Capítulo final
—Traeré a alguien a almorzar.
—Bien, porque mamá no compró la carne.
Ni siquiera hizo falta girar para enfrentarlo con una mirada llena de desprecio, Miles sabía que Zails estaba siendo innecesariamente sarcástico y Zails lo conocía tan bien como para ocultar su propia burla bajo la fachada de comentario fuera de lógica antes de que Amadeus los reprendiera por algo que no sabía que hicieron.
Bajo su guante de blanco perlado, como se vio bajo la luz de la luna en el instante en el que su ahora prometido le ayudó a colocárselo con cuidado, el vulpino recostado en la cama incorrecta casi podía ver el zafiro que brillaba tras la tela.
—Miles, ¿qué es esto? —Tails miró a un lado y encontró un objeto de peculiar forma junto a él.
—No tuve una luna de miel, me disculpo por si uno de mis juguetes te cayó en la cara cuando lo tiré a un lado... De hecho, quizá tengas algo aquí —añadió señalando su mejilla.
Fue divertido verlo huir al baño desesperado por ducharse. Debía correr al río porque había pasado una semana desde que vio a Scourge por última vez, pero parte de su vaga promesa de un encuentro casual para tranquilizar a sus hormonas incluyó que no se verían hasta que los problemas en su hogar se hubiesen tranquilizado. El cuerpo de Miles actuaba de manera un tanto extraña esos días, además.
Más razones para odiar a su disque suegra, Miles pensó que uno de los padres de su consorte debería ser de su agrado, pero él mismo habría asesinado a Jules si no estuviera sepultado ya y Aleena no había hecho algo que lo irritara sin motivo. Podía tener sus razones detrás, él se lo repitió a sí antes de que ocurriera: no invitas a tu depredador a la mesa.
Extrañaba a Scourge. El ojiazul del flequillo negro se escabullía hasta la ribera del río de la zona que les correspondía a los suyos con la esperanza de que volviera a verlo, pero si no aparecía, entonces no había noticias de que Aleena se haya tranquilizado.
—También dejé algo para Zails, espero que no le...
—¡Miles! ¿Qué es esto? —Zails abrió la puerta con un golpe teniendo un vibrador en la mano que el azabache dejó sobre la alarma de su hermano mayor para que lo notara cuando quisiera apagar al molesto aparato que despertaba a todos de madrugada.
Cuando el clima favorecía su estado de ánimo, las hojas se enroscaban entre los riachuelos formados a los lados de los cristalinos senderos y las copas naranjas de los árboles iluminaban su camino de calor alentador acompañado de un soplo suave del viento recorriendo su pelaje. Miles acudía al margen del río para recordar la última vez que logró verlo en su gran noche luego de su gran momento que continuaba sin concretarse.
Antes de cruzar, Alicia exigió su encendedor previo de que Patch también atravesara el río, Walrus tuvo que dejarlo caer para fingir que estuvo en el pasto todo el tiempo y no que se lo estaba tratando robar. Debió ser la ebriedad, ya que los tres se pusieron a llorar cuando llegaron a la parroquia en la que Scourge no sabía cómo se hacía una corbata que el párroco le prestó y Miles trataba de verse presentable al enterarse de que le colocarían una corona de flores blancas para simbolizar pureza.
Pureza que ya no tenía, pero se estaba casando con la persona que la tomó consigo así que no mencionó el detalle.
No puso conservar ninguna fotografía porque sabía que no sería discreto para ocultarlas, sino que las pegaría en su techo para revivir el momento y el chismoso de Tails las podría ver. Todas permanecieron con Scourge.
El erizo vio a Miles volar hacia el otro lado del rio y suspiró, Alicia lo golpeó en la espalda para saber si estaba cien por ciento consciente ya que él jamás haría eso, o al menos nunca lo había visto haciéndolo.
—Yo iba a decirte que no sumaras a un zorro a tu enorme lista, pero nunca te vi llegar tan lejos —observó Acorn mientras se daban la vuelta para regresar, el ojiazul tenía un problema en casa, y aún le debía una buena cita al vulpino.
Seguía esperando esa cita, porque todo lo que lograba ver al llegar al arce en el que se conocieron, era su ausencia. Por otro lado, Tails era un pequeño mocoso que quiso robarle el protagonismo, la rata que se adelantó a la magnífica experiencia que Miles buscaría socavar aunque aún no, ya que nadie sabía que tenía una piedra preciosa en el anular de su mano izquierda.
—Te lo regalo —dijo Miles al ver como Zails dejaba caer el pequeño objeto vibrante.
—¡Está usado!
—¡No! —Miles miró al techo mientras razonaba un poco—. Al menos no ayer, pero sí que lo querías, ¿eh? No te preocupes, no-virginal hermano, estoy casi seguro de que Tails construyó un autofollador, y dijo "casi" porque nunca nos contó que ya hablaba con alguien —espetó hacia su hermano que secaba sus colas que quedaron esponjosas tras el baño rápido.
—No es verdad, yo no planeé nada malo —objetó Tails con la mirada avergonzada—. Siempre quise saber qué había del otro lado del bosque, Sonic una vez estaba en nuestro lado de la orilla, pero él no es malo, no me intentó atacar cuando nos conocimos, a él le gusta el avión que quiero construir. Me ofreció ir con él un día... Pero yo no podía preguntárselo a Amadeus, así que él finge que me secuestra una vez al año para que yo pudiera visitarlo...
—Lo cambia todo —dijo Miles de modo sarcástico. Irónicamente, Zails cruzó los brazos, fastidiado, como si quisiera hacer un reclamo, aunque no haciéndolo porque sabía que su hermano más intrépido abriría la boca apenas lo oyera, pero no era tonto—. ¿Qué me dices tú? ¿Cómo se las arregló Zonic para metértela sin que muriera de asfixia?
—Yo no hice nada —se apresuró a intervenir el hijo menor del matrimonio del hogar.
—Descuida, Tails, yo sé que acá eres el único virgen, no como otras personas —habló inclinándose exageradamente hacia Zails—. Te sorprendiste cuando te dije su nombre, ¿por qué? ¿No se lo preguntaste? Qué atrevido, de frente a la acción —sermoneó Miles mordiéndose el labio para incomodar al mayor, quien tomó la maqueta de madera que había en cómoda de un tal Tornado y lo arrojó contra el acusador.
—No le pregunté su nombre, ¿contento? Y sí pasó, yo estaba en la cama mientras él me abría las piernas, ¿hay algo más que quieras saber? —interrogó Zails colérico por la actitud de Miles, pero al haber descontrolado su carácter, solo hizo reír al azabache quien siguió en la cama de Tails burlándose de lo que pasaba—. ¡Miles!
—No lo hiciste porque quieres olvidarlo —supuso Miles—. Pero él sabía tu nombre.
—Yo le dije mi nombre para que él no me olvidara, pero yo sé que está mal así que no quería saber el suyo, ya párate y deja de molestarnos —pidió jalando una cola cercana para arrastrarlo hasta el borde de la cama, donde cayó antes de que Tails pudiera regresarlo a la cabecera.
—Bien, perras. —Miles se puso de pie en tanto que acariciaba su cadera adolorida y no por el porqué tan esperado—. Yo sí tengo una relación decente.
Solo porque estaban casados.
Zails lo retó a traerlo a comer, era raro que alguien como Miles consiguiera tener un vínculo serio, puesto que era el más huraño de los tres que siempre juraba que las relaciones amorosas estaban destinadas a fracasar, y que mejor era comprar dildos y chocolates los cuales no compartir con nadie. Ninguno de sus hermanos sabía de quién estaba hablando, y el misterio fue halagador.
Claro que era obvio que no sería una invitación normal, su confesión hace siete días les dijo que también pasó esa noche de la fiesta con alguien; sin embargo, no dijo nombre, no dio ninguna pista, ninguna descripción, por lo que tanto Zails como Tails podían especular lo que quisieran.
—¿Es un lobo?
—Es una bestia en la cama —presumió luego de regresar de recuperarse de un mareo, Tails hizo una mueca para evitar imaginar algo inapropiado sobre su propio encuentro a escondidas con Sonic y suspiró. El problema iba a ser porque no veía a Scourge desde hace días, debía reconocer que la única razón por la que no estaba perdiendo la cabeza como habría hecho normalmente era porque tenía un anillo en su mano izquierda. Pese a que no confiara en las personas, confiaría en él.
Llegó al mayor como una tarjeta. Miles se la entregó a Alicia y Alicia la dejó en el pino que Scourge estaba trepando para escapar de las exigencias de Amy para que volviera a traer al zorro, la pequeña tiraba sus peluches al aire, gritando que no eran tan suaves y había estado en el mismo plan por toda la semana en la que el erizo tampoco conseguía encontrar el momento de ir a verlo.
Cuando consiguió tener un momento a solas, Aleena ya no estaba enojada con él, o lo fingía bien. Lo había abrazado y fue tan incómodo como la primera vez, ella debía pensar que Scourge había terminado su relación con Miles y ahora todos estaban a salvo, pero estaba lejos de ser verdad.
No era control, ya habían tocado fondo y habían regresado para seguir viviendo; la gente pensaría que Miles diría que no querían verse cuando las cosas fueran mal y correrían a encontrarse sin perder tiempo. Scourge sabía que ninguno miraría atrás cuando las personas hablasen al verlos pasar. Luego de su rápida boda, surgió el rumor y miedo debido a que Miles no se había quitado la tiara de flores porque insistió en que necesitaría un adorno como ese en su vida.
Scourge se lo dejó porque se aferrarían a la relación que tenían, pero ese era un detalle nupcial y el erizo no contribuyó al olvidar quitarse la corbata que no encajaba con su vestimenta habitual. No era un juego, así que el resto tendría que empezar a soportar.
—Hola, papá.
—¿Qué quieres? —preguntó Amadeus con un timbre de voz inquisitivo, sin dejar de arreglar los lirios, rosas y girasoles; flores para su esposa. El vulpino de gran persuasión retiró la mano de las ramas al percibir el silencio.
—Encontré a alguien —informó balanceando su cuerpo de adelante hacia atrás con nerviosismo. Nunca se sabía con él, Amadeus podía ser un santo un minuto y quebrarle el brazo al siguiente.
—¿Alguien? —Rosemary sacudió la estola de seda en sus manos antes de buscar un lugar en el cual tenderla.
—Tengo una relación —agregó para ser más preciso—. Pensé que les gustaría conocerlo, es del bosque occidente.
—¿Tejones?
—Ah... Un poco más al poniente. ¿Puede venir? —indagó con duda en su sentir, ya había hecho la invitación y Scourge ya la había aceptado según la correspondencia que Alicia le hizo llegar—. Nunca les pido nada, yo me robé mis vibradores, ¿puede hacerlo?
La opinión más importante de la habitación era la de Rosemary. Amadeus asintió en acuerdo dado que la oportunidad de ver a Miles asentarse era un hecho que jamás imaginó que presenciaría en vida, y que haya sido antes que Zails y Tails lo convirtió en un asunto más interesante: la única propuesta que recibió Miles fue la de no regresar nunca al mercado de carnes rojas al sur del bosque mixto, porque el azabache gritó al aire que podía intentar una resucitación y esas cosas en el mostrador vivirían.
—Cocinaré ensalada rusa, olvidé la carne... —murmuró su madre revisando la lista a un lado en la que cada ingrediente se encontraba tachado. Antes de que Miles pudiera regresar a su dormitorio y escribir una respuesta para su erizo, Rosemary levantó la mirada y sonrió con sinceridad—. Puede venir.
—¡Lo hice! —Miles brincó en su sitio entusiasmado por la idea. No estaba seguro de que Scourge sintiera lo mismo, ya que era diferente que una presa estuviera entre tantos depredadores a que un depredador estuviera entre tantas presas, pero el vulpino se encargaría de eso.
Si se acordaba.
—¿Quieres ir robar al huerto Cedro Este? —le preguntó Patch en tanto que Miles estaba apoyado de brazos cruzados en un pino—. Oí que trajo carne que no es de pescado, ya sabes lo que significa.
—No, soy hombre casado.
—Has estado diciendo eso para todos los que te han querido saludar, y lo has seguido repitiendo hasta ahora —observó mirando cómo cinco niños jugaban a que dos eran cazadores y debían atacar a los otros tres, educación básica—. ¿No querías que fuera secreto? Tu padre se enterará.
—Es perfecto, soy hombre casado —reiteró complacido de que funcione—. Si Amadeus se entera, yo solo tendré que discutir con él por los motivos y ya no tendré que tomarme la molestia de irrumpir en su oficina para hacer la confesión, ¿no es grandioso?
—Sí, solo matará a la persona de quien escuche que te casaste con un erizo —advirtió para que Miles rememorara lo que pasó una vez que hubo una acusación similar—. Nada malo.
—¿Ves que sí entiendes? Muy bien —concluyó al palpar su cabeza.
Quedaba ayudar a sus padres con la cocina y la mesa, se suponía que era para el almuerzo, Miles quizá cometió el insignificante error de no fijar una hora en la carta porque, cuando estuvo en la casa de su pareja, almorzaron tan tarde que parecía merienda. Si Scourge llegaba igual de tardío, podrían cenar y lo convencería de quedarse a cumplir con su luna de miel, no importara que Tails durmiera en la misma habitación y que tuviera que ir a quejarse con Zails.
—Los pepinos están sobreestimados —opinó Miles mientras su madre lo guiaba para que cortara las zanahorias en trozos pequeños y no colocara uno entero por plato como hizo semanas previas—. ¿Es necesaria la mayonesa? Es que me trae recuerdos... —añadió al lamer la punta de uno de sus dedos embarrado de la crema blanca.
—Se llama ensalada rusa, y ahora lávate las manos —le ordenó Zails tras darle un delicado empujón con una de sus colas, pero al ser más grande, por algo Miles terminó en el suelo. Tails lo ayudó a levantarse e inmediatamente retornó al lado de su padre, con quien conversaba sobre qué platos floreados de porcelana deberían usar. A Amadeus le hubiera gustado que ese hubiese sido un almuerzo que darse junto con las parejas correspondientes de sus otros hijos, pero si Miles lo consiguió, entonces el par restante también en el futuro.
—¿Qué hago con los huevos? —preguntó Tails al ser tomado de la mano por su madre para que compartiera la actividad de la cocina con ella.
—Normalmente, se chupan, pero como eres tímido, tal vez solo podrías ver y lamer el resto. Asegúrate de no babear tanto, pero cuando salga lo espeso, es tan caliente...
Tails no entendió nada de lo que dijo Miles.
—Yo pongo la mayonesa —se ofreció el azabache, pero Zails no se lo permitió por la salud mental de los presentes, el menor de la familia corrió hacia la encimera para tomar un bol grande y se lo entregó a Zails para que mezclara los ingredientes.
En la puerta hubo tres toques. Hubo dos veces previas y ambas fueron vecinos que estarían organizando una revelación de género y querían que los Prower estuvieran ahí la semana entrante, al parecer era temporada de tener crías, lo cual esperaba que no fuera una mala decisión con el invierno a la vuelta de la esquina. Era la una de la tarde, muy temprano y la habitación en la que la familia estaba reunida se hallaba iluminada por el calor del sol ingresando por las ventanas.
—Yo abriré, deberé firmar si es una nueva cría —explicó Amadeus luego de besar la mejilla de Rosemary. Miles se habría cubierto los ojos si fuera el de antes, ahora solo estaba apoyando su mentón en su mano mientras observaba sentado cómo había pequeños lobos persiguiéndose unos a otros.
Abrió la puerta y todo lo que vio fue todo de lo que no quería volver a saber.
—Jules.
A Scourge le habría ofendido menos que le preguntaran quién diablos era. Lo aceptaría si fuera como Zonic o Sonic, pero él lo único que tenía de Jules actualmente era que era un erizo cuyos gestos ni siquiera se asemejaban a los de su padre.
Con la confusión creciente, a Amadeus le hubiera gustado tener la visión en perfecto estado para asegurarse de que no estaba viendo mal, pero también había sido herido durante un conflicto sin valor en el que perdió un ojo y se vio obligado a usar un parche.
—Amadeus, ¿no? Soy Scourge.
Era idéntico. Prower lo vio detenidamente, cualquier detalle de él que indicara que estaba a punto de atacarlo y que por eso podía sacar la espada que ya había dejado atrás al tener la confianza de no más peleas al lado de su esposa. Amadeus dio un paso al frente, firme, imperturbable, esperó que el erizo frente a él retrocediera, pero no lo hizo, Scourge solo lo vio sin intimidarse y se inclinó para ver el interior de la casa.
—Jules the hedgehog —repitió.
—¿Estaba enamorado de mi padre? No soy Jules —espetó al mirar detrás de él para asegurarse de que no había guardias a punto de asesinarlo y tener la comida del día—. Buenos días, yo soy quien se la puso a Miles hace una semana.
—Jules —siseó, Amadeus retrocedió un paso para tomar la espada que se encontraba posicionada en la mesa al lado de la puerta.
—Amadeus, ¿por qué tardas? Chaos. —Rosemary dejó caer los platos que llevaba para colocar sobre la mesa a la par que sus hijos se ocupaban de la preparación del almuerzo. La vulpina se cubrió la boca al ver al que pensó que era un delincuente juvenil, hasta que notó las púas que lo caracterizaban y fue más rápida al agarrar el arma de su armada—. Jules.
Scourge era capaz de regresar a su territorio, exhumar el cadáver de su padre, traer aunque sea una costilla y aclararles que esa cosa era Jules, y él no tenía nada que ver con eso, aunque no era capaz, no podía acercarse a ese lugar porque no conseguía hacerlo. Pensaba encargarle a Alicia que arrojara los restos de Jules al río; se le olvidó.
—¡Fuera de aquí! —Rosemary falló en su puntería, pero no en hacer que se alejara de su domicilio—. La comida no paseará por aquí como si fuera su casa, para eso tienen su lugar, no te acercarás a ninguno de mis hijos, vete o...
—¡Bebé! —Miles no oyó el tumulto, él buscó salir de la cocina al oír que Tails quería empezar a hablar sobre proyectos aburridos de construcción y tropezó con los trastes hechos trizas en el suelo de madera. Fue el único feliz de verlo, el ojiazul abrazó a su pareja que no veía desde hace días y disfrutó de tenerlo cerca una vez más—. Te extrañé, tuve que soportar hablar solo con Alicia para saber de ti, ¿no dijiste que sería pronto? Tuve que usar un vibrador hace dos días.
—¡Miles! —Amadeus jaló a su hijo de la oreja para separarlo del erizo a quien seguía viendo como Jules, y desde su perspectiva era espantoso, Rosemary se aproximó lista para tener la carne que olvidó en el mercado, pero el ambarino se zafó y volvió al lado de su prometido para hacer las presentaciones correspondientes.
—Él es Scourge —explicó sin soltar el saco negro del erizo, quien había empezado a creer que fue invitado a ser el ingrediente y no la pareja de Miles—. Nos conocimos en el río, ¿no es lindo?
No. Amadeus no lo dijo para no reducir el entusiasmo de su hijo, pero no podía ver nada que fuera rescatable de la cosa a la que el azabache abrazaba. Zails y Tails miraban la escena desde las ventanas de la cocina, aunque el benjamín se cubría los ojos para no presenciar cómo su madre conseguiría la presa para el almuerzo.
Pese a ello, Amadeus lo dejó pasar. Se hizo a un lado, mirada mordaz, frente en alto, Rosemary entrecerró los ojos afirmando su agarre en la empuñadura de la espada de su esposo y la blandió apenas si Scourge pasó frente a ella, la costumbre. Ninguno de los dos vivió la época en la que las guerras por hambruna alcanzaron su apogeo, sus abuelos sí, pero ambos lo podían sentir cerca ahora que un erizo estaba en el hogar. Después de todo, aunque vagos recuerdos, ellos ya vivían cuando sus padres seguían alejando a los erizos y esa clase de presas hacia más allá del río para no verlos más.
—¿Me pasas el cuchillo, cariño? —preguntó Amadeus hacia Rosemary, pero sin quitar su mirada de Scourge porque vio claramente cómo su mano paseó por las colas de Miles sin respeto por los progenitores del menor.
—Sí, querido. —Rosemary puso en alto el arma sin desviar la vista del erizo, y entregó el objeto de hoja filosa—. Encontré carne en el refrigerador —añadió. Ella y Amadeus habían sido niños cuando los erizos servían para comer, no para besar como hacía Miles—. Pero si no alcanza, entonces...
Tails podía sentir el peso de la tensión familiar, pero el alivio de que no haya sido Sonic quien se atrevió a cruzar por esa puerta, porque el vulpino quizá no habría podido ayudarlo y Sonic habría sido menos discreto respecto a que era él quien una vez cargó a Tails y corrió siendo perseguido por todo el pueblo que quería recuperar el menor de los Prower.
—La mesa está lista —informó Zails. Scourge miró hacia arriba para notar cómo el zorro lo veía con despecho, y no pudo creer que Zonic se haya atrevido a cogérselo. Debió estar desesperado, no debieron dejarlo solo esa noche.
—Los erizos se cocinaban en una sartén y se guardaban en la refrigeradora, como es que... —murmuró Amadeus a su compañera de vida en tanto que sus hijos se dirigían con gusto al comedor—. Debimos amarrarlo a un árbol.
—Creo que les agradas —le dijo Miles a Scourge, el erizo estaba pensando más en cómo podría cumplirle la luna de miel sin que sus padres trataran de imaginar cómo se veían los platillos a base de erizos antes.
—Creo que me meterán a una olla y me comerán, y no la polla.
—¿Cuál era tu nombre? —consultó Amadeus con la mente en blanco, su esposa y él estaban en las cabezas de la mesa para mantener el almuerzo bajo control. Scourge se percató de que ninguno de los zorros, a excepción de Miles, dejaba de verlo.
—Scourge —respondió el erizo observando el plato frente a él, porque era normal, pero la carne en él le hacía dudar de tomar un cubierto.
—Entonces Jules es tu padre, ¿no? —continuó. Miles miró a su padre para descifrar que intentaba lograr, solo él sabía que no era un tema que tratara la ligera, incómodo.
—Sí —respondió el erizo de todas formas inclinando la comida servida para saber si se movería—. Un gran padre...
—Conocí a Jules durante la primera conmemoración de fin de la hambruna —comentó Amadeus reacio a bajar la guardia—. En ese entonces, tu padre intentó socavarla y no volvimos a invitar a ninguna... —Amadeus carraspeó antes de referirse a la "pareja" de su hijo como comida—. Persona de su lado.
—Scourge estuvo durante el último evento —contó Miles apegándose a él con afecto. Tails lo observó absorto y Zails cruzó las colas deseando que no revelara que otros dos erizos lo hicieron—. Me acompañó durante la velada, y es muy bueno en la...
—Y olvidaste que debías dar un discurso en ella —recordó su padre.
—Pero sí manejé un micrófono esa noche. —El menor le guiñó un ojo, su padre no entendió y decidió continuar hostigando al invitado.
—¿Todavía viven más personas del otro lado?
Soltó el tenedor porque todavía temía por el pedazo de carne entre el arroz y la ensalada. Scourge sintió que esa pregunta era una manera amable de querer saber si todavía había recursos que pudieran utilizar cuando la comida se les acabara durante el invierno.
—Sí, aún viven —contestó, al menos si debieran escapar de allí, lo avisaría si salía con vida, y secuestraría a Miles si eso ocurría porque no habían pasado mucho juntos como pareja comprometida—. No los devoraron a todos, así que siguieron cogiendo, ¿pensó que permanecerían en abstinencia?
—¿Jules te permitió estar aquí? —Amadeus cortó la carne de su ración con lentitud, como si pudiera imaginar el cuchillo en otra parte—. He sabido que no suele permitir este tipo de acciones aunque quiera dar la falsa idea de paz, nunca lo soporté, pensé que él podría ser quien nos permitiera convivir de nuevo, pero claramente... —dijo disminuyendo el volumen de su voz—, eso nunca pasará —espetó hacia el erizo.
—Supongo, nos necesitan para llenarse cuando empiece el siguiente mes —opinó. Miles se rio sin querer y tuvo que cubrirse la boca al estar tan cerca de su madre.
—¿Cómo se conocieron? —cuestionó Rosemary jugando un cuchillo en su mano.
La caída sería un motivo para que Amadeus se enojara con Miles, Miles había cometido el error de cruzar el río, Amadeus sería capaz de construir muros aunque sus hijos pudieran volar sobre ellos.
—Yo crucé —admitió el erizo, Miles sintió que apretó la caricia en su pierna y continuó—. El río no es tan ancho, y nunca había visto un zorro, tiene buenas colas, ya estuvo en mi cara un par de veces. Lo fabricaron muy bien...
—Aj. —Amadeus cortó un trozo de carne y lo meció en su cubierto, Scourge estaba cerca de él, pero no cedió a lo que intentara mostrar—. Durante la hambruna, leí que eran buenos fritos, a veces sancochados, era fastidioso tener que quitarles las púas pero era como quitar las espinas de un pescado. Eran buena comida en los banquetes, los preferidos.
—Sí, antes ustedes nos comían a nosotros y ahora yo me como a su hijo, así de grande fue el cambio.
—¡¿Qué?!
—¡Traeré mayonesa! —interrumpió Tails con los ojos cerrados para que la discusión no incrementara.
—Y así de grande le gusta a su hijo —añadió Scourge inclinándose hacia Amadeus, quien se reclinó indignado y procurando manejar su respiración para no malinterpretar la situación.
—Insolente —espetó—. Jules no era como tú, pero estoy seguro de que pensaba en invertir las recetas cuando tuviera la oportunidad. Lo quise asesinar cuando arruinó la primera ceremonia, pero no regresó y no iba a cruzar donde vive su gente, solo un idiota iría al otro lado.
Miles iba a reír de nuevo pero Zails lo pateó por debajo de la mesa.
—¿No les asusta? —preguntó Amadeus clavando un cuchillo en el pedazo de carne en su platillo—. Tienes hermanos, ¿verdad? Que un día nosotros regresemos allá y terminemos con lo que poco que queda de ustedes —sostuvo firme—. Ninguno podrá hacer nada, porque siempre han sido presa fácil. Los niños son tiernos, frescos...
Zails resopló, Tails había regresado y no sabía si tomar asiento en su silla o al pie de la escalera hasta que el erizo verde se retirara, Scourge lo miró un momento en silencio, había hablado mucho y él había estado muy callado, primero pensó que era porque en cualquier instante alguien quería un brazo, pero era tan hilarante.
—Sí, son tiernos, pero no se preocupe que al paso que vamos, le daremos nietos rápido. ¿Alguna vez comió un pene cuando todavía servían erizos?
Rosemary escupió el vino que acababa de beber directo hacia Zails, quien oyó a Miles carcajear y usó una la punta de una de sus colas para enrollarla en la pantorrilla del zorro frente a él y lo jaló hasta que cayó debajo de la mesa.
—¿Le supo bien? —continuó el erizo luego de ayudar a que Miles recuperara su posición en su silla—. Su hijo aún no prueba una, usted es un jugadorazo.
—Cambiemos de tema, Sc... tú —intentó decir la madre de los tres zorros sintiendo que le ardía la garganta—. ¿Qué crees que vio Miles en ti? Porque lo único que...
—¡Todo! —Miles dio un brinquito en su asiento antes de que Rosemary terminara, así que Amadeus no sería faltoso con la comida, pero no podía permitir que continuara—. Es mi vida, mamá, siempre estuve para mí mismo, pero ahora quiero que sea de él.
—¿Sabes que hay una hambruna iniciando? —interrumpió Amadeus fingiendo sorpresa—. El norte se desabasteció y el sur está pidiendo suministros. Parece que van a bajar... Oh, creo que los lobos del norte solo pueden bajar por el lado donde viven ustedes, ¿no? —El vulpino observó a Scourge esperando una reacción impulsiva, pero no lo consiguió—. Podrían estar asesinando a alguien ahora. Pronto estaremos allá, si quieres saberlo.
—Dijiste que estaba bien —opinó Tails preocupado por tener que regresar al pasado con sus actos.
—No lo está, la hambruna regresa y aquí hay que comer —aseveró y se orientó hacia la pareja de su hijo—. Espero que no tengas hermanos, he oído que es duro tener que vivir sin saber dónde estarán.
—Yo he oído de su hijo que soy duro cuando se la meto por delante, también lo oí de mis otras novias, pero estoy seguro de que Zails se lo dijo a mi hermano cuando hicieron lo mismo durante la noche de su conmemoración —respondió tomando un pedazo de la carne frente a él—. Si no hubiera matado a Jules, le preguntaría si tuvo algo con usted: está tan obsesionado con ir a comer al otro lado que creo que no iba a solo eso.
—Cuando inicie el invierno, tu casa será la primera que voy a visitar —gruñó Amadeus sosteniendo con fuerza el arma en su mano.
—Inténtelo —lo retó el ojiazul al tomar con su tenedor la carne del lado de su suegro.
—¿Mataste a tu padre? —notó Zails para que se obviara que fue mencionado hace unos segundos. Amadeus gesticuló una expresión de sorpresa, tampoco pareció darse cuenta y Rosemary se interesó en el pleito que buscó ignorar hasta que Scourge se fuera.
—Sí, y qué. —Scourge miró a Miles cuando el menor le tomó la mano y formó una sonrisa amable para él, estará bien.
—Intenté matar a Jules cuando era más joven —comentó Amadeus al recuperar su postura erguida, sus dedos se entrelazaron frente a él sin reaccionar—. Porque no es la primera vez que llegas hasta aquí.
Scourge giró hacia Miles de nuevo porque sentía que iba a golpear a su padre si comenzaba a inventar hechos por quedar bien. Amadeus no era idiota, sabía que tocando ese tema estaba jugando con la única fibra sensible en la pareja de su hijo, el menor de la familia sabía su versión de lo que pasó con Jules porque Sonic se lo había contado, pero no quería que Amadeus lo usara para sacarlo.
—Una vez atravesaste el río —inició Amadeus mofándose de su situación actual—. Cuando eras pequeño y habría sido tan fácil deshacernos de ti que pienso que debí hacerlo, pero acompañaste a Jules en la única celebración a la que asistió aquí.
Miles se levantó en un santiamén cuando Scourge agarró a Amadeus del cuello y lo levantó de su silla, Zails tomó el brazo de Tails para que se acercara a él y pudiera protegerlo, aunque Rosemary optó por levantarse con ellos y llevarlos hacia su habitación.
—Pobre niñito —articuló con la voz entrecortada por la presión ejercida y la ausencia de aire, pero con una tenue sonrisa. Amadeus golpeó el brazo de Scourge para que lo soltara y se dirigió hacia él enojado, Scourge podía ser más cruel, pero Amadeus tenía más experiencia—. ¡No quería que muriera porque me desagradara que fuera un erizo tratando de entrometerse en una vida que no le correspondía! ¡Lo quería matar porque amenazó con hacer con mi familia lo que hizo contigo! Desapareció cuando naciste, y por eso, no habrá ningún erizo en mi casa recordándome lo repugnante que pueden llegar a ser. No puedes cambiar el orden de las cosas, ustedes son las presas, nosotros somos los depredadores... No hay mezcla, abominación.
—¿Terminaste?
Amadeus vio la punta del cuchillo temblando por el nerviosismo, miedo, con los ojos brillosos en el rostro firme de su propio hijo atentando contra él y habiendo apartado a Scourge para tomar su lugar. Con la mirada perdiéndose entre la hoja de metal y la visión incapaz de ser perturbada de su padre, Miles no se percató de que la mano de su padre que se movía con sigilo lo iba a golpear, lo hizo cuando soltó el arma, pero no lo alcanzó cuando Scourge tomó la muñeca de Amadeus y lo empujó hacia atrás.
—No se le ocurra —le advirtió el ojiazul de saco con estampados. Miles se acercó al erizo y se aferró a su caso por el temor de que hubiera una pronta represalia.
—A más tardar en la noche, iremos a arrasar con ese pueblo tuyo. Nadie se acordará de sus nombres, y no tendrán rostro —espetó Amadeus tomando una servilleta de la mesa—. No habrá invierno para los erizos, ni para los conejos, ni para las ardillas. Quizá seas tú el último de ellos a quien no vea escapar cuando los busquemos, siempre serán enemigos, The hedgehog.
En su infancia, cuando era pequeño, Miles pensaba que si no era con ellos, no lo podría hacer. Cuando Zails lo protegía y lo sacaba del sótano, o cuando debían ayudar a Tails a salir de la habitación en la que lo obligaban a vivir el ruido de los truenos, cuando los menores buscaban ayudar a su hermano mayor. No sabía de presas, no sabía de otro lado, no había más que la vida que tenía y era feliz en su ignorancia. Si Patch nunca le hubiera dicho que conoció a alguien más allá del río, a Miles jamás se le habría ocurrido.
Su instinto no le decía que debía devorar a nadie, creía que al darle la oportunidad, lo estaría condenando a muerte, pero su química ordenaba que confiara en él y que ya no era una época de impulsos dados por la naturaleza. Había afectado de ambos lados, había muchos caminos que pudo haber tomado, pero Miles siempre escogería al que incluyera a Scourge.
—Deberías irte y decirles lo que pasará —sugirió el raposo luego de que llegaran al arce que continuaba con las ramas rotas donde un día Miles le cayó al erizo—. Salió mal otra vez, no debí haberte dicho que vinieras, no era el reencuentro que esperaba.
—Tampoco es tan malo. —Scourge besó una oreja del vulpino para que sonriera un poco y le acarició el flequillo—. De mi lado están entrando en pánico. Cuando salí de mi casa, oí que había peleas porque Zonic los motivo a odiar a los zorros, no sé por qué se esfuerza tanto, pensé que...
—¿Por qué hizo eso?
—Le dije que me casé contigo, Amy jugaba a que teníamos una luna de miel y él pensó que era una broma de mal gusto —confesó. Miles sonrió porque nadie fuera del círculo que habían formado con Alicia, Patch y Walrus lo sabía—. Me llevé todas por si buscaba pruebas y las quemaba —continuó al meter la mano en el bolsillo interno de su saco negro y retirar a medias un grupo de fotografías—. Me habría gustado que no nos tengan bajo sospecha y pudiera presumir que me casé con el mejor de los Prower.
—¿No te asusta?
—No. —Scourge sacó un cigarrillo que Miles le quitó de la boca y lo tomó para sí. El vulpino se arrimó ocultando su rostro en el hueco del cuello de su pareja, quien aprovechó que sostenía el puro en una mano y se la quitó para regresarla a él mismo, sopló el humo luego de retenerlo—. ¿Dónde te gustaría vivir?
—Donde sea, pero contigo —respondió sin apartarse. Scourge llevó una mano con cuidado hasta su espalda baja para mantenerlo en su sitio, provocando que Miles riera junto a él. Tras un recorrido ligero del viento desde norte, levantó un poco la mirada para observar el tronco del arce en el que se conocieron—. Mi padre me matará, si con suerte no llama a ningún arquero, podría salvarme mientras esté allá arriba —indicó—. En el cielo.
—Miles, no es por querer dejarte sin papá, pero haría algo antes de que eso pasara.
—No estoy en desacuerdo ni de acuerdo, Scourge, no... ¿Crees que Zonic esté de nuestro lado? —cuestionó al alejarse unos centímetros del calor del roce de sus cuerpos para verlo al rostro—. ¿Podría? Si Sonic intenta secuestrar a mi hermano de nuevo y esta vez le dijera la verdad, Amadeus no...
—Creo que necesitaría una razón más fuerte para ceder, estoy seguro de que si corta las cabezas de mis hermanos, ya tiene todo solucionado —comentó el erizo sin querer romper del todo la idea del ambarino.
—Quiero intentarlo, Scourge —insistió el menor—. Y sí me ayudará.
Regresar a su hogar tras lo pasado en el almuerzo era un suicidio, pero Zails no estaba esperando pacientemente en su dormitorio a que Amadeus diera la orden de que descendieran al sótano del sótano en caso de que intrusos buscaran asaltar mientras fueran a cazar sus comidas, sino que avanzó hacia el occidente para encontrar a Miles donde supuso que estaría. Zonic podía ser muy valiente y todo, pero Miles sabía bien cuando ese muro de "soy indestructible" no lo era.
—¡Mira, Zails! Alguien aburrido, sin gracia, aj, azul y fanático de las reglas del bien... ¡Es perfecto para ti! —vitoreó el ambarino juntando las manos, encantado por haberse encontrado con el cobalto "por casualidad", aunque era menos "por casualidad" y más "gracias, Amy, por decirnos dónde está". El erizo se encontraba a espaldas de su vivienda, la cual quedaba en el contorno del pueblo aglomerado de malas noticias, por lo que el encuentro se llevó a cabo sin ningún espectador adicional que pudiera chismorrear al respecto.
Fue penoso porque Zails no había visto a Zonic desde la noche en la que durmieron juntos y había empezado a olvidar cómo era, pero volver tenerlo frente a él le hizo recordar por qué en primer lugar lo primero que hizo al abrir la puerta de la habitación del castillo fue rogarle que eyaculara en su interior. Estaba ebrio, pero no significaba que no lo haya pensado.
—Zails... —exhaló el ojiverde al mirar los ojos zafiro del mayor.
—Zails Prower es mi hermano —comentó Miles fingiendo que no había una intención detrás—. Es un zorro, como yo —se apuntó a sí mismo. El vulpino más alto seguía sin perder de vista al otro—. Ah, pero ¿cómo dijiste que fue estar con él? Cierto, que fue solo una noche y que no fue la gran cosa, qué lástima...
—No, yo no... —Zonic dio un paso al frente que corrigió al ponerse firme en su lugar—. Yo soy un erizo, no tengo tiempo para una aventura —espetó sin duda. Zails acarició su flequillo hacia arriba, Miles se escondió detrás de un arbusto en el que Amy repetía los actos con sus muñecas.
—¿Qué? —bufó—. Yo no soy la aventura, Zonic —siseó el mayor—. Tú fuiste la aventura de una noche, ¿crees que habría querido tener algo con la persona a la que ni siquiera la pregunté su nombre? No te confundas, no conseguirías nada de esto jamás.
La cola izquierda de Zails chocó la punta con la de Miles al proceder a retirarse de la escena, Zonic se veía notoriamente afectado y era perfecto, aunque lastimero, pero se lo buscó luego de como estuvo portándose de "adolescente del año" desde que lo conoció.
—¿Quieres saber un detalle lindo, Zonic? —preguntó el azabache al pasar por detrás de él, mientras su casi-no-cuñado continuaba con su faz observando el camino que su ambarino tomó—. Que de mi lado hay muchos chicos que darían su vida por Zails, qué pena que lo único que puedas darle es decepción, supongo que no será muy difícil para escoger con quién se quedará cuando...
—¿Qué quieres?
—Deja de portarte como un idiota, las personas aquí no deben odiarnos. Me comprometí con tu hermano y actúas como si quisieras que lo dejara viudo, y sabes tan bien como yo que Scourge no te dará la mano luego. Por otro lado, Sonic es otro que no se dejara vencer porque alguien le disparó, él cruzaría al otro mundo para hacer que Tails viva aunque muera en el proceso. ¿Quieres eso?
Amy abrazó a Miles cuando salió de su escondite y divisó las esponjosas que el ambarino agitaba de un lado a otro. Le costó porque faltaría a sus principios que se inculcó a sí mismo, pero aunque lo que consiguiera luego fuese rechazo, Zails valdría la pena. El cobalto asintió resignado, Sonic dejó caer confeti desde su ventana para molestarlo.
A medida que el sol se deslizaba hacia el horizonte, Miles observó la luna brillar desde el cielo para ser la única que pudiera saber que ocurría en ambos bandos, el cielo dejaba de teñirse de colores cálidos naranjas y rosas, y ahora tendían al azul profundo, una bóveda en la que las estrellas acompañaban en primera fila, siendo las pocas nubes sus contrincantes directas.
No encontraba a Scourge, lo había dejado ir con sus hermanos luego de que Zonic convenciera a la población de ese lado del bosque de que no respondieran el odio con odio, no vio a Aleena y no tenía a quién dejarle a Amy, si bien llegarían desde frente a ellos, su oriente, los depredadores del norte debieron oír el anuncio de Amadeus y llegarían más rápido por la ligera pendiente.
Conforme avanzaba el anochecer, Miles se preparaba mentalmente para que su única carta fallase. Si estaban seguros, incluso así era habitual que su padre se pusiera a dar un nefasto discurso alentador para los suyos previo a cruzar el río. Pero con el sentir en el pecho, Amadeus sabía que sus hijos no estaban en casa y tomar la empuñadura de su espada le estaba costado si imaginaba que cualquiera de sus guardias no la detendría al encontrarse con un Prower luego de que, cegado por la cólera, diera la orden de que no eran más de los suyos.
Rosemary le solía decir que, antes de hacer algo estúpido, pensara en sus hijos. Rosemary no estaba ahora a su lado porque fue a detener a quienes llegaban del sur, y Amadeus no estaba dispuesto a dar indicaciones contrarias por orgullo.
—¡Tenla! —Miles encontró a Alicia en medio del caos a su alrededor y le entregó a Amy.
—¡¿No deberías dársela a uno de sus hermanos?!
—¡No los veo! No encuentro a Scourge, ¿crees que puedas quedártela?
—¡Quédatela! —Alicia le pasó la menor a Patch, luego de que los D'Coolette indicaran explícitamente que no participarían, pero él estaba ahí porque Walrus le dijo que había fiesta. No se enteró de nada hasta que Acorn lo golpeó pensando que fue a atacarlos. Boomer retrocedió antes de que el coyote girara para que cargara a Amy en su lugar.
—Uno siempre vuelve a donde es feliz —dijo Patch antes de dejar a la eriza en el suelo y que ella corriera hacia Miles, como si estuvieran dejando a la suerte con quién se quedaría.
Había más sombras que luces, con suerte si no se dejaban ver el mismo caos de las personas no terminaría con la vida de una de ellas. Miles sostuvo a Amy porque seguía sin hallar a Aleena, y no discutiría con nadie en un momento así, el azabache estaba tan angustiado que empezaría a decir maravillas de ella aunque fuesen mentira.
Hubo una explosión que silenció a las personas en general, cada una detuvo su griterío y pasos para mirarse los unos a los otros y averiguar cuál era el origen, hasta que un arce cayó. Miles esperó que no fuera el que tenía su historia con Scourge, ya que él mismo usaría un arma para asesinar a quien tumbó a tan bonito recuerdo.
—¿Es el fin? Yo no quería morir sin haberme enamorado.
Escuchar a sus tres compañeros al lado empezar a jalarse entre ellos no fue de ayuda, Miles giró luego de oír a Patch y estuvo a punto de pedirle a Amy que se convirtiera en la bola de púas rosa para que lo hiciera caer.
—¡Cállense! —ordenó, los tres se quedaron en silencio de inmediato, Amy se agarró de las orejas de Miles y frunció el ceño como él—. ¡No encuentro a Scourge y ustedes dicen tonterías, vírgenes! Yo soy quien tiene el anillo y a...
—Debiste ser más claro con Zonic, si esas bestias ignoran todo, moriremos aquí porque ninguno huyó —enfatizó Alicia al ver que las personas parecían aguardar en sus hogares o abrazados entre ellos, pero otros corrían buscando a sus familias y últimos recursos.
—No, porque si yo no le hubiera dicho que se pusiera de mi lado, entonces Zonic ya les habría dicho que los ataquen y eso habría sido peor para ustedes —explicó el menor—. Iré con mi padre, si alguien empieza a gritar de pánico, lo desmayan, que no alerte a nadie —indicó, Amy asintió aunque estaría con él rato.
—¿Conoces a qué lado irás? —preguntó Acorn al verlo mirar alrededor—. Te llevo, y si vemos a Scourge, te gritaré como si tu padre hubiese llegado para impedir tu boda con él.
Amy empezó a asustarse cuando la atmósfera tensa y sombría se intensificó al alejarse de los hogares y las farolas que rodeaban la plaza, Miles sabía que Zails y Tails estarían en lo alto porque el mayor de sus hermanos le dijo que no vio ningún arquero ya que ello sería un peso innecesario debido los enormes tallos de robles, pinos y árboles de hojas caducas que abundaban.
Con el ruido creciente de la notoria voz de su padre, Miles cargó a Amy y se la entregó a Alicia para que se llevara, no vio a Scourge de nuevo, sus otros dos amigos se quedaron y empezó a desear, al menos, haber robado la espada de Patch como mínimo antes de enfrentar el enojo de Amadeus.
Cuando algo cayó al agua, y luego ese algo fueron más algo, Miles dio un paso atrás y era obvio que ya estaban avanzando, si no moría ahora, moría luego, así que se abrió pasó entre los arces que antes veía con aprecio y que nunca pensó que esquivaría por un momento como ese.
Error. Miles salió de entre tanta vegetación, el caudal del río era escaso, reducido a una corriente de agua que apenas si mojaba los botines y no hería ningún armamento adicional que estuvieran llevando, pero Amadeus sí armó un arco cuya flecha apuntaba directamente hacia su rostro.
Su corazón martilló el interior de su pecho y se inmovilizó con solo verlo, se hizo un eco en su memoria, sin estar listo para escapar de la rapidez del arma que se hallaba a centímetros de él, sus ojos zafiro se anclaron en punta de acero que tenía un objetivo marcado. Amadeus no bajó la mirada, fija en su segundo hijo, porque se tensaba la cuerda del arco y lo podía ver el día de ayer riendo con sus hermanos y ahora tenía la opción de elegir si Rosemary sentiría que le quitaban una parte de ella o acabaría con el único que, a sus ojos, fue débil para seguir una simple regla.
—Ni siquiera hace falta preguntar qué hacías allá —masculló Amadeus moviendo ligeramente su agarre, Miles puso las manos frente a él como si la flecha se desviara tanto si su padre podía dibujar un círculo rojo entre sus zafiros.
—No —dijo el menor temblando, solo debía decirlo, pero desconocía a su padre en esa instancia y temía que cualquier confesión lo llevara a ser asesinado de todas formas—. No puedes cazarlos.
—Muévete y mírame hacerlo —ordenó simulando que aflojaría su agarre en la cuerda. Miles cerró los ojos con fuerza, y volvió a abrirlos llorosos cuando notó que seguía intacto—. Regresa a casa.
—No puedo —replicó con la voz ahogada por el dolor. Los guardias detrás de Amadeus esperaban que diera una señal y correrían a su cena, pero su líder no se movía y enfrentaba a su hijo con la mirada, la cual se desvió menos de un segundo cuando vio a los hermanos de Miles acercarse a él.
—Llévate a Tails a casa, Zails —mandó, su hijo menor ni siquiera quería dar el intento, temiendo de que la flecha apuntara a él. Zails se acercó a su padre para proteger a sus hermanos como siempre había hecho, pero otra voz que no le pertenecía a un familiar biológico se oyó y aumentó la cólera del mayor. Zonic tomó la mano de Zails cuando lo tuvo cerca para que no se aproximara—. Mira lo que has hecho —susurró con ira, las colas de Miles se dejaron quietas cuando supo que el enojo iba dirigido hacia él.
—No puedes acabarlos —reiteró en un sollozo reprimido. Amadeus dio un paso hacia él, con el arma lista para hacer su trabajo. Miles respiró hondo mientras no dejaba que su visión cediera a la furia de su progenitor y exhaló entrecortadamente—. No puedes matar a uno de los tuyos.
—No son nada para mí, no son más que comida, ¡muévete!
—Al padre de tu nieta.
Miles se agachó solo porque pensó que lo siguiente que ocurriría sería que Amadeus se cansaría de él y soltaría la flecha, pero el ambarino miró a sus otros dos hijos y buscó la verdad en cualquiera de ellos.
—¿Quién?
—Yo —se apuró Zails a decir, Zonic estuvo tan ebrio esa noche que no recordaba haber puesto la semilla dentro, dentro, y se quedó mirando a la nada cuando escuchó a su Prower.
—¿No era yo? —preguntó Tails, y Sonic se sintió como José porque nunca se habían acostado, aunque Tails pudiera haber recibido una bendición divina, se dio cuenta rápido que ninguna de los dos era.
—Tails, se supone que dijeras que era yo —le amonestó Zails al benjamín, quien evocó que ese había sido el principal plan y se dio la vuelta para abrazar a Sonic porque estaba asustado y avergonzado.
Amadeus observó a su segundo hijo ponerse de pie tratando de no resbalarse en las rocas en las que el agua seguía fluyendo, y negó con la cabeza. No lo creyó de Zails, mucho menos de Tails, y quería que Miles le dijera que era una broma, pero todo lo que vio de su vástago titubeante que miraba al suelo porque no podía verlo ya a los ojos, lo hizo sentir que se hundía un profundo sentimiento en su interior.
—No. —Amadeus siguió negándose cuando el azabache suspiró y tomó aire pesadamente—. Miles, no.
—Lo siento. —Miles sintió el apoyo en su espalda y había pensado que fue Scourge, pero cuando se dio la vuelta luego de que Amadeus mismo bajara su arco, el erizo verde lo llamó por su nombre desde un costado antes de que Aleena lo tomara del hombro para impedir su huida y atravesó un arma reluciente en el vientre del ambarino. El menor sintió que cortó su respiración sin que nada más que confusión atravesara por su mirara, la sensación como un rayo que le desgarró el cuerpo antes de que la eriza lo diera por culminado y soltara el mango con rudeza.
Miles apenas tomó la empuñadura que lo hirió, su visión se oscureció.
Era una luz cegadora, pura, brillante. Miles podía jurar que nunca imaginó que pudiera sentir lleno de tanta paz, nada en ninguna de sus experiencias le recordaba la sensación, excepto por los momentos que vivió con Scourge, porque aunque llenos de tensión, Miles no habría pensado hasta su llegada que se podía ser tan feliz.
No había dolor, ya no, su entorno destellaba de blanco por todas partes y él parecía ser la figura principal. La fuente de luz sobre su cabeza era imposible de ver sin razón. A su lado comenzaron a divisarse prados del color de la primavera, que lo dotaba de vida y no había árboles de hojas frágiles que, con el soplido más grácil, se desprendieran de sus ramas.
Era estar libre de toda culpa, y Miles se sintió ligero por un instante en el que reconoció personas que empezaban a acumularse alrededor de él, rebosantes de alegría, de cariño, la hambruna había sido cosa del pasado ahora que ninguna especie se hallaba distancia la una de la otra. Miles bajó la mirada y vio que era tan blanco como su entorno, un aire sin pecado con los sentidos al tope para estar alerta de qué pasaba abajo donde podía ver a la gente corriendo y gritando entre ellas, él los vio con asombro porque por su cabeza no cruzó ninguna idea de que sería tan amado en un día tan especial en el que partía de casa.
A medida que se adaptaba la belleza y perfección del salón en el que sentía que extrañaba a la persona con la que quería pasar el resto de su vida, Miles empezó a llorar sumergiéndose en el temor y el anhelo de una nueva vida oficial.
—¿Listo?
El menor giró hacia su padre cuando lo vio, en la puerta de madera que lo separaba de su largo camino al altar. Amadeus lo ayudó a ponerse de pie con un pañuelo en la mano, proporcionado junto con un bolso que el novio necesitaría para salir. Todos habían ido a saludarlo, Miles apenas pudo abrazarlos y se veían más que exaltados de felicidad por haber acudido a la segunda boda, una más esplendorosa y como el vulpino la imaginó de niño. El párroco que los unió en un cuartito humilde en el pasado volvería a unirlos, y Miles se sentía más sensible que antes.
Sus manos temblaron cuando tomaron las de su padre, quien podía recordar que, en su tiempo, y pese a que él era el novio en su época, esa había sido casi su reacción cuando vio a Rosemary lucir un vestido blanco. El rostro del azabache se reflejó en el espejo al lado de las grandes puertas de madera que debía atravesar en un instante, pese a las lágrimas que brillaban en sus ojos, tenía decisión en su mirar y respiró profundo antes de cepillar un poco más sus colas.
—Lo harás bien —dijo Amadeus acomodando un ramo que Alicia insistió en que el novio usara para seguir una tradición, Miles estaba más ocupando, viendo que su terno estuviera impecable, aunque su faz se iluminó de júbilo al notar los lirios blancos—. Sonríe, respira, no grites que sí antes de que el párroco diga algo.
—Bien —asintió con una sonrisa temblorosa y Amadeus le ofreció su brazo para que él lo tomara—. Bien,
Se abrieron las puertas, el pasto verde le brindara el aspecto vibrante que contrastaba y hacía resaltar su propia silueta. Miles buscó con la mirada a Scourge y lo vio de pie al lado de Rosemary, quien cargaba a su pequeña hija en brazos luego de que al novio en el altar casi se le cayera por intranquilidad.
Miles observó a un lado, donde sus hermanos estaban con sus respectivas parejas en la primera fila, Alicia estaba tratando de no dejar caer un sobre que debía sostener como madrina de Scourge, y Patch intentaba que su espada no se resbalara para que no hiciera un molesto ruido en el suelo, ya que Miles lo amenazó si aquello ocurría. Amy estaba detrás de Miles lanzando flores mientras daba brincos de entusiasmo, Sonic quería grabar el evento, había empezado haciendo entrevistas alrededor que debió pausar cuando Tails tomó su mano, y cuando no resultó, Zonic agarró la filmadora y la apagó, el piano sonó.
A Amadeus le costó tanto, pero era lo único que consiguió escribir en una tarjeta que tuvo que memorizar entre lágrimas porque no podía creer que su hijo tuviera su momento.
—Te entrego y confío en ti a mi hijo, Miles Prower —inició Amadeus intentando de mantenerse firme—. Te doy la bienvenida a la familia, Scourge the hedgehog. Si no lo respetas como se merece, te las corto.
Miles subió al altar, Scourge volvió a respirar y sonrió al verlo frente a él una vez más en una situación similar. Rosemary acercó brevemente a la pequeña eriza aceituna que abrió los ojos de par en par y rio al reconocer a sus padres.
Las personas se cubrieron los ojos cuando el párroco le indicó al novio, posterior a los votos tradicionales, que podía besar al otro novio, y pareció que tendrían su luna de miel ahí mismo. Miles no había arrojado un ramo antes, pensó que sería como un balón de fútbol americano y se lo arrojó a un tal Silver, que cayó al suelo luego del golpe, y quien no estaba discutiendo por el ramo de flores porque su propio compromiso se había dado con un tal Shadow.
Miles lo arrojó de espaldas por segunda vez. Fue interesante, risible para Scourge, luego de ver que Alicia tomó a una compañera del brazo y a otra del cabello para arrojarla al suelo y cargó a una tercera hacia el otro lado de sí misma, ella tomó el ramo de lirios del que Miles se quedó con uno para colocarlo en el lazo blanco que adornaba el vestido pequeño de Roxanne, a quien Scourge cargó y Miles notó que se parecía mucho a él. Boomer vio a Acorn y lo lamentó bastante por Patch.
Zails y Tails abrazaron a su hermano al acercarse a él, aunque Miles trató de no acercarse demasiado al vientre de Tails y recomendó un cucú para Zails. Zonic cargó a Amy para que ella viera a su sobrina recién nacida y soñó sobre lo divertido que sería. Miles se apoyó en Scourge cuando Roxanne agitó sus pequeños brazos para verlos a ambos.
No había bandos, las barreras se destruyeron como tanto se esperó y se construyeron puentes de madera en el río que antes los había dividido. No había más presas y depredadores, si ya había ocurrido una situación similar antes, ahora debían asegurarse de que tal no se repitiera, y con las uniones que se vendrían a dar, se acentuaba más la unión permanente entre lados que nunca debieron separarse.
Se abrió el castillo una vez más, donde un poco de comienzo ocurrió en una noche para los hijos Prower de la familia. Para los invitados, el banquete; para la recepción, un terno más; para la noche, el crepúsculo de risas.
Miles acarició la corbata de Scourge para atraerlo hacia la cama cuando daban paso a un adelanto de la luna de miel, el erizo lo contempló debajo de él como la primera vez en la que pudo tocar más allá de lo que su inocencia le permitía. Y ya que no existía ninguna clandestinidad ruin, llevaron a cabo para sí mismos y con susurros repletos de placer, aquel tan anhelado festín.
Fin
✧✧✧
¡Buenas noches! ¿Cómo están? Espero que se encuentren bien. Festín.
¡Muchas gracias por leer!
Tuve esta idea tanto tiempo, les cuento que la idea original surgió de leer Romeo y Julieta, pero también de oír Amor clandestino y un par más. Estaba muy emocionada al escribirlo, traté temas que eran muy delicados para mí y poder plasmarlos me fascinó y tranquilizó.
Espero que la obra haya sido de su agradooooo, en la portada traté de agregar cenefas porque vi una portada muy linda que las empleaba. Se entiende el resto de elementos (equisdé).
Ahora sí, la siguiente obra que debo subir como les dije es un capítulo único Sontails que tengo desde hace muchos años, nunca la subí, solo tengo la idea prácticamente porque se perdió como un borrador en una red social que usaba pero ya no xd, pero saldrá el día miércoles. No considero que sea un especial de San Valentín, no me gusta hacer especiales, haré uno de San Valentín en marzo; sin embargo, creo que contendrá elementos que sí parezcan de ese día, así que espero que les guste.
Muchas gracias por todo, por su atención y comentarios, cuídense.
Hasta pronto.
<3
-KatheDoll.
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