My House
Caminó con la cabeza baja. Si hubiera podido usar una gorra y unos anteojos oscuros lo hubiera hecho, pero él sabía que iba en contra de las reglas de la escuela, además, él no era exactamente un personaje invisible. Sonic entró a la escuela muy temprano ese día, de esa manera se toparía con menos estudiantes, o eso pensó cuando alguien grito su nombre a sus espaldas, haciéndolo estremecer.
–¡Espera, Sonic!– escuchó a Tails mientras sus pisadas rápidas se acercaban a él.
–Demonios– masculló deteniendo su marcha.
–¿Cómo te fue con...– pero calló al verlo –¡¿Qué te ha pasado?!– gritó el zorro exaltado.
Sonic suspiró con cansancio para obligarse a sonreír y decir la mentira que había practicado todo el día de ayer.
–Me caí de mi Extream Gear– mintió con una amplia sonrisa.
–¡¿Eso te dejo ese enorme hematoma en el ojo?!
Asintió divertido y empezó su marcha nuevamente, explicándole cómo es que había perdido el equilibrio y había caído de bruces; un evento de lo más torpe y divertido, aunque la realidad era otra. Las cosas en casa no habían estado bien luego de que Amy hubiese golpeado a Shadow. Padre se había encargado de sermonearlo por la conducta inadecuada de su invitada, a pesar de que él intentó excusarse diciendo que había sido culpa de su hermano, Padre no le creyó como siempre, y no tuvo más que disculparse y acatar un castigo debido a eso. Limpiar la piscina. Poco convencional, pero no hubiese nada más que odiase que eso.
La noche que salió en busca de ella sabía que regresar sería la espera de algo que no quería enfrentar, por consiguiente, su cena sencilla con Amy la alargó tanto como pudo, hasta que vio esos ojos cansados en la eriza y el deseo obvio de ir a descansar. La dejó en la estación de trenes esa noche y regresó muy temprano en la madruga. Huyendo. Al día siguiente mientras se encargaba de cumplir con su castigo, él apareció. Su hermano, quien lo miraba con desdén en el reflejo del agua. Se volteó para decirle unas cuantas verdades cuando su puño se encontró con su ojo izquierdo. No pudo verlo venir, aunque se lo esperaba. –Te lo advertí– fue lo único que Shadow dijo para dar media vuelta y regresar a la casa.
Juró que lo mataría por eso, pero si Padre lo veía pelear con Shadow, de nuevo, lo mandaría a un internado militar; se lo había advertido la última vez. No tuvo opción que dejarlo ir. Lo único que lo confortaba en ese momento era el recuerdo de Amy abofeteándolo.
–Y eso pasó– se explicó tan convincente como pudo para entrar a la escuela.
–Oh...– exclamó Tails con mirada inquisitiva. Seguramente no creía sus palabras –Bueno, ¿Y cómo te fue en la cena?- preguntó cambiando el tema.
–Bien, realmente fue muy divertido– sonrió con sinceridad. –Después de todo, llevar a Rose no fue mala idea.
–Veo que te has hecho muy cercano a ella.
–¿Eh?, No, para nada– negó con la cabeza –Es sólo negocios, te lo dije.
–Si tú lo dices– habló el zorrito con una sonrisa traviesa.
Después de eso los estudiantes empezaron a llegar en manada y él intentó pasar desapercibido, pero no fue posible. Tuvo que contar la misma historia una y otra, y otra vez. Sonriendo cordial y pretendiendo todo el tiempo como era su costumbre. Escuchando a las chicas que intentaban consolarlo y alabando su destreza atlética. Sonic asentía con una pequeña sonrisa a sus cordiales palabras aunque en sus interiores sólo deseaba salir de ahí.
–Sonic the Hedgehog– escuchó su voz sobre el bullicio para ver esos ojos fríos como el hielo sobre él. Era ella, quien tenía aquel rostro impasible grabado –Te llama la Señorita Vainilla– le indicó Amy para caminar hacia él, provocando que todos se dispersaran –Sígueme.
–Eh... claro– asintió, despidiéndose de su club de fans. Aliviado.
Sonic la siguió a una distancia considerable viendo su larga cabellera moverse de lado a lado al ritmo de su contonear. En ese momento se percató que no tenía idea de cómo seguiría su relación después de lo vivido recientemente. La fría e insufrible eriza había regresado para atormentarlo nuevamente. Seguramente el universo estaba en su contra; tal vez tenía cuentas pendientes con el karma.
La vio cruzar por el pasillo y desaparecer por unos segundos para así imitarla y no verla más por el corredor delante de él. Había desaparecido de pronto. Sonic frunció el ceño confundido cuando algo lo haló del brazo y lo hizo entrar al armario del conserje. Era ella quien cerraba la puerta con apuro.
–¡¿Qué demonios tienes con los armarios?!– se quejó el erizo azul. La última vez no había terminado bien.
–¡¿Es eso mi culpa?!– preguntó Amy con rapidez para señalar su ojo morado.
La vio con asombro por unos segundos. Algo le decía que lo de Vainilla no era cierto y sólo quería un espacio para hablar con él libremente.
–Esto– se señaló su hematoma –Me lastime cuando estaba practicando con mi...
–Mentira– le cortó ella para verlo impasible, haciéndolo estremecer.
–Tú eres el ser menos atlético que hay– se burló Sonic con una sonrisa forzada –¿Cómo podrías saber...– Amy lo tomó de la corbata y lo obligó a acercarse a ella para que así pudiese verlo con detenimiento, haciéndolo enfurecer. –¡Sueltamente de una buena vez!– le gritó Sonic empujándola con brusquedad, haciéndola topar con los palos de escoba detrás de ella. –¡Esto no es por ti!– indicó –Mi vida no gira a tu maldito alrededor– habló sulfuroso por último para salir del armario.
Amy lo vio caminar con una mala actitud por el pasillo para dejarla sola en aquel oscuro lugar. Suspiró frustrada, ella sabía que eso no había sido un accidente, y al verlo de cerca pudo distinguir la clara marca de un puño alrededor de su ojo. Alguien lo había golpeado.
–Lo lamento– musitó con tristeza para escuchar la campana sonar.
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Hizo un par de garabatos en su cuaderno sin prestar atención a la clase de ese día. Luego de su pequeña discusión con la eriza rosa no habían cruzado palabras nuevamente y su actitud no había estado exactamente positiva. Le había elevado la voz a varios maestros y compañeros en el transcurso del día. Fingir se estaba volviendo cada más tedioso.
–Y no se olviden del examen de biología de mañana– recordó Vainilla. Eso lo hizo despertar para elevar su cabeza de sus apuntes y ver a la coneja con horror.
–"¡Olvide el examen!"– pensó Sonic espantado.
–Es el 75% de la nota final del curso, si lo pierden vendrán a escuela de verano.
–"¡No, no, no! Si lo pierdo Padre me enviará al maldito internado"– pensó con desagrado.
–Feliz día chicos.
Ni bien les indicó que podían salir, corrió fuera del aula. Necesitaba estudiar en un día todo lo que se suponía debía de haber estudiando en la semana entera.
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Amy lo vio correr a prisa fuera del salón al terminar las clases, se miraba ansioso por algo. Colgó su mochila en su hombro y le siguió, sin realmente una buena razón para ello. Lo persiguió por los pasillos que pronto se empezaban a llenar de estudiantes hasta verlo entrar al único lugar que ella conocía a la perfección de toda la escuela.
–¿La biblioteca?– se preguntó a sí misma parando enfrente de las grandes puertas de madera desgastada.
Su celular vibró en su bolsa, haciéndole recordar que ya era tarde y que había alguien que la esperaba seguramente de un mal genio en la salida. Sacó su teléfono para ver un mensaje de Silver en pantalla.
–Tengo entrenamiento hoy, sigue sin mí. No vemos mañana Ames ;D –
Rodó los ojos en forma de exasperación y guardó su iPhone en su bolsa. Silver sabía que odiaba que le dijera Ames; pero ahora que no tenía que encontrarse con él a la salida podía indagar un poco más en la extraña actitud del erizo azul.
Entró a la biblioteca para ver varias estanterías con libros de colores y mesas de madera con pequeñas lámparas de color verde sobre éstas. Amy caminó sin saber a donde ir cuando escuchó el eco de su voz a la distancia, parecía que preguntaba por el área de biología y ciencias. Era obvio que él no pasaba mucho tiempo ahí. Amy lo siguió con sus habilidades para ser invisible entre las estanterías hasta llegar al sector de ciencias y ahí lo vio parado muy pensativo con su mirada perdida en los libros frente él pasando su dedo índice sobre el lomo de los libros. Parecía buscar un libro en particular. –Rayos... Cómo pude olvidar el examen de mañana– farfulló el erizo azul para sí. Parecía que Don Perfecto también olvidaba estudiar como un estudiante normal. Amy pronto entendió que hacía ahí y qué era lo que buscaba en la biblioteca de la escuela.
–Demonios– masculló el erizo azul.
–¿Buscas el libro de Biología Animal y Vegetal?– preguntó la eriza para hacerse notar.
–¡¿Qué rayos haces aquí?!– exclamó Sonic exaltado al reconocerla. Sólo con ella él reaccionaba desmesuradamente.
–Puedo ayudarte, si quieres.
–¿Ayuda?– repitió divertido, como si de una broma se tratase –No necesito...
–Te ves preocupado desde que la Señorita Vainilla anunció el examen– interrumpió Amy –Además...– dijo para sacar de su mochila una hoja doblada en dos –Te fue muy mal en el examen pasado– enseñó la hoja con varias cruces y el número 66 con tinta roja.
–¡Eres una acosadora o qué te pasa!– le reclamó el erizo para arrebatarle de la mano el examen que tenía su nombre. Con los arreglos de la cena y las misiones de ella, no había tenido tiempo para estudiar.
–Te dije que la Señorita Vainilla quería verte en la mañana– le recordó –Como no llegaste me dijo que te lo diera, no es gran cosa.
–¿Y tú qué sabes?– habló Sonic a la defensiva. Si no subía la nota en el siguiente examen de biología iría a escuela de verano, y eso era algo que él no podía permitirse.
–Misión número 6- habló la eriza captando su atención con aquella mirada gélida –Una noche de estudios– ordenó con su temple frío e inmutable.
–Eso no cuenta como misión– se rehusó.
–Tampoco ir a una cena de beneficencia– le recordó –Sin embargo, un ambiente más intimo creo que ayudará– explicó pensativa más a sí misma que a él.
–Necesito ese libro– indicó Sonic para ver los estantes nuevamente. –Sin eso no puedo...
–Yo lo tengo– le importunó Amy –Lo he estado estudiando para el examen de mañana.
Sonic bufó desconfiado viéndola nuevamente, pero si quería aprobar mañana necesitaba ese libro o sería erizo muerto –Bien, será a tu manera entonces– accedió –Iremos a tu casa.
–¿Mi casa?– repitió casi con espanto –¿Qué hay de la tuya?– preguntó obviando lo que había pasado el sábado previo.
–¡No!, No pueden...– calló Sonic golpe. No podía decirle que su padre no podía verlo estudiar con alguien más sin oler que algo raro pasaba, además no quería que Shadow volviese a verla. –Es un desastre por todo lo de la cena y eso– corrigió –Además, después de tu numerito de esa noche no creo que sea la mejor idea.
Amy se encogió de hombros desviando la mirada. De nuevo la reina del hielo desaparecía para dar pasó a la chica normal y tímida que habitaba en ella, en alguna parte.
–Está... está bien– aceptó con cierta timidez.
–Bien, entonces andando– ordenó para regresar sobre sus pasos y dirigirse a la salida.
¿Su casa? No podía hablar en serio. No había llevado a nadie en años, a Silver con suerte lo dejaba entrar. Amy se quedó inmóvil para ver sus pies con insistencia, mientras su corazón se aceleraba debido a la ansiedad.
–¡Rose!– le escuchó gritarle desde la puerta para hacerla despertar.
–Es... Es por tu historia– se dijo Amy para armarse de valor. –Todo saldrá bien.
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Caminó en silencio a la par de él, con el corazón en su boca según se acercaban a su destino. Sonic mantenía su vista en el paisaje con aquella expresión serena en su mirar. Una genuina expresión. Cuando no pretendía ser Don Perfecto se le miraba bastante atractivo, incluso con ese moretón le daba ese toque de chico rudo que hacía ruborizar a su club de fans. Amy lo vio de pies a cabeza, con la camisa del instituto de fuera y las mangas arremangadas hasta los codos. El ejercicio constante de su club de atletismo lo hacia tener un cuerpo finamente marcado, y esos ojos verdes con la mirada desinteresada un aire misterioso. Realmente era un erizo muy guapo. Amy sonrió ante la osadía de aquel pensamiento, pero pensarlo jamás había dañado a nadie.
Antes de lo que imaginó habían llegado al área residencial donde ella vivía. Grandes casas podían verse con jardines podados y arbustos en forma de animales exóticos, en donde vehículos de último modelo aparcaban por la avenida.
–¿Tú vives aquí?– le preguntó con sorpresa el erizo azul, después de todo ella no le había permitido irla dejar a su casa directamente el previo sábado.
–Sí...– musitó con timidez.
Entre todas las casas lujosas y extravagantes Sonic logró divisar una más humilde de fachada desgastada. Paredes blancas y ventanas con marcos de maderos antiguos y un jardín de pasto crecido medio marchito. La única residencia sencilla a la vista. Sonic la siguió a la entrada de dicha residencia para admirar los alrededores, preguntándose ¿por qué era la única casa que se miraba fuera de lugar?
–Ya vine– dijo al entrar la eriza para darle paso sin ánimo.
Sonic entró para no ver más que penumbras. No parecía que hubiese alguien en el lugar. Amy se descalzó enfrente de la puerta y acto seguido lo observó con intensidad para darle entender que debería de hacer lo mismo. Elevó los hombros en señal de desinterés y la imitó. Cada familia tenía sus reglas y creencias raras.
–A mi madre no le gusta que uno ensucie el piso de madera– dijo por lo bajo.
–No hay problema– indicó para caminar descalzo por el pulcro lugar. Ni su servidumbre era tan bueno para limpiar. Silbó con asombro para sonreír de la pulcritud –Tú madre si que sabe sacarle lo reluciente incluso a una roca.
Parecía que su buen humor y actitud desinteresada había vuelto.
–Este... sí, es decir... ella me enseñó– habló Amy apenada.
–¿Y dónde está la Señora Rose?– preguntó para ver a los lados en busca de alguien más en la casa –Digo, no vaya ser que quiera propasarme contigo– bromeó con una mirada pícara.
–¡No digas tonterías!– respondió sonrojada –Ella... bueno...– calló clavando su vista al suelo. Una expresión de nostalgia se pintó en su rostro.
–¿Pasa algo malo?– preguntó Sonic con sincera preocupación. Había visto muchas facetas de Amy, enojada, avergonzada, seria, e incluso divertida, pero no triste o algo semejante.
–Mi madre murió años atrás- respondió al fin con un dejo de tristeza en su voz.
–¿Tú madre también...– silenció antes de completar su enunciado –Digo, lo siento– corrigió al acto, aunque tarde para ese entonces.
Amy lo observó con escudriño por sus palabras. Ahora que lo pensaba no había visto a su madre en la cena del sábado pasado, únicamente a su padre y a su desagradable hermano. Si lo pensaba correctamente él jamás hablaba nada de su relación en casa, parecía reacio a hablar al respecto; muy parecido a ella.
–¿Entonces estamos solos hasta que tu padre venga?– preguntó Sonic cambiando el tema, admirando la sala.
–Este... yo vivo sola– confesó casi en murmuro.
–¿A qué te refieres con sola?– cuestionó con asombro.
La historia que la había perseguido durante años en el instituto de repente volvió a emerger. No es como se la contará a la gente, pero debido a eso es que se había ganado el miedo y el apodo que todos bien conocían.
–Tú sabes la historia– dijo para tirar su mochila sobre el gran sillón intentando fingir desinterés –Todos la saben.
–¿Te refieres en donde dicen que prácticas brujería con muñecas y eso?
Una punzada en su corazón llegó al escuchar dicha pregunta. Recuerdos indeseados venían a ella al escuchar eso. Ella era muy pequeña cuando su madre murió en un accidente de transito, estaba en la escuela primaria. No entendía qué pasaba en lo absoluto, el por qué ella no podía salir del hospital y regresar a su lado.
–¿Rose?– habló el erizo para despertarla de sus recuerdos.
–Vamos a estudiar– le cortó caminando escaleras arriba, huyendo de él y su pasado que parecía estar sentado ese día en la sala de estar –Traeré el libro– se explicó –No toques nada– indicó antes de desaparecer en el segundo nivel.
La vio extrañado por su inusual conducta. Todos conocían la historia de la chica más rara de la escuela, un día se le encontró con una extraña muñeca y un libro antiguo practicando algún tipo de magia o eso decían los rumores. Luego de eso todos en la escuela le tuvieron pavor, y se decía que si te acercabas a ellas te embrujaría. Conforme los años pasaron poco a poco ella se volvió invisible y a excepción del erizo plateado nadie le hablaba, bueno y ahora él.
Sonic caminó con desinterés por el recibidor humilde a comparación de su mansión. En un mueble al final de la sala pudo distinguir varios marcos de fotos y se acercó a los mismos para admirarlos. Era Rose y lo que asumía su madre en algunos. Se le veía tan diferente en esas imágenes, una chica risueña y llena de energía, pero uno en particular llamó su atención.
–¿Blaze?– musitó al reconocer a la gata lila para tomar aquella fotografía del montón. –Así que eran amigas...
–¡Te dije que no tocaras nada!– escuchó su chillante voz para sentir como el marco le era arrebatado de sus manos y toparse con una mirada incandescente por parte de la eriza.
–Hey, tú conociste a mi familia, creo que ver un par de fotogr...
–¡Toma!– le lanzó el pesado libro directo al abdomen sacándole el aire por la fuerza del impacto. –¡Es el libro!– dijo con molestia colocando la fotografía en su lugar.
–Eres una salvaje– murmuró el erizo intentado recuperar el aire un tanto adolorido. –Ya veo porque no tienes novio.
–No lo necesito, te tengo a ti.
Sonic se sonrojó con intensidad por primera vez ante sus palabras. Un comentario mordaz que había sonado de alguna manera casi inocente y dulce. –¡Yo no soy tu novio!– fue lo único que logro decirle con sus mejillas sonrojadas.
–Claro que no– afirmó ella más relajada para tomar asiento en la sala –Eres quien me enseña sobre el amor, no necesito algo como una pareja mientras te tenga a ti.
Desvió la mirada ante su comentario, el cual seguía sonando increíblemente dulce. Sonic se sentó del otro extremo del sillón y colocó el libro en medio de ambos, de alguna manera incómodo por lo que su mente seguía insistiendo en pensar y su cuerpo parecía reaccionar a esos pensamientos.
Las horas pasaron y ella sin lugar a duda sabía perfectamente cada tema del libro y seguramente cada tema que vendría en el examen. Sonic nunca se había percatado de lo buena que era para los estudios, de hecho nunca se había percatado en ella en lo absoluto.
–Y así es como el ciclo de la glucolisis se lleva a cabo– finalizó la eriza –¿Comprendiste?
–¡Dah!, Claro que sí– asintió el erizo para estirar sus músculos, por fin habían terminado.
–Bien, será mejor que te vayas entonces– indicó con apuro para ponerse en pie.
–Vaya, si que eres una grosera con tus invitados Rose– indicó el erizo burlesco –¿No me invitas a cenar?
–Ya lo hice, el sábado– le recordó –No te debo nada.
Ella parecía insistente en echarlo de su casa, pero él realmente no tenía planes de irse, aún quería saber un poco más de la verdad detrás de aquella historia fundada en rumores y sobre todo su relación con Blaze. Ahora que lo pensaba no sabía absolutamente nada sobre ella.
–Ves esto– dijo para señalar su ojo morado –Esto fue una cortesía por parte de Shadow por la bofetada que le diste.
–¿Eh?– exclamó con asombro la eriza para quebrar su máscara de hielo. –Entonces... sí fue mi culpa– dijo cabizbaja.
–Sí– asintió –Así que cuéntame Rose, ¿Es cierto que hacías vudú con las muñecas y esas cosas en 5to grado de primaria o qué?
Amy lo vio con enfado por la pregunta repentina. Era obvio que Sonic estaba intentando chantajearla por lo que había pasado el sábado anterior. Ese mañana que ella despertó realmente estaba nerviosa por cómo debería actuar con él después de la cena, pero Sonic se lo había facilitado al actuar como el mismo patán grosero de siempre.
–No tengo porque contarte nada– respondió cortante para empezar a guardar sus pertenencias en su mochila –Vete de una buena vez.
–Esta fue tu idea Rose, ¿Qué crees que pasaría si estábamos los dos solos?
–Esto no era parte de la misión– respondió para verlo irritada. Ella realmente quería que se fuera.
–Oh, ya veo– dijo el erizo azul para ponerse en pie y verla desafiante –No querías que habláramos, entiendo.
La tomó del brazo con fuerza obligándola a caer en el sillón con estampado florar y así colocarse sobre ella. Sonic la tomó con fuerza de las muñecas colocándolas de lado a lado de su rostro acercándose a ella peligrosamente con aquella sonrisa diabólica que tan bien había aprendido de su hermano.
–Entonces hagamos otra cosa– le susurró con una voz seductora.
Sus mejillas se pintaron de carmín y su corazón latía a gran velocidad, de nuevo esa sensación de vivir la invadió. Amy sintió la rodilla de él una entre sus piernas y la otra al lado de su pierna izquierda. Su respiración se aceleró y su pecho subía y bajaba entre cada inhalación y exhalación rozando suavemente al tórax tonificado de él.
Amy ya conocía ese juego del gato y el ratón que él la obligaba a jugar de tanto en tanto para hacerla cambiar de opinión, así que por primera vez decidió seguirle la corriente.
–Bien...– murmuró ella intentando guardar la compostura –¿Qué piensas hacer Sonic?– preguntó con una falsa seguridad y temor a su respuesta.
Sonic arqueó una ceja confundido, para ese entonces ella ya le estaría suplicando que la dejará libre y que accedería a cualquier cosa que él le pidiera. La pregunta lo tomó por sorpresa. Sonic la vio fijamente al rostro, aquella mirada cristalina que hacían sus ojos brillar con intensidad. Sus mejillas bañadas de intenso color carmín y labios secos por la respiración acelerada que él le provocaba. Se acercó a ella lentamente para sentir su cálido aliento sobre su rostro y así poco a poco sus labios se acercaron a los de ella, sintiendo la proximidad a milímetros uno de otros, con la corriente eléctrica que ella le generaba inundar cada parte de su cuerpo.
–Lo que yo quiera...– respondió Sonic en un ronco susurro.
Si se movía tan sólo un poco un beso sería inminente. Sonic la miraba de manera diferente, casi con hambre. Amy sintió como subía sus manos sobre su cabeza para sujetarla con una sola de sus grandes manos dejando una libre y así con ésta rozar con su yema su rostro con lentitud, haciéndola estremecer por el fino contacto. Sonic posó lentamente un dedo sobre sus labios, casi saboreándolos con el contacto; su mirada yacía perdida sobre ella, seguramente divagando en sus propios pensamientos.
–Sonic...– murmuró ella cual ronroneo haciéndolo despertar.
Abrió sus ojos de par en par para levantarse a prisa de ella, dejándola libre al fin. Se sentó en el extremo del sillón viendo de reojo como ella se levantaba lentamente con aquellas mejillas sonrosadas por lo que había hecho.
–Deduzco que eso no es lo que planeaste– dijo el erizo azul con un intento de sonrisa intentando sonar divertido.
–No– murmuró ella desviando la mirada.
–Ves Rose, por eso no debes de traer chicos a tu casa– dijo para ponerse en pie con una falsa expresión divertida, sin poderle dar la cara. –Bien, sin más que hacer creo que es hora de irme.
–Di mi nombre...– la escuchó murmurar para detenerse en seco y voltearla ver con asombro –Misión 7: Di mi nombre.
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