Capítulo 16

—¿Dónde estabas? —preguntó mi tercer cuasi homicida de la tarde.

—No importa donde estaba —respondí fastidiada de la pregunta—, estoy aquí justo ahora, ¿eso no vale? 

Kuchiki Byakuya asintió.

—Lo que importa es donde estarás a partir de ahora —dijo él.

—¿Y dónde es exactamente donde estaré ahora? —pregunté un poco confundida y él me miró sonriente. 

Su sonrisa era justo como la había imaginado.

—En tu casa —anunció.

—¿Puedes conseguir que la división cero me la entregue? —pregunté ilusamente ilusionada, logrado que Kuchiki frunciera el ceño.

—¿Qué tiene que ver la división cero en esto? —preguntó.

—Ukitake jiisan acaba de decirme que son ellos quienes están a cargo de la casa de mi papá —expliqué inocente—, pensé que... 

Guardé silencio y tragué saliva. La mirada de Kuchiki me acribillaba. Algo le había molestado e, idiotamente, no tenía idea de qué había sido. No hasta que él mismo me explicó.

—Yo soy tu papá —recordó furioso. 

Reflexioné sus palabras y trastabillaron las mías.

—Yo me refería a Aizen —dije.

—Ese traidor no es tu papá —casi gritó el azabache, molestándome. 

Yo lo sabía, entendía perfectamente lo que él decía. Aizen no era mi papá y sí era un traidor, pero me dolió tener que escuchar sus palabras.

Me levanté de golpe, y dejando caer ambas palmas abiertas sobre la mesa golpeé. Todos me miraron, incluso personas ajenas a nuestra conversación.

—¡Él no es un traidor y sí es mi papá! —grité furiosa. 

«Demonios, no debí alterarme de esta forma».

—Maya entiende... —pidió Ukitake jiisan.

—¿Cómo puedo hacer eso si no me explican? No entiendo nada —expliqué—, solo dijiste que Aizen estaba muerto, pero no dijiste más. ¿Por qué la división cero tiene su casa?, ¿por qué no puedo acceder a su oficina o a la base?, ¿por qué le dices traidor?, ¿díganme qué diablos sucede? Aizen sí es mi papá, merezco saber lo que ocurrió con él... por favor no me lo oculten más...

Terminé llorando, «vaya buena actriz que era».

—Lo mejor será que hablemos en privado —sugirió Ukitake jiisan y los otros dos que nos acompañaban asintieron. 

Kuchiki ofreció su casa y ya no pude negarme a pisar ese lugar.

Llegamos a la casa Kuchiki y el silencio incomodo que nos envolvía no me permitió disfrutar de la paz que esa casa me había dado el tiempo que viví en ella. Pasamos a la sala y la señora que nos ofreció el té me dio la bienvenida bastante contenta de verme, le saludé y agradecí. 

Era lindo ver a esas personas que siempre me trataron bien.

—Quiero saberlo todo, pero absolutamente todo —exigí una vez que ella dejó la sala. 

Ukitake jiisan suspiró.

—Esto no va a ser nada fácil —anunció el peliplata. 

Yo lo sabía, pero necesitaba conocer la otra parte de la historia. No quería ser injusta con nadie, pues yo amaba ambas partes.

Byakuya comenzó a narrar una historia que no difería mucho en realidad de lo que yo conocía. Explicó a detalle muchas cosas, algunas eran solo conjeturas de ellos pero no erraban mucho de la realidad. Al final hubo algo que llamó mucho mi atención, la participación de cierto objeto que yo por demás conocía y un dato inconcluso.

—Lo que los asesinos de mi madre buscaban..., ¿era el libro de cuento? —pregunté después de asimilar la información de ese objeto que mencionaban como base del ritual; renegando inmediatamente lo que concluí pues, de ser cierto, los asesinos fueron enviados por...

»No es cierto —balbuceé.

—Lo lamento Maya chan, pero... 

—Aizen no necesitaba matarla para tener el libro —dije interrumpiendo a mi tío—, él solo debía pedirlo y se lo daríamos.

Quizá estaba defendiendo a ese que me dolería demasiado saber me traicionó

—Creemos que él no quería el libro. Era otra cosa lo que ellos estaban buscando —declaró Kuchiki Byakuya. 

Pero yo no lo entendía. «¿Qué podría ser esa otra cosa que quería?» No entendía nada, no quería entenderlo, aún me negaba a aceptar que era él quien había matado a mi madre.

—¿Qué podría querer? —pregunté—, Kana no tenía nada más que ese estúpido libro.

—Te tenía a ti —informó el de ojos oscuros—, creemos que eras el sacrificio del final del ritual. 

Mis ojos se abrieron enormes, era demasiado increíble, era una completa estupidez.

—No tiene sentido —dije casi en susurro.

—Sin Kana de por medio él tendría total acceso a ti, le pertenecerías y no habría nadie que te protegiera de él —explicó Byakuya, pero yo no lo quería creer. 

Mis ojos se llenaron de lágrimas que comenzaron a correr mientras comenzaban a cobrar sentidos las palabras de quienes hablaban justo ahora conmigo y las acciones del que no estaba más.

—No... no... no... eso es estúpido —dije y lloré. 

Levantándome de donde estaba, caminé hacía la salida de esa casa que me mostraba un incordio demasiado convincente para que mi ya resquebrajada integridad pudiera soportarlo. Por eso no lo aceptaría, por eso me negaba a siquiera considerarlo algo real.

—¿A dónde vas? —preguntó Renji.

—Solo... necesito pensar —dije y me fui usando mis recientes habilidades para deshacerme del pelirrojo que me seguía.

Empapada en llanto, esa noche volví a un lugar que me dolía demasiado, pero que seguro tenía las respuestas de todo lo que yo me estaba preguntando.


Continúa...



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