«Sān»
"Esta obra está basada en un mundo ficticio inspirado en la cultura china"
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Una a una, las gotas de agua fueron cayendo, hasta escucharse el fino sonido de la lluvia. Tai observo la figura del gran maestro Hou. Estaba totalmente mojado, sin moverse del lugar donde hace tu nos momentos estaba peleando.
—Lüèduó (cuervo), reporta a tu contratista que has eliminado el problema.
Tai no respondió, solo se dedicó a observar. Si alguien más lo viera, podría jurar que la persona ante sus ojos no era un héroe ni un dios bondadoso. El aura fría que emitía, daría miedo incluso a la persona más valiente. Se retiró para ir con su contratista. Quedando el gran maestro solo sin moverse y manteniéndose bajo la lluvia. Los rastros del sellado habían desaparecido. Pero la escena de Hou, era como ver un alma solitaria perdida en el dolor.
— ¡Maestro!
El pequeño aprendiz se detuvo a una distancia lejana. Su cuerpo se había paralizado de la nada. ¿Qué era esa sensación de peligro y terror? Era como si el oxígeno de la nada se volviera pesado en sus pulmones. Su maestro estaba de espaldas a él, sin moverse. ¿Esa sensación era provocada por su maestro? Jamás había sentido algo así. Su maestro no podría emitir tal aura. ¿Qué estaba sucediendo en realidad? El maestro Hou se giró un poco en dirección a su discípulo, pero sin dejar mostrar su rostro.
—Te ordene estar en el hotel.
El aprendiz sintió una alarma interna. Esa reprimenda no era una normal.
— ¡Perdóneme, maestro! —se puso de rodillas, tocando el suelo con su frente.
El maestro Hou lo observo. Debía auto controlarse, su propia aura estaba provocando que incluso el pequeño temblara por inercia. Se podía notar que aún estaba de rodillas al suelo. Se retiró algunos mechones de cabello sobre su rostro. No tenía su máscara. Con una mirada rápida al suelo la encontró. El pequeño aprendiz armado de valor, levanto un poco su cabeza. Observando como su maestro levantaba su máscara para colocársela.
— ¡Quien fue!
Había llegado el noble regente, acompañado de sus soldados y civiles. Observando curiosos y a su vez aterrados de ver todo el centro destruido.
— ¡Quien ha sido el canalla que arruino el festival!—gritaba el noble. Su atención se desvió al ver un pequeño de rodillas al suelo.
—Un castigo —fue lo único que dijo Hou.
El noble concentro su atención al mayor.
—¡Tú! —señalo con su mano—. ¡Tú, fuiste quien arruino el festival y destruyo mi ciudad! ¡Te hare pagar por ello! ¡Guardias!
El maestro Hou no respondió, dedicándose analizar al noble.
—"Es un completo inútil" —pensó.
¿Cómo había logrado la ciudad mantenerse con un tonto como regidor? Agito su manga una sola vez. El resto de los presentes tuvieron que cubrirse por la ventisca provocada.
—¿Asi es como recibes a las personas que te han brindado ayuda?
Al escuchar esas palabras, el noble con todos los demás presentes abrieron sus ojos. La palidez en el rostro del regente fue notorio. Había escuchado muchas historias de él. Pero jamás pensó encontrárselo en persona.
—¡Gran Maestro Hou!, es un alivio que usted estuviera en la ciudad y acabara con ese monstruo. Se lo agradezco mucho, salvo a la gente de mi ciudad —se puso de rodillas, tocando el suelo con su frente, sin atreverse a mirarlo de nuevo.
Al ver su acción, el resto de los presentes se asombraron. ¿¡Un gran maestro estaba frente a ellos!? Rápidamente imitaron al noble, movidos más por el miedo. Solo esperaban que el gran maestro no los matara ahí mismo. Era muy raro ver un gran maestro en persona pero tener uno tan cerca era una suerte que seguro solo obtendrían una vez en quizás 5 o 6 vidas. Después de todo los grandes maestros poseían un rango muy por arriba del mismo Emperador, esto debido a que a partir del nivel 8 eran puestos a prueba si eran escogidos por los cielos, solo 3 personas habían logrado pasar con éxito. Incluso el mismo emperador les tenía que dar respeto. Hou, no deseaba que su identidad fuera descubierta, pero con lo sucedido el plan había fracasado. Ahora sus ropas blancas y sencillas habían cambiado a un fino hanfu de telas tan blancas como si de ellas se emitiera luz propia, adornadas de finos bordados azules. Su cabello recogido sencillamente en una coleta, pasó a ser peinado con un elegante palillo de un material extraño pero muy valioso, adornado de una pequeña corona que sostenía su cabello. Se sabía que los grandes maestros desbordaban tanto en poder como en belleza y el gran maestro Hou no era la excepción a la regla aun si este tuviera su rostro oculto por la máscara.
Hou no hablo. Se mantuvo en silencio.
Con miedo, el noble levanto un poco su cabeza pero sin ver al gran maestro a los ojos.
—Gr...gran maestro. Lamento la actitud que tome para con usted. Le ruego me perdone. No volverá a pasar —dijo el noble. Cuidando cada palabra.
—¿Cuándo te ordene hablar?
El escalofrió recorrió el cuerpo de todos. El gran maestro Hou era tolerante, se sabía por los rumores que contaban de los grandes maestros. Aunque no se sabía con certeza si esa información era verídica.
—Syaoran.
El pequeño aprendiz no necesito de más palabras. Se levantó de inmediato, acercándose a su maestro. Aunque sintiendo algo de miedo por su persona. El gran maestro no dijo ni una palabra, solo le cedió una máscara para que no descubrieran su identidad. Syaoran asintió, colocándoselo de inmediato. Apenas se cubrió el rostro, sus ropas cambiaron a un hanfu más sencillo pero a juego de color con el de su maestro, mostrando así que el pequeño estaba bajo la protección del gran maestro.
Hou observo al resto de los presentes aun de rodillas sin levantar la mirada.
—Levantase, no tengo todo el tiempo del mundo. A menos que deseen quedarse en esa posición entonces no los detendré.
El sarcasmo en sus palabras era un claro detalle de su carácter. Con miedo, agradecieron al gran maestro Hou. Observando que tenía a un niño a lado suyo. El noble observo donde hace unos minutos estaba el pequeño arrodillado. ¿Ese niño tenía algún lazo con el gran maestro?
—¡Oh!, el niño al que acabas de observar con desprecio, es mi discípulo —aclaro, Hou. Con sarcasmo.
El comentario de Hou sorprendió tanto al noble como a los presentes. ¿¡El gran maestro Hou tenía un aprendiz!? ¡Eso era imposible! Los grandes maestros hasta la fecha habían rechazado cada intento por parte de aquellos que habían solicitado ser su pupilo. Más aun del gran maestro Hou.
—¡Espere! —grito el noble al ver al gran maestro retirarse.
—Estoy comenzando a creer que tu pasatiempo es ofenderme o quizás solo probar mi paciencia —dijo, Hou al detenerse. El noble había tenido la osadía de colocarse frente suyo y detenerlo.
El aludido sintió como su presión se detuvo. El maestro Hou mantenía una sonrisa sutil, como si estuviera feliz por algún motivo. A pesar de su aire fresco el comentario era lo opuesto. El maestro Hou le causaba un terror enorme, más con esa escueta sonrisa en sus labios. No sabias que cosas pasaban en su cabeza, era un muro impenetrable. Escondiendo muy bien el más mínimo detalle de sus emociones. El noble hizo una cortesía tan inclinada que parecía como si deseara tocar sus propias rodillas con su frente.
—Gran maestro, no le he dado la bienvenida como es debido. Permítame recibirlo en mi mansión y prepararle un festín como agradecimiento por salvarnos.
Syaoran no había comentado nada, solo se dignó a ver a su maestro. Como esperando alguna indicación. Cada vez que se presentaba con la identidad de Syaoran, tenía que mantener silencio y solo podía hablar cuando el maestro lo ordenase. Esa era la única regla estricta que el gran maestro Hou le había impuesto como condición al volverse su discípulo.
—No estoy interesado en el festín. Por esa ocasión he extendido mi ayuda.
—¿En verdad vas a rechazarlo?
Todos observaron al nuevo invitado.
—Vamos, ¿Cómo puedes rechazar tal invitación?
Todos los presentes se quedaron mudos al ver como el hombre se había tomado la libertad poner su brazo sobre el hombro del gran maestro. ¿Acaso deseaba morir? El gran maestro observo por unos segundos el brazo sobre su hombro
—Lüèduó.
—¿Si? —respondió sonriente.
—Si quieres perder tu brazo dominante, me hubieras dicho directamente.
¿Qué estaba sucediendo? ¿El gran maestro Hou conversando amenamente con el maestro Lüèduó? (según a ojos de los pueblerinos, pero los lectores sabemos que esto sonó amenazador jajaja).
Lüèduó solo sonrió con el mismo aire sarcástico, retirando su brazo pero dando el mensaje oculto "que gracioso eres".
—Eh... maestros... —irrumpió el noble—... sería un honor que ambos estuvieran en el festin de esta noche.
Ambos hombres dejaron de lado su discusión silenciosa para poner su atención al noble.
—No. Mi discípulo debe cumplir con una tarea que le he dejado y lo supervisare.
—¡Vamos! —irrumpió Lüèduó—. Nos están invitando.
Aquella escena parecía surrealista. Un gran maestro teniendo un compañerismo con un maestro de nivel 7.
—¿Que día será el festín?
Hou le lanzo una mirada asesina a Lüèduó. Habia aceptado la invitación en nombre de ambos. Los ojos del noble brillaron como nunca. Sería la envidia de los nobles de más alto rango al enterarse de que tuvo en su festín a dos maestros. No se volverían a burlar de él.
—Maestro Lüèduó. El festín será después de que arreglemos los daños de la batalla.
Hou no deseaba quedarse más tiempo. Agito su manga bruscamente para alejar a Lüèduó. Retirándose del lugar muy molesto. El pequeño Syaoran se despidió de todos con una cortesía y siguió a su maestro.
—"No cambia" —sonrió, Lüèduó.
La bella danza se escuchaba por todo el salón. Las bailarinas mantenían al público entretenido. Las sonrisas y pláticas entre los hombres más influyentes de la ciudad (mercaderes, jefes de guardia entre otros) animaban el ambiente. Syaoran que estaba sentado un escalón debajo del asiento principal, noto que su maestro no estaba del todo alegre. Aun con su máscara, podía ver que su maestro deseaba irse.
El noble se puso de pie (estaba sentado en el lado izquierdo al mismo nivel que Syaoran). Dando por finalizado el baile.
—Hoy tenemos el honor de tener la presencia de uno de los 3 grandes maestros —dijo el noble levantando su copa—. Gran maestro, estamos muy agradecidos por haber recibido su ayuda. ¡Larga vida al gran maestro Hou!
—¡Larga vida al gran maestro Hou! —repitieron los presentes.
Hou no mostro ninguna reacción. Prosiguió sirviéndose el té, ya que no le agradaba que otros le sirvieran. Por ello el mismo traía su propia bebida y juego de tazas.
—¿Ya empezaron los brindis? Que tarde he llegado —se anunció Lüèduó, entrando al salón.
—Maestro Lüèduó. Bienvenido, le tengo preparado un asiento...
—No se moleste — dijo Lüèduó, irrumpiendo al noble.
Acto seguido subió los escalones para sentarse justo al lado del gran maestro. Dejando mudos al resto. Las acciones Lüèduó eran cada vez más temerarias.
—Me sentare aquí, con el gran maestro Hou —dijo sarcásticamente.
—Como guste...maestro. ¡Preparen un asiento a lado del gran maestro! —indico rápidamente el noble con nervios.
—No —la respuesta seca provoco que los sirvientes retrocedieran de inmediato—. Solo sírvanme aquí mismo.
—Como desee —fue lo único que respondió el noble, dando la orden con solo una seña de su mirada.
Rápidamente dos doncellas le sirvieron varios frascos del mejor licor sobre la mesa. Feliz por ver que lo atendían como rey, sirvió dos copas, cediéndole una al gran maestro. El aludido solo continuó tomando su taza de té, ignorándolo por completo. Esta acción provocaba que el ambiente se tensara y además los presentes estuvieran nerviosos. Nadie se atrevería a igualarse ante un gran maestro, pero Lüèduó era la excepción a la regla. Solo dos cosas pasaban por la cabeza del resto de invitados. El gran maestro Hou estaba siendo muy considerado al pasar por alto tal acción para evitar derramar sangre o Lüèduó estaba buscando el límite de su paciencia. Tai volvió a sonreír, le importaba muy poco lo que Hou hiciera o pensara. De un solo sorbo acabo con ambas copas llenas de licor.
—Excelente licor.
El anfitrión sonrió. Aplaudiendo para continuar con los bailes. El ambiente había recuperado un poco su ánimo. Syaoran observaba de reojo al hombre cerca de su maestro. Solo lo había visto una ocasión casi 3 meses atrás. Y eso solo fue porque Lüèduó, deseaba competir con su maestro.
Hou volvió a servirse otra taza de té, simulando ignorar a Tai pero en realidad estaba hablando a discreción.
—¿Qué estas intentando hacer?
—Oh vamos —término de tomar su cuarta copa de licor, acercándose más a Hou.
Aquello dejaba a más de uno atento al chisme. Desde el asiento de los invitados, pareciera que Lüèduó estaba coqueteando con el gran maestro y este lo ignoraba.
—Aléjate —amenazo, Hou. Sin mostrar cambio alguno en su expresión. Como si los vanos coqueteos de Lüèduó fueran nada para él.
Ese era otro dato que odiaba Hou de Tai. Que lo ponía en situaciones a las cuales él detestaba.
—Se supone que yo fui al que contrataron para acabar con la Nian (mujer zorro), pero tu te llevaste todo el crédito. Ni siquiera tenías planeado invitarme.
Hou solo se concentró en ver la danza de las bailarinas pero en realidad estaba viendo detrás, en uno de los últimos asientos, estaba un hombre rollizo que bebía como puerco.
—Me imagino que ya le avisaste.
—Así es —respondió Tai ante el comentario—. Prefiere que no se sepa que él me contrato para acabar con la Nian, por eso no te reclame nada sobre este festín. Quiere que pase desapercibido.
Hou observo a Tai de reojo. Cubriendo su boca para tomar otra taza de té.
—¿Cuantos yaoguai has encontrado?
Tai hizo un puchero, haciendo memoria sobre los lugares que había estado últimamente.
—Con este, sería el 5 de rango alto.
El gran maestro analizo ese dato. 5 yaoguai de rango superior en el mundo humano no era buena noticia. Algo sucedía y debía averiguarlo. ¿Podría ser que las barreras entre ambos mundos estuvieran debilitándose? Para saberlo tendría que comprobarlo, y para hacerlo solo había un lugar cercano a la ciudad. La frontera del imperio Bermellón. Llevo su mirada al asiento de su pupilo. No sería conveniente que Syaoran lo acompañara. Era un humano después de todo y solo los maestros o grandes maestros podían soportar los peligros de las fronteras neutrales. Mientras no se topara con alguna hada o alguna criatura de rango más alto de hada, entonces estaría bien poder ir a inspeccionar.
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