A New Allied
Lo miraba entrenar, prácticamente a diario. Jamás hubiera pensado que él la rechazaría, jamás hubiera pasado por su cabeza que el amor que ella guardó sólo para él no sería correspondido.
–Sonic– susurró con su vista en el frondoso árbol sobre su cabeza, recordando aquellos bellos momentos cuando jugaban al pirata que salvaba a la doncella en peligro. Shadow generalmente se mantenía bastante distante a menos que su madre lo obligará a jugar con ellos dos, y de ser el caso, Shadow era el pirata que la secuestraba en la casa del árbol y Sonic siempre batallaba por vencer a su hermano mayor por llegar a ella. Ese pensamiento la hizo sonreír. Sonic siempre lo lograba. –Lo vencías por mí, Sonic– murmuró sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas y rodaban en un silencioso andar. –Pero ya crecimos y ahora no luchas por mí... ahora...– calló al ver a la eriza rosa caminar con la mirada gacha como siempre por el patio de la escuela. Desde que la había conocido a la eriza rosa, Sally, había podido ver de nuevo a ese salvador de reluciente armadura que siempre la salvaba del malvado pirata de su hermano –¿Te has enamorado de ella?– se preguntó con dolor en su corazón y semblante frío.
Sally sacudió su cabeza de manera algo brusca y se recostó sobre el abeto sobre ella sacando su celular, navegando por internet. Había encontrado una historia muy hermosa tan sólo ayer. Hablaba sobre una guerrera y un chico de una tierra lejana. Le gustaba mucho porque el personaje principal le recordaba tanto a Sonic y por el momento, fantasear era lo único que podía hacer para que su roto corazón no molestara más de lo debido.
Leyó y leyó intrigada por todas aquellas hermosas palabras, casi viviendo el texto de alguna manera.
–El hermano Dominic se parece a Shadow– río por lo bajo mientras seguía con su lectura capítulo tras capítulo. Su sonrisa y expresión relajada fue desvaneciéndose lentamente mientras seguía alimentándose de las palabras del texto. –¿Sakori?– murmuró al leer la descripción de la chica de hermoso cuerpo y familia prestigiosa, la cual, batallaba para robarle el corazón de Aarón a la protagonista. Entre más leía más familiar se le hacía la historia. Sus pupilas seguían rápidamente el texto, hasta que se detuvieron en un punto exacto, y recitó en voz alta: –Y cortó su cabello largo únicamente para verla quebrarse ante ella y saber que no tendría nunca una oportunidad.
Sally se puso de pie al instante. Eso no podía ser una casualidad, Sakori era idéntica a ella, Aarón a Sonic y Dominic a Shadow. ¿Sería posible que Erie fuese igual a la eriza rosa?
-.-.-.-.- ...y rechazó aquella mujer de ojos azules como el cielo y figura perfecta y la eligió a ella por sobre todo, y decidió quedarse a su lado -.-.-.-.-
Completó el último capítulo publicado. Buscó el nombre de la escritora y notó que era un seudónimo, Ames. No decía nada más, no tenía un perfil o imagen, pero estaba segura que tenía que ser ella, y sólo había una forma de confirmarlo.
La campana sonó dándole a entender que era hora de entrar al salón. Tomó su mochila del suelo y corrió velozmente al clases para buscarlo y confirmar su hipótesis.
–¡So...– pero calló al verlo con ella sonreírle amenamente. Amy por su parte no parecía tener esa misma energía, forzando una sonrisa que denotaba preocupación. Sally intentó hacer algo que por lo general no hacía, volverse invisible y sólo observar.
–Lamento lo de ayer, el entrenador nos está matando en la pista– se disculpó el erizo azul divertido.
–No te preocupes– aseveró Amy –El mejor corredor tiene que estar en forma.
–Hey... ¿Todo bien?– preguntó Sonic acariciando su mejilla con dulzura viéndolo con unos ojos preocupados.
–Sí... es cansancio, ya sabes...– musitó distante –Shadow pone demasiados libros a leer y eso.
–No puedo creer que sea tu tutor– habló molesto –Bruto salvaje.
–Pero está bien– dijo aprisa al ver su enojo –Sólo será por una semana más antes de que regrese a la universidad– le sonrió con tristeza –Luego no lo veré más...
–Aún así, creo que..
Un pequeño empujón interrumpió la charla de ambos al ver a la ardilla caminar en medio de ellos. Sally se volteó hacia Amy sonriéndole cordial, como había practicado miles de veces.
–Lo lamento, no fue mi intención– sonrió con tanta naturalidad como pudo –Felicidades por cierto– dijo por último siguiendo su camino.
Sally sintió la mirada de ambos sobre su nuca, pero no importó, había conseguido lo que quería. Un bello y extraño cuaderno color rosa, uno que la miraba escribir con ímpetu desde que había llegado a la escuela.
Las clases pasaron y cuando menos sintió la hora de estudio, o dicho de otro modo, reunión de maestros y los alumnos debían de ir a la biblioteca o quedarse en su aula estudiando por todo un período. Ella optó por la biblioteca, un cubículo privado para ver aquello que había robado. Sally cerró la puerta detrás de ella y no tardó nada en sentarse y sacar aquel cuaderno, moría por leer su contenido.
–No lo puedo creer– murmuró mientras pasaba página tras página –Ella es Ames.
Vio dibujos muy mal hechos de Erie y los demás personajes de su historia, fragmentos de su escritura y luego una lista, una extraña lista llamada "Misiones". Eran exactamente las cosas que Aarón había hecho con Erie, pero eso no parecía algo que ella hubiera escrito únicamente para su historia. Lo había hecho con Sonic.
–No lo puedo creer– dijo incrédula –¡Por eso pasaban tanto tiempo juntos!– habló exaltada.
Siguió pasando la vista en todas las páginas hasta que algo realmente llamó su atención, la última página del cuaderno.
Mi cuerpo o mi secreto... de cualquier forma te pierdo.
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Yacía en el baño de mujeres, acomodando aquella diadema roja viendo las ojeras bajo sus ojos. No había podido dormir durante toda la noche dándole vueltas al tema una y otra vez. Se suponía que debía de darle una respuesta a Scourge hoy, aunque había hecho hasta lo imposible para evadirlo todo el día.
–"Si mi hermano se entera nunca más volverá a hablarte, pero es lo correcto por hacer"– eso le había dicho Shadow aquel día, y eso ella lo sabía, pero no quería, no quería que el cuento de hadas terminara tan pronto.
Amy cerró sus ojos con fuerza sintiendo como las lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas, y por primera vez se arrepintió de haber iniciado ese experimento lleno de mentiras.
–Silver tenía razón– se dijo entre sollozos.
El rechinido de la puerta al abrirse se escuchó haciéndola reaccionar. Secó las lágrimas a prisa y abrió la llave del lavamanos haciendo el agua correr. Amy observó de reojo la persona que entraba para verla a ella. Sally. Todavía recordaba su felicitación aquella mañana, y eso la había hecho estremecer. Suficiente tenía con Scourge, no necesitaba otro problema con ella, y estaba seguro que lo encontraría si se quedaba a solas ahí con ella.
Cerró la llave y secó sus manos sobre su falda roja apresurada.
–Yo no saldría– advirtió la ardilla, haciéndola detener su marcha –Él está afuera. Buscándote creo yo.
–¿Él?- inquirió Amy confundida.
–Scourge– se explicó –Ha estado vagando por casi toda la escuela durante la hora de estudio.
Amy sintió el terror de nuevo, Scourge ya quería su respuesta y ella aún no sabía cómo manejarlo, cómo hablar con Sonic. Vio con desolación la puerta café y suspiró pesadamente sabiendo que ella tenía razón. Se quedaría ahí hasta que la hora de estudio terminase, o eso pensó hasta que algo llamó su atención ¿Por qué ella le advertía de Scourge? Amy la volteó a ver confundida. Sally pareció lograr leer sus pensamientos, pues de su mochila sacó un cuaderno que ella conocía muy bien.
–Esto es tuyo... Ames– habló entregándoselo en las manos.
–¡T-Tú...
–Lo leí, sí– asintió con la cabeza arreglando su cabello frente al espejo. –Gracias por hacer de mi personaje alguien tan hermosa y sofisticada– dijo divertida –Sakori realmente me agradó muchísimo.
–¿Qué piensas hacer?– preguntó desganada la eriza. Primero Scourge, ahora ella ¿es que acaso la vida la odiaba tanto?
–Ayudar a Sonic– respondió convencida –No permitiré que lo lastimes con tus acciones.
–Jamás quise esto– negó la eriza rosa sintiendo una opresión en el pecho nuevamente –Yo... terminaré con esta fantasía hoy.
–¿Acaso no me escuchaste?– regañó de nuevo la ardilla –No te permitiré que lo hagas sufrir por tus malas decisiones.
–¡¿Es que no es esto lo que querías desde que nos viste juntos?!– le gritó molesta –¡Lo conseguiste!
–¡Él te ama a ti!– respondió Sally sintiendo de nuevo aquel ardor en su pecho. Para ella ganar sería quedarse con él, pero no era el caso, Sonic jamás había dudado de sus sentimientos hacia Amy, siempre había sido ella primero, y eso, no importaba lo que hiciese no iba a cambiar. –Él... él...– de nuevo aquella voz quebrada apareció junto con sus incontenibles deseos de llorar. Se volteó al acto para que no la viese en ese estado vulnerable mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas –Desearía ser tan mala como crees que soy– sonrió forzadamente –Jamás me agradaste Amy Rose, pero si se trata de Sonic...– musitó recordando su encantadora sonrisa –Yo lo dejaría todo a un lado para verlo sonreír... incluso mi desagrado por ti.
Amy la vio con asombro. Sabía que Sally gustaba de él, pero nunca imaginó que fuese un amor tan grande el que ella tenía. Eso la hizo sentir todavía peor. Amy no había hecho nada más que mentir y ocasionarle problemas. La pareja correcta para Sonic no era ella, era Sally con su amor un tanto excéntrico y sincero.
–Terminaré con esto– repitió la eriza caminando hacia la puerta. Si Sonic era libre tal vez, tan sólo tal vez, se fijaría en la ardilla y entonces... paró frente a la puerta con su mano sobre el pomo de la misma, aquella mano temblorosa. Si eso pasaba ella terminaría en las sombras de nuevo. Las lágrimas volvieron a brotar con intensidad, sintiéndose débil.
–Sí rompes su corazón entonces sí volveré tu vida un infierno.
Amy sintió un escalofrío por su amenaza, tragando pesado. La vio de reojo, y aquel semblante serio y mirada lúgubre le hacía saber que le decía la verdad. Secó los resto de las gotas saldas que aún permanecían en sus mejías y permaneció de pie, sin decir nada, esperando alguna palabra más de parte de ella, pero no pasó.
–Entonces me sugieres que vaya con Scourge y acepte el castigo de parte de él.
–Si Sonic lo descubre será aún peor– negó Sally acercándose a ella, alejándola de la puerta del baño –Espera por mí hoy luego de terminadas las clases, y entenderás.
–¿Qué cosa?
–A Sonic
La vio salir del baño para dejarla sola nuevamente. Amy abrió parcialmente la puerta aún distinguiendo al erizo verde a la distancia. Debería de esperar hasta la siguiente clase, y luego, a la salida ir con Sally y confiar que esa fuera la mejor decisión.
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Se disculpó con Sonic diciéndole que tenía algo muy importante que hacer y que no podrían verse luego de la escuela, que sería mañana, o eso esperaba ella. Sonic no pareció agradarle mucho la idea pero asintió con la cabeza y no le dio mayor importancia al asunto. Amy esperaba muy ansiosa a la ardilla, quien no parecía estar en ningún lado, le había dicho que esperara en el gran abeto de la escuela, que ahí la encontraría, pero temía que Scourge la encontrara primero.
–Lamento el retraso– la escuchó hablar –La Señorita Vainilla quería mi ayuda con algunas cosas, ¿vamos?
–¿A dónde vamos?– preguntó curiosa, siguiéndola.
–Iremos a mi casa.
Se quedó pasmada ante su respuesta. ¿Qué se suponía que tenían que hacer en la casa de ella? Y más importante ¿por qué no podían hablarlo en la escuela? Pero esas preguntas estuvieron demás, Sally sabía sobre su mayor secreto, y si quería que permaneciera de esa manera debería de seguir sus ordenes.
Un elegante vehículo llegó por ambas y se dirigieron al mismo sector de la ciudad donde Sonic vivía. Ninguna de las dos dijo nada. El chofer únicamente preguntaba cosas ocasionalmente a Sally, cosas que no eran de interés para ella.
Llegaron a una mansión muy parecida a la de Sonic, la cual tenía un gran jardín lleno de rosas rojas. Un estilo victoriano adornaba cada muro de la casa, a diferencia del moderno de la mansión de Sonic, pero aún así, era muy hermoso, más antiguo pero hermoso. Sally la condujo a un pequeño salón de té, o eso asumió ella por el exquisito juego de té en el centro preparado para ambas y una chimenea enfrente del mismo.
–Toma asiento por favor– habló igual de cortes que Sonic como cuando fue a la gran cena de beneficencia. El recuerdo la hizo sonrojar avergonzada por la bofetada que le había propiciado a Shadow.
–Gracias.
–¿Té?– Amy negó con la cabeza. No es que se sintiera cómoda en lo absoluto, menos para la hora del té. –Insisto– dijo Sally sirviéndole un poco y colocando una taza frente a ella.
–¿Qué debo de entender sobre Sonic?- preguntó justo al grano.
–Te enseñaré– respondió secamente. Sally se puso en pie y de un pequeño libro en la pared sacó un álbum de fotos. –Toma.
Amy lo abrió para de nuevo ver a la misma eriza color purpura que había visto antes en un álbum de fotos en la habitación de Sonic. Habían varias fotos de Sally con Sonic, Shadow y esa eriza en diferentes lugares. Parecía que habían crecido juntos desde muy pequeños. Sonic se veía adorable.
–Ella es la madre de Sonic, Aleena the Hedgehog– la despertó de su último pensamiento. Ese nombre le sonaba familiar. –Murió en un accidente cuando Sonic cumplió los 12 años– dijo entristecida –Aún recuerdo su funeral... Sonic estaba devastado.
–Ohhh...– murmuró pasando las hojas –Sonic nunca habla de su madre– explicó. Sonic evitaba ese tema tanto como ella, ninguno de los dos hablaba sobre sus madres y eso hacía más fácil seguir ignorando el dolor latente de ambos.
–Ese día Sonic hizo una promesa.
–¿Promesa?
–Él jamás le entregaría su corazón a nadie... jamás le importaría nadie. Así nadie lo lastimaría nunca más– recordó la ardilla con un semblante triste y un recuerdo en su mente: "Excepto a ti Sally", pero eso no era necesario compartirlo.
–"Por eso Shadow y Sonic prometieron eso"– pensó la eriza rosa.
–Si Sonic sabe que lo has usado no creo que reaccione muy bien.
–Eso ya lo sé– dijo cabizbaja.
–Sin embargo, él se ha enamorado de ti, y creo que si le explicas las cosas él entenderá.
–¿De qué hablas?
–Sonic puede parecer muy duro, muy fuerte, pero realmente es muy compresivo y dulce– habló con un cierto sonroje –Él es un erizo que no se deja desmoronar por los golpes de la vida fácilmente y sé que si hablas con él, aunque hayas cometido errores que parecen imperdonables, él verá la bondad y amor sincero en uno y...– Las lágrimas empezaron a brotar sin que ella quisiera. Haciéndola callar. Aún recordaba su charla en la azotea de la escuela el día de San Valentín. Él la perdonó a pesar de sus malos actos, Sonic era increíble. Y la pregunta se mantenía ¿Por qué Sonic nunca la escogió a ella?
–Sonic también tiene un buen concepto de ti– habló Amy, quien jugueteaba con su cabello –Demasiado diría yo... por eso sentía celos.
Parecía que quería hacerla sentir mejor de alguna manera. Sally secó sus lágrimas y le sonrió. No pudo evitar fijar su vista en el cabello corto de la eriza, con el cual jugaba desviándole la mirada.
–Lamento lo de tu cabello– se disculpó apenas audible –No sé porqué lo hice.
–Es la respuesta común ante la amenaza– respondió tan cortante que la hizo estremecer con el filo de sus palabras.
–Aún así... lo lamento– se disculpó apenada.
–Yo lamento provocarte dolor ahora– respondió Amy inmutable.
–"Que diferente se ve cuando quiere encubrir sus sentimientos... si es que los tiene" ¿Siempre eres tan seria?
–Sí, casi siempre– asintió –Al menos hasta que conocí a Sonic– musitó sonrojada.
Sally sonrió complacida. Sí los tenía. Tomó otro sorbo de té antes de proseguir.
–A pesar de ser tan bueno, hay ciertas cosas que aún creo que no entiendes por completo. Su madre era su mundo y quien lo protegía de Shadow y su padre. Sonic nunca ha tenido una buena relación con Shadow o su padre, en especial con su padre. Desde que su madre murió Sonic fue dejado a un lado, y Shadow tomó todo el protagonismo en la familia The Hedgehog, y eso hizo que Sonic se aislara mucho de todos. En ese entonces sólo contaba con un par de amigos que sabíamos lo que pasaba en su casa y sobre la presión de intentar igualar los logros de Shadow.
–Pero, ¿no crees que él y su hermano jamás podrían...
–Sonic y Shadow siempre han sido como el agua y el aceite... Creo que Shadow lo odiaba desde que lo conoció al nacer. Nunca han congeniado, excepto una vez.
–¿Una vez?
–Cuando su madre murió, Shadow estuvo ahí, a su manera particular– rió divertida por lo bajo. –Shadow no es de abrazos y eso, pero es muy bueno escuchando y te ayuda a distraerte del dolor.
–Lo sé– murmuró con una sonrisa imperceptible, llamando la atención de Sally –Es decir, lo imagino.
–Si quieres estar con Sonic deberás de sincerarte con él y dejar de ocultarle cosas– dijo autoritaria la ardilla. –Pero si lo haces sufrir por culpa de tus malas decisiones...
–Recibiré el castigo que merezco, lo sé– entendió su amenaza tras sus palabras.
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–¡Amy!– le llamó mientras corría hacia ella.
El sol apenas había despertado de su sueño así que el hermoso amanecer tras de él lo hacía verse aún más atractivo. Su corazón bombeaba a mil por hora, realmente quería que todo funcionara entre ellos, pero necesitaba librarse de Scourge y confesarle todo.
–Buenos días– le sonrió intentando usar aquella máscara de felicidad, pues sabía que podía ser el último día que estuviesen juntos.
–Buenos serían en un par de horas– dijo entre un bostezo –Nunca me levanto tan temprano.
–Es que... quería que pasáramos tiempo juntos.
–Oh... bueno, si ese es el caso– le sonrió pícaramente. Se acercó a ella lentamente con la intención de besarla cuando sintió la fría sensación del plástico sobre sus labios. Sonic se alejó al ver un cuaderno frente al rostro de la eriza rosa. –¿Quieres que estudiemos juntos?– preguntó confundido.
–Léelo– murmuró Amy desviando la mirada y entregándole el cuaderno en sus manos.
–¿El Reino de Fuego?– leyó el título del libro en voz alta. Sonic subió la mirada y notó como ella evadía la suya de la de él. –¿Quieres que lea una novela?
–¿No te gustan?
–No particularmente– negó con la cabeza –¿A ti sí?
Sintió una punzada de dolor al escuchar que lo que era tan importante para ella no era de agrado para él, pero intento obviarlo, después de todo ella había obviado hablar sobre ese tema tanto como había podido.
–Es... importante- respondió Amy vagamente.
–Bien, si es importante, lo haré.
Tomaron asiento bajo un enorme abeto, su lugar favorito de la escuela. Tenían mucho tiempo antes de que llegara alguien así que empezó a leer dicho libro. Era una historia de fantasía y aventura llevada en un mundo alternativo con seres extraños. Sonic no entendía porqué la razón de la cual ella quería que leyera eso, pero no por eso se detuvo. Siguió y siguió hasta que encontró algo interesante, el personaje principal se parecía mucho a Amy, cuando se sonrojaba, cuando se enojaba, cuando... despegó los ojos de la lectura viéndola con su vista en su regazo, evitando sus ojos. Continuó. Los personajes cada vez se le hacían más y más conocidos y las situaciones extrañamente familiares.
El tiempo transcurría y los estudiantes empezaban a llegar. Amy lo veía voltear las hojas con un semblante inmutable. No sabía si podía leer entre líneas o no, pero era más que obvio, incluso Silver podía ver las escenas de lo último que habían vivido.
–Esto...– murmuró Sonic cerrando el libro al fin –Esto se me hizo vagamente familiar.
–Sí– asintió Amy.
–¿Tú lo escribiste?
–... Sí– respondió en un trago pesado y un corazón acelerado. La ansiedad estaba presente en todo su esplendor.
–Por eso fueron las misiones, ¿verdad?
–Sí.
–Entonces...– calló de pronto, captando su atención. Amy volteó a verlo al acto ¿Lo había lastimado? ¿Estaba enojado? ¿No le importaba?
–¡No sabía cómo decírtelo!– habló Amy sin poder resistir más tiempo en silencio –Y yo sólo... yo sólo...
–¡Sonic!– el sonido de la voz de Knuckles los interrumpió. La escuela empezaba a llenarse de sonidos. –El entrenador de atletismo te busca.
–¡Enseguida voy!– le sonrió con gran ánimo como siempre. Le entregó el libro sin verla en ningún momento y se puso de pie.
–Apresúrate, el festival es en dos días y sabes como es todo– dijo el equidna.
–Lo sé, lo sé– asintió animado. Amy lo vio confundida. ¿Qué es lo que pensaba? ¿Estaba molesto? ¿Estaba feliz? –Sabes...– murmuró tomando su mochila del suelo –Deberías de hablar con mi hermano de este hobby tuyo– le sonrió cordial, ella conocía esa sonrisa... era la sonrisa que le fingía a todo el mundo. –Resulta que él es muy bueno para escribir y eso.
–¿Eh?
–Pero asumo que eso ya lo sabes.
–¡Espera por favor!
–Hasta luego, Rose– se despidió con una ademán de manos corriendo hacia el equidna.
Se quedó de rodillas sobre el pasto viéndolo partir con aquella gran y falsa sonrisa ¿Qué había pasado? ¿Por qué la había llamado por su apellido? Y peor aún ¿por qué había traído a Shadow al tema? ¿Acaso él sabía?
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