No había forma de medir la altura, anchura o profundidad de su amistad. Un 'te quiero de aquí a la Luna' era demasiado poco para ambas, y un largo historial de experiencias las respaldaba.

Juntas en el instituto, entre almuerzos y exámenes, líos de chicos guapos y de chicas mentirosas. Juntas cuando se graduaron y las responsabilidades crecieron. Forjaron distintos destinos, buscaron caminos diferentes, pero sus corazones y mentes seguían unidas en un mismo sentimiento.

Su amistad no era perfecta, no estaba exenta de problemas y malentendidos, pero no permitieron que nada derrumbara lo que tenía tanto valor para ellas. Sucrette y Rosalya compartían un amor más profundo que el de hermanas.