La Cena de Beneficiencia

Sus ojos sulfurosos lo hicieron estremecer como pocas veces lo habían hecho en su vida. Su iris color carmín relucían a las luz del candelabro francés que yacía colgado del techo del vestíbulo. Sonic sabía que no había nada que pudiera decirle al bruto salvaje de su hermano para excusarse de la comprometedora situación en la que se veía.

–Shadow, que sorpresa– habló Sonic nervioso para ponerse en pie velozmente.

–¿Qué se suponía que hacías con ella ahí dentro?- preguntó el erizo negro intentando ocultar su notable molestia.

–Este... yo...– murmuró sin saber qué decir.

–Nos quedamos encerrados– se disculpó la eriza rosa para ponerse en pie sin ayuda, interrumpiendo la obvia mentira del erizo azul –Fue una torpeza mía, me disculpo.

Shadow la volteó a ver con cierta sorpresa, y en su rostro se notaba que no creía ni una sola palabra de lo que ella decía. Amy se preguntaba quién era aquel erizo de apariencia intimidante que la miraba con desdén.

–¿Amy, qué haces aquí?– preguntó la gata con cierto asombro –¿Con Sonic?– completó incrédula para verlos a ambos con una expresión de notable asombro.

–Eso quisiera saber yo Blaze– evadió Amy la pregunta de la felina –¿Qué haces tú aquí?

–Este, ammm...– murmuró nerviosa –Madre, es decir... yo...

–Querido hermano– le interrumpió el erizo negro –Te presento a mi pareja, la señorita Blaze the Cat- la presentó con galanura.

–¡¿Hermano?!– exclamó Amy sin poder evitarlo.

Sonic la volteó a ver con una mirada de sorpresa y a la vez de incomodidad, como si él no desease que ella supiera de eso, haciéndola callar y retomar aquella expresión tímida.

–Oh, perdone mi rudeza Señorita Rose– habló Sonic con una cordial sonrisa –Esta bestia salvaje con traje de gala es mi hermano, Shadow the hedgehog– habló con un dejo de diversión en su voz. –Bestia salvaje, Amy Rose– presentó con un ademan de mano –Amy Rose, bestia salvaje– concluyó –Ahora andando, la fiesta va a comenzar.

La tomó de la mano para encaminarla a prisa fuera del vestíbulo antes de darle la oportunidad a su hermano de decir algo; sabía que Shadow lo mataría después por sus palabras, pero bien habría valido la pena. Sonrió satisfecho ante su osadía.

Sonic llevó casi arrastras a la eriza hasta el patio trasero de su casa, en donde se llevaría la celebración. Un jardín de casi dos hectáreas decorado con cientos de luces que rodeaban cada planta y árbol de jardín. Mesas redondas con manteles color marfil podían apreciarse por todo el largo y ancho del edén, mientras varios meseros muy elegantes yacían de pie en diferentes puntos del mismo.

–Wow...– murmuró la eriza con asombro. –Todo es tan elegante– se dijo a sí misma.

–Bien, el plan será sólo pasar el resto de la cena tan desapercibidos como sea posible– habló Sonic con tono de reclamo por lo sucedido anteriormente –Y evitar a mi odioso hermano.

–No sabía que tenías un hermano– dijo la eriza para seguirle por el jardín.

–No es algo que me enorgullece ¿sabes?– habló con una expresión dura.

Luego de esa corta frase Don Perfecto regresó con su típica actitud de cordialidad y falsas sonrisas. Se pararon a un lado de la alfombra roja que daba paso a las mesas del lugar para saludar a quienes iban llegando. Amy lo veía de reojo, mientras le daban la bienvenida a los cientos de invitados que habían asistido para degustar la comida más exquisita y rara por el precio de 10,000 Rings el plato, cosa que le parecía absurda. Parada ahí a su lado, sonriendo con cierta timidez, ella asentía con cordialidad al igual que lo hacía Sonic para darle la bienvenida a todos, fingiendo como él lo hacía; entonces entendió el porqué de su máscara de cordialidad. Una vida en donde el prestigio lo era todo, en donde tener que ser perfecto era más una obligación que un placer. Tener que fingir ser algo que no era para llegar a las expectativas de un padre perfeccionista.

Enfrente de ellos dos yacía el hermano de Sonic y Blaze, quienes hacía exactamente lo mismo que ella, sonreír y asentir con cordialidad. Blaze se miraba muy hermosa, con un vestido morado de hombros destapados y un hermoso collar dorado con un rubí en medio. Aun no podía asimilar que estuviera ahí, aunque claro, era tonto pensar que ella faltaría a un evento de sociedad como ese, después de todo su familia también era muy rica.

Al terminar la exhaustiva introducción tomaron asiento en una mesa reservada al final del jardín, en donde miraba varios extraños sentarse con ellos, pero ninguno de éstos eran los familiares que ella había visto antes.

–¿No nos sentaremos con tu familia?– le preguntó extrañada casi en susurro. Sonic le sonrió burlesco, como si hubiese dicho algo gracioso.

–Necesitaba una cita falsa, Rose– le indicó con cierta diversión –Sin embargo, no necesito que conozcas más de lo que has visto hasta hora.

Sonic no deseaba que ella conociese a su familia; seguramente para no tener que dar explicaciones de por qué es que la había escogido a ella para que fuese su acompañante o tal vez para no explicar el tipo de relación que ellos dos poseían.

–No me digas, ¿Tienes miedo que te avergüence?– preguntó Amy divertida para romper el hielo.

–No– respondió con seriedad y su mirada perdida en la copa de champagne frente a él –Tengo miedo que les gustes–. Completó.

Amy se sonrojó ante el inocente comentario, y sin poderlo evitar sonrió por sus palabras. Sabía que todo era falso, que su papel en esa cena era simplemente ser una acompañante, casi como un adorno de buen gusto para impresionar a los invitados, y a pesar de eso, nunca había sentido nada más real.

–Deja de sonreír– le regañó sin verla directamente –No me hagas pensar que empiezo agradarte Rose.

Intentó ahogar la sonrisa que persistía en aparecer con fuerza, pero simplemente no podía hacerlo. Amy se encontraba feliz. Hacía mucho tiempo que ella no era nadie más que una espectadora de la vida, sin involucrarse jamás; pero ahora ella vivía por primera vez sentimientos que no sabía que podía probar, que no sabía que se sentían tan bien.

Amy exclamó un bufido sin poder borrar aquella sonrisa en su rostro –Te has vuelto más interesante de lo que pensé– habló con un aire divertido.

–Claro Señorita Rose, al final de cuentas...– dijo para tomar su mano haciendo que una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo, volteándolo a ver al momento –... Soy el mejor en lo que hago, por eso me escogiste–. Amy le sonrió condescendiente para desviarle la mirada con aquella pequeña sonrisa sobre sus labios pintados. –Lo que me recuerda, ¿Por qué yo Rose?– cuestionó Sonic para apretar su mano con cierta brusquedad.

No había una respuesta para eso. Sonic, alguien que parecía el chico perfecto en todo lo que se proponía, con un gran futuro por delante y un erizo altamente sensible a los sentimientos de los demás era sin duda el Sonic que ella odiaba y al cual jamás le hubiera pedido cosa semejante. Don Perfecto, como ella solía decirle. Sin embargo, el erizo que yacía a su par, con una sonrisa maliciosa y mentalidad vengativa, era un personaje exquisito de investigar, de aturdir, y por qué no decirlo, de provocar.

–Eras perfecto para el papel– habló al fin la eriza sin poder sostenerle la mirada ni un minuto más.

–¿Para el papel?– repitió él confuso.

–Bueno yo...

–Señorita Rose– una voz grave interrumpió su conversación. Era él, el erizo negro con ojos color carmín. –Espero esté disfrutando de la cena.

–Eh... sí– asintió para ver de reojo a Sonic al acto, quien tenía una mirada sulfurosa en su hermano mayor.

–Excelente, entonces– indicó para tomar con delicadeza su mano libre, para obligarla a ponerse en pie –Imagino que podrá concederme una pieza.

–¿Bailar?– se cuestionó Amy con espanto. Ella no sabía bailar, con suerte podía caminar correctamente con los dos pies izquierdos que tenía.

–Perfecto, andando.

No le pareció una pregunta, sino más bien una orden. Shadow la hacía estremecer, pero a diferencia de Sonic, era por miedo puro. La guió entre la gente y mientras lo hacía no podía evitar en ver al erizo azul que tenía una clara expresión de miedo en sus ojos, pero ¿qué podría hacerle su hermano? Parecía que él también actuaba para su familia como Sonic lo hacía, sin embargo, su actuación era por mucho más sombría.

Sintió su apretón firme sobre su mano, mientras la guían entre las mesas a la pista de baile, en donde varias parejas mayores danzaban con la fina música de la orquesta. La comisura de su boca se elevó para crear una sonrisa diabólica disfrazada de amabilidad. Amy tragó pesado, para dejarse guiar torpemente por el erizo de franjas rojas.

–Veo que Sonic no te eligió por tus aptitudes de baile– habló Shadow para romper el hielo.

–"Oh, genial, otro arrogante egomaníaco, ¿Es acaso un mal de familia?"– pensó para rodar sus ojos sin poder evitar su exasperación evidente.

–Veo que el inepto de mi hermano muestra su verdadera cara frente a ti– indicó el erizo negro al percatarse de su mirar. Quebrando la máscara de cordialidad que había tenido hasta entonces.

–Es lo que es– respondió Amy alzando los brazos en señal de desinterés.

–Entonces dime...- dijo para hacerla dar una vuelta sobre sus pies envolviéndola en sus brazos con fuerza –Si lo sabes, ¿Por qué aceptaste venir?– preguntó el erizo negro ansioso de información.

–Ese no es asunto tuyo– respondió tosca para soltarse de su agarre.

Shadow le sonrió burlesco con su rostro sombrío y mirada maliciosa. Algo dentro de ella le gritaba peligro, que debía de alejarse. Lo vio acercarse lentamente jalándola contra de su voluntad hacia él, y luego sólo sintió su aliento rozar sobre su oreja.

–Dime, ¿Cuánto te ha pagado para que accedieras?– le susurró con maldad en su voz.

El enojo fue más fuerte que cualquier pensamiento racional ¿Cómo él se atrevía a sugerir que ella haría algo como eso por dinero? Como si ella fuese una vulgar prostituta. Lo próximo que escuchó fue un ruido seco, y luego un silencio sepulcral. Todas las miradas se dirigieron hacia ellos dos, e incluso la hermosa música se había detenido. Pero no fue hasta ver la mejilla sonrojada del erizo negro y su expresión de sorpresa que cayó en cuenta de lo que había hecho. Lo había abofeteado por su osadía.

Amy se sintió pequeña, y rogó por ser invisible en ese momento. Fijó su vista en Shadow nuevamente, pero sin lugar a duda no se disculparía por lo sucedido. Amy había fallado la Misión 4, le había fallado a Sonic. Sin decir palabra alguna corrió fuera del lugar, escapando de la vista de todos. Se sentía humillada y ofendida por las palabras del erizo negro, lágrimas indeseadas empezaron a acumularse en sus ojos mientras corría sobre el césped para dirigirse a la enorme casa en una busca desesperada de la salida.

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Había llegado en una hermosa limusina y ahora caminaba de regreso bajo la oscura noche con aquellos hermosos tacones en su mano y su mirada fija en sus pies descalzos y sucios. Amy no recordaba que el recorrido hubiese sido tan largo cuando la habían pasado a recoger aquella tarde, y gracias a los incomodos zapatos que Sonic le había comprado debía de regresar descalza si es que quería poder ponerse en pie mañana.

Suspiró resignada ante la situación para ver al cielo nocturno. La luna menguante brillaba aquella noche al igual que las estrellas. ¿Cuánto tiempo había pasado caminando para ese entonces? ¿20 minutos? ¿Una hora tal vez?

–¿Qué horas son?– se preguntó sin ánimos percatándose de algo que había pasado desapercibida –¡Mi celular!– gritó Amy de repente para regresar a la vida y voltear a ver a sus espaldas. Había dejado todo en la casa de Sonic al salir corriendo. –Demonios– se maldijo por lo bajo.

Esperaba que Sonic se lo devolviera de buena fe el lunes en el instituto, si es que no había revisado su teléfono antes en un intento de encontrar algo para castigarla por haberlo dejado en mal; y en eso el terror la invadió. Los mensajes, las actualizaciones, capítulos, páginas de internet, todo sobre su historia se encontraban en ese pedazo de tecnología. Si él lo descubría, si él leía sobre lo que ella escribía entonces...

Una luces incandescentes la cegaron para iluminarla en las oscuras calles. Un Ferrari deportivo rojo se divisó una vez que pudo recuperar la visibilidad y su conductor le sonrió.

–Eres más rápida de lo que imagine– le dijo con un tono amistoso.

–¿Sonic?– cuestionó Amy con asombro.

–Olvidaste esto en mi casa– indicó para enseñar su pequeña cartera roja y su chalina transparente.

–Pero...– musitó confundida.

–La verdad, es que explicar esto a Padre fue más tedioso de lo que pude imaginar alguna vez– regañó con una falsa molestia –Pero a cambio obtuve, dos cosas: 1. Pude salir de ese aburrido evento antes y 2. La bofetada en la cara de Shadow fue de película, realmente quiero una copia del vídeo de la cena– sonrió Sonic divertido.

Se le veía tan relajado que no parecía él mismo. Sonic la había atormentado durante semanas sobre lo importante de aquella cena para él, sobre el papel que ella debía de realizar, y ahora eso parecía no importarle.

–¿No estás molesto?- inquirió Amy con un tono de culpabilidad.

–Rose, vamos, fue mejor de lo que pensé después del incidente del armario.

Amy se sonrojó al recordar el momento. ¿Era acaso que el destino conspiraba contra ella para hacerla sufrir vergüenzas a su lado? A pesar de que creía que el mundo conspiraba en contra de ella, se sentía más tranquila al ver que él lo había tomado tan bien.

–Ven– indicó abriéndole la puerta del auto desde su lugar –Vamos a cenar algo más económico, dejaré que me invites– sonrió Sonic burlesco.

–¿Eh?– exclamó la eriza con asombro sin poder pronunciar palabra alguna.

–¿Qué?– inquirió con una sonrisa amplia adornado sus labios –¿Creías que te dejaría ir sólo así sin pagarme por dejarme con hambre?

–¿Ir a comer?– repitió Amy con timidez.

–Entra de una buena vez Rose– ordenó el erizo con cierto desespere –No hagas que me baje del auto para meterte por la fuerza.

Amy sonrió ante su mandato y así asintió con la cabeza. Entró al vehículo y se sintió realmente aliviada de recuperar sus pertenencias. Sonic realmente era todo un personaje, al igual que su padre y, como él le había llamado, la bestia salvaje de su hermano.

–Sabes, vende unos excelentes chillidogs muy cerca de aquí– habló el erizo para conducir por las oscuras y desiertas calles.

–Suena bien– asintió Amy –Por cierto... gracias.

–¿Por qué?– cuestionó para verla de reojo.

–Por venir por mí.

Sonic no dijo la razón que lo había motivado a hacerlo, y ella no expresó por qué había sido un dulce gesto a su juicio, pero no parecía ser necesario explicaciones algunas. Esa noche simplemente se encargarían de comer comida simple, y de alguna manera pasar un buen momento.

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-.-.-.-.- Erie se quedó pasmada al conocer la verdadera personalidad del hermano de Aarón, Dominic, quien en un principio siempre le dio la impresión de chico malo, ahora sólo se lo confirmaba. Aarón y Dominic parecían tener diferencias irreconciliables, y su familia, una familia conocida por su prestigio en todo el reino, no hacía más que empeorarlo todo. Sin embargo en ese momento Dominic se volvió la menor de sus preocupaciones. Su visión de Aarón cambiaba sin que ella lo deseara, y pronto su presencia dejo de ser algo indeseable y cambio a algo... agradable -.-.-.-.-

Lo releyó y se dejó caer sobre su computadora. Sonic ya no le parecía el bruto salvaje de siempre y ahora estar a su lado era algo que la hacía sentir viva. ¿Era eso lo que sentía Erie al estar con Aarón?

Amy vio con enfado las palabras en su monitor y resopló molesta. –Erie no necesita de Aarón para sentirse viva– dijo amargamente, con el sabor de mentira en su boca –No importa ya– negó con la cabeza para presionar la tecla "Enter" y ver como un nuevo capítulo se actualizaba. Había pasado bastante desde su última actualización, y este sería uno de sus mejores capítulos.

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