13. Goodbye my love
Cuando a Gerard le dijeron que Frank estaría en la cena de Navidad, quiso echarse para atrás inmediatamente.
Entendía que Mikey y Ray seguían siendo muy amigos suyos y que todo lo que pasó entre Frank y él no era razón suficiente como para cortar la amistad. Bueno, de hecho, dejaron de hablarle durante mucho tiempo cuando se enteraron de ese pequeño gran desliz que tuvo con aquel compañero de su trabajo mientras estaba en una relación con el de orbes pardas.
Fue una de las peores decisiones que tomó alguna vez, más que nada por todo lo que vino detrás. Las lágrimas, el odio, los cuestionamientos de la gente a su alrededor. ¿Por qué? Fue la pregunta que rondó durante meses posteriores a la ruptura… pero ni él sabía la respuesta. Su vida ya era un desastre en ese momento y Frank aguantó tanto sufrimiento mientras él se acostaba con otro tipo. Su mente estaba nublada, los pensamientos no eran claros y la gente señalando su error cada vez y cuando eran razones suficientes para dejar todo de lado e irse a la otra punta del país para intentar rehacer su vida, alejado del hombre al que destruyó y de la familia que avergonzó.
Sí, cinco años pasaron y era su primera vez pisando New Jersey después del caos que dejó en la ciudad… pero al menos creyó que sus antiguos amigos tendrían un poquito de consideración con él teniendo en cuenta la guerra campal que se armó con su ex cuando se enteró de su engaño. Tampoco iba a pelear, entendía que era algo que no estaba en las manos de Mikey y de Ray e inclusive podría apostar que si estaba siendo invitado era porque ellos pidieron de favor que no lo excluyan otro año de la celebración decembrina, peor aún ese año que regresaba a pasar las fiestas por pedido de sus padres.
No le hacía falta tampoco, él estaba contento con solo ir, tomar chocolate caliente, cenar con sus padres y dormir en su antigua habitación, para marcharse a la mañana siguiente de nuevo a California y seguir viviendo alejado de todos… pero Mikey le exigió su asistencia y no quería pelear con él cuando apenas estaban retomando la comunicación. Aceptar de mala gana debió hacerle caer en cuenta al de lentes que quizás no era lo mejor obligar a su hermano mayor a hacer algo que no estaba muy emocionado por hacer.
Por otra parte… las fechas tampoco eran las más agradables. Navidad le recordaba el amor que perdió. Los fuegos artificiales en el cielo eran un símil de lo que Frank le hacía sentir en el pecho cuando lo besaba, cuando lo miraba mientras intimaban, cuando le decía que lo amaba y juraba estar siempre con él, toda la vida. La nieve cayendo le recordaba a Frank sentado frente a la ventana, tomando una taza de chocolate mientras veía la ciudad volverse blanca.
Y ahora no tenía nada de eso… ahora solo era un desgraciado que tenía lo que merecía.
Por eso, cuando llegó a casa de Kayleigh supo en el primer instante que no era lo correcto así Mikey Way dijera lo contrario. Sus antiguos amigos lo recibieron con una falsa felicidad y se notó desde el principio. Aunque intentaron platicar con él, no se sentía genuino, todo era forzado y el ambiente se volvía cada vez más tenso que ni cuando llegó Mikey y Ray cambió. Él solo se sentó cerca del árbol de navidad, con una taza de chocolate en sus manos, tratando de hacerse invisible hasta que pudiera escapar sin que nadie se diera cuenta.
Solo que la suerte no le acompañó, y un rato más tarde pudo ver a Frank llegando a casa de su amiga. Llevaba un gorro y un suéter horrible de esos típicos de las fechas. Su sonrisa iluminó el lugar inmediatamente y al escuchar su voz, el corazón le palpitó tan fuerte que parecía salirse de su pecho. Todas esas emociones contenidas en su ser querían manifestarse porque aun lo amaba como el primer día. Pero ya nada podía hacer para arreglar la situación… mucho menos cuando vio al tipo que entró con él a la casa.
Escuchó que su nombre era Anthony, pero no mucho más porque despacio y sin hacer mucho ruido se escabulló hasta la cocina. Las manos le temblaban por los nervios y por el frío, así que dejó la taza en la encimera y se quedó un momento intentando relajarse. No iba a hacer una escena, sería más que vergonzoso. Cuando se sintiera mejor volvería a la sala y enfrentaría lo que tocara. Mucho más porque era hora de dar la cara y dejar de ocultarse.
—¿Estás bien? —vio a Kayleigh entrar a la cocina con Cara y Travis, él asintió—. Vamos a servir la cena de una vez, porque ya todos nos morimos de hambre y solo esperábamos a Frank para comenzar.
—Sí, e-está bien… ¿Necesitan que les ayude con algo?
—No, Gee —contestó Travis palmeando su espalda despacio—. Ve con los demás a la mesa, las chicas y yo nos encargamos de todo.
—Uh… vale, vale… —suspiró y fue despacio hasta el comedor.
No estaba listo, pero no podía solo huir. Iba a ser un espectáculo verlo sentarse a la misma mesa que su ex novio y el nuevo novio de este. Seguramente esto era un plan diabólico de sus amigos y de su hermano… un plan en donde él cayó redondo sin opción a chistar ni nada. Maldita sea…
—¡Oh, Gee! Ven, te guardé un sitio a mi lado —su hermano le sonreía, él caminó en automático y cuando se sentó vio frente a él a Frank.
—Hola, ¿qué tal? —saludó, Frank fingió una sonrisa y Anthony le respondió tan malditamente amable que le hizo querer vomitarle en la cara.
—Hey —comenzó Iero—. No pensé verte aquí.
—No creí que fueran a invitarme…
—Ay, Gee… Después de todo, te queremos y te hemos extrañado un montón. Obviamente queríamos que estuvieras aquí sabiendo que venías por Navidad a Jersey —intervino Cara, al momento que dejó un plato con comida en el centro de la mesa.
—Yo solo venía a visitar a mis padres… y a Mikey —agregó cuando su hermano le codeó.
—Más te vale que me incluyas… —el menor de los hermanos esbozó una pequeña sonrisa. Gerard solo lo miró algo incómodo.
La cena inició de la manera más incómoda. En silencio y solo el sonido de los cubiertos en el ambiente. Way podía sentir de vez en cuando los ojos sobre él, incluido Frank, quien a pesar de verse tan contento conversando con su ahora novio, tampoco dejaba de darle atención a su presencia indeseada. En un momento, sus ojos se encontraron, pero inmediatamente el artista apartó la mirada. Le pareció más interesante aquel plato en ese instante que los ojos avellana sobre él, porque la vergüenza y todos esos recuerdos le llegaron a la cabeza para torturarlo nuevamente.
—¡Frankie! —la voz de Kayleigh hizo que todos le voltearan a ver—. Dijiste que tenías algo que contarnos.
—Bueno… sí… o sea… —suspiró, y Anthony le tomó de la mano encima de la mesa.
—Si quieres, lo anuncio yo —el de ojos azules se mostraba emocionado, pero Frank no estaba tan seguro de que quería decirles lo que pasaba.
—Ay, ya… solo díganlo —la castaña giró los ojos—. Queremos saber.
—Bueno… —siguió Anthony—… Frank y yo, estamos comprometidos —las caras de sorpresa de todos fueron inmediatas y la felicidad que le provocó la noticia se expresó en aquellas bonitas palabras y abrazos que se dieron.
Fue la mejor noticia que pudieron recibir en las vísperas de navidad.
Menos Gerard… quien fue el único que no se paró a felicitar a la pareja, en cambio, se quedó en su silla asimilando la noticia… Frank iba a casarse con otro hombre. La persona que amaba iba a unir su vida con alguien más y él no podía expresar la frustración que tenía guardada en el pecho.
Verlos celebrar el reciente compromiso de su ex novio, fue como una patada en las bolas. Ya ni siquiera entendía el objetivo de la invitación a celebrar navidad por parte de esa gente… incluido Mikey Way, por supuesto. Entendía que Frank no pudiera perdonarlo, ¿pero ellos por qué seguían sufriendo por algo que pasó hace cinco malditos años? Ni siquiera Frank se vengaría de él, porque conocía lo buen tipo que era y sabía que no era capaz de caer tan bajo haciendo cosas solo para molestarlo… lo del anuncio de su compromiso era otra cosa… no fue un tema que él sacó a colación y notó que no quería anunciarlo, por lo que ese tipo terminó soltando la sopa.
Todos estaban en su contra… menos quien debería.
Pero eso no le producía la misma tristeza que le produjo aquella noticia.
Luego de la cena, todos fueron al salón menos él quien decidió salir al patio trasero a fumar un cigarrillo. Nevaba levemente para ese momento y bueno, también necesitaba aire fresco para relajarse.
El arrepentimiento era un sentimiento que conoció verdaderamente cinco años atrás cuando su mentira fue descubierta. Durante todos esos años reflexionó sobre ello y solo llegó a la conclusión de que era un pedazo de mierda que no valía la pena porque lo tenía todo, pero estaba tan perdido que nunca se dio cuenta de ello. Perdió al amor de su vida, al único tipo que iba a amar hasta después de la muerte y aunque quería alegrarse por verlo tan feliz en brazos de otro hombre, no podía. No podía porque seguía siendo el mismo egoísta de siempre… pero en esta ocasión nada de lo que hiciera cambiaría sus acciones pasadas y tendría que aprender a vivir con ello de una vez por todas.
Las lágrimas se agolparon en sus ojos cuando se dio cuenta que tenía que seguir adelante a pesar de todo. Que ese momento había llegado y que también merecía redención por los errores del pasado. Nada borraría lo ocurrido, pero seguir estancado en Frank ya no era sano. Liberó todo el llanto acumulado en su pecho y apagó el cigarrillo en la nieve. Era momento de irse y no regresar jamás, por lo que decidido caminó nuevamente para el interior de la casa donde todos reunidos ni se percataron que él ya se iba… exceptuando Frank, quien fue el único que se fijó cuando Gerard abrió la puerta y le dedicó una última mirada…
Una última mirada que le indicó al tatuado que era una maldita despedida definitiva.
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