Capitulo LXIII: Cómo Harry Potter Cambió el Mundo (Parte I)

El nombre "Harry Potter" es sin duda uno de los más conocidos alrededor del mundo: la saga del maguito británico ha sido traducida a cuanto idioma se pudo traducir, sus aventuras fueron llevadas a la gran pantalla, y ocupa ya un lugar como un personaje iconico de la cultura popular, casi tanto como lo serían Sherlock Holmes o Superman.

En retrospectiva, y ya con varios años pasados desde el punto más caliente del fenómeno, es fácil ver los motivos y circunstancias por las cuáles la obra de JK Rowling se convirtió en uno de los libros mejor vendidos y más famosos de los últimos tiempos: capturó la imaginación de millones de niños, y convirtió la lectura, un pasatiempo que hasta poco antes del lanzamiento de su obras se consideraba como algo en peligro de extinción, en algo de nuevo en boga entre los jovencitos.

En esta ocasión, dedicaré la Librografía a Harry Potter, pero no tanto al contenido de la historia en sí: muchas personas ya lo han hecho en el pasado, muchos y muchas de ustedes ya habrán leído y re-leido esas paginas una y otra vez y dudo que podría agregar muchísimo más a lo que ya se ha dicho y escrito, sino al fenómeno, y como, para bien y para mal, Harry Potter cambió al mundo.

Creo que la mejor manera de comenzar sería diciendo que no soy un gran fan del hechicero inglés y su camino desde la niñez hacía la adolescencia. Parecería contra-intuitivo que le dedicará un espacio, y mis esfuerzos a algo que no es de todo de mi gusto, ¿verdad?

Pero, también siento que en cuanto a fans y gustos, sobre todo en la Internet, tendemos a ser muy extremos: es fácil dejarse llevar por la emoción y declarar algo como un fenómeno de nuestra devoción o como una mierda que no merece nuestra tiempo; es casi como si sólo pudiéramos sentir el más elevado de los amores o el más profundo de los desprecios, jamás algo en el medio.

Sólo porque no me incliné de manera completa hacía una obra no significa que no se pueda apreciar aquello que vemos de positivo; no soy católico, ¿pero necesitaría de serlo para disfrutar de la indudable belleza de la Capilla Sixtina? Claro, no creo que sea una comparación de todo proporcionada, pero creo que ilustra bien el punto que estoy tratando aquí.

Parecería increíble dado que hoy en día la literatura juvenil, o para Young Adults (YA por su abreviación) es el principal motor de la industria editorial: los grandes fenómenos del ramo en la última década y media se han encontrado ahí, pero no siempre fue así, y para eso, sirve remontarnos a un tiempo lejano y oscuro para la literatura juvenil.

Mi infancia.

Lo curioso es que tengo la edad correcta para haber sido participe desde un comienzo de la manía por Harry Potter; en el año de 1997 seguía siendo un niño, y siempre fui uno al que le gustó la lectura: recuerdo haber sentido fascinación por clásicos como La Vuelta al Mundo en 80 Días o El Principito, y devorar como si fuesen nada tomos de Anna de las Tejas Verdes, y conmoverme ante la dureza de libros como La Cabaña del Tío Tom. Niño que le gusta la lectura más el gran fenómeno literario a punto de ocurrir... cualquiera pensaría que serían una mezcla natural.

No fue así.

Algunas personas observadoras se habrán dado cuenta que los libros que mencioné se tratan de clásicos inmortales de diferentes épocas, algunos, lanzados más de un siglo desde mi nacimiento, y puede ser visto de un gran indicador de la problemática de los libros de la literatura juvenil contemporáneos de la época justo antes de Harry Potter:

Eran malisimos.

Vale, puede que haya exagerado en tal apartado, no todos eran malos, pero... bueno, en cierto modo a veces se me hace curioso como vemos fenómenos literarios más modernos y muchos expresan su malestar al sentir que son de una cualidad cuestionable. Claro, eso lo puedo entender, pero muchos no parecen recordar que inclusive muchos "libros malos" de hoy en día siguen siendo en muchos sentidos muy superiores al promedio de libros juveniles de los 80 y los 90.

La mejor manera de definir como se vía a la literatura juvenil en aquellos días sería decir que los editores ponían un gran énfasis en la parte de "juvenil" por encima del de "literatura".

Hoy en día el estereotipo o el tropo de "el nuevo gran fenómeno literario entre los adolescentes" es suficientemente conocido y esperado como para ser parodiado en series como South Park o Los Simpson; simplemente asumimos hoy en día que los chicos y chicas van a sentir una obsesión por algún nuevo gran libro, sea Harry Potter, Twilight, Divergente o Bajo la Misma Estrella y los adultos reaccionaremos, cuándo menos, con curiosidad, cuándo más, con desprecio, pero vale la pena recalcar lo relativamente nuevo que es tal expectativa.

En mis tiempos (juré jamás usar esa frase) era que los chicos simplemente no leían.

Ahora, el estereotipo no ha desaparecido de todo; cada cierto tiempo algún reportaje un tanto reaccionario lamenta como la lectura es un habito que se ha estado perdiendo (y en números tangibles, mi país, México, es una de las naciones con menos cantidad de libros leídos promedio al año) pero pierden un poco la perspectiva: muchas nuevas películas comenzaron como libros primero, y la razón por la que muchas de esas cintas son éxitos de taquilla son porque los fans originales van a las salas de cine a verlas.

Podemos quejarnos de muchas cosas, pero la verdad es que el nivel de lectura, si bien está lejos todavía de un nivel optimo, se ha elevado, y el aprecio a la literatura en general se ha incrementado.

Quiero compartir un poco acerca de uno de los títulos "hit" de mis tiempos como estudiante de primaria: se llama Sweet Valley High, y se trata de una serie de libros, el primero de ellos publicado en 1983 que trata sobre las aventuras de un par de gemelas en una preparatoria del sur de California.

Y eso sería todo.

Los temas a tratar son algunos que uno podría esperar que una adolescente real tratará en su vida: la escuela, romances, algunas tramas sobre problemas más serios como la anorexia, pero con toda honestidad, inclusive estos no son llevados de la manera más profunda del mundo.

Y hablando de profundidad, se trata de libros bastante cortos; apenas rebasaban las 100 paginas en muchos casos, al menos en las ediciones que yo llegué a ver.

No estoy hablando de una serie cualquiera; Sweet Valley fue un gran éxito para esos tiempos, y se siguió publicando por años, mas inclusive en mi mente infantil era obvio que no era la literatura de mayor calidad posible que se podía adquirir.

Por eso mismo yo, al igual que de seguro muchos otros chicos alrededor del mundo se refugiaban en clásicos más antiguos pero mejor escritos; la literatura juvenil de aquellos días era, demasiado... juvenil, en todo el sentido negativo que tal palabra puede tener: breve, amateur, superficial, y escrito con prisa, como una tarea hecha por un mal estudiante.

Quizá valga la pena preguntarnos, ¿por qué se encontraba la literatura YA tan descuidada?

Es difícil achacárselo a un sólo factor, pero mucho tiene que ver con malas percepciones que los editores tenían de los lectores juveniles; muchos esperaban que los chicos y chicas, acostumbrados a la televisión, tuvieran poca capacidad de poner atención a textos demasiado largos (de hecho, una de las razones por las que Harry Potter fue rechazado originalmente por algunas casas editoriales era porque nadie esperaba que los lectores pudieran dedicarse a leer algo tan "extenso").

Así pues, los libros se diseñaban del modo en que se esperaba que fuesen consumidos: como capítulos de televisión, con una aventura enfocada en una sola temática, cortos y breves y que pudiesen ser desechados antes de empezar a leer el siguiente.

Y en lineas generales, aún si se tenía éxitos en ventas, no es como si se esperaba demasiado de lo que provenía de la literatura juvenil, al menos aquella que se producía por esos años: era casi como un botadero, un mercado que se atendía un poco porque alguien tenía que hacerlo, pero que nadie esperaba hacerse famoso o ganar el gran dinero escribiendo en ése mundo (que para el caso, hoy en día sigue siendo una realidad en el ámbito literario: hay casos de grandes autores que son lanzados a la fama y ganan una fortuna, pero la mayoría de ellos no serán los que se ganen la lotería de "soy el creador de la última sensación").

Y ni hablar de trabajos derivativos, como cine o televisión: simplemente eran vistos con obras demasiado superficiales; ocasionalmente algunos libros podrían ser adaptados, pero no eran esa "granja" de potenciales franquicias que los ejecutivos ven hoy en día en búsqueda de aquello que les genere verdes en los azules.

Entonces, una madre soltera desempleada llegó...

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