Odiaba la soledad, desde que era niña estaba sola, no recordaba nada desde cierta parte de su infancia. Pero una voz siempre le era reconfortante, era una voz tan tranquila que la calmaba en medio de su soledad.

— "Un día vas a salir... ya no vivirás en la oscuridad, pero aún no es momento..."

— "¿Cuándo lo será...?"

— "Pronto, Luni... pronto."

Luni... ¿Ese era su nombre? No lo sabía, pero él siempre la llamaba así, y a ella le gustaba, así que su nombre debia ser ese.

En la soledad de la oscuridad, una niña de ojos y cabello turquesa dormía, desde alguna pantalla un chico de ojos azules y pelo de un tono más oscuro sentado en algún lugar en la misma soledad, la observaba con una cansada sonrisa.

Ella era su orgullo, ella era su hija, pero no podía tenerla aún en sus brazos... debía protegerla. Y sólo podía desde la profundidad de la propia soledad.