27
JungKook despertó cuando ya eran las ocho de la mañana, del otro día.
Estaban en el tercer día de sus vacaciones en la cabaña, y les quedaban apenas dos días para disfrutar en ese lugar, los dos solos, ya que según el padre de JiMin, ellos viajarían a Busan por una semana, y JungKook tendría que quedarse en su casa a la espera de su familia completa, la cual también venía de Busan.
Así que no se verían por una o dos semanas, dejando a los dos en una situación bastante difícil considerando que ninguno podía vivir sin el otro.
Lo primero que el tatuado vio al despertar fueron los ojos de su novio. JiMin estaba muy cerca, observándolo como un enamorado, y apoyando su rostro en la almohada.
El típico rubor al que JungKook ya estaba acostumbrado apareció en las mejillas del rubio, demostrando que estaba avergonzado de que lo hubieran encontrado así, mirando de forma tan acosadora al chico.
— ¿Qué miras? — Preguntó con voz grave y rasposa, que se encargó de aclarar.
—A ti — Respondió el rubio.
— ¿Por qué?
—Porque eres como un ángel.
JiMin se dio la vuelta para no mirar al azabache a los ojos, pero fue atrapado por los brazos de JungKook y en menos de un segundo tenía su pecho pegado a su espalda.
—No me considero como un ángel, sobre todo si es que recordamos lo que hicimos ayer... — Se interrumpió al notar la falta de ropa en su cuerpo — ¿Por qué estoy desnudo?
—Porque no pude vestirte.
— ¿No recuerdas nada de ayer?
—Tengo algunos recuerdos, y además, me duele como el infierno la espalda baja... — Se quejó entrelazando sus dedos con los del azabache. — ¿Fuiste muy brusco anoche?
— ¿Yo? No tuve que mover ni un pelo.
—Eso quiere decir que... — Su voz se fue apagando hasta quedar como un susurro.
—Exacto.
—Oh.
JiMin suspiró y se acomodó en la cama, sintiendo su cuerpo sudoroso. Hizo una mueca y se levantó del colchón para mirar por la ventana, dejando salir una exclamación al mirar el resultado.
—Está soleado.
—No entiendo este maldito clima. — Murmuró el azabache antes de tomar su ropa interior del suelo y ponérsela debajo de las sábanas.
—Ayer con lluvia, hoy soleado. Seguramente mañana habrán cerdos volando —JiMin se sentó en la cama.
Su pierna chocó con algo duro, para nada comparado con lo que el colchón lo era. Buscó con sus manos entre las mantas y se encontró con un álbum, probablemente de fotos, demasiado grande como para pasar inadvertido.
— ¿Podemos verlo?
—Pensé que ya lo viste.
—Llegué hasta la mitad.
Seguido de esto, JiMin se acomodó al lado de JungKook y puso el álbum entre los dos, abriendo la primera página. El azabache dejó salir un suspiro y pasó su mano por su rostro, sintiendo sus mejillas calientes.
—No quiero ver eso.
— ¡Eras tan lindo!
— ¿Era? Bien, si antes me has dicho que soy un ángel ahora me has dejado en el piso — Murmuró.
La primera foto se trataba de un pequeño JungKook, mostrando todos sus dientes a la cámara, junto a una chica desconocida para el rubio.
— ¿Quién es?
—Mi hermana.
— ¿Tienes hermana? ¿Por qué nunca la he visto?
—Sí, y porque se mudó a Australia hace dos años.
—Definitivamente tengo el premio al peor novio del mundo — JiMin suspiró — ¿Por qué se fue?
—La universidad a la que quería ir quedaba en Australia y se ganó una beca.
— ¿Y dejó todo atrás?
—Sip. — El azabache miró la foto y sonrió. — Dejó hasta a su novio para perseguir su sueño. Pero eso me hace feliz. Además de que el tipo era un idiota.
JiMin parpadeó un par de veces, pensando en lo que JungKook había dicho.
Quedaba tiempo para que los dos terminaran su último año en la escuela, pero quedaba muy poco.
Y después de eso, ¿qué?
Sabía lo que iba a hacer JungKook, y según lo que habían visto, las universidades estaban a por lo menos 200 millas de Seúl, lo que no marcaba mucha diferencia con las que JiMin había visto, pero igualmente, no faltaba la posibilidad de quedar separados.
— ¿Tú me dejarías? — Preguntó con la voz hecha un susurro, asustado por lo que JungKook podría responder.
—Por supuesto que no, JiMin. — Contestó. — Lo más probable es que sigamos juntos si llegamos a quedar en universidades muy separadas.
— ¿No me dejarías para perseguir tu sueño?
— ¿Por qué lo haría? — Se sintió ofendido. — Prometí que nunca te dejaría.
Las promesas se rompen, o por lo menos eso es lo que quería decir JiMin.
—Bien, de acuerdo. — Accedió.
Pasó a la siguiente página bajo la atenta mirada del azabache. Se encontró con otra foto de su niñez, y JungKook estaba vestido de súper héroe junto con una niña con coleta, pálida y ojerosa, un poco pasada de peso. Los dos sonreían a la cámara, mostrándose absolutamente unidos.
— ¿Y ella quién es?
— ¿Ella? — El azabache se inclinó para ver la foto, y otra vez, sonrió. —Es Nancy.
— ¿Nancy? — Preguntó sorprendido. — Pero...
—Estaba un poco pasada de peso, ¿no? — Pasó su brazo por los hombros del rubio. — Siempre fue un poco más pesada que los demás. Cuando cumplió los catorce le hicieron una broma pesada que le cayó mal, y desde ese momento empezó a bajar de peso hasta llegar a lo que es hoy en día. Es algo estricta con eso de los alimentos; quedó algo afectada con los insultos que recibía en su infancia, y todavía piensa que está un poco gorda, pero está intentando aceptarse a sí misma.
—No sabía que...
—Es una guerrera. — Lo interrumpió. — De fuera parece una perra, eso lo sé. Pero por dentro está rota, y aunque no lo parezca, es una chica muy buena, te lo aseguro.
—Es linda.
JungKook frunció el ceño hacia su novio y pasó la página.
—No es mi tipo. Me gustan los rubios, y soy gay. Pero puedo aceptar que sí, es linda.
—A mí me gustan los morenos.
JungKook alzó una ceja y miró a JiMin, completamente celoso.
—Tu ex era rubio.
—Pero en general los morenos me atraen más.
— ¿Estás intentando ponerme celoso?
—Y funciona. — Admitió.
—Idiota. — Murmuró antes de darse la vuelta y tapar su cuerpo con las mantas en un infantil berrinche.
—Mi amor. — Lo llamó con una sonrisa divertida. — Es mentira. Lo siento. No te enojes.
— ¡No te rías!
—No me estoy riendo.
Dejó salir una risa, ganándose un gruñido por parte de JungKook.
— ¡Lo siento! Eres gracioso al estar celoso.
—No, no lo es. Sabes el efecto que tienes en mí, y ¿qué haces? ¡Te aprovechas!
JiMin rodó los ojos y besó la espalda del tatuado, mandando escalofríos por su cuerpo. Después se acomodó en el sitio donde estaba, y siguió viendo las fotos hasta llegar a una en particular que le hizo detenerse.
Era JungKook de pequeño, obviamente. Él estaba de espaldas, mirando hacia el mar y con una caña de pescar en su manos, sentado en el borde de un bote. Pero eso no fue lo que sorprendió a JiMin. Al lado de JungKook, una figura que no se podía ver muy bien, pero igualmente se identificaba como un hombre, lo sostenía por la cintura y apuntaba hacia el agua en frente de ellos.
— ¿JungKook? — Preguntó, y repitió la misma acción hasta recibir respuesta por parte del azabache. — ¿JungKook?
— ¿Mhm?
— ¿Quién es él?
El tatuado miró por su hombro, y al no ver nada todavía, se dio la vuelta completamente y observó la foto del álbum. Sus ojos se quedaron pegados en ella durante el tiempo suficiente para preocupar a JiMin.
— ¿JungKook?
Pasó una mano por su rostro, obteniendo la atención de su novio. Este suspiró al salir de su mundo.
— ¿Quién es?
—Era mi padre.
JiMin seguía sin entender, pero JungKook se veía extraño. Estaba dolido. Estaba afectado. Pero, ¿por qué?
Fue entonces cuando se dio cuenta de una palabra.
— ¿Era?
—Era. — Confirmó.
— ¿Qué le pasó?
El azabache se acomodó en la cama y sonrió.
—Es una larga historia.
—Tenemos dos días.
Tal vez JiMin estaba presionando a JungKook para decir qué había pasado. Pero además de que la curiosidad era mayor, en algún momento JungKook le tendría que decir, y ese parecía el momento perfecto.
Vio cómo su novio se debatió antes de empezar a contar. Obviamente, él no entendía lo que pasaba, por lo que no se podía culpar que la actitud de JungKook cambiase de un segundo al otro.
—Voy a partir por el principio, ¿bien?
JiMin asintió, ansioso por saber.
—Mi familia siempre fue la más envidiada, o por lo menos eso es lo que demostraba la gente de nuestro barrio. Éramos algo así como perfectos; una gran casa, un buen matrimonio, lindos hijos con buenas notas y sin problemas, entre otras cosas que nos hacían lucir como una familia perfecta. Y eso siguió así hasta que cumplí los ocho años, y mis padres se divorciaron. Nunca nos dijeron el por qué, pero de lo que siempre estuve seguro, fue que mi padre había hecho algo muy malo, a tal punto de que mi madre lo echara de la casa. Pero no dudé de que ellos se hubieran divorciado por una estupidez, ya que aunque mi madre dijera que ya no lo quería, lo seguía haciendo de la misma manera, al igual que mi padre. Y digamos que mi mamá 'odió' a mi papá tanto que no le permitió entrar a la casa por ningún motivo. — Soltó un largo suspiro. — Mi papá no le prestó atención a ella y fue a nuestra casa desde las cinco de la tarde hasta las siete, todos los días excepto los fines de semana, cuando mamá estaba en casa. Allí jugábamos con él, y hacíamos lo posible para aprovechar esas dos horas en las que él iba a estar con nosotros. Pero nuevamente, algo ocurrió; dejó de ir, diciendo que tenía otros asuntos y no podía visitarnos. En ese momento, mi hermana y yo no estábamos enojados. Pero al pasar los días él no llegaba, con la misma excusa de siempre. Y no supimos la razón de por qué faltaba hasta que vimos a mi padre con una mujer. Entonces, ¿cuál era la razón de mi padre para faltar? Mi mamá.
—Estaban algo así como volviendo a su relación, pero a espaldas de nosotros. Al igual que antes, nunca entendí por qué se ocultaban, sin embargo, la recompensa llegó unos meses después, cuando los dos nos dijeron que iban a volver a ser marido y mujer.
—Mi hermana y yo estábamos muy felices. Ya no se iban a causar los mismos problemas de antes, y volveríamos a ser la misma familia feliz que éramos hace cuatro años, cuando ellos se habían divorciado. Pero otra vez, nada puede estar bien para la familia Jeon, porque el mismo día en el que mi padre traía sus cosas para nuestra casa, un auto chocó contra su camión y él se estrelló contra una tienda de música.
JungKook paró de hablar y miró a JiMin, quien lo observaba con los ojos abiertos. Sonrió sin razón, o eso fue hasta que sintió los brazos del rubio por su cuello, y este lo atrajo a su cuerpo.
—Mi mamá estaba devastada. — Siguió contando —Estuvo años tratando de superar eso, y creo que todavía lo sigue haciendo. Pero igualmente yo estoy allí para ella, ya que lo superé un poco más rápido que los demás. Aunque no creo que sea fácil perder al amor de tu vida.
JiMin se sentó en el regazo de JungKook, y pasó sus piernas por su cintura, quedando más cerca de lo que esperaban. Al momento de colocar su cabeza en su cuello, percibió las lágrimas del pequeño rubio, y juntó las cejas en un gesto confundido.
— ¿Estás llorando, Minnie?
—Sí.
— ¿Por qué?
—Porque no te quiero perder, no así.
JungKook sonrió y puso sus manos en la cintura del pequeño, subiendo un poco el suéter que traía puesto para tocar su piel.
—Sé que soy un Jeon, pero estoy seguro de que no me pasará lo mismo. No te preocupes.
JiMin se separó y miró los ojos de JungKook, quien no pudo concentrarse en otra cosa que no fueran sus labios, los cuales ya se había vuelto un adicto.
— ¿Seguro?
—Sí.
Después de responder eso, juntó sus bocas formando un beso, y sacando un jadeo sorprendido por parte del rubio. Pero ese beso no llegó a más. Fue uno dulce, para nada sexual y con pequeñas caricias que decían "estoy aquí, sin importar nada."
—Te quiero — Murmuró JungKook al terminar de besar sus labios.
—Yo igual te quiero. — Obtuvo como respuesta.
Kookmin novios.
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