Hiro había escondido lo mejor que pudo aquella caja.

Era una caja negra de un suave genero, bastante elegante a la vista.

Planeaba dárselo a su amada Zero-Two en su aniversario, junto a una caja de chocolates rellenos con pasta de judías rojas, mientras veían la lluvia de estrellas que se había anunciado hace semanas.

Planeó todo hasta el último detalle, en especial el como le entregaría la caja negra a Zero-Two.

El azabache se inclinaria, en medio de la lluvia de estrellas, abriría la caja mostrando su aterciopelado y rojizo interior para dejar a la vista el anillo de oro rosa con la esmeralda puesta.

Era una perfecta propuesta de matrimonio.