Manigoldo había estado enamorado de Regulus durante lo que parecía una eternidad. Sin embargo, nunca había encontrado el valor para confesarle sus sentimientos. Temía que su amistad se viera afectada o que Regulus no sintiera lo mismo.

Una noche, sin previo aviso, Regulus invitó a Manigoldo a una fiesta en su casa. Manigoldo aceptó, sin saber que esa noche cambiaría su vida para siempre.

Mientras bailaban y reían, Manigoldo se dio cuenta de que era el momento perfecto para revelar su secreto. Tomó a Regulus de la mano y lo llevó a un rincón tranquilo de la fiesta.

"Regulus, tengo algo que decirte", dijo Manigoldo, su corazón latiendo con fuerza.

Regulus lo miró con curiosidad. "¿Qué es, Manigoldo?"

Manigoldo tomó una profunda respiración y dijo: "Te amo, Regulus. He estado enamorado de ti durante mucho tiempo, pero nunca tuve el valor para decírtelo".

Regulus se sorprendió, pero luego una sonrisa iluminó su rostro. "Manigoldo, yo también te amo", dijo. "He estado esperando que me lo dijeras".

Y en ese momento, bajo las luces de la fiesta, Manigoldo y Regulus compartieron su primer beso, iniciando una nueva etapa en su relación.