Muerte

Ahora los tres lloraban, Daisy desde la cama de hospital, Lucas a un lado de ella y Melnya arrodillada sosteniendo la mano de su hermana. Ninguno quería que la conversación terminará, porque el final sólo sería “adios”.

— Eso… quería… pedirles… —La de cabellos dorados sonrió aun llorando, los otros dos estaban confundidos. — Cuiden… de ella… va a… necesitar… a su padre… y a su tía… cuando…

— ¡También necesitará a su madre!

— Es cierto… hermanita... pero… su madre… no lo… logrará…

— ¡Si lo hará! Serás una excelente madre.

— Y tu… un buen... padre… jejeje… —Su voz decaía cada vez más, ya ninguno lamentaba el llorar. — Por eso… prometanme… que… la cui… darán…

Silencio. El único ruido presente era el pitido de aquella máquina que registraba los latidos de la rubia. Se le sumó el grito desesperado de una chica y los lamentos de un joven.

Las enfermeras se vieron obligadas a sacarlos y sedarlos, ambos estaban igual de afectados, ella por haber perdido a su hermana y mejor amiga, él por haber perdido a la que era su gran amiga y compañera. Ambos la habían perdido en las manos de la muerte.

“El Hanahaki es una enfermedad de amor. Flores comienzan a brotar en los pulmones del enfermo, debido al amor de este. Si el amor es correspondido, las flores florecerán y el afectado a salvará. Pero si el amor no es correspondido, las flores se marchitaran y el enfermo morirá.”

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