Epilogo Parte II: Un Día de Decisiones


Esa voz, él conocía esa voz. Sonic subió la mirada sobre su cabeza observando al erizo negro sentado plácidamente sobre una de las ramas. Tenía su mirada fija en un libro, él cual leía apasionadamente, o eso se le asemejó.

–Shadow...– musitó con asombro.

Faker.

–¿Qué... pero qué rayos haces aquí?

–Leyendo– espetó –¿O además de lento tu vista ahora te falla también?

Sonic frunció el ceño molesto desviándole la mirada. En otra oportunidad simplemente le hubiera dado la espalda y se hubiera ido, pero sabía que no era casualidad que se hubiese encontrado con él ahí. ¿En serio él era tan predecible como para anticipar que estaría en ese lugar luego de leer la carta?

Sonic sintió aquella bola de papel en su mano y con curiosidad la abrió para ver si lo que su hermano le había dicho era cierto.

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(...) de manipular y controlar a voluntad, y no sólo por él, prácticamente por cualquiera que sepa halar lo hilos correctos.

Conociéndote, ahora seguramente harás un berrinche infantil y si has llegado a esta parte no eres quien creo que eres. Si lees esto por alguna razón, ve al jardín central de la universidad y ahí verás el resto de esta carta...

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Veo que te conozco mejor que tu mismo– habló Shadow con una media sonrisa.

–Bien, estoy aquí, ¿Qué se supone que me dirás ahora?– retó Sonic molesto –¿Que huya como tú lo hiciste?, ¿que sea una deshonra a la familia?

Una risa sonora inundó el campus vacío haciéndolo molestar aún más. Sonic frunció el ceño empuñando ambas manos en un intento de contener su ira. Shadow saltó de aquella rama con libro en mano aún con aquella sonrisa prepotente, divertido por su comentario.

–Querido hermano, deshonra has sido durante mucho tiempo, no es como que empieces ahora– habló Shadow hilarante. Sonic se abalanzó contra él sin dudarlo dos veces, pero él lo esquivó con facilidad. –¿No es un poco triste que una eriza tenga una mejor puntería al momento de golpear que tú?– dijo recordándole la bofetada que le había propiciado en la fiesta de beneficencia años atrás.

–¡Me las vas a pagar!– exclamó abalanzándose contra él.

–¿Por qué?– preguntó Shadow esquivando cada puñetazo lanzado al aire –¿Por decir la verdad?, dime que me equivoco, que lo que escribí es algo de mi imaginación y que has crecido en estos dos años, dime que tienes un plan de vida que Padre ha truncado y es por eso que no quieres estudiar lo que te ha impuesto– pero Sonic no respondió ante sus argumentos, los cuales sólo parecían enfurecerlo más con cada palabra que salía de su boca –¡Niégalo!– gritó golpeándolo fuertemente, derribándolo al césped.

Sonic no pudo esquivar el golpe, tal vez porque la rabia nublaba su vista o tal vez no era rabia lo que la nublaba, era algo más... algo que ahora escurría por sus ojos, un sentimiento que albergaba tristeza, frustración y enojo.

–Pero no puedes, ¿cierto?– habló Shadow de nuevo viéndolo despectivamente –Bien, entonces se su títere. Espero que sepas que te obligará a terminar con esa eriza rosa una vez empieces la universidad– indicó sin interés, dándole la espalda y caminando fuera del lugar.

Eso pareció reavivarlo. La dulce expresión de Amy cruzó su mente como un rayo. Sonic recordaba cuando Padre se había enterado que Amy era su pareja, y la expresión de enojo reprimido se vio a simple vista en su mirar, pero no dijo nada, aunque estaba seguro que no aprobaba su relación.

–Eso no pasará– alcanzó Sonic a decir con su vista perdida en el césped.

–¿Eso crees?– inquirió Shadow viéndolo de reojo deteniendo su marcha –¿Recuerdas que lo conozco tanto o más que tú?– inquirió con un mohín de pesar –Tú relación con Amy se termina hoy– indicó con un sabor amargo en su boca –A menos que tomes una decisión sobre tú vida, Faker.

–¿Decisión?– repitió cual murmullo.

–O te conviertes en el orgullo familiar o ir en contra de todo lo que Padre espera de ti– dijo caminando fuera de aquel lugar –Piénsalo bien antes de decidir– dijo dando por concluido el tema.

–¡E-Espera!– gritó al verlo marchar.

–Pronto sabrás de mí– se despidió con un ademán de mano, perdiéndose en la multitud de estudiantes que salían de aquel gimnasio.

–Pero...– murmuró a la nada. Sonic observó nuevamente la hoja estrujada que permanecía en su mano. –Demonios...– maldijo sintiendo las lágrimas correr libremente, apretando sus puños con fuerza –¡Maldita sea!– gritó golpeando aquel abeto con fuerza.

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Buscó a Sonic con desesperación por todos lados, pero parecía haberse perdido en la gran universidad. Amy se sentó en una de las bancas de jardín del campus, desanimada, sin saber cómo ayudarlo. No sabía si había leído la carta o no, si había elegido alguna carrera que le interesara o si había hecho lo que su padre había ordenado.

Suspiró abrumada, para tomar su mochila y sacar aquel cuaderno rosa que la había acompañado tantos años ya, y ver el contenido dentro del mismo. Hojeó las últimas páginas sin poder evitar esbozar una pequeña sonrisa al ver las nuevas ideas dentro de éste, muchas de las cuales Sonic estaba presente. Desde que habían empezado a salir él había sido su héroe en tantas oportunidades, haciéndola vivir momentos tan memorables y descubrir nuevos sentimientos y experiencias, provocando que su corazón latiera a gran velocidad de sólo recordarlos.

Recordaba cada pequeña caricia que había hecho su cuerpo estremecer, las oportunidades en donde habían yacido sobre el césped y se habían perdido en las nubes flotar para imaginar formas extrañas y reír amenamente, y las muchas otras en donde sus cuerpos se habían fusionado en uno sólo haciéndola conocer el amor a su máxima expresión, obligándola sonrojarse ante las inmemorables memorias que atravesaban su mente y revivir sus labios acariciar su piel desnuda.

Amy sonrió acalorada, pasando las hojas de aquel cuaderno con una sonrisa plasmada en su rostro; y como al iniciar aquella aventura al momento de conocerse, escribió sobre aquellos hermosos sentimientos en aquellas hojas ya amarillentas por el tiempo, como futuro material para sus historias, aunque tal vez, lo hacía para guardar sus memorias y olvidar lo que era estar como un cuerpo vacío sin alma, como alguna vez fue.

–Ahora todo es diferente– murmuró con una felicidad abrazando aquel cuaderno con fuerza, uno por el cual Scourge y Sally alguna vez pensaron en chantajearla. Su mirada se entristeció, ya que muy poco había cambiado desde entonces. Aún recordaba sus días en el instituto, en donde, los rumores aún lograban alcanzar e incluso lastimarla. Muchas veces había pensando en rendirse, pero el recuerdo de Sonic y aquella sonrisa la hacían seguir adelante.

"Muy pronto empezarás la universidad y todo será diferente Amy, ¡Animo!"– recordó aquellas palabras que la habían consolado durante tanto tiempo –Sonic...– musitó al aire fijando su vista al cielo esbozando una pequeña sonrisa.

–¿Amy?– escuchó su nombre casi cual susurro, obligándola a regresar su vista al frente y ver al erizo azul de pie a varios metros de ellos, en medio del jardín.

–¡Sonic!– exclamó con alegría poniéndose en pie y caminado hacia él con cuaderno en mano –Estaba tan preocupada, yo...– calló al notar un sobre en su mano, era uno igual al que ella tenía. Era el sobre de un electivo de carrera, el cual se entregaba al inscribirse –¿Por fin elegiste?– cuestionó con su vista perdida en el sobre tamaño oficio en su mano.

–Sí– asintió con la cabeza desviando la mirada al sobre yaciente en su mano –La carta de Shadow ayudó mucho– completó

–¡La leíste!– exclamó con emoción.

–Umm– asintió sin ánimos –No fue... fácil– murmuró sin emoción –, pero creo que es lo mejor.

–¿Y qué esco...

–Sabes– interrumpió –Desde hace dos años que salimos juntos, y todo ese tiempo, yo realmente me sentí... feliz– dijo esbozando una sonrisa en su rostro, la primera natural de aquel día. Amy lo vio con dulzura ante su comentario –, sin embargo– habló antes de darle la oportunidad de decir algo –, creo que las relaciones de preparatoria son infantiles e incluso de mal gusto.

Aquella expresión dulce y alegre se quebró al escuchar las toscas y duras palabras del erizo. Amy lo vio confundida por lo que decía, en los ojos de él una expresión impasible e indescifrable yacía, parecía un Sonic totalmente ajeno a lo que ella conocía.

–Es por eso que creo que lo mejor para ambos será terminar con esto– completó viéndola fríamente, sintiendo como si su mirada fría e insensible se clavara en su corazón lastimándolo de gravedad –No encuentro sentido a seguir con esto, ya que no tiene realmente futuro alguno –completó cual golpe de gracia.

Sus pupilas se dilataron a escucharlo hablar, sintiendo algo dentro de ella quebrarse al impacto de sus palabras; sus ojos empezaron a humedecerse albergando una tormenta que borraría su sonrisa y su espíritu al desatarse en lo que antes fue un cálido corazón. La primera lágrima corrió libre para darle paso a las demás que vendrían, como único modo de gritar lo que ella callaba, sin realmente poder encontrar palabras en su mente para lo que su alma agonizante sentía en se momento. Amy se quedó con su mirad fija en él, quien no parecía demostrar emoción alguna ante sus duras palabras. Un rostro inexpresivo por sus lágrimas y mirada fría se quedó perpetuamente en su mente, quien se deleitaba de guardar ese momento en un intento de hacerla sufrir posteriormente al revivir cada detalle del mismo.

–Lo siento Ames– habló al fin dándole la espalda, tal vez para no ver su sufrimiento, tal vez aburrido de la misma escena inmóvil –, pero no es realmente lo mío eso de andar con chicas como tú.

–... ¿Cómo yo?– repitió cual susurro.

–Ya sabes, pobres– espetó cruel –Es mejor así, olvídate de mí ¿sí?– pidió para empezar su marcha y alejarse rápidamente de donde ella yacía.

Amy lo vio alejarse a paso apresurado, empezando a perderse de su vista y a su vez, de su vida. Se alejaba mientras el silencio, aún espectador de su dolor sentía lastima de su miseria. Estrujó aquel cuaderno lleno de memorias de su vida con él con fuerza, como si pudiera sentirlo una vez más entre sus brazos y de alguna manera querer consolar a un corazón que agonizaba de dolor en su pecho. Las lágrimas bañaron su rostro incapaz de decir o hacer algo más por ella. Un labio tembloroso y vista nublada la hicieron caer de rodillas al suelo para sollozar en silencio, sintiendo como su alma se quebraba frente a ella, incapaz de recoger los pedazos.

Se abrazó con fuerza sintiendo como un explicable vacío empezaba a llenarla de manera abrumadora, uno que la mataría en silencio, uno que conocía bien, pues era el mismo vacío que años atrás la había hecho caminar cual muerto en vida fingiendo existir en un mundo de rostros hostiles.

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Atravesó el jardín del campus, sintiéndolo como el más extenso jamás pisado por él, hasta por fin llegar a la parte trasera de uno de los edificios del lugar, perdiéndose de la vista de cualquiera.

La desesperación se presentó en sus mejores galas para acompañarlo en lo que serían los momentos más largos del día, haciéndolo saber que no habría a donde ir, y que la felicidad se marcharía sin decir adiós. Sonic golpeó fuertemente la pared de ladrillo exclamando un grito de frustración, cual lunático, en lo que ahora sería su segundo hogar. Su guante blanco empezó a teñirse de carmín, de la misma forma en que su vida parecía empezar a teñirse de negro. Cerró sus ojos con fuerza mientras las lágrimas empezaban a desbordar sin tregua alguna, sintiéndose más impotente que nunca. Recostó su frente sobre la pared en un golpe seco, para así revivir las crueles palabras que acaba de pronunciarle a la chica que amaba.

Sonic aún podía ver con claridad la expresión de dolor plasmada en el rostro de Amy, mientras él hablaba con aquella calma que su familia le había enseñado a fingir tan bien, ocultando su desesperación interna por obligarse a callar.

–Lo siento Amy...– murmuró para sí con una voz quebrantada –No tenía opción– dijo con un sollozo ahogado.

Entendía que luego de la crueldad de sus palabras ella jamás lograría perdonarlo, alejándose de su vida para siempre. –Es lo mejor– musitó en un intento de convencerse. Sonic sabía que era la única forma de protegerlo de su perpetrador personal... su padre.

Permaneció ahí, recostado sobre aquella pared observando las nubes sobre su cabeza, dejando que el tiempo transcurriera en una forma de remediar algo que no lo tenía, sintiéndose más vacío que nunca. Sonic vio de reojo el sobre que yacía a su lado, recordando la razón por la que hacía esto.

–"Un día serás tú quien ponga el nombre de nuestra familia en alto. Yo sé que así será"– recordó las palabras que alguna vez le dieron confianza y ánimo de niño –Madre...– murmuró regresando su vista al cielo –"¡Mira Sonic, ¿no se parece a una rosa?!"– el recuerdo de Amy cruzó velozmente su mente al ver las nubes desinteresadas.

Se puso de pie al acto desviando su mirada del cielo, en un intento de acallar sus recuerdos. Frunció el ceño molesto, el cuento de hadas había acabado, y ahora debería de vivir la realidad por más dura que esta fuese. Tomó aquel sobre del suelo regresando sobre sus pasos por el jardín del campus; tenía que seguir adelante y olvidarla, así como él se lo había pedido a ella.

Llegó nuevamente al mismo lugar donde horas atrás había visto a Amy llorar por su culpa. Sonic entristeció su mirada, sintiendo su ausencia más fuerte que nunca. Colocó una mano sobre su pecho, sintiendo su corazón doler al sentir una parte de éste perdida. Desvió la mirada a sus pies, sintiendo la culpa ser su nueva acompañante y aliada, y el sentimiento de sentir despreciable y diminuto lo recorrió con dolor; y mientras se dejaba llevar por la oscuridad que albergaba su nuevo yo, a sus pies distinguió un cuaderno rosa, era el cuaderno que Amy siempre llevaba consigo y en el cual la miraba escribir de tanto en tanto, en especial después de cualquier cita o salida. Lo tomó con delicadeza, observándolo con una expresión de ternura en su mirar, recordando la bella sonrisa que alguna vez lo enamoró.

Esbozó una sonrisa sin poder evitarlo, recordaba ese cuaderno, uno que ella jamás le había permitido hojear sin importar cuanto él le suplicara o chantajeara. Acarició el cuaderno con la yema de sus dedos tan delicadamente como se le tocaría a una rosa en invierno. Era lo único que le quedaba de ella, y pretendía atesorarlo cual secreto.

–¡Hey, Sonic!– escuchó el grito de Tails a la distancia, distrayéndolo del dolor que aquejaba su corazón. Sonic vio al zorro de dos colas correr hacia él, y alarmado guardó aquel cuaderno en su mochila lo más rápido que pudo. –¡Por fin te encuentro!– dijo llegando a su lado.

–¡Hola Tails!– saludó con un ademán de mano.

–¡Sonic tu mano!– señaló consternado –¡Te lastimaste!

Sonic fijó su mirada a sus nudillos carmesí escondiéndola de su amigo y pintando en su rostro una sonrisa divertida, ocultando su pesar.

–No es nada– habló al fin. Tails lo vio con una mirada de pesar, asintiendo con la cabeza. Sabía que no le creía lo que le decía, pero también sabía que no indagaría más de lo necesario. –¿Ya todo listo?– preguntó obviando el tema.

–Sí, inscripción lista– habló Tails sonriente –Veo que tú también– musitó apagando su sonrisa y provocando que el erizo azul desviara la mirada al sobre en su mano. –Bueno, es mejor empezar a movernos, el autobús saldrá dentro de poco.

–¿Eh?– exclamó regresando su atención a él –¿Es hora de irnos?

–Sí, los demás nos estarán esperando.

Sonic mordió su labio inferior, entendiendo que ella estaría allá por igual. No quería enfrentarla, no podía verla después de lo que había hecho.

–Tengo una idea– dijo con un amago de sonrisa –, llamaré a mi chofer para que nos lleve de regreso.

–¿Tu chofer? ¿Desde cuando pides que tu chofer pase por ti?– inquirió Tails arqueando una ceja.

–Bueno, quería comprar unos repuestos para mi Extreme Gear en el camino– explicó poco convincente –De paso tú podrías ayudarme a modificarlo– tentó con una máscara de felicidad.

Tails lo observó con desconcierto, sin duda no era la típica actitud de Sonic. Sus ojos se posaron nuevamente a la mano herida de su amigo, sabía que eso sólo podía deberse a algún arranque de ira o emoción alborotada. Suspiró imperceptiblemente, asintiendo con la cabeza, sin ánimos, si eso era lo que su amigo necesitaba él lo apoyaría.

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Sentía la mirada de Silver sobre ella, silenciosa, insoportable. Él no había subido al autobús de regreso, casi como si su misma presencia fuera demasiado para soportar. Amy estrujó su falda con fuerza viendo como pequeñas gotas caían sobre ésta. Su alma rota parecía vivir en aquellas gotas que desprendían de sus ojos como las hojas de otoño que morían al venir el invierno, quedando preservados en el tiempo, dejando sólo un recuerdo de lo que alguna vez fueron.

–Ames...

–No me digas así– murmuró sin vida en su mirada, escuchando la voz de él retumbar en sus oídos. –"Lo siento Ames"– recordó la voz de Sonic cual golpe el corazón, iniciando el llanto silencioso entre el mar de voces de sus compañeros.

–Es tu nombre de escritora– musitó Silver intentando animarla –Tal vez, deberías de escribir– habló esbozando una dulce sonrisa –Saca tu cuaderno, siempre que...

–Lo tire– cortó ella con su mirada fija en su regazo.

–¿Qué, por qué?– inquirió con una expresión de preocupación.

Su mirada se nubló en un intento de contener su llanto, cerrando sus ojos con fuerza. Ese cuaderno sólo había traído desdichas y lágrimas a su vida. Su lucha por ser una escritora reconocida había albergado desesperanza y desolación en su vida.

–Se acabó Silver– habló viéndolo al fin secando con brusquedad las lágrimas que bañaban sus mejillas –Ames murió hoy, junto con cualquier estúpida fantasía que viviera en ella.

–Amy, no te hagas esto– suplicó tomándola de los hombros obligándola a verlo.

Silver aún recordaba cuando la había encontrado sentada a la par de un viejo roble, abrazando sus piernas con su cabeza hundida entre sus rodillas. Llevaba buscándola ya bastante tiempo, preocupado que perdiera el autobús. Al llamarla sus ojos rojizos y mojados le hicieron saber que algo malo había pasado. Se rompió a llorar para tirarse en sus brazos –"¡Él me dejó, Sonic se fue!"– exclamó con su voz quebrantada. La abrazó con fuerza, sabiendo que no habían palabras en ese momento que pudieran consolar su destrozado corazón.

Su Amy se estaba marchitando frente a sus ojos y no sabía cómo detenerlo.

–Lo lamentó Silver...– murmuró Amy apagando la luz de su mirada nuevamente –, te prometo que estaré bien– dijo con un dejo de mentira en su voz.

Silver frunció el ceño endureciendo su mirada –...Juro que voy a matarlo– masculló con su ira enjaulada.

–Está bien– murmuró ella inexpresiva soltándose de su agarre –Es lo que siempre tuvo que ser– dijo fijando su vista a la ventana perdiéndose en el paisaje que se quedaba atrás.

Silver vio a su Amy inalcanzable, como años atrás tras la muerte de su madre; y esta vez no sabía cómo poder ayudarla a salir. Lo único que le había funcionado años atrás era ahora un recordatorio perpetuo de su dolor. Suspiró con pesadez viendo de reojo el asiento vació de Sonic, frunciendo el ceño molesto. No entendía qué podía haber cruzado por su cabeza para terminar todo de un momento a otro... pero se encargaría de averiguarlo.

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Llegó tarde esa noche siguiendo las direcciones que le había dado Blaze. Entró a través de los portones negros de acero forjado observando con admiración todo a su alrededor. Silver había visitado la casa de Blaze antes, pero la de Sonic y su familia dejaba muy atrás la lujosa casa de la felina.

Llegó a la puerta principal tocando con cierta timidez y al hacerlo una empleada abrió la puerta.

–Buenas noches– saludó con cordialidad la uniformada.

–Ammm... buenas noches– habló Silver nervioso –Vengo a ver Sonic– indicó avergonzado –, sé que es tarde, pero...

–Un momento por favor– interrumpió entrando a la mansión nuevamente.

Silver asomó la cabeza para ver los adentros de la mansión y notar el lujo y el ostento con la que vivía el erizo azul. Amy se lo había mencionado antes, pero nunca había imaginado a qué grado podía llegar a ser.

–Pasa adelante por favor– anunció de repente la empleada, asustándolo al verla aparecer –El Joven Sonic lo recibirá en el jardín trasero en breve. Acompáñeme.

Silver asintió la cabeza extrañado, pues no esperaba que lo dejara pasar, esperaba más una charla en la puerta de su casa. Aún así, siguió al ama de llaves por las ostentosas estancias de la casa decorada exquisitamente. Llegó a un pequeño cobertizo, que parecía casi una pequeña casa dentro de la misma mansión. Un jardín interno con hermosas rosas púrpuras se podían ver, y una mesa de mármol y un par de sillas en medio del mismo le terminaba de dar aquel toque romántico y casi nostálgico al lugar.

–Espere por favor– dijo el ama de llaves por último dejándolo solo en aquel lugar.

Silver miraba todo de manera inquietante, preguntándose a sí mismo si eso había sido una buena idea. –Silver– escuchó su nombre volteándose para ver entrar al erizo azul con unos ojos cansados y desanimados, sin poder pasar por alto una venda que yacía sobre su mano derecha. Cuando llegó no tenía expectativas respecto a nada, pero sin duda no esperaba ver eso; se miraba igual o incluso peor que Amy.

–¿Querías verme?– habló Sonic cerrando aquella puerta tras de sí –Lamento el lugar, pero creí que aquí habría más privacidad.

–No te preocupes, está bien– habló apenado, observando la expresión estoica del erizo azul. Carraspeó su garganta recobrado la compostura, recordando la razón por la que había decidido hacer eso en un principio –Creo que sabes por lo que vengo.

–Supongo que no es para una charla casual– esbozó una sonrisa forzada.

–Dime, ¿por qué?– exigió Silver con seriedad.

Sonic fijó su mirada sin luz en él, con aquella expresión estoica que le hacía imposible saber el motivo de sus acciones. Permaneció en silencio, silencio que pareció durar una eternidad, el sonido del viento de aquella noche y un canto ocasional de los grillos del jardín inundaron el lugar. Le desvió la mirada al fin, dirigiéndose a aquel rosal de color púrpura, dejándolo sin respuesta.

–Las rosas no pueden sobrevivir a plena luz del sol, ¿lo sabías?– habló al fin el erizo.

–¿Eh?– exclamó Silver alzando una ceja, confundido.

–Necesita vivir en las penumbras para crecer.

–¿De qué hablas?

–Las plantaron por mi madre– murmuró Sonic con un amago de sonrisa, acariciando uno de los pétalos de aquella delicada flor –Cuando murió, realmente mi mundo se vino abajo...– musitó entristeciendo su mirada –No me queda nada más que honrar su recuerdo.

–Lamento escuchar eso– murmuró el erizo plateado enterándose de dicha revelación y a su vez, sintiéndose incómodo –, pero eso no responde mi pregunta.

–¿Alguna vez Blaze te mencionó de la carga que hay sobre nuestro hombros?– inquirió Sonic viéndolo de reojo con aquella mirada fría.

–Bueno, ella...

–¿O sobre las duras decisiones que debemos de tomar debido a eso?– masculló con un dejo de molestia en su voz.

–¿Me dices que dejaste a Amy por una difícil decisión?– intentó seguirle Silver, un poco cansado de las palabras enigmáticas y sin sentido del erizo azul.

–Era lo mejor... si no era ahora él se interpondría entre ambos y...

Silver chasqueó molesto para tomar al erizo azul de los hombros y verlo iracundo; cortando su habla –¡¿Tienes una idea de lo mucho que ella está sufriendo?!– exclamó para ver su mirada, la cual guardaba una tristeza que sólo en Amy alguna vez pudo ver. Sonic cerró los ojos con pesar, y por primera vez una verdadera expresión de dolor se dejo ver en su rostro. –Lo sabes...– murmuró Silver soltándolo lentamente.

–Claro que lo sé...– musitó cerrando sus puños con fuerza –Pero si no lo hacía yo, Padre se encargaría de separarnos por una vez por todas.

–¿Tu padre?, No entiendo ¿Por él es que has hecho todo esto?– inquirió Silver confundido.

Sonic exhaló un suspiró de tristeza y a su vez de frustración. No había tiempo para explicarle su complicada dinámica familiar y el por qué de su accionar.

–Escucha, sé lo que haces aquí, pero...

–¡Si esa es la razón debes de decirle a ella!– interrumpió de nuevo molesto –¡Ella piensa que la has dejado por razones diferentes!

Sonic lo vio con una mirada intensa y poco amigable; un escalofrío recorrió su espalda al ver la mirada del erizo azul, intimidándolo como nunca antes había pasado. Esta era aquella faceta de la que tanto Amy le había comentado, el verdadero Sonic detrás de la fachada de Don Perfecto.

–La razón es la que es, no existe futuro para nosotros– sentenció Sonic – Yo tengo responsabilidades, tengo la memoria de alguien que mantener en alto, y no espero que te agrade o que apruebes mis decisiones. Es lo que es– habló con una expresión imponente –Y ahora que ya has satisfecho tu curiosidad infantil y defendido a tu amiga te pediré que te marches para bien– ordenó caminado a la puerta de aquel cobertizo –Y no te atrevas a regresar a mi casa– completó saliendo al fin.

Silver se quedó de pie, estupefacto. Ese era el lado real de Sonic the Hedgehog, y realmente era tan frío como Amy se lo describió alguna vez, tal vez incluso, un poco cruel. Entristeció su mirada, no estaba seguro si había logrado algo con esa visita, o si con la información que ahora tenía podría ayudar a su amiga, pero bien valdría la pena intentarlo.

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Caminó con aquella furia que lo acompañaba desde esa tarde, tomando hogar en su corazón y mente. Él tenía que tomar una decisión ese día y la había tomado. Sonic sería el orgullo de su familia y haría que su madre estuviera realmente orgulloso de él. Entró a su casa azotando la puerta detrás de él, aún sintiendo aquel dolor en su corazón que desde aquella tarde había querido encubrir con una sonrisa falsa. Sonic escuchó el grito de su padre provenir desde el estudio seguramente reprendiendo su manera de entrar a casa, pero lo ignoró como pocas veces lo había hecho y se dirigió a su habitación, casi como si ahí pudiera encontrar un refugio de la culpa que parecía acecharlo sin poder darle paz, y aumentando ese sentimiento de furia desmedida.

Entró a su recámara azotando la puerta con fuerza, descargando parcialmente lo que había en su interior, escuchando como algo caía al suelo y se quebraba a su vez. Sonic dio media vuelta para ver el cuadro que su madre había pintado para él muchos años atrás. Regresó sus pasos alarmado observando el paisaje que ella había pintando ahora cubierto por pedazos de cristal y un marco hecho pedazos.

–¡Demonios!– gritó arrodillándose sintiendo lágrimas traicioneras correr por sus mejillas sin cuidado. De nuevo la desolación y la desesperanza hacían de su corazón su hogar.

Sonic aún recordaba cuando su madre le había proporcionado aquella pintura. Un hermoso paisaje en donde se podía visualizar montañas de formas extrañas, casi como si se convirtieran en un espiral para dar camino a hermosas cascadas con animales exóticos y únicos; su madre le había dicho que había pintando eso en uno de los viajes que había hecho cuando era joven y que deseaba obsequiarle ese pequeño recuerdo a él. Tomó con delicadeza aquella pintura desgastada por los años, removiendo los cristales del mismo, y al hacerlo, un pedazo de papel doblado se dejó ver entre los pedazos. Apartó aquella pintura para tomar con curiosidad aquella hoja, secando su rostro mojado y desdoblándola.

–Es de mamá– murmuró empezando a leer su contenido abriendo sus ojos lentamente con sorpresa e incredulidad –Todo este tiempo...– murmuró según sus ojos leían cada palabra escrita a mano –... pensé que deseabas que fuera como mi padre.

–¿Ahora lo entiendes?– escuchó una voz de entre las sombras, alarmándose. Sonic dirigió su vista al balcón que yacía al fondo de su habitación con las puertas de cristal abiertas de para en par, para ver unos ojos brillantes y la silueta de alguien sentado en la barandilla. –Mamá, al igual que tú, tomó una decisión difícil.

–¿Shadow?– alcanzó a decir verlo adentrarse a su habitación.

–Ella decidió esta vida– indicó el erizo negro señalando la ostentosa casa donde habitaban.

Sonic vio de nuevo la carta en sus manos, sintiéndose más confundido que nunca –¿Tú sabías de esto?– habló del papel en sus manos.

–No tengo idea de que es eso– respondió indiferente con cierta curiosidad escondida –Vine por otro motivo, pero no pude evitar ver al mejor amigo de Rose por aquí y bueno, tengo una idea de cual pudo ser tu decisión final.

–Pensé que mamá, es decir, Padre siempre dijo que...

–Nuestra madre era como tú– habló con una sonrisa un tanto irónica –Un víctima de la sociedad aristócrata, forzada a casarse con un magnate millonario y vivir bajo las expectativas de otros.

–¿Cómo sabes todo eso?

–¿Cómo no lo sabes tú?– regañó viéndolo desaprobatoriamente –Aunque no veo por qué te sorprendes, es prácticamente lo mismo que nos sucedió a nosotros.

Sonic asintió con la cabeza bajando la mirada y regresando su mirada a aquella carta que por años había permanecido oculta. Todo este tiempo había estado haciendo aquello que creía que debería de hacer olvidándose de sí mismo, siempre siguiendo las expectativas de todos.

–Tenías razón...– habló Sonic al fin –No tengo un plan para el futuro.

–No me sorprende, Padre siempre...

–Siempre hice lo que nuestro padre, mamá, tú o incluso Amy esperaba que hiciera– interrumpió con una expresión de calma en su rostro –Pero sabes, se acabó– concluyó rompiendo aquella carta en dos.

–¡E-Espera!– balbuceó Shadow al ver la carta de su madre ser partida en dos.

–Ahora entiendo el porqué estás aquí– habló para sonreírle –Y te lo agradezco.

–¿Uh?– exclamó confundido al ver en su hermano con los primeros rasgos reales de madurez –¿Qué piensas hacer entonces?– indagó curioso.

–Tomaré mi propio camino– sonrió con una verdadera alegría por primera vez.

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Él había faltado a la escuela ese día, después de su rompimiento Amy no había tenido noticias de Sonic. Aún miraba constantemente su celular, en la espera de un mensaje, una llamada, una señal que todo había sido un simple error. Vio la pantalla de su teléfono, en donde una foto de ambos se miraba como fondo de pantalla. Cerró sus ojos intentando contener el llanto que no podía cesar desde aquella tarde. Restregó sus ojos con fuerza y con aquella sudadera color rosa se abrigó del ventisca fría de aquella noche.

Había salido aquella noche a caminar y aislar su mente de los pensamientos intrusos que insistían en colarse para hacerla revivir su sufrir, llegando así a un parque de árboles frondosos. Estar en casa únicamente había provocado que su mente se adentrara en recuerdos dolorosos que no estaba lista para enfrentar. Amy alzó su mirada al cielo, recordando las palabras de Silver aquella mañana "¡Lo hizo por su padre!" recordó las palabras de aquella mañana. Palabras que si bien había llegado a oídos sordos, ahora resonaban con fuerza. Si eso era cierto, ¿entonces por qué él no se lo había dicho?, ¿es que acaso no había otra forma?, ¿o era un simple pretexto de sus verdaderos pensamientos sobre ella?

–Nunca seré lo suficientemente buena...– murmuró al viento sin ningún rastro de vida en su voz.

Se abrazó a sí misma para seguir su camino, con la esperanza de que su corazón encontrará un poco de paz, algo que parecía ser mucho pedir al destino, pues en la dirección contraria a ese parque vacío yacía él, caminando hacia ella con una chaqueta y una expresión pensativa. Amy contuvo el aliento al verlo caminar con su mirada fija en su pies, sin percatarse de su presencia. Su corazón se aceleró rápidamente, y por primera vez en mucho tiempo sintió que un poco de su espíritu regresaba con tal sólo verlo.

–Sonic...– salió un murmuro de sus labios. Murmuro que pareció alcanzarlo pues lo hizo subir su cabeza para verla con sorpresa y detenerse al reconocerla.

–Amy...– musitó él por igual.

El viento llegó con gran fuerza, cual espectador del ansiado encuentro entre dos corazones solitarios. El silencio se hizo presente mientras la ventisca azotaba sin piedad aquella fría noche.

–En busca de un poco de paz ¿eh?– sonrió el erizo azul amigable, hablando al fin.

Amy estrujó su sudadera escuchando la voz de Silver resonar con fuerza en su cabeza y sobre las razones por las cuales todo había pasado. ¿Realmente Sonic lo hacía por su padre?, ¿Podría ser el destino tan benevolente?

Sonic esbozó una pequeña sonrisa suavizando su mirada, para pronunciar palabra nuevamente: –Serás una gran escritora algún día– indicó ampliando su sonrisa, haciéndola ruborizar –Me gustaría quedarme para verlo– murmuró con un dejo de tristeza en su voz y aquella sonrisa grabada en su rostro.

–De qué... ¿De qué hablas?– logró decir Amy al fin.

–Lo que dije antes...– murmuró entristeciendo su mirada –No era cierto.

Amy sintió como si una opresión en su pecho hubiera desaparecido y una bocanada de aire fresco inundara sus pulmones. El primer amago de sonrisa se asomaba en sus labios después de lo sucedido. Amy lo vio acercarse a ella con una expresión de culpa en su mirar, deteniéndose enfrente de ella y así, sus brazos la rodearan con suavidad; su mentón descansó sobre su cabeza, en un silencio total. Sintió la calidez de su ser envolverla y sin poderlo evitarlo, descanso su frente sobre su pecho regresándole el suave abrazo, en silencio, como si aquel gesto pudiera decir todo lo que su corazón albergaba.

–Lamento haberte hecho llorar...– murmuró Sonic con suavidad, provocando que ella derramara una lágrima traicionera –... pero por fin he tomado una decisión, lo que realmente quiero para mi futuro.

–No te preocupes– le susurró ella intensificando su abrazo –Sabía que sería difícil...

–Nunca hay decisiones sencillas– habló de nuevo –, pero sé que está es la mejor... para mí.

Amy abrió sus ojos confundida sintiendo como él se separaba lentamente de ella y con dulzura besaba con suavidad su frente. Un beso tan cálido que pareció derretir todo aquel hielo que había formado en su corazón.

–Prométeme que seguirás tus sueños sin importar qué– le dijo con una dulce sonrisa.

–Sonic, ¿por qué parece que te estuvieras despidiendo?– preguntó ella alarmada.

–Porque lo hago– asintió con un dejo de tristeza en su voz –Partiré mañana Ames, y haré lo que siempre soñé hacer.

–¡¿De qué hablas?!– cuestionó sintiendo sus ojos humedecer nuevamente.

–Viajare por el mundo, conoceré lo que hay afuera y tendré nuevas y únicas aventuras, sin presiones, sin formalismos... sin fingir más algo que nunca seré– habló con luz en su mirada y una sonrisa de autentica felicidad. Sonic fijó su vista en los ojos de la eriza rosa, sus hermosos ojos esmeraldas que dejaban caer pequeños cristales de los mismos, mojando sus mejillas –, pero no puedo llevarte– completó desvaneciendo su sonrisa.

–¡Puedes!– exclamó –¡Iré contigo, tendremos aventuras juntos!– habló Amy forzando una sonrisa entre su sollozo.

–Entonces robaría tu sueño– dijo colocando ambas manos sobre sus hombros, viéndola taciturno –Ya lo hice una vez... no volverá a pasar.

–¿Una vez?– repitió confundida en susurro.

–Yo fui la razón por la cual jamás publicaste tu historia, ¿no es cierto?– indagó, provocando que Amy desviara su mirada. –Tal vez, en otro tiempo, en otra aventura... nos reunamos una vez más, pero ahora debo de hacer esto por mí... y por ti– murmuró viéndola con tristeza –Adiós... Amy– se despidió con suave beso en sus labios, para así soltarla y darle la espalda sin poder encararla más, corriendo fuera de su alcance, regresando sobre sus pasos.

Amy sintió las lágrimas bañar su rostro, sintiendo de nuevo la ausencia de él, pero esta vez era diferente, esta vez... era por la verdadera felicidad de su único amor.

–¡Promete que volveremos a vernos!– gritó al cielo mientras lo miraba alejarse. Lo vio detener su carrera para así voltearla a ver con unos ojos llenos de lágrimas al igual que los suyos, y con una sonrisa entristecida asentir con la cabeza.

–¡Es una promesa!– gritó le sonrió con su rostro mojado regresando a su carrera, ocultando su pena de ella.

Amy sintió el viento envolverla en su brisa nocturna, mientras lo miraba alejarse de ella, sabiendo que esta vez no volvería a verlo sentado a su lado, ni volvería a reír con él o a soñar despiertos imaginando el futuro.

–Hasta entonces...


Lo sé han sido meses de meses para subir esta continuación y ahora termina así!!! Pues no, hay una última parte de este epilogo, me hubiera gustado hacerlo más corto, pero no fue posible XD! Bien, para los interesados los invitó a que visiten mi cuenta de DevianArt donde podrán ver las últimas imágenes dedicadas a esta hermosa fic, a mi libro y algunas dedicadas especialmente a este epilogo, de las cuales subiré un par más!! Bien, bien sin más que decir, les deseo muy felices fiestas!! Y hasta la última parte!!

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