Capítulo 28

El punzante dolor de mi estómago ahora no era nada en comparación con el dolor en el pecho. Era tan fuerte que me sofocaba y me hacía jadear por la falta de aire. 

El ambiente estaba cubierto por esa densa neblina que dificultaba no solo mi respiración, sino también mi visión.

Con mucha dificultad me puse de pie, apreté mi puño en mi shihakusho al nivel de mi pecho y, encorvada, di unos cuantos pasos terminando de rodillas al piso y sin aire.

Mis fosas nasales se contrajeron y mis ojos se inundaron al tiempo que mi barbilla temblaba con desespero. Era tan doloroso y mis entrañas resintiendo el faltante era demasiado desesperante. 

Apenas un par de semanas atrás mi ceno cobijaba esas dos pequeñas que se convirtieron en mi mundo y ahora no estaban ni en mis manos.

—Machi... Yukie... —balbuceé sus nombres una y otra vez entre sollozos dolorosos y marcados jadeos, doblada al piso como implorando piedad o compasión—. Machi... Yukie... —No paraba de llamarlas como si de esa forma ellas pudieran venir a mí—. Lo lamento, lo lamento, lo lamento —terminé hablando entre dientes para no sé quién.

Tal vez me disculpaba con mis hijas por darles una madre tan débil, quizá con Toshiro por prometerle que estaría bien y le devolvería a nuestras hijas, quizá con papá por arrebatarle a su hija, quizá con Kiyone neesan o con Ukitaki jiisan que de nuevo perdían a un ser querido, o con mi corazón por hacerlo papilla al haberme decidido a confiar de nuevo en la felicidad.

Entre sollozos y jadeos, entre la desesperación y la pena, un eco apenas perceptible preguntó "¿Quieres dejar de sufrir?" Pensé que era idiota la pregunta, era obvio que lo quería, pues ¿quién en el mundo quiere sufrir? Aún si hubiese alguien con esa afición, definitivamente no era yo ese alguien.

"¿Quieres volver al tiempo en que nada te dolía?... ¿quieres acabar con el dolor de raíz?... ¿quieres no tener nada que perder?" Preguntó la voz retumbando dolorosamente en una cabeza hecha nudo por tanto dolor.

«Volver al tiempo donde nada dolía... no tener nada que perder... dejar de sufrir» 

Quizá era lo que necesitaba. Estaba segura que aún no estaba muerta, pero dolía como si pudiera morir, como si estuviera muriendo ya.

—¿Puedes hacer eso? —pregunté esperanzada en recuperar el aliento y en deshacerme de este punzante dolor en el corazón. 

Y como una brisa fresca la respuesta golpeó mi cara. "Puedo" dijo la voz y lloré al sentirme tan malditamente desgraciada, lloré por ser tan malditamente egoísta. 

Estaba a punto de renunciar a todo lo que tenía y amaba para dejar de sufrir, estaba a punto de olvidarme de mi padre, mi esposo y mis hijas con tal de recuperar a mi madre y las sonrisas hermosas que ella me regalaba.

Estaba horrorizada de mi misma, no podía creerme que estaba considerando perderlo todo para no tener nada que perder.

—Mamá... —musité mientras lloraba aferrada al pecho de mi shihakusho con mis temblorosas manos dándome ligeros golpes en ese pecho sofocado—. ¿Qué debo hacer? —pregunté en ese vacío y oscuro espacio donde el frío me calaba hasta los huesos y me hacía temblar el alma—. ¿Qué se supone que debo de hacer? —solté desesperada mientras golpeaba mis puños contra el piso. 

Pero no había respuestas, solo estaban los susurros del silencio aturdiéndome.

"Se feliz" una cálida frase en una cálida voz. 

Siempre que no sabía la respuesta, siempre que las cosas se ponían difíciles, incluso ese día que la vi morir ella siempre dijo "Se feliz".

Pero yo no sabía hacer eso. Ser feliz era demasiado difícil porque yo ni siquiera conocía la felicidad; no había manera de caminar por la felicidad cuando jamás la había visto con mis propios ojos.

»No sé hacer eso —dije llorando y aferrando mis manos a mis brazos, con la suficiente fuerza como para temblar completamente—. De todas formas... ¿qué significa ser feliz? —pregunté relajando mis manos y llevando las palmas al piso mientras me rendía.

Siempre quise ser feliz, pero eso no era algo que pareciera la vida me fuera dar. 

Contuve las lágrimas y, aun respirando dificultosamente, hice una mueca de sonrisa recordando a los que dejaría atrás. Yo no estaba dispuesta a volver a perder nada de nuevo.

»¿Qué es la felicidad? —pregunté de nuevo y cerré los ojos intentando dar una respuesta a esa difícil pregunta. 

Entonces vi las sonrisas de todos esos que había obtenido en el camino y definitivamente había amado: La sonrisa de Ukitake jiisan, de Kiyone neesan, de Renji, la sonrisa de papá y Toshiro. 

Al verlas pasar por mi cabeza fui capaz de sonreír mientras las lágrimas volvían a humedecer mi rostro pero, de pronto, mis labios se curvaron en sentido contrario. Cuando las sonrisas de Yukie y Machi llegaron a mi mente mi corazón oprimido tembló justo como mis labios lo hacían.

Era doloroso, era tan doloroso ser incapaz de defender a todos los que amaba. Estaba segura que estando conmigo posiblemente saldrían lastimados y me harían sufrir. Me pregunté si valdría la pena mantenerlos a mi lado, o si era mejor dejarlos ir.


Continúa...

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