Día 8. Dolor:




No hay dolor más grande que el de una traición, pero éste se multiplica cuando el que te traicionó fue a quien más amabas, a quien le entregaste todo tu amor, un amor que tal vez no fue perfecto, que estuvo plagado de errores, nuevas experiencias, y aunque no pudiste darle todo, te enfrentaste a tus peores temores por la persona amada, pero cuando ésta rompe tú confianza, tu verdadero yo sale a flote, tu roto corazón te ciega, porque crees que eres el responsable de la traición, te acusas a ti mismo, marcas una y otra vez tu errores, tachándote de imperfecto cuando tal vez los dos lo eran.

Noche tras noche, siempre en el séptimo mes, sufriendo entre gritos y sollozos, intentando alejar a la soledad, deseando dejar de lado el horrible recuerdo de la lluvia mezclada con la pólvora, la sensación del barro en sus rodillas y el calor de las lágrimas que sin permiso trazan marcas en sus mejillas, porque nunca olvidará ese cuatro de julio, el día en el que la traición tocó su puerta.

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