19. Magic, fireworks
Era época navideña, mi época favorita en todo el año, no por los regalos costosos ni las cenas familiares, claro que no, esas eran banalidades de la vida, para mí lo más importante de esa época era mi aniversario.
Aun puedo recordar como si fuera ayer esa noche de navidad de hace cinco años donde el amor de mi vida me pidió que fuéramos novios.
—Frankie, el festival de invierno de la ciudad va a hacer un especial de fuegos artificiales en noche buena ¿podemos ir? —dije demasiado emocionado mientras hablaba por teléfono con Frank.
—Claro ¿a qué hora paso por ti? —preguntó al otro lado del móvil.
—¿A las 6pm? Sí, yo creo que a las 6 para que veamos que hay en el festival.
—Perfecto, entonces el viernes paso por ti a las 6, te quiero.
—Yo también —contesté con una boba sonrisa en mi rostro antes de colgar.
La semana transcurrió tranquila hasta que finalmente llegó el viernes, estaba muy emocionado por esto, quería ver a Frank y el festival había sido la excusa perfecta. Me escribió un mensaje diciendo que estaba fuera y que se congelaba, por lo que tomé mi gorro, mi bufanda y el resto de mis pertenencias antes de salir corriendo de mi casa hacia Frank.
—Frankie, ¡te extrañé tanto! —murmuré mientras abrazaba a Frank con una enorme sonrisa en mi rostro.
—Yo también, el no poder verte todos los días en la universidad me hace odiar las vacaciones
—nos quedamos abrazados por un buen tiempo hasta que mi celular sonó.
—¿Bueno? —contesté confundido al no reconocer el número.
—Gee, ¿estás bien? —preguntó al verme congelado al finalizar la llamada.
—Me dieron el trabajo —contesté aun intentando asimilar la noticia que me habían dado.
—¿Qué trabajo?
—¡El de practicante en la empresa de comics! —grité emocionado.
—Por Dios, Gerard, ¡Felicidades! ¿Ves? Te dije que podías conseguir ese trabajo, estoy muy feliz por ti —me abrazó fuertemente.
—Gracias Frankie —le contesté emocionado, su sonrisa genuina me dio tanto gusto.
Con felicidad en mi sistema nos dirigimos al festival en el auto de Frank.
En serio extrañaba su presencia, era un tanto ridículo puesto que sólo habían sido unas cuantas semanas de vacaciones las que nos habían separado, pero por alguna razón se sentía como si el tiempo hubiera pasado demasiado lento para el gusto de ambos. Siempre fuimos bastante unidos y separarnos, aunque sea por pocos días nos hacía daño, nos pone nostálgicos y las ganas de vernos eran espantosas.
A la media noche noté que Frank empezó a comportarse algo distinto, pero casi no le presté atención porque estaba más emocionado en ver el show de esa hora.
—Vamos Frank corre, sino no lo veremos desde un buen lugar —dije mientras corríamos del puesto de nuestro amigo Ray hacia la explanada.
—Ya voy, ya voy —me contestó mientras Ray le daba una cajita antes de salir corriendo hacia mí —tengo una idea, vamos a la rueda de la fortuna.
—Frank, no hay tiempo, quizá después del show.
—No, es que ahí no va a haber mucha gente y lo podremos ver desde lo alto.
—Buena idea, ¡vamos!
Llegamos apenas a tiempo y subimos a la colorida atracción, Frank se quedó un poco más dándole algunas instrucciones a la persona que controlaba el juego y yo solo subí.
—Listo, nos dejará un poco más de tiempo arriba para que podamos ver los fuegos artificiales.
—Perfecto —la atracción comenzó a moverse.
Mi mente se dedicó a divagar entre todo lo que había hecho en el año, incluyendo mi solicitud de empleo como practicante, pase cada memoria que tenía a la mano y todas tenían algo en común…
Frank.
Él había estado en todos y cada uno de mis momentos especiales desde que nos conocimos a inicios de la secundaria hasta el día de hoy por lo que me había sido imposible no desarrollar un crush con él, sin embargo, nunca me atreví a decir algo por miedo a arruinar nuestra amistad, mi mente comenzó a divagar cada vez más hasta que Frank se aclaró la garganta para hacerme reaccionar.
—Gee, ¿podemos hablar? —preguntó con cierto nerviosismo en su voz, lo cual me preocupó bastante.
—Claro, ¿sucede algo?
—Sí, verás yo creo que debí de haberte dicho esto mucho antes pero cuando entendí todo me asusté y mi mente comenzó a jugarme una mala pasada —empezó nervioso, contagiándome su intranquilidad.
—Frank, me estás asustando, ¿está todo bien?
—No, claro que no está bien, Gerard. Se supone que esto sería muy lindo y romántico, pero no, entré en pánico ahora mismo —me dice alterado—. Dios, que mierda…
—No estoy entendiendo nada, ¿podemos empezar de nuevo?
—Sí, perdón… perdón… —tomó aire un par de veces antes de comenzar a hablar—. A lo que quería llegar es que después de pensar mucho e imaginar diferentes futuros llegué a una conclusión. Tenía que decirte lo que siento, y la verdad es que me gustas mucho, y no me di cuenta hasta ya era muy tarde, sé que quizá no soy correspondido, pero ya no aguantaba este sentimiento en el pecho que amenazaba con explotar cada vez que te veía, cada vez que me sonreías o que veía brillar tus dulces ojos esmeralda, sé que esto cambiara nuestra amistad, pero no me arrepiento de nada —lo miro a los ojos sorprendido, no puedo creer que se me ha declarado.
—Frank… yo… por Dios… ni siquiera sé qué decir —solté una risa nerviosa—. Estoy emocionado, pero bastante confundido ¿cómo es que no me di cuenta que era correspondido? No tengo ni idea, pero eso no importa, el punto es que no tienes que preocuparte por nada, porque el sentimiento es mutuo y sé que debería decir más palabras lindas, justo como las que tú me has dicho, pero simplemente mi cabeza aun no procesa que la persona que me ha gustado durante casi media universidad. En serio está correspondiendo mis sentimientos, es algo asombroso e irreal, pero se siente tan bien.
—Bueno, entonces si soy correspondido creo que es apto hacer esta pregunta, Gee —sonrió enormemente—… ¿Quieres ser mi novio? —preguntó mientras sacaba un pequeño collar con una G y una F grabadas en el metal.
—¡Claro que sí! —sin pensarlo me abalance sobre él envolviéndolo en mis brazos. No supimos en qué momento la rueda paró, ni que el show ya había empezado, solo supimos que al momento de besarnos pudimos sentir esos fuegos artificiales dentro de nosotros, explotando uno a uno, dándonos descargas de amor y felicidad.
Con el paso de los años, el amor que nos teníamos solo creció y los fuegos artificiales al besarnos se hacían cada vez más fuertes. Aquellas corrientes eléctricas nunca se fueron, simplemente no se podían ir de un amor tan puro como el nuestro.
Después de aquel día, cada 21 de diciembre íbamos al festival navideño de la ciudad, veíamos los fuegos artificiales y compartimos lindos momentos que después iban al álbum de fotos que Frank me había regalado en nuestro segundo aniversario.
—Gerard… amor. ¿Iremos al festival? —le pregunté cuando llegué a casa.
—Claro, pero primero vamos a cenar, hice tu comida favorita.
—¿Macarrones con catsup? —me burlé, él giró los ojos harto de mí.
—Ya supéralo, Frank. ¡No sabía cocinar! —ambos soltamos una carcajada antes de dirigirnos a poner la mesa para poder comer.
—¿Y cómo te fue en el trabajo? —me preguntó cuándo cenábamos, amaba cuando él me mostraba interés en las cosas que yo hacía.
—Genial, ya casi acabamos con la grabación del álbum —alzó las cejas cuando me escuchó decir aquello.
—Eso es asombroso, no puedo esperar para escucharlo. Oye… y ¿hay alguna canción para mí? —sonrió de lado, fingiendo falsa inocencia.
—Todas y cada una de las canciones que escribo son para ti mi amor —le dije, él rio y se acercó a mí para darme un beso.
La cena transcurrió tranquila entre charlas banales acerca de nuestros trabajos, hasta que llegó el momento de ir al festival. Tenía el presentimiento de que este año iba a ser más especial que de costumbre.
—¿Tienes todas tus cosas? —preguntó mientras tomaba las llaves del auto.
—Sí, ¿y tú?
—Sí —sin más salimos de nuestro hogar rumbo al festival.
Como cada año recorrimos todo el festival, fuimos a varias atracciones y al final, pasamos al puesto de Ray antes de subir a la rueda de la fortuna para poder ver los fuegos artificiales.
—Gee —empecé cuando la rueda empezó a moverse—. He estado pensando en muchas cosas últimamente… ya llevamos 5 años juntos, vivimos en la misma casa y hemos pasado muchas cosas juntos. Han sido los mejores años de mi vida y le doy gracias a la vida por cruzar nuestros caminos. He tomado una decisión muy importante y, mierda, de nuevo me siento como hace 5 años —los nervios me empezaron a atacar otra vez, Gerard me miraba extrañado.
—¿Qué quieres decir? ¿Está todo bien?
—Sí, amor… Sí… Joder, aquí voy —aclaré mi garganta antes de seguir—. Gerard Arthur Way Lee, aunque a veces me quieras pegar porque no tapo nada de la cocina o que interrumpa tus sesiones de meditación o de escritura… quiero decir, aunque soy un maldito desastre y sé que te saco de quicio muchas veces, me encantaría pasar mi vida entera contigo a mi lado. ¿Me harías el honor de casarte conmigo? —dije mientras sacaba una pequeña cajita con un anillo de oro.
—¿Hablas en serio? ¡Claro que quiero casarme contigo! —me abrazó con fuerza—. Mierda creí que yo iba a tener que pedírtelo si seguías con ese ritmo —me contestó mientras me abrazaba y llenaba de besos—. ¡Ponme ese maldito anillo, por favor! —gritó mientras movía su mano hacia mí.
—Entonces es oficial, en unos meses serás Gerard Arthur Way Lee de Iero —y sin más puse el anillo dorado en el dedo anular del castaño para después compartir un beso con el espectáculo de fuegos artificiales de fondo.
Después de eso todo fue una montaña rusa de emociones, entre los preparativos del salón, las invitaciones, nuestros trajes, el viaje de luna de miel y nuestros propios nervios estábamos vueltos locos, pero al final todo salió bien y así es como hoy, un 21 de diciembre estoy caminando hacia el altar, tomando de nuevo en este día la decisión de querer pasar el resto de mis días con Gerard Way.
—Frank Anthony Thomas Iero Pricolo, ¿aceptas a Gerard Arthur Way Lee como tu legítimo esposo? —habló Ray quien estaba oficiando la ceremonia.
—Por supuesto que acepto.
—Ahora, Gerard Arthur Way Lee, ¿aceptas a Frank Anthony Thomas Iero Pricolo como tu legítimo esposo?
—Claro que acepto —nos tomamos de las manos, sonriéndonos mutuamente.
—Ahora por el poder que me infiere la licencia que saque por internet, los declaro esposos.
Todos celebraban mientras nosotros compartimos un beso más, un beso que se sentía como el primero…
Un beso lleno de mágicos fuegos artificiales.
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