Capítulo 20
Me quedé un rato sentada en la sala donde estaba, incluso lloré un rato. Me sentía la peor de las traidoras. Sentía que ellos jamás me perdonarían y eso me dolía, porque yo en serio que los quería, y mucho, ellos en serio que fueron mi familia también.
Regresé a Sociedad de las almas sin ningún contratiempo y sin ninguna herida. Al menos no física, pues emocionalmente no me encontraba muy bien que digamos.
Caminé por ese puño de calles que ya no me parecían tan iguales y llegué a casa de Ukitake jiisan. De alguna forma sentía que era allí donde debía estar.
Kiyone neesan abrió la puerta y, después de abrazarme, me gritó y regañó de nuevo. Pero eso no me molestó, yo me merecía todos sus reclamos. Yo sí era la inconsciente, desconsiderada y tonta que ella decía. Por eso no me molesté con ella, por eso solo acepté sus regaños sin rechistar.
—¿Cómo estás? —preguntó cuando se terminó de desahogar toda su preocupación y coraje.
—Estoy embarazada —respondí informándole algo que casi desencajó la mandíbula de su cara.
—¡¿Qué?! —gritó y me reí por su reacción.
Estaba sorprendida. ¡Claro que lo estaba! Yo aún me encontraba incrédula y deseosa de que fuera algo no real.
Después de esa risita fugaz mis ojos se inundaron y comencé a llorar. De verdad quería que no fuera más que una mentira.
»¿Tienes miedo? —preguntó y, aunque todo el tiempo creí que estaba confundida, quizá lo que sentía era justo eso, miedo.
—¿Cómo puedo ser mamá, Kiyone neesan? Ni siquiera puedo cuidarme sola. ¿Cómo cuidaré de un bebé? —pregunté a la que me abrazaba.
—Te digo que eres inconsciente... ¿Y quién es el papá? —preguntó después de un largo silencio que me permitió componerme al menos un poco.
Sonreí con sorna. Yo apenas si conocía el rostro y nombre de ese chico.
—Es Hitsugaya Toshiro —dije.
—¿El capitán de la décima división —preguntó alarmada.
Eso podía ser posible. Yo no sabía mucho de él, pero recordaba que alguien lo llamó capitán.
—Puede ser. En realidad no lo conozco bien, lo he visto dos veces —expliqué.
Kiyone neesan no cabía de sorpresa.
—¿Qué pasó? —preguntó confundida.
—¿En serio quieres que te explique? —pregunté burlona.
Después de procesar mi pregunta me golpeó la cabeza.
—No eso. Dime la causa, no los detalles.
—Estaba ebria —informé—, pero eso es culpa de Matsumoto.
Entonces le conté que un día la encontré súper ebria en la calle y la llevé a su casa donde nos obligó a Toshiro y a mí a beber, y después de eso él y yo, no tan conscientes de lo que hacíamos, hicimos algo que no debíamos terminando en la situación actual.
—¿Él sabe que estás embarazada? —preguntó y asentí—. ¿Piensa hacerse responsable?
—Eso fue lo que dijo —respondí dejando caer mis hombros atrás.
—Él es un buen hombre, puede hacerte feliz —informó Kiyone neesan suspirando.
Me pregunté «¿Cómo un hombre que no amaba, que ni siquiera conocía, podía hacerme feliz?»
Pero no es como si tuviera la opción de ponerme a enamorarme y elegir. Supuse que solo debía conocerlo y darnos una oportunidad.
—¿Puedes buscar a Ukitake jiisan y decirle que volví y vendré a cenar esta noche? —pedí y Kiyone neesan asintió.
—También le mandaré decir al capitán Kuchiki que estás bien —dijo provocando un hueco tan grande en mi estómago que sentía que jamás nada lo llenaría.
—¿Puedes invitarlo también a cenar hoy? —pedí más nerviosa que avergonzada.
—¿Y no quieres que también haga la cena? —preguntó burlona.
—Que sea para ellos y tres personas más —dije mucho muy apenada y mi tía negó con la cabeza.
Después de asegurar que volvería, me fui a encontrar con ese que en la mañana había dejado plantado con el desayuno y que quizá estaría completamente furioso conmigo.
Frente a su casa inspiré profundo por la nariz y solté lento el aire por la boca, entonces toqué a la puerta de la entrada a esa casa que ya había visitado dos veces.
Matsumoto abrió la puerta y cuando me vio sus ojos se agrandaron.
—El capi está que se muere de rabia y preocupación, va a matarte —dijo jalándome dentro de la casa.
Tragué saliva. Ahora eran tres hombres los que se disputarían mi cabeza, sin contar a todos los habitantes de Las Noches, encabezados por Grimmjou.
Nos quedamos por la parte trasera de la casa, sentadas en cuclillas y demasiado cerca para poder hablar bajo.
—¿Está más preocupado o más enojado? —pregunté en un susurro y fue la seca y seria voz de un peliblanco quien respondió robándome el aire.
—Más enojado —dijo.
Ambas lo miramos mirarnos con la furia en los ojos. Sonreí nerviosamente.
—Hola... —dije— Matsumoto y yo... ¿Matsumoto? —pregunté buscando a la recién desaparecida—. Hija de... —murmuré.
Ella me había abandonado en la trinchera. Y no es que fuéramos amigas y ella debiera apoyarme, pero ella tenía mucha culpa de lo que ocurría. Al menos por eso debería ofrecer morir a mi lado.
Continúa...
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