Capítulo 21
—¿Se puede saber de dónde vienes? —pregunto calmado, pero muy molesto.
Lo podía notar en sus ojos que, justo en ese momento, tenían un azul mucho más frío que el que habitualmente mostraban.
—De la treceava división, estaba con Kiyone neesan —informé regalándole una sonrisa que no me delataba.
—¿No fuiste a Hueco mundo? —preguntó, por mucho, más tranquilo y, a sabiendas de que una relación no puede sostenerse a base de engaños y mentiras, solté la verdad.
—Si. Te dije que no iba a pasarme nada —recordé con un deje de descaro y mucha desfachatez mientras sonreía arrogante ante su atónita mirada.
Toshiro Hitsugaya me acribilló con la mirada, pero no dijo nada, supuse que también estaba intentando que las cosas fueran un poco bien entre nosotros. O no le interesaba.
Aunque no era algo que pudiera asegurar, yo no lo conocía nadita de nada. Inhalé hondo y solté el aire por mi boca.
—Te contaré mi larga historia si me das ese desayuno —dije y el de los ojos azules me miró más sorprendido que confundido. Entonces suspiró.
—Es algo tarde para desayunar —informó algo que yo sabía.
—Sí —dije—, pero tengo hambre.
Moviendo en negativas la cabeza tomó mi mano y me arrastró a su cocina. Allí estaba Rangiku.
—Traidora —reclamé.
La castaña me mostró su perfecta blanca dentadura y, evitando la mirada furiosa del peliblanco, se fue después de palmear suavemente mi vientre.
—Adiós capitancito —dijo.
Eso me hizo sonreír y dirigir la mirada a un sitio donde no se percibía alguien habitaba, pero yo sabía que había alguien ahí, justo como el ojiazul que también miraba mi vientre.
—Rangiku es otra cosa —soltó en un suspiro el que no soltaba mi mano.
Nos adentramos más en la cocina y, después de que me liberara al fin, tomé la silla que antes Matsumoto ocupara.
Toshiro preparó un emparedado, algo ligero era la mejor opción. Mientras lo hacía nos cubría ese cómodo silencio que le gustaba pasearse entre nosotros cuando estábamos juntos.
Pero, como necesitaba algo de valor para hablar, me decidí a romper el hielo con cosas un poco triviales.
—Le tienes mucha confianza a Matsumoto, ¿no? —pregunté.
—Ella es mi familia, por eso le aguanto tanto —dijo el que seguía preparando mi desayuno-comida, haciéndome reír—. Y al final ¿de quién eres hija? —preguntó el padre de mi hijo con una risilla extraña estampada en el rostro—. ¿Byakuya o Aizen?
—De los dos —respondí con mucha seriedad y el preguntón puso cara de asustado.
—Eso no se puede —balbuceó.
Dejé salir una sonora carcajada y, después de que riera conmigo, expliqué la situación.
—Fui criada por Aizen, pero mi padre biológico es Kuchiki Byakuya.
El peliblanco asintió haciendo un sonido que indicaba había entendido la situación.
Mientras pellizcaba el emparedado que me dio —pues la verdad no tenía nada de hambre— le conté absolutamente todo lo que había pasado en mi vida. Desde mi nacimiento hasta mi desaparición del Seireitei, sin mencionar los planes de Hueco Mundo. Para él, y todos, ese lugar habría sido solo mi refugio. Dije que no metería las manos y eso haría.
»¿Entonces conoces el códice? —preguntó muy interesado.
No lo culpaba, ese códice podía abrir cualquier barrera y destruir el mundo que lo enfrentara. O eso fue lo que mi papá y tío me habían contado cuando hablamos en la casa Kuchiki.
—Al derecho y al revés —dije—, aunque solo la primera parte —aclaré.
—Wow, eres un peligro andando —dijo él rompiendo la tensión que, desde que comencé a contar, nos envolvía.
—¿Aun así quieres hacerte responsable? —pregunté jugando con mi tono de voz.
—Con mucha más razón —dijo—, necesito vigilarte.
Ambos sonreímos.
—Pero hay cosas peores de las que ocuparnos —anuncié. Él me miró intrigado—. Hoy cenaremos con mi papá y mi tío. Dijiste que hablarías con ellos, ¿no es cierto?
El hombre que escuchaba mi comentario quedó de piedra.
—Van a matarme —susurró.
—A mí también —dije poniendo el último pedazo de emparedado en mi boca—. Anda, trae a Matsumoto, ella va por delante de nosotros.
De nuevo, ambos reímos. Pero esta nueva risilla no disipó los nervios que nos hacían nudo el estómago.
Después de una hora donde los regaños a Matsumoto, por parte de su capitán, abundaban, nos dirigimos a la treceava división para encarar esta situación que, por descuidados, habíamos desencadenado el peliblanco y yo.
Llegamos hasta la base y fuimos recibidos por mi tía que al abrazarme anunciando que ya nos esperaban, entonces el emparedado que había estado digiriendo amenazó con devolverse.
Apreté los dientes, cubrí mi boca con mi mano y respiré profundo. Toshiro Hitsugaya tomó mi mano y la presionó fuerte. Creí que quería darme valor pero, cuando le miré, su aún más pálido rostro dijo que lo que quería era ganar valor.
—Vamos —dije arrastrándolo conmigo adentro.
Llegamos al comedor donde ya nos esperaban tres hombres. Respiré profundo y entré a encontrarme con tres furiosas miradas. Ellos en serio querían matarme. La situación era complicada y, sorprendentemente, podría ponerse peor.
Continúa...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top