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Wow, cinco meses en espera de un nuevo capítulo. Lo siento mucho, me costó un poco armar el pasado de Camila y Lauren. El cuál constará de este capítulo y un par más (creo). Y si, con eso confirmo que el mini-fic se alargará. Aunque no mucho.

VOTEN Y COMENTEN MUCHO, POR FIS, ME HARÁN MUY FELIZ.

Reproducir el vídeo en multimedia cuándo se indique.


***


5 años atrás:

Caminaba a pasos rápidos por las calles del pueblo. Ahora pasaba por esos momentos en los que deseaba no haber cocinado. Mamá me dejó dinero para comprar algo pero decidí que lo mejor era reunirlo para un caso importante, como un auto. El segundo en la universidad está siendo tan complicado y más por vivir al final del pueblo.

Toda mi esperanza recaía a que el señor Hendricks todavía esté donde siempre estacionado.

El pueblo estaba movido justo el día de hoy y lo odiaba tanto. Las personas no me dejaban correr con facilidad por el día de cosecha. En esta época del año el pueblo estaba rodeado por hermosas flores alrededor de las paredes de las casas y tiendas. Se notaba mucho que la nieve se había ido para dejar entrar a la primavera. El aire se sentía tan limpio no dolía cuando pasaba por mis fosas nasales. Las paredes de cemento de cada lugar estaban perfectamente adornadas con el regalo de la naturaleza. Las personas aprovechaban para nutrir su vista frente a todo lo que nos rodeaba y aunque quería apreciar mucho más de lo que ya había hecho, debía presentar un examen.

Al pasar por la tienda de frutas, escuché un silbido seguido de mi nombre y me giré, mirando a uno de los chicos de la universidad saludarme. No me detuve ni por un segundo, le devolví el saludo confundida. ¿Desde cuándo me saludaba?

Me giré de nuevo para continuar con mi camino pero lo último que recuerdo es caer al suelo mientras varios gritos se escucharon.

~~~

Mi cabeza estaba llena de zumbidos y se sentía pesada. Traté de abrir los ojos varias veces me pero me dolía tanto hacerlo.

¿Qué había pasado?

Escuché murmullos en el mundo exterior al que le hacía caso omiso.

—Señorita Camila ¿Cree que esté viva? — La voz de un hombre se hizo presente.

—Pues está respirando, así que sí. — Ahora era la voz de una mujer.

—Pero está haciendo caras raras. Puede estarse muriendo y nosotros la tenemos aquí sin ayuda. El señor Alejandro se pondrá muy molesto.

—¡Ya Jaime! No está muerta, está tratando de despertar. Y por favor, no vuelvas a amenazarme con mi padre.

—Yo n-no-

—Sí, lo hiciste. Silencio.

—P-pero señorita...

—¡Agh! Cállense... — Gruñí. Durante todo el rato en que estuvieron discutiendo decidí abrir los ojos. Dolía un poco pero era lo mejor. Una de las principales razones era que aquella mujer prepotente me tenía harta.

Mi visión estaba borrosa, el dolor no había pasado pero los zumbidos sí. Era algo al menos. El lugar no estaba tan oscuro, en mi campo de visión se posaban dos grandes manchas negras y en el centro de la imagen sentía la luz y comprendí que era el cielo. Nunca olvidaría la imagen tan característica del cielo gris.

Salté rápidamente de mi lugar, alejando a esas dos personas que me miraban expectantes. A mi izquierda estaba un hombre mayor, alto, de tez blanca, ojos y cabello marrón, algo delgado y vestido con un traje completamente negro y elegante.

De mi lado derecho estaba una mujer increíblemente guapa, parecía ser mayor que yo peor no tanto como aquel hombre que aparentaba unos cincuenta, morena, ojos y cabello marrón, delgada y vestida con unos jeans rasgados, una camisa color azul claro que dejaba su ombligo al descubierto, su cabello estaba perfectamente lizo y lo acompañaban unas ray ban en él.

—¿Estás bien? — Me pregunta la morena, que ahora parece preocupada.

—No... Si. — Me contradigo. — ¿Qué sucedió? — Pregunto, frotándome las sienes, tratando de aliviar un poco el dolor cabeza.

—¿No recuerda nada, señorita? — Pregunta el hombre un tanto alarmado.

—Sí, recuerdo que... — Mierda ya recuerdo todo. El examen. — Tengo que irme. — Digo de prisa, sorprendiéndolos a ambos.

—¿Qué? ¿A dónde? — Pregunta la morena mirándome como si me faltara un tornillo.

—A clases, hoy tengo un examen muy, muy importante. Si llego a faltar, yo... — ¿Pero por qué le explico mi situación a una desconocida? — Me tengo que ir. — Sentencio, ¿Pero cómo? Me pregunto a mí misma mirando a mí alrededor.

—¿Te encuentras bien? — Me pregunta la morena. Me sorprende cuando coloca su mano en mi hombro.

—Sí. — Contesto sacudiendo su mano de mí.

—¿Okay?... Solo te quería ayudar. — No tengo tiempo para esto. Mi cabeza ahora solo piensa en ese bendito examen. ¿Qué hago? ¿Cómo haré para llegar? — Pareces preocupada por algo, tal vez yo te pueda ayudar.

—¿Qué? — La mujer me saca de mis pensamientos.

—Creo que deberías ver un médico. — Dice. Creo que piensa que recibí un golpe en la cabeza o algo que me dejo loca.

—No, no debería ver a un médico. Debería estar en la universidad presentando un bendito examen. — Me quejo.

—Yo podría llevarte. — Suelta de repente. Esto si llama toda mi atención. La miro a los ojos. Joder que ojos tan hermosos.

Ahora la que parece loca es ella.

—¿Por qué harías eso por mí? Ni siquiera sé quién eres. — Le digo.

—Le estoy dando una solución a tu problema. — Tiene un buen punto, pero no por eso deja de ser una desconocida.

—No lo creo. Estoy segura de que ya perdí mi examen. — Le digo, y es verdad. No llego a tiempo.

—Vamos, yo te aseguro que no lo perderás. — Dice tomándome por el brazo tirando de mí hacia un auto.

—No. — La detengo. ¿Acaso esta mujer está loca? — No sé quién eres. — No parece muy feliz con mi negativa, pero no me importa. Mi examen sí. Veo como deja salir aire de su nariz, parece estar calmándose.

—Soy Camila, mucho gusto. — Me tiende su mano para estrechársela.

La miro a los ojos y en ellos puedo notar algo que me resulta familiar... Algo que me dice que esta mujer no me va hacer nada.

—Lauren. — Digo estrechando su mano, sus facciones cambian mostrándome una sonrisa hermosa. Siento un cosquilleo en la palma de mi mano, así que la retiro rápidamente.

—Bueno Lauren, ahora que sabes quién soy, ¿Me dejarás llevarte a tu examen? — Mierda el examen.

La miro con desconfianza, y ella me guiña un ojo totalmente confiada. Puedo ver una pequeña sonrisa creciendo. Pero verla así, me contrae el corazón.

—Sí, está bien. Puedes llevarme. — ¿Qué más puedo perder? Me pregunto a mí misma. Ya perdí el examen, ¿Por qué perder el resto del día? Ella está siendo amable ¿No? Tengo que convencerme de que eso está bien.

—Nos vamos, o ¿Ya cambiaste de parecer? — Me pregunta sacándome de mis pensamientos, y camina en dirección a lo que debo suponer es su auto.

—No... — Sonrió, y la sigo. Ella se detiene esperando al señor que se había quedado callado y como piedra durante toda nuestra conversación. — ¿Quién es él?

—Jaime, es mi chofer. Guíalo hacía tu universidad y él no tendrá problemas con ello.

¿Qué tipo de mujer era Camila para tener un chofer?

—¿Te quedarás ahí cuando puedo arreglar lo de tu examen?

—Igual y no podrás solucionarlo. Solo tomaré tu viaje como una manera de pasar todo el día resolviendo algunas cosas que tengo pendientes. — Ruedo los ojos.

—¿Qué tan segura estás de eso? — Camila levanta una ceja.

—Muy segura. Mi profesora es una zorra. — Respondí caminando hasta su camioneta. Su chofer corrió hasta mí antes de que abriera la puerta trasera para abrirla para que yo subiera. Me sonrió avergonzado.

—Lo siento, señorita. Todavía estoy un poco asustado por lo que le pasó y no he reaccionado cuando debí. — El señor estaba muy nervioso mirando entre Camila que estaba a mis espaldas. Volteé para enfrentarla y me di cuenta de su mirada molesta hasta su empleado.

—Déjalo respirar por un segundo. Escuché como lo regañabas cuando estaba inconsciente y no es apropiado.

—Pero-

—No. — La interrumpí. — Trátalo como un ser humano. No un robot.

—¿Y quién eres para decirme que hacer? — Su pregunta hizo que mi cuerpo se detuviera cuando me estaba subiendo a su camioneta. Giré mi cuerpo nuevamente. Esta vez caminando tan cerca de ella que casi nuestros labios rozaban.

—Ya te dije que mi nombre es Lauren y por favor, mientras estemos juntas en ese auto te digo que trates bien a ese hombre. — Dicté. Camila miró mis labios mientras tragaba fijamente y posó su mirada de nuevo en mis ojos.

—Jaime, vámonos. — Levanté una ceja. — Por favor. — Sonreí mientras me alejaba de ella y daba pequeños brincos por lo que había logrado.

~~~

Me quedé con su chofer de pie en uno de los pasillos de la universidad mirando adonde le dije a Camila que fuera, específicamente era el aula donde tendría que estar presentando mi examen. La preocupación me estaba consumiendo más rápido de lo que esperaba.

¿Por qué estaba confiando en esta mujer cuándo podía tomar las riendas y contarle a la profesora lo que pasó esperar una oportunidad?

Probablemente era el miedo a una respuesta negativa y por ello lancé a Camila como una presa inocente.

¿Qué podía solucionar aquella mujer? Esperaba que mucho o estaría hundida.

Estuve perdida en mis pensamientos por un rato, pensando en lo que mamá diría si reprobaba el semestre o tener que buscar un trabajo por cuenta propia ya que me quitaría todo su apoyo por tal error. El hombre a mi lado hace un rato había ido a la cafetería por comida y regreso hace exactamente cinco minutos y diez segundos, lo que se sumaba a los diez minutos en los que Camila todavía no salía de la maldita aula.

Quité mi vida del aula y la enfoqué en el jardín que se veía a unos veinte pasos de nosotros, deseaba tanto tener la tranquilidad de aquellos estudiantes que estaban en él solo bromeando o jugando. Deseaba gritarles: ''Hey chicos, dejen de ser felices ¡Estoy siendo miserable aquí!''. Pero no podía. Escuché una bolsa siendo arrugada y a Jaime corriendo rápidamente hasta donde estaba un bote de basura, que estaba frente a mí. Fruncí el ceño. ¿Qué demonios le pasaba? Hace unos segundos estaba comiendo tranquilamente.

—Por suerte tienes a una Camila en tu vida que te resuelva las cosas. — Brinqué del susto por la manera en que la voz de aquella mujer se hizo presente en mi oído derecho. Su respiración caliente me envió escalofríos a lugares que no son correctos en este momento.

Camila hasta el momento se mostraba tan educada e imponente. Lo había notado desde el principio al igual que su aura sexual en todos los sentidos. En el tiempo que pasamos juntas solo sonrió una vez y fue cuando se notaba satisfecha con la respuesta positiva de su ayuda. De resto todas sus expresiones se resumían a una: Seriedad.

—No me asuste así, por favor. — Me toqué el pecho, sintiendo mi corazón acelerado.

—Deberías dejar de tutear a la persona con la que tendrás una cena esta noche ¿No crees? — Agarró de nuevo su teléfono que estaba en el bolsillo de atrás de su pantalón y se dispuso a escribir rápidamente en él. Actuaba como si no hubiera un gran problema en mi vida, por ejemplo, ¡El examen! Fruncí el ceño, me crucé de brazos y comencé a golpear mi pie derecho contra el suelo, creando un sonido repetitivo en el piso que lograba hacer eco con el pasillo. Camila dejó de escribir y guardó su teléfono donde lo tenía antes. Me miró abriendo los ojos en señal de sorpresa. Apenas la conocía por un tiempo y ya sabía cuándo la mujer era irónica. Gruñí.

—¿Qué sucedió con mi examen? — Pregunté. La expresión de Camila se suavizó y asintió como si recordara algo.

—¡Oh, sí! ¡Eso! Lo siento... — Sentí un dolor en mi corazón. Dejé de fruncir mi ceño e hice un puchero desligando los brazos unidos a mi pecho y mi pie dejó de hacer el sonido contra el suelo. — ¡No pienses mal, por favor! Te pedía perdón por ser olvidadiza. Ya todo está arreglado, después de que tu curso terminé el examen lo presentarás. Hasta conseguí un poco de tiempo extra para ti.

Sentí que mis mejillas dolían por la gran sonrisa que ya estaba pasmada en mi cara al escucharla disculparse y darme una buena noticia después de todo lo que había ocurrido con nosotras desde la mañana.

—¿Cómo lo lograste? ¿Te acostarás con mi profesora? No está tan vieja pero-

—¡¿En serio crees eso de mí?! Demonios, no. — Su rostro horrorizado me hizo soltar una carcajada, haciendo que ella soltara una también. — Mi poder en el mundo no es ofrecer mi cuerpo, por si te lo preguntas y no es con ella con quién quiero acostarme. Eso tenlo por seguro. — Sentí un escalofrió en mi cuerpo cuando ella recorrió cada centímetro de mi cuerpo con su mirada. — Como sea, recuerda que esta noche tenemos una cena. Me disculpo por no esperar contigo y dejarte en tu humilde morada, necesito arreglar algunas cosas.

—Pero no sabes donde vivo. — Respondí nerviosa ¿Cómo me encontraría?

—El mundo es pequeño, te encontraré donde sea. — Me guiñó un ojo. Maldita mujer. — Estaré en la entrada de tu casa a las ocho, espero que no haya algún problema. — Negué con la cabeza. — Perfecto. Jaime, vámonos.

~~~

El examen salió mejor de lo que esperaba, la profesora no me dijo ni una palabra. Solo me entregó las hojas y esperó pacientemente en su escritorio corrigiendo las pruebas de los demás. Me sentía extasiada por lo que sucedió.

Ahora bien, Camila tenía razón. Había cumplido al pie de la letra con lo prometido y ahora tendría una cita con ella. Entré a casa a las tres de la tarde, probablemente mamá ya había llegado y estaba preocupada. Así son las madres.

Abro la puerta de mi casa y me dirijo directamente a la cocina. Solo pienso en una cosa. Estoy hambrienta. Consigo a mi madre en la cocina pero no repara en mi presencia, está al teléfono y no la quiero interrumpir solo quiero comer algo de lo que preparó. Pero veo que nada está listo todavía. Mierda. Tendré que preparar un sándwich.

—Lauren hija. — Mi madre me llama con una mezcla de sorpresa y paz. Asentí. — Ay hija, estaba preocupada por ti.

—Sí, lo siento. No repare en la hora.

—Bueno ¿Y dónde estabas metida?

—En la universidad. — Sonreí pero la oculté tomando un sorbo de jugo. Mamá parece creerme pero frunce el ceño.

—¿Cómo te fue en el examen?

Esta vez la sonrisa no la puedo disimular. Solo porque me trae recuerdo de Camila. La misma mujer con la que esta noche tengo una cita.

—Sí, pude llegar a tiempo. Todo está perfecto.

—Me alegro, por ti hija.

—Sí, yo igual.

Mamá se concentra en lo que va a cocinar y yo comienzo a viajar en un mar de preguntas: ¿A dónde Camila planeara llevarme? ¿Qué debo ponerme? Son tantas cosas. Mi madre me saca de mis pensamientos.

—Ya que te fue bien en tu examen, ¿Qué te parece si celebramos con una noche de chicas con una buena película? — Mamá parece entusiasmada. Fruncí el ceño.

—Me parece bien pero quizás otro día. Ya tengo planes para esta noche.

—¿Ah sí? ¿Y con quién? — No parece molesta sino muy interesada ella sabe que no tengo muchos amigos y menos amigas.

—Con una amiga. — Le sonrió al recordar a Camila. Mi madre parece entenderme.

—¿Adónde piensan ir tú y tu amiga? — Parece divertida, y yo más. No puedo evitarlo.

—No lo sé, creo que va a ser sorpresa. ¿Puedes ayudarme con la ropa?

—Claro que sí. — Pega un gritito emocionada.

—Pero antes comamos, tengo mucha hambre ¿Si mami? — Le suplico haciendo puchero. Ella asintió.

Mi madre y yo comimos tranquilamente. Le conté de mi día, claro, omitiendo una que otra cosa. Ella por otro lado me cuenta su día en pleno sentido de palabra, agradezco que no me pregunte muchas cosas de mi cita de mi cita.

~~~

Estoy en mi habitación envuelta en una toalla de baño blanca. Ya me he bañado y mi madre está metida en mi clóset seleccionando ropa. Mientras yo me miro en el espejo ya los nervios empiezan a bullir en mi interior, pero lo controlo. He decidido que esta noche va a ser mi noche, quiero divertirme. Beber y bailar.

Antes de vestirme, me maquillé. No suelo hacerlo muy a menudo pero la noche lo amerita. Aunque no pienso exagerar solo lo mínimo para darle más protagonismo a mis ojos, mi mayor atractivo. Me sombreé los ojos en tonos oscuros, sin exagerar. Me gustan los colores oscuros en mis ojos porque les dan más vida. Para el resto de la cara no necesité mucho. Me apliqué rímel y me pinté los labios con brillo, se ven muy lindos. Satisfecha con mi trabajo me doy la vuelta y miro todo lo que mi madre ha seleccionado.

—Mamá, creo que exageraste solo un poco. — Le digo medio en broma.

—No, claro que no. no sabes a dónde vas así que hay que ver opciones.

—No me voy a probar todo eso. — Digo señalando la montaña de ropa que ha sacado.

—Bueno ¿Y qué piensas ponerte o mejor a donde crees que sea la cita?

—No es una cita. — Miento. — Lo más seguro es que vayamos algún bar aquí en el pueblo eso es lo que yo quiero. Solo disfrutar.

—Si eso es lo que piensas, entonces no será muy formal. — Asentí. — Pero tampoco sencilla.

—¿Qué sugieres?

—¿Que tal este vestido blanco? — Mi madre me acerca un vestido blanco. Me gusta.

—¿Estás segura que no es una cita? — Me pregunta mi mama desde detrás de mi espalda, viendo mi reflejo en el espejo.

—Sí, muy segura.

—Como tú digas.

—Listo. — Le digo a mi madre. Tomó mi pequeño bolso de mano negro y guardo mi celular. Bajo con mamá a la sala a esperar a Camila. Mi madre enciende el televisor y pone una serie cualquiera.

Yo por otro lado me concentré en el reloj que está en la pared. Ahora los nervios son aún mayor. Cuándo suena el timbre, mi madre me mira y yo hago lo mismo. Me levanto de mi puesto como resorte.

—¿Cómo me veo? — Le pregunto por enésima vez.

—Perfecta. Toda una Jauregui. — Sonreí. — Vamos, te acompañaré.

—¡No! — Mi mamá me mira confundida. — Es mejor que solo veas por la ventana. Después te la presento.

—Lauren... — Me reprende no muy convencida.

—Clara, por favor. — Alargo la última vocal en señal de clemencia. La mujer asiente y corro para abrazarla rápidamente.

Abro la puerta para encontrarme con una Camila de cabello suelto, pantalones anchos y suéter de cuello alto negros. Las personas pensarían que iría a un funeral pero yo lo encontraba completamente sexy y atractivo.

—Decidimos ser el yin y el yang hoy. — Sonrió.

—Es tu culpa, estaríamos más combinadas pero no me dijiste con anterioridad a dónde vamos. — Le respondí mientras cerraba la puerta de mi casa y le pasaba llave. Me volteé y sentí la mirada de Camila y su chofer en mí. Eran diferentes, Camila se miraba con ganas de comerme en el jardín de mi casa y el chofer me mirada esperando desesperado para irnos.

—Lo siento mucho, todo ha sido tan rápido. Pensé ir a la ciudad, conozco muy buenos lugares allá.

—¿Por qué no mejor el bar de Jerry? Siempre hay buen ambiente. — Propuse con una mueca. No quería salir del pueblo.

—¿Dónde queda?

—Yendo a la distribuidora de Cinthia. Cerca del establo de Juan. — Camila y el chófer me miraron confundidos. — Disculpen, muchas veces se me pasa que son nuevos.

—Tranquila. — Camila sonrió. — Mientras lo puedas guiar estamos bien. — Asentí devolviendo la sonrisa a Camila.

~~~

El bar estaba completamente lleno y no me sorprendería por la gran temporada de cosecha que había culminado. Todos estaban felices y con dinero.

Las miradas fueron puestas en nosotras, cosa que me hizo sentir incomoda pero la sensación se disipó en el momento en que Camila posó su mano izquierda en mi cintura e hizo un poco de presión en ella para que caminara. La miré, noté su sonrisa de esquina y su mirada al frente. Ella sabía lo que estaba haciendo.

De alguna manera me estaba marcando como suya.

Aquello me excitaba en formas que no puedo describir en el momento pero que hacía sentir mis bragas húmedas y un poco pegajosas. ¿En serio tan cachonda estaba? La guie hasta una de las mesas que estaban desocupadas en el bar. La estructura de éste era de madera, lo que le daba un toque rudo y el techo estaba pintando de un color vinotinto que contrastaba con las luces blancas. Debo admitir que el toque sensual estaba ahí.

—¿Qué quieres hacer? — Preguntó Camila apenas nos sentamos y pidiera dos copas de vino. Hice una pequeña mueca de asco al escuchar lo que pidió, soy más fanática de la cerveza o el vodka pero era la primera cita ¿Verdad? Estamos conociéndonos.

Mire alrededor del lugar. En la pista de baile había más personas que las sentadas. El ambiente era más sensual que amigable y era un punto a mi favor, mi cuerpo me pedía bailar. Las mujeres estaban completamente sudadas y pegadas a sus acompañantes, quiénes estaban embelesados con el atractivo sexual que salía por los poros de ellas. Era increíble lo fácil que era tener a un hombre. Ellos la miraban como un pedazo de carne, como si esa era la noche ideal donde podrían controlar cualquier cosa que quisieran de ellas sin tener remordimiento alguno. El puro placer de experimentar cualquier cosa que se les viniera a la mente y capaz, no tener que ver aquellos rostros en su vida.

Volteé hasta Camila. Ella no tenía su mirada en otro lugar más que en mí. Sus ojos brillaban más de lo que prefería. Su cabello ahora estaba de lado, específicamente en el derecho.

Me miraba embelesada como los hombres miraban a las mujeres en la pista de baile.

Maldición.

—¿Bailas? — Pregunté. Levanté una ceja en espera de su respuesta.

—¿No prefieres tomar un poco de vino y charlar antes de? — Su sorpresa se hizo notable.

—Me encantaría pero el mesero está tardando un poco ¿No crees? — Camila rió.

—No lo creo. Se acaba de ir hace un minuto pero no me sorprendería que sintieras que han pasado horas. Te quedaste maravillada con esa pista de baile. — Respondió tajante como si le molestara que mi atención no estuviera en ella.

—No bailo desde hace mucho tiempo. Es solo eso. — Aclaré. La posición de Camila cambió a una más relajada. Miró el centro del bar donde estaban bailando y luego sonrió de esquina, otra vez.

¿Acaso no podía dar una sonrisa completa?

—Podemos bailar... — Me levanté de mi silla teniendo mi mano. Ella la tomó pero empujándola hacía abajo sentándome de nuevo. Fruncí el ceño. Probablemente parecía una niña. — Después de tomarnos esa copa y hablar un poco. No hagas puchero o no me importará besarte, Lauren.

Abrí mi boca por la sorpresa de sus palabras. No me sentía disgustada porque de hecho también quería besarla desde que cumplió su promesa en la mañana.

—A mí no me importaría si me besas. — Respondí.

Camila levantó una ceja probablemente por pensar que estaba ganando terreno y sería igual de tímida que cuando la conocí. Pero no. Lo había pensado mejor y quería abrirme un poco más a conocer a alguien. Tenía 20 años, conozco a pocas personas y necesitaba estar en otro lugar que no fuese el supermercado.

El mesero llegó antes de que Camila pudiera responderme. Se notaba su frustración mientras él colocaba las copas en su lugar y nos preguntaba si deseábamos ordenar algo. Camila negó, queriendo deshacerse rápidamente del chico, cosa que no pasó. Quería jugar un poco con su paciencia, así que le pedí amablemente que me comentara sobre el menú y las frituras que ofrecían.

Tenía hambre, sí. Pero no exactamente de aquello.

Luego de pedirle innecesariamente unas frituras, el mesero se fue sin antes decirnos que volvería. La mujer a mi frente parecía muda, aunque sus ojos fijos en los míos me decía otra cosa.

—Entonces, Camila. — Me dirigí a ella después de tomar un sorbo de aquel vino. — ¿Quién eres?

—¿Quién soy? — Me miró confundida.

—No me malinterpretes. Quiero saber a qué te decidas, si tienes una mujer e hijos esperándote. No sé, tienes una personalidad atrayente y elegante como para estar sola ¿No crees?

—¿Atrayente, eh? — Rió coquetamente. — Y no, no lo creo. Estaba completamente sola y no tengo hijos.

¿No estaba sola? ¿Eso qué significa?

—¿A qué te refieres con que estabas sola?

—Me refiero a que pasaré la noche contigo y unos días.

Aquella afirmación hizo temblar mi cuerpo, no esperaba aquello de ella. De repente ya no éramos las mujeres que trataban de no contar mucho de su vida y de lo que querían en la mañana. Yo estaba menos tímida, ella estaba más suelta y parlanchina. Su rostro serio de la mañana fue reemplazado por uno coqueto al igual que sus ojos que no mostraban ningún código secreto para saber lo que quería. Ahora sus ojos estaban ahí, con el código secreto ya puesto y gritándome que la devorara.

Y yo quería devorarla.

—Creo que ya es momento de bailar. — Mencionó cuando un ritmo conocido y específico comenzó a sonar. Asentí.

Muchas parejas sudorosas en la pista de baile detuvieron sus cuerpos y decidieron sentarse o quedarse parados en alguna esquina del bar a platicar o mejor dicho: Comerse.

Camila se levantó de su silla ladeando su cabeza al ritmo de la canción. Me tendió la mano, esperando a que la tomara y así dirigirnos a la pista de baile.

Reproducir multimedia.

Canción: Guys My Age - Hey Violet.

I haven't seen my ex since we broke up

Probably 'cause he didn't wanna grow up

Now I'm out and wearing something low-cut

'Bout to get attention from a grownup

Unos cuántos hombres se nos quedaron viendo, cosa que conllevo a sentir una de las manos de Camila apretar mi vientre fuertemente y posar su cuerpo detrás de mí. Sentí su respiración caliente en mi cuello, llevándome a lugares que en mis veinte años desconocía.

—No sé cómo bailar esto, Lauren... — Susurró en mi oído izquierdo. Tomé suficiente aire.

—Yo haré ese trabajo. El tuyo es quedarte quieta. — Dije. Comencé a mover lentamente mi cadera de un lado a otro, rozando mi trasero contra su entrepierna.

'Cause you hold me like a woman

In a way I've never felt before

And it makes me wanna hold on

And it makes me wanna be all yours

Mis manos buscaron su cabeza detrás de la mía y cuando la conseguí no dudé en acariciar su cabello con el alcance que me daban mis brazos. Sentí unos pequeños besos de Camila en mí cuello y juro por todos los cielos que sus labios se sentían deliciosamente suaves.

—Y dime, Camila... — Susurré lo suficiente para que escuchara. — No me has dicho quién eres.

—S-soy... Mierda, Lauren. Soy un ser humano que te quiere follar tan mal... — Respiré lo suficientemente fuerte como para no gemir. Cerré los ojos buscando concentrarnos en nosotras y no las miradas de las personas en el lugar.

—¿Eres peligrosa?

—¿Hablas de cosas ilegales? — Asentí todavía concentrada en pegar mi trasero contra ella. — En lo absoluto.

—¿Y en cosas legales?

—Más de lo que crees.

Guys my age don't know how to treat me

Don't know how to treat me, don't know how to treat me

Guys my age don't know how to touch me

Don't know how to love me good

Guys my age don't know how to keep me

Don't know how to keep me, don't know how to keep me

Guys my age don't know how to touch me

Don't know how to love me good

—¡Eso es nenas, sigan así! — Abrí los ojos al escuchar un grito a nuestro lado. Me detuve y quise separarme de Camila pero ella no me dejó. Sentí que se alejó de mi cuello. Maldita sea, extrañaba su atención ahí.

—Si no quieres tres años en la cárcel a partir de ahora, aléjate. — Su voz salió en un tono completamente al que utilizaba para hablar conmigo.

Volteé hasta donde la voz de aquel hombre sonó y lo miré con la mejor cara de odio que pude. Él solo tenía una cerveza a medio tomar en la mano, era un poco gordo y alto. Balbuceó algo que no me importo y con las manos en alto se alejó de nosotras.

Sentí de nuevo los labios de Camila en mi cuello y sonreí. Eso era lo que deseaba.

—Por favor sigue. — Susurró dando un beso al lugar mencionado.

—Entendido, jefa. — Respondí. Volteé un poco mi cabeza para verla a los ojos. Estos estaban completamente dilatados y no sabía si alguna vez en mi vida vería algo tan hermoso como aquello. Camila levantó una ceja divertida y nos reímos de aquello.

All he ever wanted was to go down

What we supposed to do with all his friends around? (yeah)

Smoking weed, he'd never wanna leave the house

Got an empty cushion on that sofa now

Told him, "good luck with the next one"

Maybe she'll be just as immature

Gotta thank him, he's the reason

That I'll find out what I'm looking for

El ritmo de la música seguía. De alguna me sentía identificada con la canción ya que tenía a mi lado a una mujer mayor que yo, la cual no tuvo pudor en decir que me quería en su cama y que me encantó desde el primer momento que lo dijo. En cambio si fuese sucedido con algún hombre o un ex del pasado, ella estuviera con una denuncia muy fuerte en su vida.

No quería andar con chicos de mi edad porque nunca supieron cómo tratarme y siento que Camila puede tratarme de todas las maneras que quiero y deseo.

¿Qué tan de libro para pubertos sonaba que conocí a una persona que me hizo un favor que es casi imposible en la vida real y ahora la tenía contra mí en un bar besándome el cuello? No se podría creer que me está sucediendo pero lo hace.

Sin darme cuenta sentí las manos de Camila tomarme de la cintura y darme la vuelta bruscamente dejándonos cara a cara. Una sonrisa maliciosa se posó en su rostro, cosa que hizo que yo le devolviera una de la misma manera.

—No puedo estar sin besar esos labios por más tiempo. — Susurró. Nuestros labios ya a ese partido estaban a centímetros de distancia y nuestros ojos competían por quiénes miraban por más tiempo los de la otra.

—Te tardaste mu-

No me dejó terminar lo que iba a decir porque ya tenía sus labios moviéndose contra los míos. Decido seguir jugando y me muevo mi vagina contra ¿La suya? Separé nuestros labios y entrecierro los ojos.

Una vagina no forma un duro bulto.

—Camila... — Comienzo. Ella con una sonrisa de esquina.

—Te tardaste mucho en descubrirlo.

—¿Tienes-

—Sí. ¿Te molesta?

¡Dios mío esta mujer tiene un pene!

—¡Creí que no podías ser más perfecta y ahora podré montarte! — Grité feliz por lo que la vida me estaba regalando.

—Lauren... — Camila me reprendió viendo a ambos lados avergonzada. Probablemente captamos la atención de nuevo pero no me importa. Mi atención estaba completamente en ella.

—No te avergüences. Tienes que estar orgullosa de aquello y juro que te quiero tan mal.

Camila me vio por unos segundos, buscando alguna duda de mí parte. Al parecer no la vio porque se acercó hasta mi cuello por tercera vez esa noche y depositó dos pequeños besitos allí. Levantó su cabeza, de nuevo estábamos separadas por centímetros.

Di un gemido ahogado cuando sus dientes decidieron morder mis labios en el camino de nuestro beso. Los jaló un poquito, haciendo que abriera los ojos y volviera a cerrarlos al momento en que decidió reemplazar sus dientes por su lengua.

¿Estoy mojada?

Estoy mojada.

Guys my age don't know how to treat me

Don't know how to treat me, don't know how to treat me

Guys my age don't know how to touch me

Don't know how to love me good

Guys my age don't know how to keep me

Don't know how to keep me, don't know how to keep me

Guys my age don't know how to touch me

Don't know how to love me good

—¿Entonces no te gustan los chicos de tu edad? — Preguntó apenas se separó de nuestro beso gracias a la letra de la canción.

—No. Me gustas tú.

—¿Y qué te hace creer que no tengo tu edad? — Respondió. Me reí mientras me presionaba más contra su erección. Camila gimió.

—No la tienes. Te ves más madura, concentrada y elegante. — La miré confiada.

—¿Hay algún problema con eso?

—Si hubiera algún problema ya te lo fuese hecho saber.

—Soy cinco años mayor que tú.

—¿Eso importa a estas alturas? — Pregunté. Camila gimió.

—Vámonos de aquí.

—¡Por fin! — Chillé. Ella rió.

So I'm never going back (never going back, never going back)

No, I'm never going back (never going back, never going back)

Guys my age don't know how to treat me

Don't know how to please me, don't know how to read me

Corrimos hasta la barra del bar sin despegarnos. No quería que vieran la erección que le provoqué a la mujer a mi lado y creo que ella tampoco lo quería. Camila pagó por las copas de vino y las frituras y antes de que pudiera decir algo, ya ella le dijo a su chofer que iríamos a su casa.

Apenas llegamos, Camila le dijo a su chofer que se retirara y volviera mañana al ella llamarlo. El hombre no hizo ninguna expresión de asombro, probablemente ya pensaba lo que estaba por suceder.

Quiero aclarar que no me avergonzaba en lo absoluto que él pensara que íbamos a tener sexo como unas salvajes por dos razones.

1. Yo tendría un orgasmo o dos mientras el dormiría solo.

2. Nada, iba a montar a Camila hasta que me dolieran las piernas.

Sería estúpido tratar de describir aquella casa por dentro y por fuera. No me interesaba eso. Quería follar ¿Entienden?

La boca de Camila se comía tan bien la mía mientras tropezábamos por todas partes de aquella casa y ella trataba de buscar su habitación.

Al llegar no me dio tiempo de pensar porque ya aquella mujer me tenía tumbada en su cama y me subía el vestido color blanco hasta el vientre. Bufé cuando iba a bajar mi braga pero se detuvo.

—¿Virgen? — Reí por su cara de preocupación.

—No.

—¿Duro? — Entendí a lo que se refirió. Acerqué mi dedo índice derecho hasta mi boca, lo mordí ligeramente y asentí.

Camila sonrió pervertidamente. Creí que bajaría mi braga pero hizo lo opuesto y que me encantó. Acercó su boca hasta mi vagina y lamió por encima de aquella prenda de ropa haciéndome delirar y gemir. Sonreí cuando le dio un pequeño besito a mi clítoris.

Camila subió hasta mí tocando y disfrutando con sus manos de mis senos, los cuáles todavía estaban tapados por el vestido y el brasier.

¿Cómo podía sentir desnuda con esta mujer estando completamente vestida?

—Me encantaría amarla con mi lengua pero siento que explotaré... — Susurró besando la parte descubierta de arriba de mis senos. Asentí, estaba igual. Con aquel baile no duraría mucho.

—Quiero verlo. — Afirmé.

—Es todo tuyo. — Respondió acomodando sus piernas en cada lado de mi cuerpo a la altura de mis codos. Me apoye con mis brazos en el colchón y tener la facilidad de desabrochar el pantalón de Camila. Al ver sus boxers de color negro sentí mi cuerpo encenderse más de lo que creí alguna vez.

Todos en nuestra vida sexual tenemos una prenda y color de ropa que nos excitan de maneras que no entendemos. En mi caso era cualquier prenda de ropa negra. Me llevaba a un nuevo nivel y me encantaba que coincidiera aquel color en este momento.

Camila se quitó sus pantalones de manera astuta. Se notaba lo experimentada que era. Otro punto a su favor. Ella quedó solo en ese bóxer en la parte baja de su cuerpo. La mitad de mí quería quitárselo y la otra no.

''Si no se lo quitas no verás la mejor parte y no tendrás un orgasmo, idiota''. Escuché una voz en mi cabeza decir.

Demonios, tiene razón. Con mis dedos toqué la liga de arriba de la prenda y comencé a bajarla lentamente dejándome ver despacio su miembro.

Estaba maravillada con lo que veía. Un hermoso pene moreno con una perfecta circuición.

Era muy obvio lo que tenía que hacer después de esto: Ir a la iglesia y darle ofrendas a Jesús por el gran regalo que me hacía.

Aquel pene era de un tamaño MUY considerable de ambas partes, hermoso y para nada exagerado. Lo tomé desde el comienzo con mi mano derecha y deslizando hasta la punta, haciendo a Camila gemir.

Mierda. Camila.

Mire hacia arriba y me di cuenta que me miraba divertida.

—No quería interrumpir tu momento especial con él. ¿Se agradaron? — Preguntó con humor. Rodé los ojos y al mismo tiempo subí y bajé mi mano un par de veces en su miembro. Era una delicia escuchar a aquella mujer gemir tanto.

Sentí un deseo grande por lamer su miembro pero mierda, la necesitaba tanto. Camila pareció entender mi frustración porque se puso de pie, caminó hasta la altura de mi cabeza y me besó desesperadamente.

Tomé el dobladillo de mi vestido subiéndolo para quitármelo pero la mano de Camila me interrumpió.

— Desde que te vi con ese vestido he querido follarte con él puesto. Déjatelo. — Asentí. —En cuatro. — Ordenó y yo obedecí de inmediato. — Iré a buscar protección.

—No te demores o tendré que aliviarme por mi cuenta. — Me burlé. Camila levantó una ceja. Se acercó lo suficiente para acariciar mi trasero descubierto y darle una nalgada. Gemí.

—Si lo haces habrán castigos.

Oh, mierda.

Sentí que esperaba una eternidad hasta que la vi entrar a la habitación por segunda vez desde que estábamos en su casa, ya sin el bóxer, su suéter de cuello alto y sin brasier y con varios condones en su mano y uno ya puesto en su miembro erecto. Necesitaba jugar con sus senos tan mal.

Dejó los paquetes en el suelo y se subió rápidamente hasta mí. Miré por el rabillo de mi ojo y noté como se agachaba hasta la altura de mi vagina y comenzaba a chupar.

—¡Camila! — Gemí. Su lengua por alguna razón estaba fría y demonios, yo estaba tan caliente.

—Solo te preparo, necesito saber cómo estás.

—Perfectamente excitada como habrás notado.

—Y lo noté muy bien.

Sentí mi cabello ser jalado de una forma tan deliciosa. Ella acercó su rostro hasta el mío y me comenzó a besar sin precedentes. Sus labios combinados con mi sabor sabían tan bien. Sus dedos comenzaron a acariciar mis pliegues. ¿Había otra manera de estar en el cie-

—¡Mierda! — Gemí al sentir su miembro entrar en mi sin aviso.

—Vamos, Lauren. Demuestra cuánto quieres esto. — Me susurró. Balanceé mi trasero de un lado a otro buscando que entrara más en mí. Sonreí al lograrlo. Comencé a moverme penetrándome lentamente.

—Necesito más...

—¿Más qué?

—Más movimiento.

—Pídelo.

—Por favor, Camila. ¡Muévete!

Y sin más apuro sentí, de alguna manera, como casi esa mujer me destrozaba. Sus manos se posaron en cada uno de mis hombros para tener fuerzas y penetrarme rápidamente. Gemí como loca al sentir una de sus manos cambiar de mi hombro izquierdo a mi clítoris.

—Vente para mí. — Me dijo. Sentí varias nalgadas en mis nalgas. Mañana dolería como el infierno.

Mi cuerpo estaba completamente sudado. ¿Por qué le hice caso y me quedé en el vestido? Se sentía jodidamente caliente aquí. Camila continuó estimulándome por ambas partes hasta que, de alguna loca e inesperada manera su dedo ya estaba en otra parte.

—¿Duele? — Preguntó y yo negué. — No he metido gran parte del dedo. Solo quiero ver si te sientes cómoda.

—Más que cómoda. N-no pares.

—Como digas. — Sus penetraciones por ambas partes se hicieron tan fuertes que ya no me podía mantener en el colchón en la posición en la que estábamos. Iba a desfallecer.

—¡C-Camila!

—Vamos, bebé. Vamos. — Sacó su miembro y dedo de mí. Me acostó boca arriba, aliviando el ligero dolor en mis brazos. — ¿Lista? — Asentí.

Entró más suave que la primera vez, sentí dos penetraciones lentas hasta que comenzó al mismo ritmo que antes y con su mano acariciando mi clítoris repetidas veces.

En mi vientre se estaba formando nudo que recorría cada parte de mi ser. Mordí mis labios ansiosa por lo que estaba pasando. Mis gemidos y los de Camila no dejaban de salir.

—Voy a... Voy a...

—Hazlo.

Y fue como si mi cuerpo esperara una orden de su parte para cumplir con su propósito. Gemí desesperadamente cuando llegué a mi tan ansiado orgasmo. Varias penetraciones después llegó ella. Salió de mí para acostarse a mi lado en el colchón. Nuestras respiraciones estaban desiguales y entrecortadas.

—¿Te quedarás conmigo unos días? — Pregunté haciendo referencia a lo que me dijo en el bar sobre ella no estando disponible para otras.

—Nada más unos.

Nos miramos en absoluto silencio con sonrisas en nuestros rostros. Algo me decía que mentía.

—¿Sigues con la idea de cabalgarme?

—Todo este tiempo pero necesito quitarme este maldito vestido.

—O puedo hacerlo yo.

Guys my age don't know how to touch me

Don't know how to love me good

Guys my age don't know how to tease me

Don't know how to leave me, don't know how to need me

Guys my age don't know how to touch me

Don't know how to love me good

So I'm never going back

Don't know, don't know, don't know (don't know, don't know)

No, I'm never going back

Don't know how to touch me, don't know how to love me good

So I'm never going back (never going back, never going back)

No, I'm never going back (never going back, never going back)


***

Quiero agradecerle a mi mejor amiga por ayudarme a escribir varias escena cuándo esta servidora no tenía imaginación para ello. Es la mejor amiga del mundo.


¿Qué les pareció el regreso de Feroz? Dejen su comentario aquí.



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