Día 5: Primeros auxilios
Era tarde en la noche y el niño inquieto en su cama no lograba conciliar el sueño.
Él quería dormirse, de verdad que quería, pero no podía por más que intentase contar ovejas o pensar en los temas más aburridos que se le ocurriesen.
¿Tal vez debería buscar algo de leche tibia para ayudarse a descansar?
Pero antes de que pudiese terminar de considerar la idea de pararse e ir a buscar algo de beber a la cocina, un repentino ruido le paralizó de miedo.
No habría escuchado nada si hubiese estado dormido, pero en el silencio de la noche él pudo oír con claridad en sonido de unos arañazos y de algo arrastrándose pesadamente por el suelo.
El niño de inmediato entró en pánico ¿Y si era un ladrón que venía a robarles? ¿O un monstruo se había metido a la casa y quería comérselos a todos? ¿Y si era un asesino como el de los libros que su hermano no le dejaba leer porque "eran demasiado fuertes para un niño pequeño como él"?
El ruido se había escuchado en dirección de la habitación de su hermano mayor. ¿Y si el intruso le había hecho daño a su hermano? ¿Y si él necesitaba ayuda?
Pero él sólo era un niño, no podría hacer nada contra un ladrón, un monstruo o un asesino.
Pero tampoco podía dejar a su hermano mayor solo si lo necesitaba, él siempre había estado cuidándolo para que no le pasase nada malo.
Fue con este último pensamiento que él niño se armó de valor, y sujetando un arma improvisada de las cosas en su habitación se dirigió hacia el origen del ruido para proteger a su hermano.
Sus manos temblaban y podía escuchar el sonido de su corazón latiendo con fuerza, pero él era valiente y no iba a tener miedo.
Con cuidado abrió la puerta de su habitación intentando no hacer ruido, cosa que con sus temblorosas manos fue toda una hazaña.
El camino hasta el cuarto de su hermano se sentía enorme a pesar de estar tan solo a unos pasos, pero a cada paso que daba sentía con cada vez más fuerza una pequeña voz en su cabeza que le gritaba que corriera y no se acercara al peligro.
Pero, otra vez, él era valiente y no iba a dejar solo a su hermano mayor.
Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, él abrió con cuidado la puerta de la habitación de su hermano, teniendo su arma preparada para golpear al monstruo, ladrón o asesino que quisiera lastimarlos a ellos.
Se asomó lentamente y en la oscuridad del cuarto pudo distinguir una figura sentada junto a la ventana.
— ¿Fe-Felix? — tartamudeó asustado el pequeño, notando que su hermano mayor era la figura cerca de la ventana.
El mayor volteó a ver sorprendido a la persona que le llamaba, aliviándose al instante al reconocer que se trataba de su hermano pequeño.
— Hey Gabs ¿Tienes problemas para dormir? — Felix intentó preguntar lo más casual posible mientras escondía la herida sangrante en su costado.
El niño asintió aún algo asustado pero mucho más tranquilo de ver a su hermano.
— Escuché un ruido raro y vine a ver si no te había hecho daño un ladrón, un monstruo o un asesino. — explicó Gabs a su hermano mayor.
Felix solo negó con la cabeza ignorando el dolor punzante y rogando que Gabriel no notase su herida.
— No te asustes Gabriel, nadie entró a mi cuarto además de tú, y aún si alguien lo hiciera me tienes a mi para protegerte siempre ¿Entendido? — quiso tranquilizarlo Felix.
— Entendido — asintió Gabriel a su hermano.
— ¿Y cómo es eso de que un monstruo se mete a la casa? Te he dicho antes que no existen los monstruos, Gabs. — cambio de tema en un intento de aligerar el ambiente.
— ¡Que si hay monstruos! Yo los he visto. — afirmó decidido el niño de ojos azules, olvidando el miedo inicial que tenía al dirigirse al cuarto de Felix. — Hay uno pequeño que siempre está volando en la biblioteca y tirando libros o robando queso. Y una vez vi a otro monstruo más grande que tenía ojos raros y cuernos en la cabeza. — explicó convencido de lo que había visto.
Felix se sorprendió aunque intentó ocultar su sorpresa lo mejor que pudo.
No sabía que Gabriel se había encontrado con Plagg o que lo había visto a él transformado en Chat Noir, aunque al parecer confundió sus orejas con cuernos.
— Insisto en que no tienes nada de que preocuparte Gabs, yo siempre voy a cuidarte y no dejaré nunca que nadie te haga daño. Confías en tu hermano mayor ¿Verdad? — preguntó aún recostado contra la ventana, queriendo transmitirle seguridad y confianza a su hermanito a pesar del dolor punzante que sentía.
— Confío en ti Felix. — aseguró el niño — Sé que siempre vas a protegerme. — dijo confiado y agradecido, acercándose a su hermano mayor y acomodándose junto a él.
Felix sonrió a su hermanito, su vida era cada vez más difícil gracias a su deber como Chat Noir, y que su enemigo fuese cada vez más agresivo con sus ataques como un animal acorralado le daba a entender a él y Ladybug que no debía faltar mucho tiempo para su enfrentamiento final. Ni siquiera estaba seguro de que si sobrevivirían a eso, a duras penas habían derrotado al akuma de hoy no sin antes salir gravemente heridos.
Pero el ver a Gabriel dirigirle esa mirada llena de admiración y confianza, como si él fuese el más grande héroe del mundo y nadie pudiese derrotarlo jamás, eso le animaba a seguir adelante a pesar de todo.
Sonriendo le revolvió los cabellos a su hermanito, sabiendo que eso le haría enojar pero a su vez olvidarse de cualquier temor que haya tenido antes.
— Arhg ¡Felix! — se quejó Gabriel, removiéndose inquieto para escapar del agarre de su hermano que le estaba despeinando tanto.
Solo que Gabriel entre sus forcejeos infantiles golpeó accidentalmente la herida que Felix había intentado ocultarle.
El mayor ahogó un grito de dolor, soltando de inmediato a su hermano para sujetarse adolorido su herida ahora abierta.
— ¿Felix? ¡Felix! — dijo preocupado el pequeño, aterrándose al ver el líquido rojo que había manchado la mano con la que accidentalmente golpeó a su hermano.
En su dolor, Felix pudo distinguir la palidez de Gabriel y el creciente pavor en él.
— Tra-Tranquilízate Gabs. — dijo cómo pudo, formando una mueca que intentaba hacer pasar por sonrisa. — No fue tu culpa, ya estaba lastimado y no te avise, no sabías nada. — intentó explicarse mientras se sujetaba con fuerza el costado herido.
— ¿Qué-Qué te pasó Felix? — a duras penas pudo preguntar el aterrado y preocupado hermano menor.
— Nada importante ¿Si? — esquivó la pregunta Felix — Por favor pásame el botiquín qué hay dentro de la mesa de noche junto a mi cama. — pidió lo más amable y calmado que pudo.
Gabriel se apresuró a buscar lo que su hermano le pedía, corriendo con miedo y casi tropezando con sus propios pies debido al temblor de estos.
Felix recibió agradecido el botiquín y se dispuso a acomodarse mejor para poder tratar su herida.
— Tal vez quieras voltearte Gabs, no quiero asustarte con mis heridas. — comentó preocupado el hermano mayor.
— N-No, soy valiente, puedo hacerlo. — intentó protestar el menor.
— Voltéate Gabriel, es una orden. — respondió en un tono más severo Felix, notando la palidez del niño ante la idea de ver sangre. Gabs nunca había sido bueno para clase de cosas.
El aludido quería protestar, pero sabía que nunca debía desobedecer a Felix y la verdad era que si le asustaba la idea de ver una herida sangrante, sobretodo si esa herida era de su hermano.
Una vez que Gabs se dio vuelta mirando una esquina de la habitación, Felix levantó su camisa para poder ver mejor su herida y desinfectarla.
No se veía tan mal como imaginó en un principio, pero por si acaso debía tratarla lo mejor que pudiese hasta pensar en una buena excusa para decir en el hospital cuando le preguntasen cómo se hizo ese corte.
Con un poco de algodón bañado en alcohol y unas cuantas gasas y vendas, Felix trató su herida lo suficiente como para evitar que se infectase o le molestase mucho al moverse.
Tendría que tener más cuidado en sus batallas y pensar en una excusa para dejar la esgrima por un tiempo, pero no era nada que no pudiese manejar.
De lo que no estaba seguro de cómo tratar era con el hecho de que Gabriel lo había atrapado justo después de que regresase de su pelea y además descubriera que estaba herido.
Ese sería un problema más difícil de resolver.
— Ya está bien Gabs, puedes voltearte de nuevo si quieres. — avisó a su hermanito que había permanecido de pie en silencio con cuidado de no mirar.
— ¿T-Te duele mucho, Felix? De-De verdad lo siento — balbuceó nervioso y preocupado el niño.
— Estoy bien, Gabs. Solo es un rasguño. — quiso restarle importancia el mayor, aunque para ambos era obvio que estaba mintiendo.
— ¿Qué fue lo qué pasó? ¿Quién te hizo daño? — preguntó curioso y preocupado Gabriel, sentándose en el suelo junto a su hermano.
Felix sonrió tristemente al ver la angustia de su hermanito. Gabs era tan solo un niño y el encontrarlo en semejante estado debió ser un golpe muy duro para él.
— El mundo es un lugar peligroso, Gabs, y hay muchas malas personas que quieren hacerle daño a los demás aunque nadie les haya hecho algo. Estas malas personas lastiman a otros y rara vez les importa hacerlo con tal de conseguir lo quieren. — explicó Felix con una mirada cuyas emociones y significado Gabriel no supo interpretar — Ahora bien, las personas malas pueden ser poderosas, pero también hay personas buenas que son muy fuertes. Algunas personas buenas se dedican a intentar detener a las persona malas para que no sigan lastimando a los demás. — dijo el rubio mayor.
— ¿Eso te pasó a ti? — preguntó curioso Gabriel — ¿Fuiste a detener a las personas malas y ellas te lastimaron por eso? — cuestionó
— Eres un niño muy listo, Gabs. — sonrió ligeramente Felix al ver que su hermano le entendía.
— Pero no lo entiendo Felix. ¿Por qué vas a dejar que las personas malas te lastimen? ¿No es mejor si te quedas en casa para que no te hagan daño? — dijo confundido el niño.
— Ojalá fuera tan fácil, Gabs. — suspiró Felix — Pero si yo me quedara sin hacer nada, las personas malas seguirían haciéndole daño a gente inocente. Y entre esa gente que quiero proteger estás tú también, si dejo que los malos hagan lo que quieren ellos podrían lastimarte algún día. — intentó darse a entender.
Gabriel quedó en silencio un momento, procesando las palabras de su hermano.
— Pero no quiero que te hagan daño. — finalmente protestó con infantil timidez el niño, haciendo sonreír más sinceramente a su hermano mayor.
— Yo tampoco quiero hacerme daño, Gabs, pero alguien tiene que salir afuera a enfrentarlos. — explicó con paciencia Felix, y viendo el ceño fruncido de su hermanito continuó — Pero si de verdad te preocupo, recuerda que siempre volveré para cuidarte y soy demasiado terco como para no cumplir mis promesas.
— ¿Y si yo voy contigo para protegerte de la gente mala? — preguntó Gabriel con un brillo infantil de esperanza en sus ojos azules.
— ¿Quién sabe? Tal vez algún día tú seas el que me cuide a mi, si es que creces grande y fuerte para convertirte en un hombre poderoso. — respondió Felix con voz bromista moviendo sus manos teatralmente pero con cuidado de no forzar su herida. — Pero hasta entonces, te quedarás en casa que es donde estarás a salvo y podré asegurarme de protegerte hasta que estés listo para cuidarte tu solo ¿De acuerdo? — preguntó a su hermanito con más seriedad.
— De acuerdo Felix. — asintió solemne el pequeño Gabs.
— Y no puedes decirle a nadie sobre mi herida ¿Entendido? Será nuestro secreto. — agregó el mayor para asegurarse de que el menor no le contase a nadie algo que podría producir sospechas sobre su doble vida.
— ¡Entendido! — contestó ya mucho más animado Gabs, parándose recto y moviendo su brazo como si hiciese un saludo militar — Pero tienes que prometerme tú también que siempre vas a venir a casa para que yo también pueda cuidarte — exigió con toda la seriedad que su sonrisa emocionada le permitía.
— Prometido Gabs, siempre volveré a casa a cuidarte. — respondió con diversión Felix, sonriendo ante el ceño fruncido en señal de protesta de su hermano.
Gabriel no pudo mantener mucho tiempo su ceño fruncido ante la sonrisa de su hermano mayor, sabía que podía confiar en él y que nunca lo traicionaría.
Por eso fue que unas pocas semanas después Gabriel se encontró tan confundido y asustado.
Él no le había contando a nadie sobre la herida de Felix, entonces ¿Por qué su hermano rompió su promesa y no regresó nunca más a casa para que se protegieran juntos?
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Taran! Me quedó un tango largo este relato, pero he tenido este AU en mi cabeza por meses y simplemente no pude contenerme una vez empecé a escribirlo.
Qué les pareció esta nueva idea? Fue muy predecible? Les gustó leer al pequeño Gabs antes de convertirse en el villano que todos conocemos? Tiene alguna especulación al respecto? Los hice llorar?
Déjenme saberlo en los comentarios!!
MENSAJE PARA CAROOLINA91: con mucho gusto acepto tu amable ayuda para corregir mis traducciones al inglés! Por favor envíame por privado algún mail por el que pueda contactarte, Wattpad no me deja escribir comentarios ni mensajes! De verdad muchas gracias
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