3.

Faltaban horas para el día de mi graduación. Todo estaba perfectamente listo para uno de los momentos que más anhelaba en mi vida.

Escogí llevar un vestido color celeste que acentuara mis curvas, lo compré estando en la ciudad con Rosé y Lenna. Últimamente la pasábamos juntas, por primera vez en un tiempo nuestros horarios coordinaron para estar juntas con nuestra hija y lo agradecía.

Julian y yo manteníamos comunicación a través de mensajes u llamada, nada muy ostentoso. Él estaba ocupado y yo también... Aunque él no debía saber exactamente en qué yo estaba ocupada.

—¡Dios, sí!

Los movimientos circulares que hacía me volvían loca. Era como si bailara dentro de mí sabiendo exactamente los pasos de baile que debe hacer.

—Rosé— Rosé, me llamo Rosé.

Vi la sonrisa de la muy maldita con sus ojos marrones puestos en mí. Rodé los ojos y los cerré para concentrarme en el placer que me daba.

No, Julian no tenía que saber nada de ese, corrijo, esos maravillosos momentos.

—Este vestido te queda fantástico, cariño. Luces como una princesa. — Miré a mi mamá a través del espejo. Su sonrisa era espectacular, ese brillo me demostraba lo orgullosa que estaba de mí.

—Rosé me dijo lo mismo en la tienda aquel día. — Sonreí recordando aquel día. Se podría decir que nos besamos en el vestidor mientras Lenna pensaba si llevar una mochila verde o morada.

Noté la mirada inquisitiva de mi mamá en mí.

—Pasas mucho tiempo con Rosé últimamente.

—Es por Lenna, mamá. — Mentí.

—Seguro ¿Y cuándo te vas a media noche y regresas en la mañana con la ropa arrugada y el cabello desordenado también es por Lenna?

Sentí el pánico recorriendo mi cuerpo en menos de 10 segundos. Abrí mis ojos totalmente horrorizada mirando a mi madre, quién no quitaba en ningún momento cambió su postura.

Después de aquella noche en la ciudad y el visitar su empresa, Rosé había cumplido perfectamente con su palabra. No hablábamos de nuestra relación sentimental, solo de Lenna, cenas para charlar e idas a su cama para saciar nuestros deseos.

Sabía que ella quería ir más allá de lo que teníamos cuándo en las mañanas me iba sin decir mucho. No desayunaba en su casa. Trataba de no confundir las cosas, sabiendo que ella y yo estábamos más que confundidas. Apenas su boca dijese lo que sus ojos gritan cada vez que la veo, sé que caeré por ella una vez más. Así que prefiero evitar aquello.

Evitar estar con la persona que me hizo mucho daño en un pasado.

—Tengo veinticuatro años y—

—Y Rosé veintinueve, saben lo que están haciendo, bla bla bla. Créeme que no quiero detalles de eso. Te lo repito, Jennie. Las cosas no saldrán lisas. En este tipo de cosas siempre alguien sale lastimado.

—Julian no se va a enterar de esto. — Suspiré. Mi mamá gruñó, tomándome de los hombros y girándome para mirarla frente a frente.

—Capaz Julian no se entere de esto, se casen y sigan felices pero ¿Sabes el daño que provocarás en Rosé? Va a estar toda su vida conviviendo con ustedes por Lenna, con el vacío y el sentimiento de haber creído que estarían juntas.

Ella tenía razón. Alguien saldrá herido de toda la situación. Mi cabeza entró en algún tipo de bucle imaginándome todos los posibles escenarios de Rosé teniendo que soportar el futuro entre Julian y yo. Rosé estando con otra mujer. Lenna quedándose en casa de Rosé y su mujer mientras que Julian y yo estábamos solos en casa. Julian, Lenna y yo en casa mientras Rosé estaba a solas con su mujer tocándola y besándola.

—¡No! — Grité. Mi madre me miró confundida, retrocediendo unos pasos fuera de mí. — ¿Y si le doy otra oportunidad a Rosé?

—Ay, Jennie...

—¡Y aquí me encuentro con la hermosa ingeniera! — Rosé se acercó rápidamente a mí con dos copas de champange en ambas manos. Con su antebrazo izquierdo me rodeo el cuello y acerco nuestras cabezas para darme un beso apasionado. Fue tan rápida la acción que no me dio tiempo de reaccionar cuándo la tenía nuestras lenguas entrelazadas. Ella vestía totalmente casual, solo con un blusón y unos pantalones deportivos mientras que yo llevaba un vestido suelto. No soportaba el calor últimamente.

Que mujer.

—Faltan unas horas para tener ese título pero muchas gracias, Park. — Sonreímos al mismo tiempo. La gente diría que estábamos en una batalla de miradas pero solamente nos admirábamos la una a la otra.

—Ya que faltan unas horas ¿Podemos aprovechar un par de ellas antes de ir a la ciudad?

Rosé es una de mis invitadas a la graduación. Ella como mi madre, apoyaron mucho mi decisión de estudiar, estuvieron para Lenna todo el tiempo y lo agradecía. Rosé como la otra madre de Lenna, nunca me reprochó el no haber estados en muchos momentos de mi hija. Solo me calmaba y repetía que habría más momentos.

Era una excelente mujer.

—Tenemos que hablar de algo. — Dije mientras caminaba más por la casa Rosé. Mi madre tenía razón, siempre me encontraba con ella en la madrugada y no tenía oportunidad para apreciar su casa. Era grande, lo suficiente para ella, Lenna, invitados y yo.

—¿De qué? No me digas que no puedo ir a tu graduación. Tengo un vestido vinotinto especialmente escogido para este día. — Gruñí. Amaba ese color en ella, me excitaba. Rosé se acercó a mí lentamente. Colocó las dos copas de champagne en una mesa que se encontraba en una esquina del pasillo y comenzó a besar mi cuello con lentitud.

—¿Sabes qué? Después hablamos de eso.

In her heart there's a hole
There's a black mark on her soul
In her hands is my heart
And she won't let go till it's scarred

Try to breathe but I can't
'Cause the ash it leads me as damned
Gotta toch like a thorn
'Cause the bull, she's hiding horns

Rosé acariciaba mis caderas lentamente hasta no aguantarse, llegar a mis glúteos y apretarlo como me gustaba. Decidí atrapar sus labios en los míos y seguir el beso de una manera rápida y desesperada. Sentía que no habíamos tenido contacto desde hace un buen tiempo. Lo que es mentira.

She got blood colds as ice
And a heart made of stone
But she keeps me alive
She's the beast in my bones

She gets everything she wants
When she gets me alone
Like it's nothing
She got two little horns
And they're getting me a little bit

Volteó mi cuerpo, quedando ella detrás de mí y en un abrir y cerrar de ojos las copas de champagne estaban en el suelo.

—Recuestate. — Demandó.

Y sin pensarlo ya estaba contra la mesa, Rosé me dio una mirada lenta mientras recorría mi cuerpo como si fuese un lienzo de piel, se inclinó sobre mí para darme una lenta lamida en lo bajo de mi vientre. Temblé con anticipación, sintiendo esa sensación de vértigo venir.

Rosé siguió con las lamidas hasta encontrar mi clítoris y darle un lento masaje con su lengua para luego tomar posición de rodillas. Gemí por la sorpresa y el placer que me hacía sentir. Su intensidad era totalmente dedicada a mí y me encantaba. Era una conexión que no tenía con nadie más. Ella sabía lo que quería todo el tiempo con una mirada.

Jugó con mi entrada dando golpes sensibles, provocándome impaciencia. Tomé su cabello de la mejor manera que pude gracias a la posición y la apreté más contra mí. Sentí que el juego terminó al momento en que comenzó a penetrarme con su lengua. Sabía que ya estaba excitada, conocía su ferocidad.

Lo malo era que debía dejarla ir.

She got two little horns
And they're getting me a little bit

She's the fire in the sin
And I burn breathing her in
Now it's love suicide
And I sell my soul for the high

Truth be told, I don't mind
'Cause she is my paradise
She can crush every hole
Got her heels stomping down my throat

Sacudí de mi cabeza esos pensamientos, no era el momento. Solo debía disfrutar.

Disfrutar de la mujer que me estaba haciendo pasar por un gran placer.

—¡Rosé! — Grité al sentir la rapidez de sus dedos dentro de mí.

—Vamos, Jennie. Quiero que tu primer orgasmo de hoy sea de esta manera. Quiero un poco de cada parte de ti.

Desde la mesa busqué sus ojos y cuándo los vi, sentí que de derretí al verlos tan oscuros y encendidos. Solo para mí.

Maldito pecado.

She got blood cold as ice
And a heart made of stone
But she keeps me alive
She's the beast down in my bones

She gets everything she wants
When she gets me alone
Like it's nothing
She got two little horns
And they're getting me a little bit

She got two little horns
And they're getting me a little bit

No sé en qué momento ya estaba temblando y buscando de sostenerme de algún lugar para no caer contra el suelo de su sala de estar. Apenas recuperé el aliento, Rosé me tenía contra el mueble y besándome furiosamente.

—No hay mucho tiempo para tantos pre juegos. Vamos, bebé, hagamosno una.

She got two little horns like a devil pointed at me
And there's nowhere to run
From the fire she breathe

She got two little horns like a devil pointed at me
And there's nowhere to run
From the fire she breathe

She got two little horns like a devil pointed at me
And there's nowhere to run
From the fire she breathe

Traté de controlar mi respiración sobre la mesa. La mujer arriba de mí se desvistió más rápido de lo que alguna vez la había visto. Me concentré en su miembro pero en menos de lo que pensaba ya tenía sus labios contra los míos de nuevo.

Mi momento de reaccionar al sentirla dentro de mí fue gemir desesperadamente por más contacto, ya que no se movía.

—Rosé, por favor...

—¿Si?

—No me hagas decirlo. — Gruñí.

—No estoy entendiendo. — Rió. Sabía que fingía esa cara hipócrita de confusión.

—Hazlo.

—¿Qué hago?

—¡Ya cógeme!

—Con gusto.

Su erección estaba dura, necesitaba a aquella mujer ya mismo. Vi cómo se masturbaba un poco con la mirada fija en mí. Era totalmente encantador ver aquello.

Rosé se fue posicionando frente a mí, su mano trabajaba rápido mientras gemía por la intensa mirada que recibía a cambio. Me arrodillé entre sus piernas y succioné de ella. Eso fue un golpe placentero porque inmediatamente contrajo su abdomen.

Tomé su mano y me dediqué a darle una suave y rápida lamida para luego ponerme de pie. Subí al sofá y despacio descendí sobre ella. Nos besamos con pasión y rapidez.

Rosé se encargó de posicionarse en mí, a lo que yo solo empujé un poco. Un gemido salió de la garganta de Rosé, tratando de recuperarse. Luego de unos segundos comenzó con las rápidas penetraciones. Nuestros senos brincaban al ritmo de las acometidas y seso lo hacía mucho más intenso.

Estaba totalmente húmeda y el sudor comenzó a hacer aparición, los sonidos se limitaban a jadeos, los golpes húmedos y los besos necesitados de ambas. Me sujeté de sus hombros para no perder estabilidad. El sexo duro y rápido estaba cumpliendo su cometido al sentir a Rosé tensarse.

Para poder llegar las dos juntas, se dedicó a masajear mi clítoris y las penetraciones se hicieron cortas, los gemidos incrementaron y ambas tocamos el clímax. El sudor nos bañaba y las respiraciones agitadas decían todo.

Horns like a devil pointed at me
She got two little horns
And they're getting me a little bit

She got two little horns
And they're getting me a little bit

She's the fire in the sin
And I burn breathing her in
Now it's love suicide
And I sell my soul for the high

—Entonces... — Hablé después de unos minutos buscando de recomponerme del orgasmo. Rosé estaba arriba de mí, aun. Era una posición que a cualquiera le parecería incomoda pero para nosotras no. Era extraño.

—¿Entonces? — Preguntó.

—Necesito más de ti. — Dije sin pudor alguno. Rosé frunció el ceño de inmediato.

—Acabas de tener dos orgasmos.

—Quiero otro. — Afirmé.

—Jennie...

—Vamos.

No la dejé hablar, como pude salí debajo de ella y la tomé de la mano para que se levantara. Apenas estuvo de pie comencé a besarla y le pedí que me llevara a su habitación.

...

Truth be told, I don't mind
'Cause she is paradise
She can crush every hole
Got her heels stomping down my throat

—No podemos seguir con esto. — Finalmente dije. Rosé se sentó en la cama y me miró.

—¿Por qué?

Fruncí el ceño, que mujer más cínica.

—¡¿Por qué?! — Pregunté alterada. — Mi mamá nos descubrió el día después del restaurante, hice mi mejor esfuerzo para mantenerla calmada y no puedo, cada vez que puede me recuerda que le soy infiel a Julian. No me siento bien sabiendo que no puedo controlar mis hormonas cuándo estoy contigo, traté por muchos años y al final ¿Qué pasó? Me terminé acostando contigo, terminé siendo infiel.

—Jennie, sé que es difícil para ti pero esto va más allá de tus hormonas. La cena no fueron hormonas, nuestro tiempo en la ciudad no fueron hormonas, los días que pasamos con Lenna no son hormonas. Es amor, siempre ha sido amor.

Ella tenía razón. Todo este tiempo con ella me estuve debatiendo mis verdaderos sentimientos. Sabía que no amo a Julian pero tenemos muchas cosas en común, me trata bien, es amable, cariñoso y me hace sentir cómoda, cosa que necesito u eso creía hasta que Rosé aparecía en casa para estar con Lenna cuándo yo estaba y me hacía replantear todo.

No solo es tener cosas en común con alguien. Es saber apreciar las cosas que no tienen en común y pasar tiempo en ello así no te sientas conectado con tal cosa solo porque a tu pareja le gusta.

No es solo tratar bien. Es ser natural y también demostrar que algo no te gusta, las cosas no deben ser perfectas.

No es ser amable y cariñoso. Es apoyar, respetar y valorar siempre y cuándo.

No es hacerme sentir cómoda. Es ser mi hogar y Rosé era todo eso. Claro, también añadiéndole lo salvaje, posesiva, terca, meticulosa y torpe.

Las lágrimas corrían ya por todo mi rostro pensando en todo lo que seríamos si no me fuese engañado, la confianza inocente estaría aun allí, no tendría que estar llevando conmigo todo este dolor y traición por dentro.

—Te amo. — Dije en un susurro. Los ojos de Rosé pasaron a un marrón opaco a uno brillante. Se acercó a mí para besarme pero la detuve con una mano en su pecho. — Este amor que siento no es algo bueno, se siente pesado en mi cuerpo por las cosas que hiciste en un pasado. Rosé, ese día supe que estaba embarazada de tu hija y te vi besándote con aquella mujer en frente de todo el mundo junto a cámaras y periodistas y yo solo era una pueblerina engañada por una sucesora millonaria, ¿Cómo crees que me hizo sentir eso? ¿Cómo una chica afortunada? No, me hizo sentir la peor cosa existente. — Me levanté de la cama, sin importar mi desnudez comencé a buscar mi ropa y ponérmela. La rubia en la cama solo se dedicaba a verme y escucharme. — Ahora me siento sucia. — Me puse mis bragas. — Sucia por haber engañado a mi novio. — Me puse el sostén. — Y sucia por caer con la persona que me hizo daño. — Terminé de hablar en el momento en que me puse el vestido.

Rosé seguía en silencio y en la misma posición. La rabia creía en mi cuerpo conforme los segundos pasaban y ella todavía no hacía algo.

¿Me iba a dejar así por así?

Bufé. Busqué mis tacones, los puse deprisa para poder largarme, llegar a casa a darme una ducha e ir a la graduación.

—No te engañé. — Me giré a verla en el momento que la escuché. — Ese día mi padre estaba loco porque unos accionistas dejarían de invertir en uno de sus proyectos, se iba a perder mucho dinero. Llegué rápido a ver qué pasaba y me encontré con todas esas personas y cámaras. — Susurró. — Yo solo deseaba saber que quería para poder irme contigo y ver cuál era tu malestar. — Sonrió con nostalgia, probablemente recordando que ese malestar en meses estaría llorando por comida. — Me subió a ese escenario diciéndome que si estaba allí, solucionaría lo de sus accionistas. Resulta que ellos querían una imagen familiar y se echarían para atrás si yo, su hija soltera no mostraba algo de vida romántica. Todo pasó tan rápido, ella me besó, luego te ví y el mundo se me vino abajo. No te engañé.

Me quedé congelada por todo lo que me dijo Rosé. Mi cerebro todavía trataba de procesar lo que me había contado. Sí recuerdo que ese día ella no le correspondió el beso, solo se quedó de pie como una estatua mientras los presentes tomaban fotos y hablaban emocionados.

—¿Por qué me lo cuentas ahora? — Pregunté después de un largo silencio.

—No te quiero perder, Jennie. — Se levantó de la cama con la cobija tapándola como un manto. Su cabello estaba desordenado por lo que habíamos hecho, sus manos estaban temblando y sus ojos se veían llorosos.

—Pudiste no perderme hace años ¡Cuándo vi todo eso!

—No me querías escuchar, ¡Me botaste de tu casa sin más explicaciones! De ahí en adelante todo fue Lenna y luego quisiste ir a la universidad y ya no sabía qué hacer.

—Fueron años, Rosé.

—¡Años dónde fui ignorada y vista solo como la mamá de Lenna! — Gritó.

—No puedo seguir hablando contigo así. Necesito pensar.

—Siempre dices lo mismo. — La voz de Rosé comenzó a romperse. — Nunca te ha importado lo que yo he sentido, te he tenido que ver todo este tiempo sin poder decirte cuánto lamento nuestra situación, sin poder decir que te amo, sin poder contarle un cuento juntas a Lenna, sin poder decir cuánto odio verte con Julian en las festividades, navidades ¡En todo! Pero claro, nunca merecí un mínimo de atención porque soy una maldita salvaje que te engañó. — Se secó las lágrimas que ya estaban en su rostro. — Eso siempre fui.

—No digas eso. Yo—

—Sabes que es verdad. — Dijo con los dientes apretados. — No comiences a salvarte, no quiero saber nada.

—Rosé... — Le pedí.

—Nos vemos en tu graduación. Cierra la puerta al salir.

Me levanté de la cama sintiéndome atontada y sin cómo reaccionar. Rosé no me quería ver ni saber más nada de mí. Sentí un fuerte dolor en mi cuerpo mientras mi mente me gritaba lo patética que soy, el que me haya entregado a ella pensando en algo y terminando en lo diferente.

Era la segunda vez que sentía esta sensación.

La sensación de abandono, de sentirme sucia, de sentirme pequeña delante de alguien importante en mi vida.

—¿Sabes qué? — Hablé con los dientes apretados intentando que el dolor que sentía por dentro dejara de procesar las lágrimas que querían salir. — Me he sentido una basura por tu culpa e intenté tantos años que el dolor se fuera, busqué en mi misma el amor propio porque al final del día, por la noche, no entendía las razones del por qué actuaste de esa manera, del por qué me fuiste infiel y en algún punto mi cerebro me dijo que era por no ser suficiente. ¿Y ahora me dices que no era de esa manera? Rosé, no hiciste nada ¡Nada! Para hacerme saber que lo que había visto era algo ya planeado y aun así ¿Por qué te dejaste convencer por tu familia? Ellos han sido una mierda contigo, todavía no aceptan que Lenna, la heredera de todo lo tuyo sea hija de una chica de pueblo. Nunca lo vas a entender pero hice todo lo que estuve en mi poder para ser digna de ti y tú no pudiste mover un solo musculo por mí.

Mi corazón sacó todo lo que sintió sin siquiera yo poder pestañear en ese momento. La mujer que aún estaba en la cama solo me miraba con lágrimas en los ojos.

Y no la iba a abrazar. No lo merecía.

Comencé a vestirme lo más rápido que pude pensando en Lenna y en mi graduación. Rosé desde el otro lado de la habtiación se estaba vistiendo rápido sin decir una palabra.

—Jennie, escucha—

—No quiero escuchar nada más.

—Tienes que escucharme. Siempre haces esto de querer tener la última palabra y no dejar que me explique.

—Porque vuelves toda la situación una basura en el peor escenario posible y al darte cuenta que me destruyes emocionalmente lo quieres arreglar explicando algún trauma de tu familia. ¡No soy tu psicóloga!

—Jennie no—

—Ya cállate. Eres una—

—Lo sabía. — Las dos volteamos a ver la entrada de la habitación. Julian estaba parado con un cuchillo en la mano. No parecía la misma persona desde la última vez que nos habíamos visto.

Se veía desaliñado, roto y vacío. Su cabello estaba desordenado y su ropa sin alisar, sus ojos estaban rojos y sus pupilas dilatadas.

El hombre ejemplar se había ido.

—No es lo que crees... — Susurré.

—Por favor, Jennie. — Rio con ironía. — ¿Es en serio? ¿No puedes ser lo suficientemente madura para aceptar que te acostaste con Rosé todo este tiempo que estuviste aquí?

—No fue todo el tiempo. — Rosé respondió divertida. Abrí los ojos con sorpresa y la miré.

—¡Rosé! — Regañé. Ella me miró y rodó los ojos.

—Por primera vez estoy de acuerdo con él. Sé madura y acepta lo que hicimos.

—Julian, yo—

Me interrumpí sin saber que decirle.

¿Cómo lo haría? Estaba como un desquiciado y llevaba un cuchillo en su mano.
—Cállate y ven conmigo. No creas que después de esto saldrán libres.

—¿Qué? — Rosé se puso delante de mí apenas Julian intentó acercarse a mí y al ver su acción, se detuvo. — Jennie no irá contigo a ninguna parte, maniaco.

—Julian, debes calmarte. — Pedí.

—¡A la mierda las dos!

—¡No!

Julian se abalanzó hacia Rosé. Ella captó rápidamente sus movimientos apartándonos a las dos hacia un lado y dejando caer a Julian en el piso por la fuerza que hizo al abalanzarse.

—Sal de aquí. — Me pidió Rosé. Negué con la cabeza frenéticamente. Ella me empujó aún más a la salida, cerrando la puerta y dejándome sin procesar la situación por mis nervios.

—¡Rosé! — Grité desesperada.

—¡Corre! — Escuché su voz en eco.

Visualicé el auto de Julian y el mío en la entrada pero no podía hacer nada porque mis llaves estaban dentro de la casa de Rosé junto a mi celular. Corrí todo lo que pude por el camino del bosque que llevaba al pueblo asustada y en busca de ayuda.

Julian va a matar a Rosé.

Julian va a matar a Rosé.

Julian va a matar a Rosé.

Esa era la frase que mi cerebro repetía una.

¿Qué le iba a decir a Lenna al Rosé morir? ¿Qué le diría a sus padres? ¿Sus padres me querrán matar a mí por llevar a su hija hasta ese límite? ¿Julian me buscará a mí y a Lenna después de Rosé?

Rosé.

¿Qué haría sin ella? ¿Qué haría sin sus besos, abrazos, bromas estúpidas y risitas cómplices?

Tenía que salvarla. Iba a morir.

Mi respiración se hizo más agitada a medida que mis pensamientos pasaban de una situación a otra. Me di la vuelta y corrí de vuelta a la casa de Rosé. No podía dejarla sola.

Rodeé la casa hasta la puerta trasera buscando algo con lo que atacar a Julian y encontré unos escombros. Tomé uno pero paré al escuchar pasos corriendo dentro de la casa. La adrenalina creció al punto máximo en mí y abrí la puerta trasera de golpe. Caminé hasta el pasillo principal y al mirar las escaleras, la mirada de Julian cruzó con la mía antes de caer al piso, casi a cuatro metros de distancia de mí.

—¡¿Qué haces aquí?! — La morena me gritó al terminar de bajar las escaleras y verme.

—Y-yo

—Cariño, dije que corrieras. — Se acercó y me abrazó. Me permití cerrar los ojos al sentirme aliviada que no era ella la que estaba tirada en el suelo sin vida.

—Lo hice pero no quería dejarte sola con él. Y-yo—

—Tú te preocupaste por mí. — Me interrumpió y se alejó del abrazó, uniendo nuestras miradas. Asentí y ella sonrió. — Ve a tu auto y llama a la policía.

—Pero te van a detener. — Me negué.

—Haz lo que te digo.

La subestimé ¿Cierto?

Rosé me dio mis cosas mientras vigilaba el cuerpo de Julian. Salí corriendo hasta mi auto, por los nervios mis manos no me dejaban abrirlo, al conseguirlo entre hasta la mitad buscando mi teléfono hasta que sentí un agarre tosco.

—Tú querías un rapidito al aire libre y eso te daré.

Julian me empujó dentro del auto, me tenía acorralada. Grité el nombre de Rosé mil veces preguntándome que había pasado con ella y cómo la situación cambió en menos de diez segundos. Julian comenzó a rasgar mi ropa y a restregarse contra mí.

El hombre estaba desesperado besándome. Sentía mi cuerpo con menos energía, estaba dejando de luchar, eso era todo para mí.

Cerré los ojos sin querer ver la situación, sin tener que sentir. Debía existir una manera.

El cuerpo de Julian se separó bruscamente de mi lado. Al abrir mis ojos capté el momento en que Rosé golpeaba la cabeza de Julian con una piedra que llevaba en sus manos varias veces. Él cayó rápidamente al suelo y Rosé sin decir una palabra entró al auto.

Sus ojos decían todo. Tenía miedo igual que yo.

—¡¿Está muerto?! — Grité en pánico.

—Probablemente.

—Rosé, no...

—Todo se arregla con dinero, Jennie. Vámonos.

Me quedé en silencio aterrorizada por la situación. Muy pocas veces he lidiado con la Rosé insensible con dinero a la que sus padres le enseñaron que tenía el poder del mundo en sus manos.

No me gustaba esa faceta de ella pero si quería que saliéramos de esta, debía aguantar.

—¡Pero qué pasó! — El grito de mi madre probablemente se escuchó en varias casas al momento de abrir la puerta y recibirnos.

—Iré al baño, iré por Lenna y nos iremos a tu graduación.

Al entrar, mi madre me preguntó varias veces que pasaba pero no le dije nada. Solo necesitaba una ducha. No podía repetir la historia en voz alta, iba a explotar.

—¿Listas? — Asentí. Comenzamos a caminar pero me detuve al ver que Rosé cargaba dos maletas.

—¿Qué llevas ahí?

—Juguetes de Lenna y ropa de tu mamá, dijo que tiene prendas favoritas que no va a dejar ir jamás. — Se encogió de hombros.

—Rosé...

—Nos vamos, Jennie. No está en discusión. Este pueblo nos ha dado mucho pero también nos ha quitado ¿En serio te quieres quedar? — Preguntó con una ceja levantada. Miré a mi madre la cuál aun me preguntaba mentalmente que estaba pasando.

—No. Es un nuevo comienzo.

Al llegar a la ciudad y a uno de los hoteles de Rosé, ella nos dejó en la habitación presidencial. Nos mostró un poco de la misma y salió, diciendo que debía hacer unas llamadas importantes.
La habitación era más grande que toda mi casa, tenía muchos lujos alrededor y oro en las decoraciones las cuales en ningún momento pasaron por mi cabeza de que era falso.

Regañé a Lenna unas veces por brincar y haciéndole saber que podía romper algo. Rosé dijo que no importaba ya que todo lo heredaría ella pero con una mirada de mi parte calló.

Lenna no sería ese tipo de persona con dinero.

No sería como Rosé al conocerla.

—Cariño — Volteé al ver a Rosé parada en uno de los pasillos de la entrada de la habitación. — Vendrán unos estilistas para arreglarlas para la graduación. Sé que los vestidos que eligieron quedó en casa de Clara, así que también traerán algunos para ustedes ¿De acuerdo? — Asentí en silencio. Rosé se acercó a mí, comprendiendo que no tenía mucho que decir. — Jennie, todo estará bien, confía en mí. — Se acercó lo suficientemente a mí para darme un pequeño beso.

—No estoy acostumbrada a esto y creo que no lo estaré nunca. — Susurré.

—Pero ibas a estar con Julian ¿No?

—Si pero no cómo crees. No me iba a llevar a una mansión y a decirle a mi hija que rompiera decoraciones de oro. — Bromeé. Ella rió entendiendo el punto.

—El momento me emocionó. Era increíble tenerlas a las tres en una parte de mi vida en la que nunca estuvieron. — Comenzó a explicar. — Las veces que traía a Lenna era para ver museos y regresar a mi apartamento que estaba a tres cuadras y no es como esto, el hotel es así por los gustos de otras personas, no los míos. Tengo tanto miedo de Lenna en su futuro porque tú y yo sabemos que ella va a tener todo esto por más que queramos engañarnos y hacer que viva en un pueblo, Jennie. — Suspiré. — Pero sé que lo haremos bien, ella no va a pasar lo que yo.

—Eso espero.

—Así será.

...

—Bienvenidos a la nueva celebración de graduandos. Es un gusto para nosotros verlos sentados y vestidos para la ocasión. Veo a cada uno de ustedes con un gran futuro por delante porque si están aquí, es porque han logrado algo más allá que un título. Yo personalmente...

—¿Qué te parece buscar casas mañana con Lenna y Hyo Jin? — Rosé me preguntó en susurros. Dejé de prestarle atención al decano de la universidad para dársela a ella.

—¿En serio? ¿Mañana? — Asintió. — ¿No es muy pronto?

—¿Por qué? — Frunció el ceño.

—Por lo que pasó hoy en la mañana, porque no hemos arreglado la pelea que tuvimos y porque no sé qué haré con mi futuro después de esto.

—Hoy en la mañana pasó lo que él decidió para su destino, podemos hablar hoy lo del pasado pero siempre Jennie, siempre te voy a elegir a ti ¿Y tu futuro? A donde quiera que vayas yo iré, no te presionaré a trabajar en mi empresa. Debes volar, tienes razón. — Asentí contenta de su respuesta. — Pero necesitamos una casa, aunque sea temporal. Mi apartamento solo tiene dos habitaciones y yo respeto la privacidad de tu mamá y la nuestra a futuro.

—Puedes ser una estúpida cursi cuando te lo propones ¿No?

—Y tú—

—¡Ustedes!

Escuchamos un grito. Muchas personas comenzaron a correr de sus asientos. En ese momento vi a una mujer rubia con un vestido de flores ajustado a su cuerpo apuntándonos con un arma. Tomé a Lenna, quién estaba sentada a mi lado y la empujé al suelo e hice que se escondiera debajo de una fila de sillas.

—¡Mataron a Julian! ¡Ustedes mataron al amor de mi vida y no se van a salir con la suya! — Gritaba frenéticamente mientras movía el arma de un lado a otro. Las personas alrededor trataban de entender la situación y la veían como si estuviera loca.

—Vengan. — Rosé susurró a su teléfono.

Al momento unos 5 hombres corrieron hasta la mujer y la tiraron al suelo sin compasión. La levantaron rápidamente llevándosela con ellos.

—Soy feroz, te lo dije.

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