»Wŭ«

"Esta obra está basada en un mundo ficticio inspirado en la cultura china"


El sonido del carruaje era lo único que se escuchaba. Como gran emperatriz dragón no podía soportar tal humillación.

—Ese molesto lagarto amarillo. Cree que puede humillarnos a nosotros los dragones azules.

El guardaespaldas que acompañaba a la emperatriz escuchaba todo desde el exterior. Durante todo el viaje a caballo no se despegó ni un momento del ventanal del carruaje imperial. Aunque las cortinas estuvieran abajo para no comprometer la integridad de la emperatriz, podía saber cuáles eran las expresiones faciales de la mujer al estar furiosa. Algunos guardias se miraban entre ellos, haciendo caso omiso de lo que escuchaban.

—Calme su ira, emperatriz. No podemos usar ninguna habilidad en tierras neutrales. Recuerde que fue el juramento hecho por los antiguos clanes ante el gran dragón amarillo.

Solo el guardia con el rostro cubierto por una mascara de plata podía hablarle con total calma a la gran dragón. Era sabido que este guardia en particular no era alguien normal. Nadie sabía dónde estaba cuando se encontraba en palacio, solo aparecía cuando la emperatriz lo llamaba.

—Juramento —recalco la dragón—. Solo limito nuestro poder en ese entonces, sino fuera por su intervención que nadie solicito el imperio de los dragones azules ya tuviera más de la mitad de las tierras.

—Tierras que pertenecen a los fénix y los Genbu.

Todos los soldados que iban en la caravana se miraban unos a otros con el terror en sus expresiones, el compañero tenia las agallas de responderle a la dragón, si enfurecía seguro sus cabezas rodarían y sus espíritus primordiales serian destruidos para jamás renacer. El silencio solo tensaba más la situación. Pero para el guardia enmascarado no parecía no importarle en lo más mínimo.

—Entra.

Aquella orden puso la piel eriza a todos. El guardia solo asintió con la cabeza y con gran maestría salto del caballo para abrir rápidamente la puerta y acceder. El resto solo se miraba en silencio pero prosiguieron su camino, dando distancia para no escuchar la conversación.

—Que has descubierto de Severus.

—Ninguna información por el momento, desde ese día perdimos su rastro.

Eileen mordió con fuerza su labio, ese cretino solo ponía sus planes en riesgo. Retrasar la boda no era bueno, conseguir una alianza por matrimonio con los clan del tigre no era algo fácil.

—Busca hasta por debajo de las piedras si es necesario.

El guardia enmascarado solo asintio en silencio. Solo esperaba que Severus no fuera descubierto.

Mundo mortal

No habían pasado muchos días desde que su maestro dio la orden de que lo esperara en el pueblo. Con la bolsita llena de taeles, podía pasar los días tranquilos por un mes completo. El joven aprendiz iba vestido de forma sencilla, ya no llevaba las ropas que lo distinguían de ser discípulo de un gran maestro. El poblado no era muy grande, pero tenía lo suficiente para poder comprar cositas en un paseo rutinario. Las calles rurales no tenían muchos puestos, pero con solo preguntar a unos cuantos pueblerinos pudo llegar al gran mercado. Un lugar de apenas unos 20 puestos, ubicados entre las cuevas pequeñas hechas en los pies de las montañas. Debía admitir que la gente pudo aprovechar esta estructura natural para armar el mercado, visto de lejos pareciera que los árboles y arbustos hubieran devorado el lugar pero en realidad eran parte del mercado. Las cestas se exhibían con frutas frescas, trigo y arroz. Por otros puestos se mostraban dulces, pieles y telas. Esto fascino al chico, un lugar tan pequeño pero basto en recursos. Sin duda los pueblos ubicados en las fronteras eran ricos en varios materiales. Buscando que podía comprar, noto un puesto de comida. Algo que caracterizaba a Syaoran era su apetito y sin dudarlo se encamino al lugar. El exquisito aroma abrió tanto su apetito que ni siquiera se detuvo a preguntar, solo tomo asiento en una de las mesas y pidió el especial.

— ¡A la orden! —el ánimo del cocinero ante su cliente fue notorio—. ¡Sale una orden de Zongzi! (triangulo de arroz glutinoso relleno.)

Aun calientes costo en desenrollarlos, pero el sabor era delicioso. Tuvo que dar bocados de aire para no salir quemado de la boca.

El pueblo era tranquilo, con paso calmado Hou recorrió el lugar. Como de costumbre había usado otro cambio de ropa para no pasar con la imagen de su rango. Aun así llamaba la atención con su usual sombrero con velo. No requirió de preguntar para saber la ubicación del mercado, había hecho un pequeño truco con el tablón pequeño de jade que poseía su pupilo. Un sello rastreador le ayudaría saber su ubicación fuera donde fuera.

— ¡Devuélvanme eso! —grito molesto.

—Que me harás si no quiero devolvértelo.

Syaoran había cometido un error al concentrarse en solo comer. Había dejado su tabloide de jade amarrado junto a su bolsita de taeles. Esto solo hizo que fuera más llamativo para un grupo pequeño de 3 ladronzuelos que con agilidad y maña lograron quitarle ambos objetos. Syaoran casi termina por ahogarse al verlos huir. Los taeles podía pasarlo pero ¡El jade! Ese jade no era algo normal de obtener y si lo perdía seguro recibiría la peor reprimenda de su vida.

—Puede que con este jade no sufriremos de hambre por varios días, que les parece chicos —reitero el más grande de los tres. Obviamente era el líder.

—Devuélveme ese jade.

Con una sonrisa burlona se acercó para empujar a Syaoran.

—Si no lo hago que me harás, ¿golpearme?

¡Obviamente que deseaba golpearlo! Pero había jurado no usar su aprendizaje para dañar a los ciudadanos. Reteniendo su enojo, era empujado y tirado al suelo varias veces por los ladronzuelos.

—Vamos, ¿no querías este jade? —se burlaba el menor de los tres.

— ¡Tengo una idea! —indico el chico más delgado—. ¿Qué tal si lo rompes?

La expresión cambio en Syaoran, escuchar esa idea lo alarmo por completo. ¿Qué le diría a su maestro si supiera que rompió el jade?

— ¡Hagámoslo!

— ¡No!

Con prisa se levantó del suelo para llegar a golpearlo, al carajo con el juramento hecho, era el regalo dado por su maestro.

— ¡Auch! —el chico grandulón soltó el tabloide, aferrándose a su mano con fuerza.

¿Qué había pasado?

— ¡Duele! —se quejaba el chico.

Nadie sabía que fue lo que provoco tal dolor, Syaoran solo corrió hacia donde yacía tirado el tabloide, revisándolo para saber que no había ningún rasguño.

— ¿Qué está sucediendo aquí?

Aquella voz alarmo a los ladronzuelos, pero para Syaoran fue un rayo de esperanza. Sin duda el causante del incidente de la mano había sido el gran maestro Hou. Las finas cortinas que cubrían su rostro se ladeaban con el ligero ladeo de su cabeza, preguntando de nuevo en silencio.

Solo Syaoran se puso de pie casi de un salto, pero conocía bien a su maestro. Ese ladeo de cabeza era porque habría una reprimenda.

— ¿Necesito repetir mis palabras?

De un salto se pusieron de pie para salir corriendo ante la temible aura que emitía esa persona de blanco.

— ¡Cobardes! —fue lo que grito Syaoran.

—Te ordene quedarte en el pueblo para que entrenaras y no causaras alboroto, mis palabras no parecen tener significado para ti.

Olvidándose por completo del problema liado hacia unos momentos. Se puso de rodillas de inmediato con la frente tocando el suelo.

—No fue mi intención desobedecerlo. Solo había salido a comer y cuando note, ellos me habían robado la bolsa de taeles y su tabloide de jade que me dio.

Espero respuesta por unos minutos, pero al reunir coraje para levantar su cabeza sin el permiso de su maestro, noto que este se retiraba.

Cuatro carrozas finas entraban por cada uno de los accesos de los campos protectores del lugar. Revelándose entre ligera neblina la basta tierra fértil. Cuatro personas importantes levantaban sus cortinas para ver por fin el lugar donde sería la reunión de los imperios. Huángjīn píngtái era la plataforma dorada donde se presenciaría todo. Podía verse a varios kilómetros de distancia. Levitando a gran altura en el centro de las tierras neutrales o mejor conocidas como las tierra del dragón amarillo.

—"Hoy es el día en que se pondrán las cartas sobre la mesa" —pensó, Scarlet. Viendo la imponente plataforma blanca con cascadas cayendo de ella, llena de pilares que sostenían la enorme bola de fuego dorado sobre la plataforma.

Seguro seria cuestionada por el gran dragón. Se había llegado a un tratado de paz. Pero ella realizo la muralla con los cañones, ya estaba preparada para ser interrogada por él. Mientras no descubriera el pequeño plan que realizo hoy.

—Digan lo que digan tu solo mantente tranquilo. Se supone que no debes venir a esta reunión. Pero considero que ya es momento que aprendas lo que harás.

La fénix no venía sola, a su lado estaba un guardaespaldas femenino, quien solo asintió en silencio ante su orden.

—Arrodíllate.

La orden firme de su maestro era signo de enojo. Sin emitir algún reproche, Syaoran obedeció. Ambos estaban en las profundidades del bosque, lejos del pueblo.

Con un simple movimiento de su mano lanzo un conjuro hacia las piernas del joven aprendiz.

—Te quedaras aquí, hasta que hallas dominado el contra conjuro que sujeta tus piernas. No obedeces ni entrenas. Ya es momento de que te entrene como debería al ser un gran maestro.

Algo que tenía Syaoran era el miedo de ser abandonado de nuevo. Sabía que su maestro no lo dejaría olvidado pero aun así el terror regreso al verse encadenado al suelo y ver a su maestro irse sin mirar atrás, para colmo la noche caía.

— ¡Maestro! ¡Maestro!

Gritos en vano. Hou no hacia las cosas sin tener algo en mente. Fue indulgente mucho tiempo con su aprendiz, ya era momento de que aprendiera como debía. Esperaba que aprendiera a su propio ritmo pero las cosas no parecían ir bien. Además necesitaba que el pequeño estuviera lo más lejos posible del pueblo, el lugar emitía una presencia fuerte en el momento que entro, no se equivocaba jamás. Esa fuerte presencia era de otra criatura de alto rango, sino erraba en la conclusión, posiblemente atacaría esa misma noche. Debía buscarlo antes de que termine devorando a todos en el pueblo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top