*Erase Una Vez*

Una hermosa noche donde las estrellas brillaban con tal alegría, las luciérnagas brillaban y revoloteaban. El viento soplaba amigable por los árboles del santuario, caballeros, hadas y criaturitas dormían por la paz que brindaba la noche... Aunque entre la penumbra de la oscuridad, el silencio de la noche fue cortada por el silbido de una flecha anclarse en uno de los árboles del páramo.

Del otro lado del gran páramo se encontraba un pequeño pueblo, una pequeña aldea que le pertenece al reino de "Asgard". Un gran río era el que los dividía... Y en su orilla estaban tres hombres intentando cruzarla.

——... En la orilla, rápido.

Mientras uno ataba el final del lazo en la madera, los otros dos cruzaban con pequeños botes de madera, sosteniéndose del lazo para no ser arrastrados por el río.

Llegaron y recorrían el camino guiados por linternas, ya tenían decidido hasta donde llegarían, pero uno de entre ese trío no quería estar ahí. Asustado seguía a sus compañeros pero estaba alerta a los mínimos sonidos del páramo.

—— oigan, oigan... Creo que mejor regresamos — corrió hacia sus compañeros al escuchar ruidos extraños de entre la noche.

—— ¿y quedarnos sin la paga? Eso ni lo sueñes.

—— ¡no te alejes! — regaño el tercero al asustado.

Los tres siguieron con su camino y ya hasta empezaban a jadear debido al cansancio, sin darse cuenta, de entre la rama de los árboles eran observados por unos ojos azules profundos.

—— ¿aquí es?

—— así es — frenaron en un árbol de capa gruesa — sube a su espalda.

Siguiendo el mandato el chico se subió a la espalda del chico, alcanzando así la altura de la división del tronco, levantó su linterna y alumbró a varios duende-hongos, quienes ante la sorpresa fueron despertando. El invasor intentó capturar alguno pero todos fueron rápidos, a excepción de uno que apenas despertaba.

Tomó en sus manos a un duendecito de cabeza turquesita, pero este no se acobardo y le mordió la mano logrando que el otro cayera al suelo y lo soltara.

—— ahí esta — le señaló el líder al ver al pequeño asustado correr de ellos. — ¡ve por él!

—— ¡vas a pagar por esto!

El pequeño corría y volteaba a cada rato, pero aún así el chico salto y logró agarrarlo.

En el lugar donde se quedaron los otros dos, aún estando en el suelo volteo su mirada al sentir otra presencia aparte de ellos, el líder también volteo y vio entre la sombra de los árboles unas inmensas alas y unos azules brillosos.

Asustados corrieron en direcciones opuestas pero, con un movimiento de dedos las raíces y lianas de los árboles logró capturarlos y sacarles varios gritos de terror.

Mientras que el tercer hombre estaba batallando con el pequeño turquesita, quien aún así pataleaba para que lo dejase libre, levantó la mirada y se topo con una hermosa flor, es más no era la única sino que era un campo llena de ellas. Tumblus


—— ¡No! ¡No por favor! - ambos chicos estaban enroscados de las plantas y colgados — ¡perdón!

Rogaban para que les liberará pero a aquel no le importo y lo único que el tercer chico logró escuchar fueron los gritos de miedo, horror y dolor de sus compañeros. Temeroso corrió de vuelta a la orilla y sin importar si se mojase cruzó el río para llegar al pueblo.

Corrió hacia el palacio donde fue detenido por los guardias, explicó el motivo del por qué llegó allí y fue permitido su entrada, recorrió el castillo hacia la parte trasera y tocó una pequeña puerta.

En esta solo se abrió una diminuta ventana.

—— solo atrape uno, pero es un buen espesimen. — Habló ajitado entregándole la bolsa donde tenía la pequeño honguito. De la ventana salió una mano callosa y pequeña, dándole de entrega una moneda en forma de su paga —— ¿¡esto es todo!?

—— Sii

—— ese hongo me mordió dos veces.

El hombre asomo un poco su rostro y vio en el bolsillo del muchacho aquella flor rojiza, tomó al chico de la camisa acercando la flor para apreciarla de cerca, una flor en particular que le sería como un muuuy buen ingrediente y valioso....

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*Erase Una Vez o talvez erase dos veces, pues quizás recuerden esta historia.

Una poderosa hada llamado: Ikki. Por alguna razón el dueño del mal y protector del santuario aún era odiado después de todo este tiempo, cierto el había hechizado al príncipe Shun, pero eso fue antes de que hallará luz en el corazón de un niño humano y criara al pequeño como su hijo. Después de todo fue el amor de ikki el que rompió ese mismo hechizo, pero ese detalle de algún modo fue misteriosamente olvidado. Pues conforme el cuento se fue extendiendo a lo largo del reino... Ikki se convirtió en el villano una vez más.... *

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