Capitulo I
A la mañana siguiente te levantaste temprano para salir en tu búsqueda de un doctor que te pudiera operar.
Te diste una ducha con agua fria y te pusiste tú ropa, desayunaste ligero y estabas a punto de salir del departamento, pero en eso el sonido de tu teléfono te detuvo, miraste el dispositivo y notaste que era una llamada de tu hermano Rogelio, así que contestaste y esperaste para ver que quería.
Tn: ¿Bueno?
-[¡¿En donde diablos estás?!]
Tn: En el Reino Canopia, y no hace falta que me grites.
Dijiste después de haber alejado un poco el dispositivo de tu oído, no te esperabas que tu hermano te gritara de esa forma.
-[¿Me puedes explicar en qué mierda estabas pensado cuando dejaste a mamá?]
Tn: Oye no me culpes, si vine aquí es porque necesito hacerme la cirugía, ¿lo olvidas?
-[Lo entiendo pero, ¿por qué rayos te fuiste sin avisar?]
Tn: ¿Y cómo se supone que los iba a llamar si todo el día están en la oficina?, o dime, ¿donde te encuentras en este momento?
Escuchaste una especie de quejido del otro lado, seguramente se encontraba sentado tras su escritorio firmando unos papeles como era de costumbre.
-[Bueno, pero por lo menos nos hubieras dejado un mensaje con uno o dos días de anticipación para contratar a alguien que la cuide]
Tn: ¡¿Ves?!, ni siquiera eres capas de dejar tu maldito trabajo por mamá, ¡¿y vienes a reclamarme a mí por qué la dejé?!
Diste un suspiro antes de decir cualquier otra cosa, no estabas de humor para una discusión en ese momento.
Tn: Como sea, será mejor que te deje para que no pierdas más de tu valioso tiempo, si puedes ve a visitar a mamá o dile a Julián que vaya en cuanto lo veas, ¿de acuerdo?, adiós.
-[¡Ey, espera!]
Colgaste el teléfono y esta vez sí te dispusiste a salir del lugar, al estar en las calles pediste a los transeúntes indicaciones para llegar a alguna clínica u hospital en donde te pudieran ayudar.
Pasaron unos 10 minutos hasta que llegaste al consultorio de un doctor el cual se especializaba en cirugías, al entrar al lugar fuiste recibido por una secretaria la cual te dijo que esperaras un rato en lo que el doctor terminaba de atender a un paciente.
Una vez que el paciente salió entraste a la oficina del doctor, el hombre aunque parecía ser de edad algo avanzada se veía que aún era capaz de cumplir con su labor, tuviste una conversación de unos cuantos minutos hay que decidiste ir al grano.
Tn: Entonces, ¿cree que si pueda realizarme la cirugía?
-¿Cirugía?, eso no es necesario joven.
Tn: ¿Cómo que no?
-No, eso se cura fácil con una serie de medicamentos.
Tn: ¡¿Medicamentos?!
-Si.
El hombre saco de su escritorio un frasco con pastillas.
-Solo necesita tomarse dos de estas cada 8 horas y en un par de años quedará completamente curado.
Tn: Con su permiso, yo me retiro señor.
Dijiste poniéndote de pie para así irte del lugar.
-¡Espere!, ¿no se va a llevar las pastillas?
Tn: Usted me quiere ver la cara de estúpido, ¿no es así?
Saliste del consultorio cerrando la puerta con fuerza, el doctor solo se cruzo de brazos algo molesto.
-Bah, ya volverá ese infeliz.
Así saliste por la ciudad buscando a un doctor que te ayudará con tu problema, pero en todos los consultorios recibías la misma respuesta.
Cada uno de los doctores te decían que no necesitabas cirugía, que solo bastaba tomar medicación y estarías bien, y hubieras llegado a creerles si no fuera porque cada doctor te ofrecía algún medicamento diferente con una receta diferente, estaba claro que todos esperaban que fueras un pobre iluso al que pudieran sacarle hasta el último centavo.
Tn: Maldición, espero que en este lugar encuentre a alguien de buena voluntad.
Dijiste entrando al último hospital que quedaba en la ciudad, en el lugar había mucha gente moviéndose de aquí para allá, entrando y saliendo por las distintas puertas, trataste de llamar la atención de algunas de las enfermeras que se encontraban en el lugar, pero todas te decían que estaban demasiado ocupadas para poder atenderte.
Después de un rato buscando con la mirada lograste ubicar a una enfermera desocupada, o eso parecía puesto que la mujer se encontraba parada en uno de los pasillos comiendo tranquilamente una barra de chocolate.
Cuando la dama te dirigió la mirada guardo la barra de chocolate y se acomodó el cubrebocas para caminar hacia tu dirección.
-¿Se te ofrece algo?
Tn: E-Ehh si, b-busco a alguien que m-me pueda realizar una cirugía.
Dijiste un tanto nervioso por su cercanía, al igual que su figura.
Te parecía algo inusual su vestimenta, puesto a que su ropa era mucho más corta y entallada que el de las demás enfermeras, ¿acaso a nadie en el lugar le molestaba que llevara un traje tan revelador y para nada reglamentario?
-Una cirugía ¿ehh?, bueno sígueme.
Tn: Por supuesto, ¿señorita...?
-Dime Valentine.
Tn: Esta bien.
Seguiste a Valentine por el pasillo durante un par de minutos, no estabas seguro de a que parte del hospital te llevaba exactamente, puesto a que las salas y los pasillos por los que pasaban cada vez se vaciaban más de gente, además de que la iluminación se volvia muy mala.
Valentine: ¿Qué es lo que necesitas exactamente?
Preguntó de repente rompiendo el silencio.
Tn: Verá, tengo un tumor en la cabeza, y estoy buscando a alguien que me lo pueda quitar.
Valentine: Entiendo.
Y ya no dijo nada más, solo siguió caminando hasta que de repente se detuvo, estaban en un pasillo completamente vacío y con casi nada de luz, supusiste que se había equivocado pero que no lo quería admitir.
Tn: Amm, no estoy seguro de que aquí sea donde deberíamos estar.
Valentine: Tienes razón.
Ella se dio media vuelta y antes de que te dieras cuenta ya se encontraba aplicandote una especie de llave.
Tn: ¡Oiga!, ¡¿qué rayos esta haciendo?!
Valentine: Descuida, esto no te dolerá... todavía.
Trataste de safarte de su agarre, pero antes de que pudieras hacer algo ella saco una especie de tanque de oxígeno y te coloco una mascarilla sobre la boca.
El tanque no era uno normal, puesto a que al momento de que ella lo abrió este soltó una especie de gas rosado, no pudiste evitar respirarlo y entonces comenzaste a ver todo borroso, tus párpados comenzaron a volverse pesados, al igual que dejabas de sentir tus extremidades.
Caíste al suelo y antes de quedar inconsciente lograste ver a Valentine agacharse para mirarte a la cara con una sonrisa.
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