|1|
Los ojos carmesí del gran alfa miraban la ciudad de San Petersburgo dejándose envolver por la fría brisa otoñal. Muy pronto nevaria, se recordó.
Bajando de la rocosa colina, fue directo a su hogar para poder cambiar de forma y atender los asuntos que él mismo había dejado votado.
Al entrar a la residencia, Viktor, el gran alfa líder volvió a su forma humana.
Un bello hombre de apenas 30 años, de tez pálida, cabello platinado y completamente desnudo, era el alfa líder de San Petersburgo.
Los Nikiforov eran los grandes emperadores de Rusia y parte del continente asiático.
Sus padres se encontraban en Moscú, dirigiendo, organizando y siendo los grandes emperadores que siempre han caracterizado a la familia Nikiforov.
-Viktor~ ¿Dónde te habías metido?-canturreo Christoph, el hijo de los emperadores europeos, un suizo bellísimo y primo hermano de Viktor.
-Cierra la boca, Chris-le advirtió Viktor caminando sin pudor en dirección a su habitación-. Dile a Yakov que mañana terminaremos con lo que falta.
El mayor camino sin dar una segunda mirada a su primo y entro a su habitación.
Camino hasta su mesa de noche y abrió el cajón de la misma sacando los supresores en tableta.
Tomando la tableta, sintió unas inmensas ganas de vomitar.
No era un secreto que los supresores tuvieran un sabor desagradable, pero no importaba cuantas veces los haya tomado, jamas lograría acostumbrarse a aquellos supresores.
Recordaba el día en que comenzo a tomarlos; fue hace 15 años, exactos, cando tuvo su primer celo y supo que era un alfa, sus padres estuvieron emocionados de tener a un alfa como su primogénito y sus ánimos subieron más cuando supieron que él era un feral.
Muchos de los nuevos imperios rechazaban a los ferales, y no era de extrañar.
Los ferales tenían dos personalidades; el lado animal por si solo ya era un problema controlar cuando era un celo, lucha de territorio o simple supervivencia. Los ferales eran un lado salvaje a un más agresivo.
Esa era la razón por la que los padres del alfa estaban realmente felices; su hijo, el próximo gran emperador ruso, un feral.
Viktor suspiro alejando las ganas de vomitar y recordó como sus padres descubrieron que era un feral.
15 años en el pasado.
Viktor Nikiforov de tan solo quince años, corría alegremente junto a su primo en su primer cambio lobuno.
El rubio de ojos verdes veía con fascinación a su primo deseando cumplir ya quince años para poder cambiar de forma.
Ambos jóvenes sabían que serían después de pasar los doce años sin tener un celo, ya que solo los omegas sufrían su celo en esa edad.
-Vitya~, tu pelaje es muy largo- y era verdad. El peliplata tanto en su forma humana como animal tenía el cabello más largo.
El peliplata sonrió aun en su forma lobuna en dirección a su primo, golpeando su nariz contra el pecho del más chico a forma de juego.
-¿Puedes volver a correr, Vitya~?-preguntó el rubio fascinado con la forma animal del mayor.
El lobo asintió ligeramente y comenzó a correr disfrutando aquella forma que le brindaba tanta libertad y lo abrazaba como si de otra piel se tratase.
Pero algo cambió, aquella piel que lo reconfortaba tanto y lo hacia sentir de maravilla, comenzó a lastimarlo, quemarlo y asficciarlo; quiso huir y volver a su forma humana, volver a caminar con dos piernas y con esas cuatro que se movían por su cuenta.
Una neblina roja lo envolvió y se sintió amenazado. Todos eran una amenaza que sus instintos le indicaban estar alerta.
-¿Vitya?-un suave susurro entro por entre la neblina y Viktor intento seguir esa voz, pero, su lado animal rugió en dirección del susurro, amenazante para que se alejaran de él.
Basta. Detente. Mamá. Papá. Ayuda.
Viktor sigo envolviéndose en aquella neblina roja sintiendo su cuerpo más débil mientras su lado animal seguí igual de amenazante.
El rubio de a penas trece años chillaba en el suelo por ayuda mientras el lobo peliplata se acercaba mostrando los dientes, alzando las orejas y erizando el cabello de su nuca, intimidando a un más al menor.
-Vitya~-chillo el menor llorando.
El lobo peliplata rugió en su dirección apunto de saltar sobre él.
Época Actual.
Viktor suspiró nuevamente y se acostó en su cama agradeciendo nuevamente que su padre hubiera llegado antes de que hubiera saltado contra su primo.
Cerró los ojos intentando relajarse, pero aquel lado que tanto buscaba aplacar intentaba salir.
Viktor gruño bajo; sabia lo que significaba cuando su lado feral intentaba salir, entraría en celo (lo cual descarto ya que su celo fue hace apenas un mes) o algún omega que se encontraba en la cercanía entraría en celo (ya que, por alguna razón, su lado feral prefería mas a los omegas que a los betas).
Sacudió la cabeza y se dispuso a dormir.
No dejaría que feral lo volviera a controlar.
No cometería el mismo error.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top