2O

Puede que JungKook decidiera pedirle a JiMin ser su novio, pero no lo hizo hasta dos semanas después, cuando supo que era el momento indicado.

Los días pasaban, y con ello, más momentos los cuales JiMin y JungKook compartían juntos. Ninguno de los dos podía vivir sin el otro, y eso se veía en las horas que pasaban acostados, hablando de todo y de nada al mismo tiempo. Se estaban enamorando muy rápido, y aunque eso ponía feliz a la madre del azabache y al padre del rubio, estaban muy asustados de que en cualquier momento algo malo llegara arruinando la perfecta relación que tenían.

JungKook había ideado millones de razones por las cuales JiMin podría decir que no. Pero cada vez que pensaba en una mala, diez buenas llegaban en un segundo y la razón mala quedaba en el pasado. Fue así hasta que pasó una semana y el azabache todavía no era novio oficialmente de JiMin.

Eso ya estaba desesperando un poco a las dos familias. Sabían que ellos querían ir lento, pero como todos habían repetido alguna vez; los dos se querían mucho, y se notaba a kilómetros el amor. Por esa razón, cada vez que JiMin llegaba a casa, sus hermanas corrían a preguntarle si había ocurrido algo nuevo, o cuando JungKook abría la puerta de su hogar, su madre lo interrogaba acerca de cómo le pediría ser su novio.

Empezaron a idear formas lindas para que ese recuerdo quedara siempre en la mente del pequeño rubio, y recién a la segunda semana de decidir que lo haría, JungKook tomó el valor para pedirle a JiMin una cita.

Habían salido como amigos. Pero nunca habían salido como novios, así que el azabache estaba más nervioso que nunca, moviéndose por todos lados y haciendo la nota mental de todo lo que pasaría esa tarde.

Al igual que JungKook, JiMin estaba nervioso, o se podría decir que incluso peor. No tenía idea qué ponerse o a dónde iban a ir, así que el día de la cita estaba vuelto loco por la casa preguntando cuales pantalones lucían mejor, qué camisas hacían que se viera más delgado, cuáles zapatos estaban mejor para la ocasión, entre otras cosas que sus hermanas apenas tomaron en cuenta.

¿Lo peor de todo? JungKook le había dicho que fuera abrigado. ¿Pero qué pista le daba a él sobre el lugar al que irían?

Cuando ya fueron las cuatro, JiMin se comenzó a vestir bajo la mirada de sus tres hermanas, que luego de mucha insistencia por parte del rubio, logró traer a las chicas a su habitación. Ellas decían que sí, que no, que es muy feo, que es demasiado oscuro, hasta llegar al atuendo perfecto. Terminó vistiendo con jeans (la única prenda de ropa que no era rosa), un suéter rosa pálido (el cual era demasiado grande, haciendo ver a JiMin más tierno de lo que ya era) y zapatillas blancas con gris. Era un atuendo un poco anormal para él, ya que casi nunca combinaba esos colores y menos los usaba para una cita, pero solo lo hizo por las súplicas de Eunha y Nayeon, mientras que Yuju le insistía en que se debía colocar un abrigo encima de ese suéter tan delgado.

Se maquilló un poco, tapándose las imperfecciones y luego aplicándose un brillo labial, ya que últimamente sus labios estaban secos y eso era como un delito en la familia Park.

— ¿Han vuelto a follar? — Preguntó Yuju cuando lo maquillaba.

— ¡¿Qué?! — Se sonrojó.

—Necesitas ser menos obvio, JiMin. Te puedo ver los chupones desde hace media hora, y además estás caminando como un pingüino.

Esa fue una de las conversaciones que tuvo con una de sus hermanas durante la "transformación". Y sí, era verdad, JiMin y JungKook habían estado teniendo relaciones constantemente los últimos días, pero ¿qué podían hacer? Eran dos chicos con hormonas los cuales no habían tenido nada de 'acción' durante tres años, mínimo dos.

A las seis en punto alguien tocó la puerta de entrada, avisando que ya venían a buscar a JiMin. El chico, todavía demasiado nervioso para salir, estuvo buscando unos minutos su abrigo antes de abrir la puerta y encontrarse con JungKook, quien vestía con pantalones y chaqueta negros, y tenía una sonrisa que le quitó la respiración al rubio cuando lo vio. Los dos se quedaron mirando un segundo, sin poder despegar los ojos del otro, y evaluando la vestimenta que llevaban.

—Te ves lindo. — Murmuró JungKook, tomando su manito.

No, claro que no se veía lindo. Se veía perfecto, hermoso, precioso, demasiado JiMin, y JungKook estaba a un segundo de olvidar el tema de la cita para entrar a su casa y hacerlo suyo allí mismo. Pero obviamente, no lo iba a hacer, así que prefirió decir lo primero que se le vino a la mente.

—Tú igual. — Halagó JiMin.

JungKook aparcó en el estacionamiento de un lugar lo bastante grande como para verse dos manzanas lejos. Bajaron los dos y el azabache no se olvidó de tomar la mano de JiMin al entrar al lugar, por lo que el rubio se sonrojó violentamente, sobre todo al ver que había mucha gente adentro.

Partieron hasta el lugar desconocido donde se realizaría todo. JungKook estuvo manejando durante veinte minutos, hablando acerca de la música que se escuchaba en el auto. JiMin hace algún tiempo odiaba esa música, pero como al azabache le encantaba, aprendió a escucharla al igual que JungKook la del rubio. Los dos habían cambiado casi todos sus gustos por el otro, y se habían dado cuenta que no era mucha la diferencia que tenían (a excepción de la ropa, el color favorito, entre otras cosas).

— ¿Una pista de hielo? —preguntó el rubio, antes de comenzar a recorrer el lugar con la mirada.

El ambiente era frío, a unos metros estaba el mostrador y detrás de este, los zapatos especiales que usarían. JiMin se sentía como un niño pequeño descubriendo un mundo nuevo.

— ¿Te gusta? — JungKook respondió con una pregunta.

— ¡Me encanta! Nunca había venido a una — Tiró del brazo de JungKook por el pasillo, quien lo seguía con una sonrisa en el rostro.

—Anda a ver la pista, yo buscaré los zapatos — El de cabello largo besó la frente de JiMin, y este corrió al lugar donde las personas patinaban.

Todo era muy lindo desde el punto de vista de JiMin. El sitio estaba helado, con luces que cambiaban de color cada diez segundos (él los contó), y parejas felices hablando de cualquier cosa en el centro de la pista. Fue allí cuando él se dio cuenta de por qué JungKook le había preguntado su talla de zapato y le dijo que llevara un abrigo, aun cuando el sol era lo bastante caliente como para querer andar desnudo en medio de la calle.

Mientras el rubio admiraba lo que tenía delante, JungKook pedía los zapatos y se aseguraba que todo estuviera en orden. No quería arruinar la sorpresa que tenía para JiMin.

Los dos entraron luego de unos minutos, ya con los patines puestos. JungKook entró primero, sosteniendo la mano del más pequeño para que este no se cayera. El azabache ya había estado en una pista de hielo, por lo que se le hacía mucho más fácil que JiMin al poner un pie en el hielo.

—Bebé. — Lo llamó, y el rubio, quien ya se había acostumbrado a ese apodo, levantó la cabeza. — No te sueltes de mí.

—No me creo capaz de hacerlo. — Bromeó.

Se movieron a lo largo de la pista, recibiendo miradas tanto buenas como malas. Pero ellos no las tomaron en cuenta; era su momento, y no se iban a preocupar por personas que simplemente no aceptaban sus gustos.

JungKook casi se cae dos veces. JiMin ninguna, ya que el rubio estaba detrás suya cuidando su espalda (y también aprovechando un poco de la vista) mientras que lo sostenía por la cintura. Hubo un momento en el que los dos cayeron al suelo, JiMin de espaldas y JungKook a unos metros de él, con una mueca en el rostro.

—Está frío. —murmuró el rubio. — ¿Podrías, por favor, ayudarme a...?

—Sí, claro.

El azabache se levantó lo más rápido que pudo, y por el movimiento, volvió a caer, esta vez encima de JiMin.

—Creo que siempre vamos a chocar — JungKook sonrió.

— ¿Por qué? —preguntó el rubio confundido.

— ¿Te acuerdas cuando nos conocimos?

—Salí del baño y te golpeé —recordó.

JungKook sonrió todavía más ancho, y se separó unos centímetros de JiMin antes de dejar un beso en su nariz rojiza.

—Bueno, ahí chocamos, y ahora también.

Los dos sonrieron como enamorados, sin tener ni idea de porqué lo hacían. Seguramente era por tener al otro cerca, o por ver que en realidad, los momentos que tenían iban a ser los más lindos en sus vidas.

Todo estaba absolutamente bien hasta que JungKook y JiMin se levantaron del hielo. Allí fue cuando una señora, de más o menos cuarenta años, patinó hacia ellos junto a una niña pequeña. La mujer los miró con una mueca, y su hija, los observaba con atención.

—Este es un lugar público. — Dijo ella —No creo que a la gente le guste ver sus muestras de afecto.

—De acuerdo. — JungKook aceptó.

Se separó un poco del rubio, pero no soltó su mano en ningún momento.

La mujer hizo más notoria su molestia.

—Las manos. —Murmuró, e hizo un gesto hacia la niña — ¿Podrían separar...?

— ¿Por qué? Tengo todo el derecho a tomar su mano.

—Pero no en frente de una niña.

—Desgraciadamente usted tendrá que aceptarlo, ya que él es mí...

Se detuvo de golpe. JiMin todavía no veía la sorpresa preparada. Todavía no decía que sí. Todavía era su "amigo".

Pudo salir de su mundo cuando sintió el cálido tacto del rubio desaparecer de su mano. Miró a JiMin con confusión, quien se adelantaba unos pasos hasta la niña al lado de su madre.

— ¿Tú mamá se toma de la mano con tu padre? — Preguntó con voz suave.

La niña asintió.

— ¿Le da besos en la boca?

Volvió a asentir.

— ¿Se abrazan en público?

Por última vez, la niña asintió.

JiMin se dio la vuelta hasta la mujer, sonriendo falsamente.

—Si usted hace todo eso con el padre de ella en un lugar público, no veo el problema en tomar la mano de él. — Apuntó hacia JungKook — Además, usted debe enseñarle a su hija a cómo respetar a los demás, no a no permitir a una pareja expresarse.

Se dirigió hasta el costado del azabache, quien sonreía orgulloso. Tomó su mano y besó a JungKook en los labios, dejando al chico con un puchero por el corto periodo en el que sus labios se habían juntado.

—Que tenga una linda tarde. —se despidió JiMin.

Sin esperar respuesta, los dos se fueron de esa esquina hasta otra más lejana.

—Eso me ha gustado — JungKook sonrió.

El azabache pasó sus brazos por la cintura de JiMin y lo acercó a él. El rubio, un poco ruborizado por la repentina acción de JungKook, puso sus manos en las mejillas del chico y lo miró a los ojos.

—Simplemente odio a ese tipo de personas. —aclaró.

Su cita fue entre risas, caídas, besos y abrazos que siempre quedarían en sus recuerdos. Pasaron aproximadamente dos horas en la pista de hielo, hasta que a la hora de almuerzo casi toda la gente se retiró, al final quedando ellos dos. Ni se habían dado cuenta de que nadie estaba en el lugar, o eso fue por parte de JiMin, ya que JungKook estaba asegurándose de no encontrar a nadie desde que la mujer se acercó a ellos.

La razón de eso fue porque el plan que había ideado necesitaba ser realizado sin nadie en el sitio. Y justo cuando la última persona se retiró, JungKook se puso todavía más nervioso de lo que ya estaba. Y (miserablemente) JiMin lo notó.

—JungKook, ¿estás bien? — Preguntó — ¿Tienes hambre?

—No, no, es solo que... necesito llamar a alguien. — Se excusó.

Tal y como había dicho, luego de compartir un par de miradas con el rubio, se alejó hasta quedar a unos metros de JiMin. Allí, marcó al número de la persona que lo ayudaría, y después de dos minutos, volvió con una sonrisa nerviosa hasta el bajito.

— ¿Estás cansado? — Preguntó, intentando lucir normal.

—No —respondió — ¿Quieres comer?

—No tengo hambre todavía, así que mejor vamos a patinar —murmuró.

JiMin aceptó, algo desconfiado. Sentía como que algo extraño iba a pasar en el futuro, pero ¿qué podría ser?

Entonces, justo cuando estaba por decir a JungKook que ya quería irse, las luces de la pista se apagaron, dejando todo el lugar a oscuras y a JiMin horriblemente lejos del azabache.

Él no tenía idea de lo que estaba pasando, y podía decirse que se iba a morir del miedo en cualquier momento.

Pero JungKook tenía todo el control de la situación y ya sabía lo que estaba por ocurrir.

Había llegado la hora.

(🍥)

Ya se prendió este pedo JUJU

Pero descuida JiMin

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