como solía hacerlo al principio.

Alzo la mirada al techo de la cabina, antes de levantarse, dejando la cobija a un lado y empezando a prepararse para desembarcar en el siguiente puerto donde llevaría a cabo su misión. Acaricio su cabello ligeramente con sus dedos, buscando ese mechón donde había visto a las mariposas colgarse y tener dificultades en desenredarse.

Algún día, eso dejaría de ser momentáneo y su sueño, seria eterno.

No importaba si su traicionera mente le dijera que finalmente había terminado de la peor manera posible, deseando estar con alguien mas en lugar de seguir dedicando su vida a su señora. Pero tan acostumbrado estaba de escuchar aquello, que fácilmente tomo su Pandora box y siguió su camino, después de todo, aun faltaba para poder conseguir lo que realmente quería y finalmente poder librarse de aquello que tanto le aquejaba.

Si, su verdadero enemigo, al final, solo era el mismo.

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